La Librería de El Sueño Igualitario

la_puebla_de_cazalla._libro.jpgCazarabet conversa con...   María Carmen España Ruiz, autora “En el camino de la Memoria: la fosa de La Puebla de Cazalla” (Junta de Andalucía, ARMH Romance de Juan García)

 

 

 

 

 

Mari Carmen España  Ruiz escribe un ensayo de investigación, muy minucioso y especializado, sobre la memoria histórica y la fosa de la Puebla de Cazalla.

El trabajo de esta investigadora ha contado con el apoyo de la Dirección General de Memoria Democrática y de la Asociación por la Recuperación de la Memoria histórica de Juan García.

La Fosa de La Puebla de Cazalla estuvo, ella misma, sepultada debajo de un vertedero de escombros.

La historiadora ha indagado hasta la saciedad desde un esfuerzo descomunal y su trabajo es la muestra de un trabajo realizado con la metodología de una disciplina como la historia que se ve influenciada por ser la nieta de uno de los asesinados y enterrados en esta fosa.

Lo que nos dice el libro:

Este libro describe y analiza en profundidad el proceso de excavaciones en la fosa situada en la zona civil del cementerio municipal de la localidad sevillana de La Puebla de Cazalla, desde su hallazgo en 2006 debajo de un basurero de escombros como culminación a la búsqueda de respuestas que durante años efectuó la autora de este libro, ante la detención ilegal y desaparición de su abuelo paterno Manuel España Gil, un jornalero de Lantejuela asesinado el 17 de septiembre de 1936, junto a otros seis jornaleros más.

Historiadora y nieta de desaparecido, miembro activo del memorialismo, narra en primera persona su lucha con sentimiento emocionado desde la herencia recibida de la herida abierta y eterna, herida que no ha podido empezar a curarse más que 80 años después, a cada paletada que la máquina retroexcavadora ha ido dando a la tierra que ocultaba la verdad y la justicia, en un largo trabajo de exhumación que ha durado 10 años, quedando pendiente aún parte del estudio e informes sobre el ADN. 

El esmero por su ocultamiento, el osario con el que se mezcló intencionadamente los cadáveres de las víctimas y la violencia latente -a pesar del paso de los años- impresa en los cuerpos amontonados y hallados hasta en 7 niveles de enterramientos, en lo que la autora ha venido en definir como la "Arqueología de la violencia, arqueología de la verdad", detalla y clarifica aún más la grave realidad de unos crímenes de lesa humanidad contra población civil ocurridos en nuestra historia de España que ha sido negada, encubierta y silenciada por el franquismo, la transición y nuestra actual democracia. 

"El Carnero", como así era conocida la antigua cantera, constituye la fosa más profunda y de mayor dificultad hallada hasta la actualidad en Andalucía y España. Con 77 cuerpos exhumados, rescatados a 4,30 y 5 metros de hondo, la historia recogida en estas páginas es una prueba material e incuestionable de la dura y sistemática represión de clases y de ideas que siguió tras el golpe militar de 1936. Su proceso de intervención ha sido pionero, motor impulsor y elemento catalizador en varios momentos del recorrido del movimiento cívico social de Recuperación de la Memoria Histórica, además de ejemplarizante por la voluntad política del gobierno municipal morisco. 

Lleno de dinamismo y de fuerza, este relato enlaza la dilatada historia de la fosa con los acontecimientos que van desarrollándose a su alrededor, en el maravilloso recorrido que realiza el Memorialismo desde la soledad de las casas de los familiares, columna vertebral del mismo, hasta la denuncia presentada ante el Derecho Internacional por crímenes contra la humanidad. Con una visión crítica se analiza también la impunidad del franquismo, las leyes de Amnistía y Memoria Histórica, la inhabilitación del Juez Garzón y desde una mirada particular -a modo de ensayo- se enlaza la existencia vergonzante de las fosas con temas como la situación crónica del campo andaluz, la crisis del bipartidismo, la desbordante corrupción, la nula o ausente actuación judicial y la parapléjica democracia que lidian -como síntomas de que algo no funciona- frente a una sociedad cada vez más preocupada con los derechos humanos , cada vez más despierta. La autora plantea que quizás haya sido la memoria genética, del relevo generacional, uno de los cohetes impulsores hacia esta transformación, como si todos nuestros muertos no lo fueran y para encontrar su paz hubiesen actuado como las semillas que son y hubiesen continuado luchando por las luces del respeto al otro, de la justicia y de la igualdad en la dignidad de los seres humanos. Y en todo esto, la autora se pregunta que a ver dónde se colocan la política y el Estado. 

Camino sin sosiego el de la Memoria, de conciencia histórica y de justicia, la fosa de La Puebla de Cazalla constituye una victoria definitiva sobre las sombras, haciendo propias las palabras de Niceto Alcalá Zamora al decir: "La memoria parece grande por lo que muestra en recuerdos; lo es mucho más, por lo que ciertamente esconde". 

Algunas definiciones que nos pueden ir bien:

https://es.wikipedia.org/wiki/Crimen_de_lesa_humanidad

 

 

Cazarabet conversa con María Carmen España Ruiz:

-Carmen, ¿cómo recuerdas que fue la primera vez que oíste hablar de tu abuelo paterno, Manuel España?

-Hacia 1973. Con 9 años recuerdo aquel instante que la inquietud y la sorpresa congelaron por siempre, cuando pregunté por la identidad de aquella persona retratada en aquella fotografía acartonada, distinta, antigua y algo estropeada que siempre permanecía a la vista de todos y detrás de los cristales del mueble vitrina del comedor en el piso de Sta. Coloca de Gramenet. La conversación entre mi madre y yo ha permanecido perfectamente grabada en mi cabeza y como a cámara lenta, cuando mi madre me respondía que era mi abuelo paterno y que se lo habían llevado para fusilarlo; recuerdo también la batería de preguntas que me surgieron tras la identificación de aquel joven vestido de soldado y haciendo el servicio militar: ¿qué es eso del fusilamiento?, pero ¿por qué?, ¿qué hizo? Entre mis preguntas algo incómodas por los largos silencios,  mi madre intentaba contestarme.

-¿Qué sabía tu padre de él y qué te contaba y qué prefería no contarte?—si era así—

-Mi padre quedó huérfano con 3 años. Hablaba poco de ello. Ya os he contado que fue mi madre la primera que me lo dijo, aunque yo veía sufrir a mi padre en silencio desde que tengo uso de razón con aquella mirada que delataba siempre que sus pensamientos parecían estar muy lejos de allí en el espacio y en el tiempo. Alguna vez con una sonrisa me dijo que recordaba a su padre como en sueños, cuando lo montaba encima de los hombros por la calle, cantando y paseando junto a un pequeño perrito que tenían. Y su cara se entristecía al momento porque no se acordaba de nada más, aunque hiciera esfuerzos infinitos. Ávido lector, le encantaba ir a la escuela, pero casi aprendió sólo porque a muy temprana edad ya estaba en el campo realizando labores de adulto. Allí fue donde se enteró cómo habían matado a su padre, quiénes y porqué. Llevaba una herida infinita y eterna en el corazón y al final tuvo que emigrar del pueblo porque no podía soportarlo más; lo más duro de ver era a los asesinos hechos los amos del pueblo, paseándose por la plaza, abusando del proletariado y de todo aquel que se cruzara en su camino. Eso no lo aguantaba. Señalado como hijo de rojo, incluso en los informes que en 1964 llegaron a Barcelona para poder entrar en la Pegaso, no perdió dos oportunidades que se le presentaron para hablar a la cara con los gatilleros de aquella cuadrilla falangista, pasados los años y las décadas, en alguna ocasión cuando volvíamos de vacaciones a Lantejuela (Sevilla). Fue en el 2000 que se enteró por una vecina a punto de morir y que lo llamó, del día en el que se llevaron a su padre: el 17 de septiembre de 1936, con destino al cementerio de La Puebla de Cazalla. Yo no supe de esta última información hasta finales de 2004 o principios de 2005, cuando mi madre me escuchó hablar sobre el cementerio y sus rejas negras por teléfono y al ver la coincidencia de versiones me llevó hasta un papel que mi padre –fallecido en 2001- dejó escrito y en el que había anotado la fecha de la desaparición.

Ahora sabemos muchas cosas de mi abuelo: que era una buena persona, un “trocito de pan” como siempre dicen de él. Con las ideas claras, apoyó al alcalde destituido y socialista republicano Juan Cadenas García en una reunión pública en la plaza tras el golpe de estado “Yo estoy contigo; habla, habla que para eso estamos nosotros aquí, para defenderte…” y eso fue el detonante de su asesinato. Jornalero de profesión soñaba con un mundo mejor,  y él y su esposa Carmen no dudaron en formar parte de aquella inmensa masa de población que luchaba por la libertad y la igualdad en España, queriendo poner en práctica ideas mucho más avanzadas que en el resto de Europa.

-La familia de tu abuelo, como la de otros tantos, sabía poco más o menos cómo habían ido las cosas y dónde se encontraban o cómo fue el proceso de hacerse con esa información…

-Explicar el proceso para hacerse con la información de dónde se encontraba el cadáver de mi abuelo, me ha llevado décadas y ocupa casi un capítulo entero del libro. Mi abuelo, como tantos otros desaparecidos, y gracias a la política de olvido y de mentiras de los sucesivos gobernantes de este país, tanto en la dictadura como durante la democracia, han provocado que, aparte de la dieta asquerosa que nos han hecho tragar sobre nuestra historia, hayamos visto a todos los miles de desaparecidos como fantasmas en nuestras vidas, en nuestras casas, borrando incluso la idea de poder recuperarlos. ¡Como si no tuviéramos derecho a ello!. Hasta que hemos despertado. Nada se amarra para siempre y más cuando ese amarre es en falso y cuando se trata de crímenes de lesa humanidad.  Después de muchos años creyendo que el lugar de enterramiento había sido en algún sitio de la cuneta de la carretera que une Lantejuela con La Puebla de Cazalla, es decir, un lugar imposible de localizar,  en el año 2005, casi en mitad del auge del movimiento memorialista, y por casualidad –aunque creo ya que nada son casualidades en la vida- hablando con un viejo amigo y político de Lantejuela Félix Gómez Ruiz, y trasladándole mi eterna preocupación, me dice de repente que los que se habían llevado para fusilarlos de Lantejuela están en el Cementerio de La Puebla, al fondo del todo, en la llamada zona civil. Ahora sí: yo ya tenía conocimiento de un lugar concreto, un sitio donde fijar todas mis actuaciones, algo físico al que dirigirme.

-Es triste que en un país democrático tengan que ser las familias las que tiren del carro  a la hora de recuperar los cuerpos de sus familiares de fosas comunes, cunetas para darles un descanso con los suyos.

-Es triste, muy triste y agotador –hablo en primera persona incluso- de manera física y mental y es vergonzoso y vergonzante. 11 años de proceso de exhumación en La Puebla de Cazalla, desde el 2006. Todavía tenemos pendiente las pruebas de ADN, una identificación pendiente desde 1936.  Las familias, sin lugar a dudas, somos la columna vertebral del movimiento de recuperación de la Memoria Histórica, del Memorialismo, como me gusta llamarlo, porque es en nuestras casas donde no se han olvidado a estas personas que fueron asesinadas dentro de un plan sistemático de represión cruel, usando el terrorismo de Estado. Pues bien, debería ser ahora el Estado, y no las familias,  desde una política de Estado, el que intentase recuperar nombre a nombre cada uno de los desaparecidos, cada uno de los asesinados que murieron por defender esta democracia, con la que nuestros representantes políticos se les llena la boca cuando hablan.  Que den orden para que los archivos de la Guardia Civil se puedan analizar: allí están los datos exactos de la localización de todas las fosas y los nombres de todas las personas asesinadas por el fascismo triunfante de este país que ocupó el poder.

-Porque si lo hace, por ejemplo, un juez lo apartan de su trabajo.

-El 14 de diciembre de 2006 –a punto de finalizar la conmemoración del mismo como Año de la Memoria Histórica- se había abierto la senda que conduciría a las denuncias de las desapariciones en España como crímenes de lesa humanidad ante el Derecho Internacional.

Por el cariz que este tema tomó de consecuencias todavía insospechadas (la última es la declaración del ex ministro franquista Martín Villa ante la Jueza Servini, pero con la seguridad de no ser detenido al pisar suelo argentino), en la justicia española se decidió perseguir al Juez Garzón, que fue el único intento que un juez español ha llevado a cabo para investigar los crímenes cometidos por el franquismo, lo que motivó apoyos de un amplio abanico de organizaciones tanto en el ámbito jurídico como en el ámbito de la defensa de los derechos humanos y de la memoria histórica: la  Comisión Internacional de Juristas (CIJ), Amnistía Internacional, la Asociación Española para el Derecho Internacional de los Derechos Humanos (AEDIDH), la Asociación Pro Derechos Humanos de España (APDHE), la Coordinadora de Asociaciones para la Memoria Histórica y Democrática, etc..

Cuando apartan al juez Garzón de su trabajo, nos dejan nuevamente huérfanos, sin tutela judicial en España a las víctimas, con lo que comenzaba a verse la posibilidad de acudir a otras vías donde se reconociera el derecho actual a la justicia, como eran el Comité de Derechos Humanos de las Naciones Unidas y el Tribunal Europeo de Derechos Humanos, y la justicia en otros países, ya que la nuestra, al servicio de los mismos de siempre, no nos ha servido en nada.

la_puebla_cazalla._2014.jpg-Muchas cosas se debieron hacer mal en el período de la transición para que después de años de democracia solo se hayan producido medidas de maquillaje para con los represaliados y represaliadas de la guerra y la dictadura. ¿Qué nos puedes reflexionar?

-Uy. Habría para otro libro con esta cuestión que me planteáis. Un país no puede amputar su propia historia. Esa es la lección aprendida de nuestro caso, del caso de España y la lucha por la memoria histórica. Por tanto, es una lección de dimensión universal como dice mi amigo el periodista Martin Jönsson, responsable del documental sobre la historia de la fosa de La Puebla de Cazalla. Durante la transición se perdió, mejor dicho, se quisieron perder testimonios vivos, ciertos, a flor de piel, de todos los lugares de enterramientos ilegales, de toda la represión vivida; era el momento de hacer justicia, de decir la verdad, de hablar de las víctimas y de darles un entierro digno. Pero no interesaba: eran demasiadas víctimas, demasiadas pruebas físicas, que condenarían sin lugar a dudas un régimen que sustentó y enriqueció más a la oligarquía, por lo que interesaba que el orden de cosas siguiera como estaba, aunque con algo de maquillaje. Creo que era un plan establecido por ellos, por los mismos de siempre, para quedarse donde siempre. Nos vendieron la transición junto con la Ley de Amnistía como el menor de los males, y luego la elevaron hacia algo modélico y de modélico no ha tenido nada. Porque los crímenes siempre vuelven, como fantasmas. A pesar de décadas de silencio y de desinformación, de mentiras, vuelven; vuelven en forma de una sociedad dividida y profundamente corrupta, hasta los tuétanos. Vuelven en forma de nietos y biznietos haciendo preguntas obvias, de estudiosos que también forman parte del Memorialismo y que buscan los papeles escondidos y se cercioran dato a dato, pueblo a pueblo,  de la hecatombe mortífera que sufrió este país, de periodistas también que no se explican como el Valle de los Caídos sigue existiendo. Esto pasa hasta que se consiga un mínimo de justicia, y ese mínimo de justicia es solamente la verdad.

Los maquillajes más modernos, a los que han estado obligados –tanto gobierno estatal como autonómico andaluz- por nuestro empuje como movimiento cívico social,  han sido resortes que hemos podido ir utilizando para recuperar algunas de las víctimas, en casos y lugares puntuales, pero se hace todo con mucha lentitud y a veces esta política de paños calientes no han servido más que de cortapisas, de bisagras para dejar pasar el tiempo y que nos aburramos. Hablo de la Ley de Memoria Histórica, por ejemplo.  Y vuelvo a decir que es necesaria una política de Estado verdadera La Ley de Amnistía debe derogarse por ilegal; la ONU lleva mucho tiempo pidiéndolo. Así están las cosas. Y de la actitud del gobierno actual, con su negativa, es una ofensa para nuestras víctimas que son las de todos; para ellos es más cómodo reconocer otras víctimas, como las del terrorismo cruel de ETA.

-Amiga, ¿cuándo y de qué manera se empezaron a señalar las fosas?

-Como otros compañeros de la Memoria Histórica, prefiero también referirme a las fosas como enterramientos ilegales, que eso es lo que son. La historia de la fosa de La Puebla de Cazalla es anterior a la Ley de Memoria Histórica y pionera dentro del Memorialismo. Los protocolos de actuaciones y de exhumación que se desarrollaron posteriormente no afectaron a la dinámica en torno a la fosa y nosotros nos acogimos desde el principio al Decreto 334/2003, siguiendo desde entonces su propia excepcionalidad.  En 2008, durante la segunda fase de excavación, este caso hizo incluso de catalizador de todo el movimiento por cuanto nos cerraron desde el gobierno andaluz los trabajos que se estaban realizando con más de 10 cuerpos a la vista por falta de presupuesto, lo que hizo que múltiples asociaciones, historiadores y familiares decidieran manifestarse en la Plaza de la Gavidia para protestar por el cierre. Actualmente cada sábado final de mes sigue produciéndose esa concentración.

Un año antes, el 9 de octubre de 2007 en primera plana del “Correo de Andalucía” se publicaba un extenso artículo en el que se hacía referencia a la Memoria latente en Sevilla, recogiendo los primeros resultados que ofrece AMHyJA tras dos años de investigación. Con el título “El mapa de fosas de los cementerio olvidados”, el artículo recogía, junto a gráficos la localización de 119 fosas comunes con unas 11.000 víctimas de la represión franquista en Sevilla; se hablaba de la dificultad de este estudio que se había topado de frente con el miedo que “permanece aún latente en la sociedad”, al tiempo que se demandaba de las administraciones apoyo e infraestructura necesarios para proceder a las exhumaciones, empezando por la dignificación de los cementerios clandestinos como lugares de Memoria, recogiendo las valoraciones de Ángel del Río, coordinador del mapa de fosas de la Asociación.

Conforme a lo previsto en el artículo 12.2 de la Ley 52/2007, de 26 de diciembre, por la que se reconocen y amplían derechos y se establecen medidas a favor de quienes padecieron persecución o violencia durante la Guerra Civil y la Dictadura, el Gobierno de la nación tenía el encargo de confeccionar un mapa integrado de todo el territorio español en el que constaran los terrenos en que se han localizado restos de personas desaparecidas violentamente durante la Guerra civil o la represión política posterior. Según el citado artículo, a este mapa se incorporarían los datos remitidos por las distintas Administraciones públicas competentes, para lo que se han firmado los correspondientes Convenios de colaboración con varias Comunidades Autónomas.

En dichas actuaciones destaca la elaboración del Mapa de Fosas en las ocho provincias andaluzas, financiado mediante subvenciones concedidas al amparo de la Orden de 30 de junio de 2005, en materia de Recuperación de la Memoria Histórica, y de la que fueron beneficiarias la Asociación Memoria Histórica y Justicia de Andalucía, la Asociación Guerra y Exilio, la Asociación Granadina para la Recuperación de la Memoria Histórica y el Foro Ciudadano para la Recuperación de la Memoria Histórica de Andalucía.

Complementariamente a ello, se suscribieron con fecha 20 de diciembre de 2005, convenios de colaboración con nueve de las Universidades públicas de Andalucía para la realización de las actuaciones que se subvencionen sobre el denominado mapa de fosas de Andalucía y un posterior estudio de correlación histórica y sistemática así como la elaboración de un estudio final y unitario debidamente coordinado a nivel de todo el territorio andaluz.

Entre 2007 y 2009 se procedió a visitar cada uno de los municipios andaluces y a recopilar la información documental u oral disponible. Gracias a la subvención de la por entonces Consejería de Justicia y Administración Pública, la Asociación Memoria, Guerra y Exilio inventarió las provincias de Almería, Jaén y Málaga; la Asociación Memoria Histórica y Justicia de Andalucía hizo las de Cádiz, Huelva y Sevilla; el Foro Ciudadano para la Recuperación de la Memoria Histórica realizó la provincia de Córdoba y la Asociación Granadina para la Recuperación de la Memoria Histórica levantó la provincia de Granada.

Las fuentes de información para la efectiva localización de las fosas han sido en un 90 % de los casos el testimonio oral de testigos, familiares o investigadores locales. Pero además, la consulta de los registros civiles, judiciales y de los cementerios ha permitido constatar la existencia de ejecuciones en esos municipios e identificar los nombres de las víctimas en la mitad de los casos.

Una vez finalizado el trabajo de campo, los datos recogidos en las entrevistas fueron normalizados y codificados en una base de datos común, organizada en una estructura de 21 campos principales y 10 tablas asociadas. Esta base de datos ordenó la información recogida relativa a la identificación de cada fosa, su localización, la descripción de sus características, el relato histórico sobre las circunstancias de su apertura, una estimación del número de víctimas y la enumeración de las actuaciones de monumentación o exhumación que haya conocido.

Esta base de datos fue a su vez revisada y homogeneizada por un Comité Técnico de Coordinación, formado por investigadores de todas las universidades públicas andaluzas. Fruto de este último trabajo ha sido la conversión de la base de datos inicial en un verdadero mapa con precisión cartográfica.

La última fase en este proceso de elaboración del Mapa de fosas de las víctimas de la Guerra Civil y la posguerra en Andalucía ha sido su publicación, tanto en Internet como en soporte de DVD. Hablamos ya de 2012 y estamos en 2017. Quedan muchas fosas por exhumar y muchas pruebas de ADN por empezar y concluir. Trabajo titánico que nos podríamos haber ahorrado ya desde 1979, 1980 ó 1981. Hemos mandado equipos técnicos a países de Centro América o a Bosnia para intervenir en fosas recientes por las guerras y en nuestro país hemos acallado las nuestras.

Vistas-de-una-fosa-común-cu.jpg-Pero esas fosas, como la de La Puebla de Cazalla, se querían esconder y de hecho se hacían de mil maneras, ¿no?, además con la implicación de las altas esferas…

-La fosa de La Puebla de Cazalla fue localizada el 29 de noviembre de 2006, a más de 4 metros de profundidad, a los 5 metros ha llegado en ocasiones. La fosa más profunda de toda Andalucía y de España y la fosa técnicamente más difícil y de mayor dilatación en el tiempo de todas hasta la fecha intervenidas, por estar uno de sus perfiles, más de media fosa, debajo de un bloque de nichos de osario, que sólo se logró quitar en febrero de 2014. Esta fue la penúltima manera empleada para esconderla. La última fue un vertedero de escombros para simbolizar el más profundo olvido. Hasta 7 niveles de enterramientos; grupos de víctimas amontonados, arrojados otros, apilados algunos, aprovechando al máximo el espacio disponible. 4 fases de intervención: 2006, 2008, 2009 y 2014.

Originariamente había sido una cantera de tres metros y medio de profundidad situada al fondo de la zona civil de enterramientos del Cementerio Municipal, que los falangistas en 1936 no dudaron en usar como lugar de matanza y ocultamiento. Así consta en los Plenos de la Junta Gestora. A aquel macabro lugar llegaban de los pueblos de alrededor los que iban a ser ejecutados y escondidos o perdidos, según pensaban ellos, para siempre. Todo ello bajo la orden de la Comandancia Militar. Tres meses antes del inicio de la búsqueda de la fosa por todo el cementerio, el jefe de la falange local Manuel Barroso había fallecido, no sin antes haberse jactado una vez más de que la fosa nunca se encontraría. Los cuerpos eran ocultados con tierras de diferentes colores, eran también bañados en inmensas cantidades de cal viva, o quemados o mezclados con los huesos de osario que se tiraban también allí. Ya después, en época democrática, como he contado se colocó ese bloque con 140 columbarios, para que quizás nadie sospechara los crímenes que había debajo. Por último un vertedero de escombros de obra se trasladó al instante allí, en el momento mismo en que yo comenzaba a hacer muchas preguntas al alcalde de La Puebla. Da la sensación, que cada alcalde entrante de cada pueblo de España ha sabido por boca del saliente donde estaban las respectivas fosas y donde debían tocar y donde no.

Por último, la solicitud de que la fosa fuese declarada Lugar de Memoria Histórica, la presentó el Ayuntamiento de La Puebla de Cazalla, coordinado con la Asociación de familiares de las víctimas “Romance de Juan García” el 30 de diciembre de 2012. Iniciado procedimiento para la declaración por la Dirección General de Memoria Democrática de la Junta de Andalucía, en fecha 23 de enero de 2013 se incluía la “fosa común del cementerio de La Puebla de Cazalla” en el listado de Lugares de Memoria. El 25 de marzo de 2014 se descubría la placa.

-¿Con qué dificultades más frecuentes y “cotidianas” comunes a cualquier fosa se encuentran las familias para hacer frente a esta injusticia?-¿Y vosotros en particular en el caso tu abuelo?

-Como ya he comentado, la fosa de La Puebla fue de las pioneras junto con la gran fosa de Málaga con más de dos mil víctimas exhumadas. Los dos procesos fueron coetáneos en el tiempo.  En aquel momento sólo existía un Decreto al que ya me he referido, y el vacío legal era evidente. No es que la legalidad sobre el tema que existe en la actualidad sirva de mucho, pero existe por lo menos. Pero en 2005 y 2006, aún a pesar de que había sido nombrado el Primer Comisario de la Memoria Histórica, era imposible localizarlo; nadie me dijo durante meses que había pasado por una enfermedad. Al final, mis escritos y llamadas fueron a parar al Defensor del Pueblo Andaluz, quién después de un intento de evadir el tema, sí quiso reunirse con algunos pocos familiares y contactar con el Comisario. Tengo en mi casa 10 carpetas archivadoras llenas de documentos. Fue agotador pelear al principio con las administraciones, a lo que se sumó la inoperancia de un alcalde socialista de La Puebla que no sabía para dónde mirar ante lo que le había caído encima.

Estos fueron los complicados inicios, que están descritos al detalle en el libro. Después la falta de recursos, sin duda,  el parón en las exhumaciones, el tener que ir a golpe de subvención gestionada por la Asociación AMHyJA o tener nosotros posteriormente que constituirnos en Asociación para poder gestionar las pruebas de ADN. Es un peso que se nos añade al peso ya grande de las historias que llevamos a nuestras espaldas.

En general, la descoordinación y la falta de recursos son las dificultades más frecuentes y cotidianas ante cualquier fosa. Tampoco no sabes nunca lo que te vas a encontrar: más cuerpos, amontonamientos que dificultan la individualización, o el estado de los mismos o dificultades añadidas sobre el terreno. Luego, el peligro de llamar a un juez y denunciar ante las víctimas presentes. Pueden pararte la exhumación, pero se debe denunciar porque son la evidencia física de un crimen. Todo se dilata excesivamente ante el deber pendiente que el Estado español tiene y que la ONU le ha insistido una y otra vez que debe cumplir.

15365874.jpg-Entonces, ¿una familia qué pasos tenía o tiene que ir  tomando para intentar recuperar a sus seres queridos?- Cuando iniciaste la búsqueda en torno a la “suerte” que había corrido tu abuelo, ¿qué encontraste en tu alrededor?, seguramente no todos, ni los más cercanos, lo entienden…

Mucho empuje y mucha paciencia. Si hay posibilidad de encontrar a más familias, hay que unirse y dirigirse a una Asociación de Memoria ya constituida que los asesore. Comprobar si la fosa es de titularidad municipal, caso de un cementerio,  o privada. Si es de titularidad municipal dirigirse en primera instancia al Ayuntamiento correspondiente, que normalmente no hace caso. Y si es terreno privado, se puede hablar primero con el propietario. Pero siempre dejando constancia de todo por escrito. Luego se pueden ir a la Dirección u organismo que lleve el tema de Memoria Histórica o Democrática de la Administración autonómica. Recabar toda la información posible sobre los desaparecidos y sobre la fosa y los pasos seguidos hasta la fecha y ponerlo todo por escrito en un expediente. La misma Administración, en la actualidad, debe estudiar el expediente y declarar de oficio la intervención en la fosa. Si esto no se produce, entonces hay que ir a instancias más elevadas hasta que los escuchen. Es un sendero arduo y complicado, pero se puede hacer. Los medios de comunicación, si les dejan, les pueden servir de mucha ayuda para denunciar y dar publicidad.

Cuando comencé el camino en 2005 estaba sola. Mi padre había fallecido, y de haber estado vivo, seguro me hubiese acompañado o se hubiese puesto al frente de esta lucha. El alcalde socialista de La Puebla no se portó nada bien y me costó mucho trabajo hasta llegar al Defensor del Pueblo Andaluz.  Más tarde, a raíz de que saliera el caso en programa de Informe Semanal en diciembre de 2006 y en Canal Sur,  más familiares de otros pueblos se sumaron para buscar y abrir al completo la fosa. El hermano de mi padre tampoco quiso saber nada de la historia. Las pruebas de ADN se las ha tomado un sobrino de mi abuelo.

Nosotros, los familiares de Lantejuela tenemos pendiente la intervención en las fosas que se encuentran en las tierras de alrededor del Cortijo de La Rabia en el término municipal de Écija, donde se encuentran enterrados al menos dos hermanos jornaleros de nuestro pueblo y el alcalde Juan Cadenas García. Prontamente iniciaremos nuestra demanda de que se intervenga en esta propiedad privada.

-¿Dónde quedan los crímenes de lesa humanidad en  nuestro país?

-¿Dónde quedan? 528 fosas en Andalucía; 2.328 fosas en toda España; 45.000 sepultados en fosas; 150.000 desaparecidos; 82.900 personas represaliadas en la base de datos de “todoslosnombres” a fecha de principios de 2017 y más de 13.520 fusilados solamente en la provincia de Sevilla; 77 víctimas exhumadas en la fosa de La Puebla de Cazalla. Estas cifras no son de países lejanos, son las nuestras, y sólo responden a una definición: genocidio: exterminio y aniquilación de una parte de la población. Crimen imprescriptible. La cruda realidad es que somos el segundo país, detrás de Camboya, en tener más fosas que ningún otro país del mundo.

Nuestra democracia es parapléjica y débil en Derechos Humanos a todas luces. Y la justicia española está sorda, ciega, inmóvil. Ambas, democracia y justicia están hechas a la medida de los de siempre. Desde el Memorialismo, vivos y muertos, desde el 2000 nos hemos hecho visibles ante la sociedad, dejando atrás la soledad de nuestros hogares, dirigiéndonos hacia dos destinos: tanto a la comunidad española en su conjunto –Estado y ciudadanía- como a la comunidad humana universal y de los dos exigimos respuesta. La primera representada por el Estado y sus jerarcas, incluida la justicia; la segunda, representada en organismos internacionales del derecho y tribunales que contemplan estos crímenes de lesa humanidad. Sólo así podemos denunciar la infamia de la impunidad del franquismo sujetada artificialmente por la Ley de Amnistía y otros amarres legislativos españoles y la inoperancia y el no hacer nada de nuestros gobiernos actuales. 

En España, la existencia de miles de desaparecidos aún hoy enterrados en fosas colectivos e ilegales y la corrupción que ensucia sin escrúpulos todo lo que toca, son los más claros síntomas, los síntomas palpables de oscuras realidades, sombras de lo mismo, de una sociedad sin los deberes hechos, dominada por miedos e ignorancia buscada, y en fondo manejada por los mismos que acostumbran a tener el poder y no quieren perderlo. En el libro analizo fosas y corrupción como los principales testigos de la misma trama, como las dos cabezas de la misma alimaña. Así opina también el Juez Garzón cuando decía en 2014 “La falta de respuestas ha favorecido un magma de impunidad que ha provocado que hoy a nadie le dé miedo ser un corrupto”. Investigando sobre mi libro y sobre esta cuestión en concreto, me encuentro con el proemio a la Declaración de los Derechos del hombre y del Ciudadano de 1789, de la Revolución Francesa, que decía ya lo siguiente: “La ignorancia, el olvido o el desprecio de los derechos de los hombres, son las causas de los males públicos y de la corrupción de los gobiernos”. Como prueba de ello, cualquier telediario de cualquier cadena.

Fosa_PueblaCazallarepresionfra.jpg-Háblanos ahora de la fosa de La Puebla de Cazalla y de las características que presentaba…por ejemplo esos siete niveles de enterramiento para un total de 77 cuerpos…

-Entre mi amigo e historiador Javier Gavira y yo acuñamos la expresión “Arqueología de la Violencia, Arqueología de la Verdad” para poder referirnos a lo que encontramos al abrir una fosa.

La fosa de la Puebla de Cazalla contenía cuerpos de mujeres, hombres y jóvenes asesinados directamente y neonatos, asesinados indirectamente. La mayoría de aquéllos conservando las suelas de sus alpargatas de pobre, pocos podían llevar buenas botas y han aparecido algunas, pero pocas, escasamente dos pares. Muchos, la mayoría también, con síntomas en las concavidades de sus ojos de pasar hambre crónica y con sus bocas llenas de caries y de problemas bucales por una pésima nutrición. La mayoría de los esqueletos tienen además los huesos invadidos por la artrosis, con las columnas maltrechas por hernias discales y las caderas desgastadas y las rodillas, desarticuladas por los esfuerzos continuados, a simple vista también con improntas en los huesos de sus brazos de músculos muy desarrollados por los trabajos prolongados en el tiempo de una vida dura de hambre y de trabajo duro y sin descanso. Y junto a estas señales que nos hablan de sus vidas, también las marcas de ataduras con cuerdas, con cables eléctricos incluso que se han conservado, en las muñecas y en los brazos, la presencia de huesos rotos de dedos, muñecas y brazos por el forcejeo o por golpes o por machetazos y cortes y la terrible omnipresencia de los agujeros de balas en sus cráneos o en sus mandíbulas o en su tórax, con entrada y salida, con sólo entrada, en su mayoría localizados en la parte posterior del cráneo y en algunos casos en la cara, y todos con una trayectoria similar de tiros certeros a 90 º, entre el cráneo y el arma, con agujeros perfectos y limpios, cercanos o a quema ropa, como señales que nos hablan sin cuestionamiento alguno del momento de sus muertes, de unas muertes violentas, de ejecución programada y en masa porque hay muchos grupos consecutivos de muertos que se suceden unos encima de otros. Y luego ellos mismos nos hablan de cómo los trataron después de la muerte: arrastrados, apilados, tirados, con el más absoluto desprecio; ocultados con cal y arena o sólo arena, o quemados.

Y ante el hecho criminal que no cabe en cabeza, lo que sorprende en la enormidad y la sistematización del crimen, pueblo a pueblo, nombre a nombre en listas macabramente confeccionadas.

Las fosas demuestran el holocausto español producido y de cuál fue su esencia, para el que pusieron en práctica esta maquinaria de detención, desaparición, ejecución y ocultación en masivos enterramientos ilegales esparcidos por toda la geografía española. No hay prueba más evidente que actuar sobre alguna de estas fosas, localizarla, abrirla y exhumar los cuerpos que en ella se hallan. Cuando esto puede realizarse, cada fosa se erige como ese testigo incuestionable, innegable, la prueba material que es capaz de mostrar el volumen, la índole y la naturaleza de aquella masacre. 

-Y encima, toda la fosa tiene que soportar un vertedero de escombros…

-“La vida es la memoria del pueblo, la conciencia colectiva de la continuidad histórica, el modo de pensar y de vivir”. El ser humano es sobre todo memoria, y una memoria no puede ser silenciada, amputada o destruida porque sin ella no hay humanidad. La memoria se hereda, se recoge y se acuna, pese a quien le pese, pese a intentos contrarios de acallarla bajo escombros o bajo bloques de nichos, como es este el caso. Eso es lo que estamos aprendiendo.

La exhumación de la fosa de La Puebla de Cazalla está llena de información a raudales, una información que ayuda y aclara pero que crea más inconformismo aún por lo no hecho todavía y por lo que aún queda.

Esta fosa ha sido una prueba profunda, respetuosa y humilde, cargada de emociones y de una verdad incuestionable, una información que ahora sirve y servirá para un futuro de memoria. Un relato público y abierto a todos, como público y abierto ha sido todo su proceso de intervención; una historia libre y sin miedo.

-Ni respeto, ni dignidad y encima les repatea que los familiares busquen a sus familiares…

-Si demoledor ha sido ver la dureza de las imágenes para los familiares que hemos permanecido constantemente a pie de fosa participando activamente en los trabajos arqueológicos como voluntarios, mezclados con sentimientos difíciles de describir, más complicado –de desgaste hacia el infinito- nos ha resultado para nosotros nuestros recorrido a nivel de relaciones institucionales. A lo largo de todo el proceso, en una peregrinación tenaz y persistente, hemos llegado a conocer hasta Cuatro Comisarios de la Memoria Histórica, casi uno o dos por fase, y a dos Directores Generales de Memoria Democrática, aguantando los devenires políticos de cambios de última hora, los giros, el vuelta a empezar en las reuniones sucesivas con interlocutores distintos que debían ponerse al día, con el acompañamiento de expectativas y miedos, también mezclados con esperanzas rotas  del paso del tiempo, de los paréntesis entre fase y fase. Y esto que describo y que hemos padecido los familiares en nuestro ánimo, son consecuencia de la débil estructura tanto política como económica (en recursos) que soporta todo el tema de la mal llamada guerra civil y de la represión golpista que trajo aparejada y que fue prolongada durante la dictadura, una debilidad que es fruto de la amnesia implantada y de la que tuvieron su mejor ensayo en la transición modélica de la que ya hemos hablado. Los familiares de las víctimas nos hemos tenido que mover y mucho después de que firmáramos un Manifiesto el 14 de febrero de 2006 en el que fijamos cuatro puntos inamovibles en nuestras peticiones: limpieza del lugar, localización y dignificación de la fosa, intervención y exhumación y entierro de las víctimas en sus localidades de origen.

-Amiga cuando pudisteis empezar a trabajar y en cuanto empezaron a salir los primeros cuerpos ¿en qué estado se encontraba la fosa y los cuerpos?

-Ha sido una fosa muy dura, con una profundidad inusual pero de inmensa dureza por las evidencias que presenta de ejecuciones, torturas, fracturas, amontonamiento de cuerpos… episodios infernales de un enterramiento ilegal que se reivindica por sí sólo como prueba de los crímenes de lesa humanidad cometidos en nuestro país.

La fosa en forma de embudo, era muy estrecha en sus niveles más profundos y casi no podíamos trabajar para delimitar cada cuerpo. Y como ya he comentado, algunos grupos estaban apilados formando montones como tirados desde un camión; otros, estaban bien colocados; otros aprovechando el máximo espacio, tenían posturas imposibles. Los cuerpos se han conservado bien, ya que la cal ha hecho el efecto contrario al que buscaban los asesinos: conservar las evidencias de las muertes porque el hueso con la cal se solidifica y en él se puede ver clarísimamente todo lo sucedido. Nos hemos encontrado algunos cuerpos mejor conservados que otros; unos con las raíces del gigante olmo entremetidas entre su columna vertebral y había que andar entonces con mucho cuidado; de otros era durísimo ver los golpes y el maltrato recibidos. Algunos días lo pasábamos muy mal. Luego el peligro de derrumbe de los bloques de nichos encima de nosotros, hizo que en todo momento las paredes estuvieran entibadas. Cuando comprobamos que la fosa seguía por debajo de estos bloques nos desesperamos. Hasta 2014 no pudimos volver a intervenir y excavar la otra mitad de la gran fosa. 

-¿Cómo fue y se desarrolló el proceso de identificación de los cuerpos?

-La metodología arqueológica empleada se ha regido bajo las directrices contenidas en el Decreto 334/2003 para la coordinación de actuaciones en torno a la Recuperación de la Memoria Histórica, de 2 de diciembre, que posteriormente fue desarrollado en la Orden de 7 de septiembre de 2009 por la que se aprobaba el Protocolo Andaluz de actuación en exhumaciones, siendo éste y de manera ulterior regulado por la Ley de Memoria Histórica 52/2009.

Una vez exhumados los esqueletos se procedió a su limpieza mecánica, al estudio en el laboratorio y a la individualización de cada uno de ellos. Han sido guardados en cajas individuales identificadas con el número asignado a cada cuerpo y con el enterramiento al que pertenecía dentro de la fosa. El depósito se ha realizados en cuatro fases en la antigua sala de autopsias del mismo cementerio San José, custodiado por el Ayuntamiento. En junio de 2013 se procedió a la extracción de muestras para las pruebas de identificación de los restos exhumados en 2006, 2008 y 2009, y que han estado realizándose por la empresa NBT de Bollullos de la Mitación de Sevilla hasta el 14 de noviembre de 2016. Posteriormente fueron extraídas muestras a los restos óseos exhumados en 2014, pendiente de análisis. Actualmente, declarada de oficio el proceso de identificación de los cuerpos el pasado agosto de 2016, por la Junta de Andalucía, todas las muestras deben pasar al laboratorio médico forense de Granada, estando a la espera de este traslado. Sigue pendiente la identificación después de 11 años de haber localizado la profunda fosa.

 

 

 

la_puebla_de_cazalla._libro.jpg25926
En el camino de la Memoria: la fosa de La Puebla de Cazalla. María Carmen España Ruiz.   
341 páginas
Junta de Andalucía, ARMH Romance de Juan García




Con la colaboración de la Dirección General de Memoria Democrática de la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía, y la ARMH Romance de Juan García. 

 

Este libro describe y analiza en profundidad el proceso de excavaciones en la fosa situada en la zona civil del cementerio municipal de la localidad sevillana de La Puebla de Cazalla, desde su hallazgo en 2006 debajo de un basurero de escombros como culminación a la búsqueda de respuestas que durante años efectuó la autora de este libro, ante la detención ilegal y desaparición de su abuelo paterno Manuel España Gil, un jornalero de Lantejuela asesinado el 17 de septiembre de 1936, junto a otros seis jornaleros más.

Historiadora y nieta de desaparecido, miembro activo del memorialismo, narra en primera persona su lucha con sentimiento emocionado desde la herencia recibida de la herida abierta y eterna, herida que no ha podido empezar a curarse más de 80 años después, a cada paletada que la máquina retroexcavadora ha ido dando a la tierra que ocultaba la verdad y la justicia, en un largo trabajo de exhumación que ha durado 10 años, quedando pendiente aún parte del estudio e informes sobre el ADN. 

El esmero por su ocultamiento, el osario con el que se mezcló intencionadamente los cadáveres de las víctimas y la violencia latente -a pesar del paso de los años- impresa en los cuerpos amontonados y hallados hasta en 7 niveles de enterramientos, en lo que la autora ha venido en definir como la "Arqueología de la violencia, arqueología de la verdad", detalla y clarifica aún más la grave realidad de unos crímenes de lesa humanidad contra población civil ocurridos en nuestra historia de España que ha sido negada, encubierta y silenciada por el franquismo, la transición y nuestra actual democracia. 

"El Carnero", como así era conocida la antigua cantera, constituye la fosa más profunda y de mayor dificultad hallada hasta la actualidad en Andalucía y España. Con 77 cuerpos exhumados, rescatados a 4,30 y 5 metros de hondo, la historia recogida en estas páginas es una prueba material e incuestionable de la dura y sistemática represión de clases y de ideas que siguió tras el golpe militar de 1936. Su proceso de intervención ha sido pionero, motor impulsor y elemento catalizador en varios momentos del recorrido del movimiento cívico social de Recuperación de la Memoria Histórica, además de ejemplarizante por la voluntad política del gobierno municipal morisco. 

Lleno de dinamismo y de fuerza, este relato enlaza la dilatada historia de la fosa con los acontecimientos que van desarrollándose a su alrededor, en el maravilloso recorrido que realiza el Memorialismo desde la soledad de las casas de los familiares, columna vertebral del mismo, hasta la denuncia presentada ante el Derecho Internacional por crímenes contra la humanidad. Con una visión crítica se analiza también la impunidad del franquismo, las leyes de Amnistía y Memoria Histórica, la inhabilitación del Juez Garzón y desde una mirada particular -a modo de ensayo- se enlaza la existencia vergonzante de las fosas con temas como la situación crónica del campo andaluz, la crisis del bipartidismo, la desbordante corrupción, la nula o ausente actuación judicial y la parapléjica democracia que lidian -como síntomas de que algo no funciona- frente a una sociedad cada vez más preocupada con los derechos humanos , cada vez más despierta. La autora plantea que quizás haya sido la memoria genética, del relevo generacional, uno de los cohetes impulsores hacia esta transformación, como si todos nuestros muertos no lo fueran y para encontrar su paz hubiesen actuado como las semillas que son y hubiesen continuado luchando por las luces del respeto al otro, de la justicia y de la igualdad en la dignidad de los seres humanos. Y en todo esto, la autora se pregunta que a ver dónde se colocan la política y el Estado. 

Camino sin sosiego el de la Memoria, de conciencia histórica y de justicia, la fosa de La Puebla de Cazalla constituye una victoria definitiva sobre las sombras, haciendo propias las palabras de Niceto Alcalá Zamora al decir: "La memoria parece grande por lo que muestra en recuerdos; lo es mucho más, por lo que ciertamente esconde".

 

 

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