La Librería de Cazarabet

Sin-título-2.jpgCazarabet conversa con...   Aurelio P. Esteban Carazo, autor de “El caminante de los tejados” (Comuniter)

 

 

 

 

Una novela de Aurelio P. Esteban Carazo con sabor e ínfulas del Siglo de Oro Español.

Una historia “encontrada” y que nos encuentra, hoy y ahora desde la lectura pausada

Lo edita, editorial Comuniter.

¿Es posible encontrar todavía en estos tiempos una novela inédita de nuestro Siglo de Oro? Aurelio Esteban intenta convencernos de ello.

La presente edición de El caminante de los tejados es la transcripción de un manuscrito hallado en un caserón de La Puebla de Híjar, supuestamente escrito en la década de 1660. Narra las aventuras y la vida de Lope Ruíz que medio siglo antes, había sido estudiante, espadachín, soldado, y al parecer, hombre de letras. El original, por una de esas casualidades tan oportunas, se perdió en un incendio poco después de ser copiado.

Aunque no terminamos de creer a Aurelio, pues nos tiene ya acostumbrados a sus fantasías y mixtificaciones, lo cierto es que El caminante no sólo resiste la comparación con alguna de las más estimables obras de la novela picaresca y otras piezas literarias del barroco español, sino que aporta al género (si como tal pudiera considerarse) nuevos ingredientes que hace cuatro siglos no habrían pasado el filtro del rígido escrutinio inquisitorial. Veladas, y a veces abiertas, críticas a la sociedad de esa época, opiniones heterodoxas en materia religiosa, y sobre todo, referencias al sexo, cuando no episodios eróticos explícitos, son solo algunos de los aderezos de este guiso literario disparatado y excéntrico.

Como diría el autor (sea éste Aurelio Esteban o Lope Ruíz), pruébalo lector discreto y amable. Paladea la novela a tu placer, y después dirás si fue de tu gusto o la hallaste algo indigesta.

Un Siglo de Oro en este y en todos los sentidos:

https://es.wikipedia.org/wiki/Siglo_de_Oro

Novela del Siglo de Oro Español:

http://masterlengua.com/introduccion-a-la-novela-del-siglo-de-oro-espanol/

http://www.hislibris.com/dos-novelas-del-siglo-de-oro-espanol-fernando-de-villena/

Leer en el Rincón del vago, lo importante es encontrar la curiosidad, despertarla y saciarla:

http://html.rincondelvago.com/literatura-en-el-siglo-de-oro-espanol.html

Nuestro escritor es el profesor Bigotini:

http://profesorbigotini.blogspot.com.es/

El autor, Aurelio P. Esteban Carazo:

Este escritor ya había publicado con Comuniter: Aventuras de Pedrito y el hombre invisible, su anterior novela que fue publicada, además, en esta misma colección. Quienes le conocen le definen: “como un personaje a veces estrambótico y a veces impredecible. Se gana la vida con la medicina preventiva, así que en lugar de sanar a los enfermos, lo que realmente hace es encontrar enfermedades en los sanos…”.

Es el director de la colección de narrativa de Comuniter. Así que:” no cesa de hallar pajas en ojos ajenos, ignorando la viga en el propio, un Polifemo que llora su ceguera...pero en fin a pesar de sus muchos defectos, vuelven a ganarnos una y otra vez su talento, su ingenio y su notable apostura, prendas que siendo tan estimables, no llegan a envanecerle gracias a su profunda modestia. Cada atardecer en su laboratorio, ingiere un humeante brebaje que le convierte en el profesor Bigotini (profesorbigotini.blogspot.com.es).Procura no cruzarte con él en una noche oscura”.

Cabe señalar y puntualizar que este entrecomillado viene dado desde la solapa del presente libro por los que son compañeros de viaje en Comuniter….me da la risa, con compañeros así, uno no necesita monopatín, ni casco, guantes o  rodilleras…

 

 

Cazarabet conversa con Aurelio P. Esteban Carazo:

el-caminante-de-los-tejados.jpg-Aurelio, estamos ante un homenaje a la novela picaresca del siglo de Oro, ¿no?.¿Qué te atrae tanto de aquello época: la picaresca, los personajes, las tramas? (recuerdo obras como ”muy corales”)

-Sí. El Siglo de Oro, que realmente fue de oro, y el resto de los clásicos españoles. Los ingleses, los franceses, hasta los americanos que apenas tienen doscientos años de historia, adoran a sus clásicos. Aquí los tenemos olvidados. De Cervantes, que viene a ser nuestro Shakespeare, sólo se conoce el Quijote, y muy parcialmente. La gente “con estudios” es capaz de citar también a Lope, y Quevedo, y quienes nombren a Garcilaso, Calderón, Gracián, Góngora... pasarán por eruditos. Pero ¿quién se acuerda de Andrés Laguna, de Castillo Solórzano, de Bocángel, de López de Úbeda, de Alemán, de Rojas Zorrilla, de Salas Barbadillo, de Timoneda, de Vélez de Guevara, de Espinel, de Herrera, de Boscán, de Hurtado de Mendoza...? Con el Caminante quise (vano propósito) sacarlos a todos del olvido. Una novela del XVII escrita en el XVII, con la mentalidad y hasta con la técnica narrativa de entonces, cuentos intercalados incluidos. ¿Coral? Bueno, hay muchos personajes, pero efectivamente la trama órbita alrededor de Lope Ruíz, que actúa como narrador. Es La vida y hechos de Lope Ruíz, que fue soldado y hombre de bien. Y se escribió para noticia de curiosos, aviso de prudentes y pasatiempo de ociosos.

-Me imagino, desde la narración,  el “pícaro” eres tú con tu imaginación desbordante que nos enreda en varias tramas una de ellas nos engulle con una transcripción de manuscrito encontrado en una buhardilla de la Puebla de Híjar que cuenta las andanzas de un aventurero en pleno Siglo de Oro. Aquí la primera trampa, la transcripción para desprenderse de la “pesada carga” de un original con las formas de la literatura de un siglo que, sí, verdaderamente fue de Oro…

-De oro puro, si. Que el manuscrito se perdiera en aquel incendio resultó de lo más oportuno. Pero es una transcripción fiel. Con el lenguaje “cervantino” propio de su época. Hay quien se asusta al oír esto. Se acuerdan de cosas como “Non fuyades cobardes e viles creaturas, que un solo caballero es quien os acomete”. Pero eso lo dice don Quijote, que como es un caballero andante, habla con lenguaje arcáico. Cuando habla el narrador, o sea, Cervantes, lo hace en un castellano claro como el agua.

-Pero lo cierto es que el personaje es de lo más pintoresco y picaresco, lo tiene todo(como la paella valenciana).¿Qué nos puedes comentar?

-Lope es estudiante, espadachín, soldado, espía, hombre de letras... Esa polivalencia sirve para tocar todos los palos. Hay, claro está, novela picaresca, pero también hay biografía de soldado, como la de Alonso de Contreras, como la de Catalina de Erauso, la monja alférez. Hay en la tercera parte hasta casi casi realismo fantástico, pinceladas de Torres Villarroel (La Crotalogía), del padre Isla (Fray Gerundio), de Braulio Foz (Pedro Saputo), de Sánchez Ferlosio (Alfanhui), de García Márquez...

-Y es que en realidad también roza un poco “lo barroco” en  estos personajes que “tiran” tanto de la picaresca son un poco cargantes al menos vistos desde estos tiempos contemporáneos; aunque explícanos hoy también hay mucho pícaro y de mala manera. Me explico no son nada “encantadores” estos pícaros de hoy en día y son mucho más cargantes y más peligrosos. Quizás tengamos más en común, manteniendo las distancias, con el Siglo de Oro de los que nos imaginamos en pleno siglo de la “indignación” o pos indignación”. ¿Qué nos puedes reflexionar?

-Vivimos en una España infame, heredera de aquella España también infame. Llegaban los barcos a Sevilla cargados de tesoros de América, y los españoles morían de hambre, comidos de piojos y de sarna. Hay pocas cosas nuevas. En estos rufianes de pelo engominado que se sientan en el banquillo un ratito o que se van de rositas las más de las veces, hay mucho de aquella chulería de un Olivares o un Lemos de entonces. Cuando le pidieron cuentas de sus gastos a Fernández de Córdoba, contestó altanero: “en alabardas y cañones, cien millones”. Ahí estaba ya, y ahí estamos.

-Me parece una novela, sí, picaresca, pero que va muy a por lo que de veras te interesa y quizás te sea como más embarazoso retratarlo hoy y ahora, el sexo, las escenas eróticas…-¡Qué pena!,  que apenas queden Premios dedicados a este género, ¿no?( me refiero a lo puramente erótico, creo recordar que han quitado el Premio La Sonrisa Vertical)

-Uno tiene un poco vocación de pornógrafo, ¡qué le vamos a hacer! En plena Contrarreforma, mucha misa y mucho golpe de pecho, pero los hospicios estaban llenos. Había sexo como ahora, y hasta puede que más (recordemos que no tenían televisión). Se me ocurrió que además de subsanar la falta de Zaragoza y de Aragón en general, que hay en nuestros clásicos, podía de paso introducir también sexo, un tabú literario muy acusado de la época.

-Y con la Iglesia hemos topado, eso sí que es “hilar más fino”, finísimo…Llevar en aquellos años la contraria a la Iglesia o tener esas opiniones heterodoxas en torno a la religión era harto peligroso. ¿Qué nos puedes decir?

-Pues otro tanto que lo del sexo. A pesar de estar sometidas a una rígida censura, las ideas reformistas calaron aquí lo mismo que más allá de los Pirineos. En particular el erasmismo contó en España con muchos seguidores, abiertamente algunos y encubiertamente la mayoría. Diego Hurtado de Mendoza (el más que probable autor del Lazarillo) hizo bien en publicarlo de forma anónima.

-Bueno, tampoco es que haya muchas diferencias con la actualidad, ¿no?

-Libertad de expresión si tenemos ahora, pero a pesar de ello, ya se sabe que decir ciertas verdades puede pagarse muy caro. Y en cuanto a la corrupción, ya queda dicho: herederos directos.

-Lope Ruíz, un hombre muy completo, ya lo decíamos antes con sus formas, pero también con su pensamiento…siempre tiene como una carta, de más, escondida en sus anchas mangas…

-Un tipo con recursos. Claro, es el héroe de la novela. Honrado, valiente, tolerante en la medida que podía serlo un soldado español del XVII... En fin, Indiana Jones con golilla y medias calzas.

-¿Por qué no es más coral esta “novela picaresca” porque me da la impresión que aunque salgan muchísimos personajes, muchos enredos y tramas, el peso de esta, como de otras novelas, siempre se lo lleva el espadachín, además letrado de turno?

-Sí, sí. Él es el protagonista. Pero hay secundarios importantes. Ahí está mosén Valentín (que por cierto, lo tomo prestado del Quijote apócrifo), que es como el padre y guía moral de Lope. Ahí está el Pascual, que tiene su protagonismo y hasta su punto heroico. Luego hay secundarios que aunque aparecen poco, dejan huella en el Caminante: María y Teresica, o la misma Catalina-Nicolasillo, un personaje ambiguo y encantador. Y por supuesto, en la tercera parte está el pícaro Lozané, que casi se erige en protagonista del final de la novela.

-Por cierto, ¿cómo llevas lo de tu blog, el profesor Bigotini?. Me dicen que está teniendo mucho éxito, es así? Y que, además, te leen estudiantes, gente joven, gente con estímulo (y estimulantes) o como yo sufridores de noches largas, insomnes…

-Pues muy bien. Mientras el cuerpo aguante seguiré publicando dos artículos por semana. El profe Bigotini y yo estamos muy orgullosos de que nos siga tanta gente joven. Aquello tan bonito de “instruir deleitando” nos hace muy felices a los dos.

-Por cierto, en referencia a tu blog le veo, le noto un aire muy particular, muy “de ilustración”, “muy humanista”; “muy amante de todo un poco”. ¿Qué nos puedes decir?.Escribirás algún día sobre  aquellos tiempos de la Enciclopedia, de los Ilustrados…

-Claro está. En la serie “Protagonistas de la Ciencia” aparecen con frecuencia aquellos ilustrados, y en “Biblioteca Bigotini” también periódicamente nos ocupamos de nuestros amigos del Siglo de las Luces.

-Y esto en días en que “nuestros ilustres políticos dirigentes y teledirigidos” pretenden cargarse asignaturas llenas de belleza como la filosofía o licenciaturas como las Humanidades…

-Vergonzoso. Al final tendrán lo que persiguen, una juventud sin desasnar, preparada para apuntarse a las ETT y subemplearse por una miseria. Un grupo de ex alumnos del colegio nos reunimos a comer dos o tres veces al año. Vienen los profesores que aun están vivos y coleando. El de lengua, septuagenario, el de matemáticas, octogenario, y el de latín y filosofía, octogenario también, que en cada reunión nos trae bibliografía para comentar en la siguiente. ¡Qué tío más grande! Como dijo no sé quién, yo desde que no hacen las misas en latín, ya no entiendo nada.

-Por cierto, ¿en qué andas metido ahora, nos puedes avanzar alguna cosa?

-En una novela de mitología clásica. Sexo y violencia. Raptos, violaciones, engaños, asesinatos... Vaya, lo que es la mitología. Nuestra antigua religión de antes del cristianismo, y también de después, porque el cristianismo tomó un sinfín de cosas prestadas de los mitos clásicos. Una operación de marketing imprescindible para convertirse en la religión oficial urbi et orbe.

 

 

 

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El caminante de los tejados. Aurelio P. Esteban Carazo
527 páginas       15 x 21 cms.
18,00 euros
Comuniter




Ilustración de portada: Fernando Crespo

¿Es posible encontrar todavía en estos tiempos una novela inédita de nuestro Siglo de Oro? Aurelio Esteban intenta convencernos de ello.

La presente edición de El caminante de los tejados es la transcripción de un manuscrito hallado en un caserón de La Puebla de Híjar, supuestamente escrito en la década de 1660. Narra las aventuras y la vida de Lope Ruíz que medio siglo antes, había sido estudiante, espadachín, soldado, y al parecer, hombre de letras. El original, por una de esas casualidades tan oportunas, se perdió en un incendio poco después de ser copiado.

Aunque no terminamos de creer a Aurelio, pues nos tiene ya acostumbrados a sus fantasías y mixtificaciones, lo cierto es que El caminante no sólo resiste la comparación con alguna de las más estimables obras de la novela picaresca y otras piezas literarias del barroco español, sino que aporta al género (si como tal pudiera considerarse) nuevos ingredientes que hace cuatro siglos no habrían pasado el filtro del rígido escrutinio inquisitorial. Veladas, y a veces abiertas, críticas a la sociedad de esa época, opiniones heterodoxas en materia religiosa, y sobre todo, referencias al sexo, cuando no episodios eróticos explícitos, son solo algunos de los aderezos de este guiso literario disparatado y excéntrico.

Como diría el autor (sea éste Aurelio Esteban o Lope Ruíz), pruébalo lector discreto y amable. Paladea la novela a tu placer, y después dirás si fue de tu gusto o la hallaste algo indigesta.

 

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