Cazarabet conversa con... Arturo del
Villar, autor del prólogo del libro “En la calle y en la cárcel. Jornadas
Revolucionarias” (Cisma) de Marcelino Domingo.
Un libro de Cisma Editorial con
prólogo de Arturo del Villar en el que Marcelino
Domingo es el protagonista, desde la narración, de la Huelga Revolucionaria del
17…
La precisión de su pluma narrativa nos
hace que tomemos muy bien el pulso a lo que fueron y significaron aquellos
días.
Este año, el 1917, es recordado, y lo
será, por la Revolución del 17 en Rusia, pero hubo mucha más agitación más allá
de la tierra de las estepas…
Pero, ¿qué fue la Huelga
Revolucionaria del 17?. Es la huelga general,
-considerada por su carácter una huelga general revolucionaria
; pero ¿por qué huelga general revolucionaria?, pues porque responde a
propósitos de subversión política de carácter general.
¿Quién la convocó? Fue convocada por
la UGT (socialista) y el Partido Socialista Obrero Español, y en algunos
lugares fue apoyada por la CNT (anarcosindicalista).
¿Quién gobernaba entonces…?La huelga tuvo lugar
durante la monarquía de Alfonso XIII de España y el gobierno de Eduardo
Dato—hombre destacado del Partido Conservador y presidente del Consejo de
Ministros durante el período de la Restauración-- https://es.wikipedia.org/wiki/Restauraci%C3%B3n_borb%C3%B3nica_en_Espa%C3%B1a
--.
El “¿Por qué?” o la confabulación de una serie
de factores que hicieron tambalearse al gobierno de Dato y al sistema de la
Restauración.- “….un movimiento militar (las Juntas de Defensa), un movimiento
político (la Asamblea de Parlamentarios que tuvo lugar en Barcelona convocada
por la Liga Regionalista), y un movimiento social (la huelga general
revolucionaria). Coincidieron con una coyuntura internacional especialmente
crítica en ese mismo año, posiblemente uno de los más cruciales en toda la Historia.
En cambio, la historiografía mundial no suele emplear el nombre de crisis para
este periodo, reservándolo para algunas cuestiones puntuales relacionadas con
la Primera Guerra Mundial: la crisis de reclutamiento en Canadá1
y la crisis de construcción naval en Estados Unidos.2
Hay que recordar que España se mantuvo neutral durante todo el conflicto. La
crisis española de 1917 se enmarca en la crisis de la Restauración histórica ….”
Infórmate más y mejor.- https://es.wikipedia.org/wiki/Crisis_espa%C3%B1ola_de_1917
Este libro, un clásico de la
literatura y del pensamiento crítico, se encuentra enmarcado dentro de la
colección Recuperados de la Editorial Cisma.
En primera línea de la web de Cisma se
lee la pretensión de esta editorial desde cada una de sus apuestas editoras:”
Escisión, discordia, desavenencia. Este es nuestro espíritu” y con “ese
espíritu” llega esta colección de Recuperados : ”…..nuestro objetivo es ofrecer
al lector una serie de obras fundamentales del pensamiento crítico
prácticamente inaccesibles en la actualidad por estar descatalogadas u
olvidadas en el desván de la memoria….debemos rendir homenaje a unos autores
cuyo compromiso político trasciende a la realidad de su tiempo y la
concienciación de sus coetáneos porque el significado de sus obras aún resulta
incómodo para el establishment actual…queremos
combatir esta desaparición de nuestra memoria histórica a través de esta
colección para que su legado crítico siga sirviendo de inspiración a las
generaciones venideras y a la nuestra propia…”
En Cisma Recuperados se han editado,
también: Por España y contra el Rey de Vicente Blasco Ibáñez y París a sangre y
fuego de Luís Carreras.
El artículo de Arturo del Villar: http://www.cismaeditorial.es/marcelino-domingo-huelga-1917.html
Vamos a intentar saber un poco más de
este escritor que ha hecho el prólogo: https://es.wikipedia.org/wiki/Arturo_del_Villar_Santamar%C3%ADa
Marcelino Domingo,
hagámonos una ligera idea: https://es.wikipedia.org/wiki/Marcelino_Domingo
Lo que nos cuenta Cisma del
libro:
El año 1917 queda marcado en la
historia por el triunfo de la Revolución Soviética. En agosto de ese mismo año
se organizó una huelga general revolucionaria en España, la cual, pese a la
tremenda agitación política que vivía el país, fracasó rotundamente. Acertó
Karl Marx al predecir que España y Rusia eran dos naciones idóneas para que se
llevasen a cabo revoluciones sociales. Aunque la huelga española resulta una
caricatura en comparación con la Revolución de Octubre, causó numerosos
muertos, heridos y detenidos, y empobreció a los trabajadores más de lo que ya estaban.
En la calle y en la cárcel: Jornadas Revolucionarias es una crónica de
aquellos días escrita por un testigo de excepción, Marcelino Domingo. Redactó
la obra en junio de 1921 rememorando su propia experiencia política y personal:
un crudo testimonio de su detención y reclusión en dos buques de la Armada
anclados en el puerto de Barcelona durante ochenta y un días. Se trató de una
detención arbitraria e ilegal, puesto que era diputado en Cortes, y en
consecuencia solamente podía ser juzgado por el Tribunal Supremo, tras
autorización previa del Congreso. Pero el rey Alfonso XIII y el jefe de
Gobierno durante aquellos graves episodios, el conservador Eduardo Dato,
opinaban que las leyes las hacían y deshacían ellos a su conveniencia. Y tenían
razón.
Un detallado prólogo de Arturo del Villar repasa la profunda crisis política e
institucional que atravesaba el país en las primeras décadas del siglo XX, a
fin de contextualizar los atropellos que la monarquía alfonsina
era capaz de llevar a cabo bajo el despreciable propósito de alargar su
supervivencia en el poder. Un relato acertado para los tiempos que corren.
Cazarabet conversa con Arturo del Villar:
-Amigos,
¿qué es lo que os ha llevado a recuperar, nunca mejor dicho, este libro sobre
la huelga revolucionaria de 1917 que vivió Marcelino Domingo…?
-La idea es de los editores, pero supongo que se
debió a dos motivos: que era inencontrable la edición
de 1921, y que resulta aleccionador para nosotros conocer lo sucedido hace un
siglo.
-Particularmente, amigo
Arturo, ¿qué te ha supuesto escribir este prólogo en torno a la figura de
Marcelino Domingo y a “su visión” de las jornadas revolucionarias del agosto
del 1917?
-Para escribir el prólogo tuve que documentarme
sobre la situación histórica, política, social, bélica, militar, económica y
todo lo demás referente a la época. El resultado es un prólogo extenso, que
sirve para entender por qué se llegó a la huelga general en España, que me ha
ampliado el conocimiento de ese período. El prólogo pretende que el lector
pueda entrar en el escrito de Domingo con un
conocimiento previo que me parece muy útil.
-¿Qué supone para ti
Marcelino Domingo?; ¿te gusta, muy en particular, estudiar y acercarte a los
republicanos, a esas personas que personificaban “el ideal republicano”?
Reconocidas son tus incursiones en la figura y en torno al ideario republicano
en general y, en particular de Manuel Azaña, también Pi y Margall….
-Llevo en mi ADN ser republicano, de modo que nada
republicano me resulta ajeno, dicho sea parodiando a Terencio. Todos los días
envío por correo electrónico un artículo, en el que comento algún aspecto de la
actualidad con la República como fondo. Mi profesión ha sido la de periodista,
he publicado miles de artículos en la Prensa, y desde que me jubilé no he
perdido la costumbre de continuar la tarea. Y ahora lo hago con la especial dedicación al tema que más me
interesa, puesto que soy libre para elegirlo. En el desempeño de mi profesión
he tenido que escribir acerca de asuntos que no me atraían nada, pero era mi
trabajo. Ahora solamente escribo sobre lo que me gusta.
-Y es que, en aquel año
1917, había “acontecimientos” y “revoluciones” más allá de la acontecida en la
Rusia de los zares que, por cierto, acabó con los zares…
-La Revolución Soviética indudablemente fue el
acontecimiento más importante de 1917, hasta el punto de cambiar la historia de
la humanidad, pero a lo largo de tantos días sucedieron muchas otras historias
menores. Se estaba librando una guerra de dimensiones desconocidas hasta
entonces, y esa situación repercutía sobre la vida de millones de seres en todo
el mundo. Lo sucedido en la Rusia zarista es trascendental. En mi opinión la
Revolución Soviética marcó un cambio de época, así como la Francesa
significa el paso de la Edad Moderna a la Contemporánea. Esos nombres
clasificatorios de los períodos históricos están desfasados: según ellos nos
encontramos en la Edad Contemporánea, pero no creo que nadie hoy se sienta
contemporáneo de Robespierre, por ejemplo. En 1917
debiera marcarse el inicio de otra era, lo que implica modificar las
nomenclaturas anteriores, y sospecho que por eso no se hace.
-¿Nos podéis acercar a
la “huelga revolucionaria de 1917” acaecida en pleno agosto?; háblanos un poco
de ella y de sus factores. ¿Venía como un poco provocada o no sé si instigada o
inspirada por los éxitos que se empezaban a cosechar en la Rusia desde aquel
mismo febrero?
-Aunque los historiadores la llaman huelga general
revolucionaria la verdad es que no fue revolucionaria, sino sindical. En 1917
los medios de comunicación no eran como los actuales. Las noticias se
transmitían por teléfono a las agencias de Prensa, y de ellas a los medios. En
todos había unos taquígrafos encargados de transcribir lo que les contaban por
teléfono, y que por eso no podían ser crónicas muy extensas. Recuérdese que el
oficio inicial de Indalecio Prieto fue precisamente el de taquígrafo de un
periódico, de donde ascendió a periodista, y de ahí pasó a político. Debido a
ello los españoles en 1917 tenían escasa y atrasada información sobre lo que
estaba ocurriendo en Rusia. La huelga española tenía como motivo protestar por
la escasez de algunos productos básicos, debida al auge de las exportaciones a
los países en guerra, y en la lógica derivada elevación de los precios, en
tanto los salarios de los trabajadores permanecían inalterables. Como de
costumbre, algunos se enriquecieron más, los capitalistas, y otros se
empobrecieron más, los obreros. Por eso fue conveniente organizar la huelga
general sindical, para resolver un conflicto social, no para derribar a la monarquía,
como hubiera hecho una revolución. Recuérdese que la organizó el Partido
Socialista Obrero con su central sindical la Unión General de Trabajadores, en
la Casa del Pueblo de Madrid, sin hablar en ningún momento de armar a la
población. Hubiera sido una huelga pacífica, de no haber disparado a matar el
Ejército y la Policía.
-¿Cómo “coge” a
Marcelino Domingo para que, además, decida escribir este libro?
-Le coge preso ilegalmente: era diputado en 1917,
de manera que sólo podía ser detenido con autorización del Congreso, salvo en
el caso de ser pillado en flagrante delito. Pero Domingo se hallaba
tranquilamente en una casa en Barcelona el 16 de agosto, tres días después de
iniciada la huelga general, cuando se presentaron cuatro policías de paisano acompañados
de policías armados para detenerle por orden del capitán general de Cataluña.
De nada sirvieron sus protestas iniciales, las del Congreso de los Diputados,
ni las de otros políticos conocidos después. Estuvo preso 81 días de manera
totalmente ilegal, pero a nadie se le exigieron cuentas por ello, ni a él se le
compensó por el sufrimiento padecido. Entonces reinaba Alfonso XIII.
-¿Qué crees que le
supone a M. Domingo sus comienzos con la escuela racionalista en
Roquetas?, ¿tenía muy claro que la base de su ideal estaba y/o empezaba desde
la educación?
-Su vocación inicial se volcó en la enseñanza, por
saber que en la escuela se forma el carácter de las personas. Su escuela era
laica e impartía la educación conjunta a niños y niñas, lo que entonces
resultaba excepcional. Al ser designado ministro de Instrucción Pública en el
Gobierno provisional de la Republica presidido por Niceto Alcalá—Zamora el 16
de abril de 1931, ideó un plan quinquenal para la construcción de nuevas
escuelas, una reforma de la enseñanza con libertad para elegir las materias,
formación específica del profesorado, aumento de los salarios para los
docentes, y otras innovaciones que no pudo llevar a la práctica, por ser
transferido al Ministerio de Agricultura el 14 de diciembre en el primer
Gobierno constitucional de Azaña.
-¿Consideras a Marcelino
Domingo un pensador, crítico, escritor y político “enterrado” por la maquinaria
supremacistas de la historia?, ¿conviene tener a estos pensadores sepultados
por la historia?
-No creo que se le haya enterrado precisamente. Lo
que sucede es que los políticos republicanos nunca están de moda en una
monarquía. Algunos procuramos tenerlos siempre presentes, pero no contamos con
los medios de difusión imprescindibles para conseguirlo.
-¿Por qué
consideras que Marcelino Domingo: sus obras, pensamiento y todo lo que de él se
desgrana resulta, todavía hoy, más que incómodo?, bueno ese espeso
“conformismo” que embriaga a la sociedad y el casi
clásico: “yo caliente que…”…triste, pero muy presente, ¿no?
-Por lo que acabo de decir: vivimos en una sociedad
monárquica en la que todo lo republicano resulta incómodo. Yo estoy fichado por
la Policía del régimen, por intervenir en un mitin en la Puerta del Sol
madrileña, aunque ignoro con qué categoría.
-Desde tu punto de
vista, ¿qué crees que “perseguía” o quería conseguir Marcelino Domingo con la
publicación de este libro?
-Denunciar los horrores y errores de la corrupta
monarquía de Alfonso XIII, que era ilegal por derivar del golpe de Estado
militar de Sagunto en 1874, y mostrarse en todas sus actividades en contra del
pueblo. Poco después culminaría su corrupción con el golpe de Estado palatino
de 1923, que suspendió la Constitución jurada por el rey en 1902, para
instaurar la primera dictadura militar.
-¿Qué crees que se
sentía más Marcelino: maestro, político o periodista?
-Se sentía todo eso a la vez, y además dramaturgo,
novelista, ensayista y conferenciante. No se debe limitar la actividad de un
intelectual a una sola función, cuando él realizó varias por su gusto. Fue
afortunado al poder ejercitar su vocación múltiple, que en realidad venía a ser
la misma: educar al pueblo en los valores representados por el ideal
republicano de Libertad, Igualdad y Fraternidad, utilizando métodos variados.
-En 1930 publicó el
ensayo “¿Qué espera el Rey?”, ¿qué esperaba él, me refiero a Marcelino, del Rey
y del resto de la clase política dirigente?
-Lo único que cabía esperar de ese nefasto
personaje despreciado por el pueblo, que le apodaba en chanza “Gutiérrez”: la
abdicación. Pero ser rey es muy cómodo, le permitía dedicarse a sus pasatiempos
favoritos, la práctica de deportes, estuprar doncellas y multiplicar su fortuna
depositada en bancos extranjeros. De modo que no abdicó, sino que, como cantaba
jubiloso el pueblo madrileño por las calles aquel 14 de abril, “No se ha marchao, que lo hemos echao”. Y
se hizo pacíficamente, mediante unas elecciones municipales, no hubo necesidad
de organizar una revolución.
-Me imagino que en estos
pensadores críticos, recordemos que murió en Toulouse —2 de marzo del 39-- ya
en el exilio ante la inminente derrota de la República, había
muchísima tristeza, pero también desengaño… ¿qué nos puedes contar de sus
últimos días?
-Hubiera sentido la misma tristeza de haber
fallecido en España, porque la que verdaderamente moría era la República, a la
que entregó buena parte de su vida. El periódico “La Dépêche”
de Toulouse publicó el día 6 de marzo su último artículo, escrito dos días
antes de su fallecimiento, sobre la conquista de Cataluña por los militares
monárquicos sublevados: se puede decir que murió con la pluma en la mano,
pensando en la República. Por eso le admiro tanto, y hago lo que puedo para
conmemorar los 80 años de su muerte. Os agradezco que me ayudéis en esa tarea.
¡Salud y República!.
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