La
Librería de El Sueño Igualitario
Un libro y un cuaderno- catálogo que desgranan
el arte concebido desde la mirada y el sentir de Blasco Ferrer.
El escultor y dibujante de Foz
Calanda que acabó su viaje por la vida en Molinos encuentra su lugar de
exposición en dos catálogos que son todo un canto expresivo de su concepto
artístico y de cómo vivió y, seguramente, entendió su particular paso por la vida.
En el catálogo de dibujos destaca el
compromiso. Está como concentrado en cada uno de sus dibujos.
El trazo del carbón sobre el blanco papel nos
muestra a un artista gigante y que se debe mirar desde muchas perspectivas y
miradas.
En el cuaderno-catálogo, dedicado a “ICONOS DE
LO ESPAÑOL”, Se deja ver al Blasco influenciado por otros artistas, por los
mitos que él trasladaba, sintiéndolo, desde el dibujo a la escultura…quizás,
también a viceversa.
En dibujo y compromiso en la obra de Blasco
Ferrer, uno de los dos catálogos, podemos destacar “ese compromiso “ de Blasco
Ferrer que se refleja en sus dibujos y en todo su arte, todo ello se puede como
“palpar” en el Museo de Molinos que tiene una sala dedicada a este artista
turolense.nos aproxima a este compromiso Sofía Sánchez Giménez.
Rubén Pérez Moreno, en cambio, se
aproxima, ¡y de qué manera! a los orígenes del artista y asu
formación en Barcelona. le sigue de cerca como recorriendo sus pasos y nos
acerca tanto a lo que “le surgía de él mismo” como a lo que aprendió y fue
incorporando a su manera de entender el arte y sus creaciones. Analiza, también
Rubén Pérez Moreno, cómo le influyó la Guerra Civil a este artista y cómo fue
su paso por el exilio. Experiencias, ambas, que marcaron su día a día como persona,
pero indudablemente como persona. Este capítulo en el catálogo se desarrolla
como: el drama de la guerra civil y el exilio.
En cambio, Inmaculada Real trata en este
catálogo dos temas muy importantes. En uno de los capítulos se aproxima a ese
compromiso político y social en el dibujo de Eleuterio Blasco Ferrer y en el
otro profundiza en la recuperación de la identidad en el exilio francés.
El libro se completa con un catálogo de la
exposición. O sea que, sin salir de nuestro lugar preferido de lectura, podemos
disfrutar de la misma y también incorpora una miscelánea antológica de la
documentación incluida en el legado de Blasco Ferrer en el Museo de Molinos en
Teruel.
Si se quiere, el lector y lectora, saciar un
poco más puede disponer, en el catálogo, del desglose de la bibliografía
reciente sobre la figura de Blasco Ferrer, su obra e influencias.
No debemos olvidar, en ningún momento, de la
huella artística que, todavía hoy, se respira en el arte….huella dejada por el
artista de Foz Calanda.
En el segundo catálogo dedicado a “ICONOS DE
LO ESPAÑOL”. El artista de Foz Calanda afincado, en
sus últimos años en Molinos, se transforma y se nos muestra en tres
dimensiones, desde la escultura, pero sin dejar, para nada, el dibujo que
quizás aquí tiene un trazo como más vivo o más dinámico. Cómo y de qué manera
entendía Blasco Ferrer el arte que vivió, le rodeó y le influyó..Iconos de lo Español que él absorbió para él mismo y desde
ahí mostrarlo a los demás .Iconos de lo Español que se empaparon desde el Maestrazgo
y viceversa porque todo este catálogo es un viaje de ida y vuelta.
Podremos deleitarnos con las bailarinas, con la influencia y el arte de “EL QUIJOTE” o como
se refleja en el catálogo, ”DON QUIJOTE”. La
tauromaquia ocupa, en el particular mundo de Eleuterio Blasco Ferrer un punto
álgido y especial. y en torno a él se despliegan
muchos protagonistas.
Quizás una de las influencias de su estancia
en el exilio francés que más influyó en
las figuras hechas arte que luego este artista nos trasladó a la figura del
gallo…Un animal simbólico y un icono del país vecino que influyó, y parece ser
que no poco, en la mirada del artista turolense.
La música y los músicos, también ocupan un
lugar de preferencia en el sentir artístico y en la traslación de este artista.
En este catálogo participan plumas que saben,
cómo no, de lo que hablan, admirando la obra de Blasco Ferrer. Así nos adentran
en iconos de lo español desde la mirada de Blasco Ferrer: Sofía Sánchez, que
nos hace una introducción tan mesurada como precisa; Inmaculada Real que se adentra en los iconos
de la obra tomándole el pulso del exilio y Rubén Pérez indaga más en el
concepto global de todos los iconos que le influyeron a Blasco Ferrer desde el
contenido al continente y viceversa.
Cazarabet conversa
con Rubén Pérez Moreno:
-Amigo Rubén, ¿con qué disciplinas
artísticas se ha visto más influenciado el arte: el trazo y la dimensión
escultórica de Blasco Ferrer?
-La
obra escultórica de Blasco debe mucho a la tradición del hierro, a la forja tradicional,
al martillo y el yunque, a la papiroflexia, a lo infantil, y ya en Barcelona en
los años 30 a las artes decorativas y sobre todo la nueva valoración que se
estaba dando en la valoración artística de un material denostado como hierro
y al estudio del hueco para componer volumen.
- Y él , ¿qué huella ha dejado?.¿En qué ha creado más influencia?
-Lo
cierto es que el paso del tiempo fue desdibujando esa huella hasta que cayó en
el olvido. Hasta ahora no era un referente escultórico. Sabemos que gracias a
él se introdujo en la escultura José Aced o Jesús Ballano, y la producción de otro exiliado aragonés como es
José Clavero está muy influenciada por la obra de Blasco, pero hay que verlo
como un artista personal que gozó de gran popularidad en el exilio
-¿Qué te sorprende más de la obra de
Eleuterio Blasco Ferrer?
-La
progresiva habilidad en el trabajo del hierro hasta dotar a sus mejores obras
de una intensa emotividad, de sentimiento humano, caso de La mujer que llora
o El último suspiro de don Quijote. También el trazo sencillo, rápido y
firme de sus dibujos en la órbita surrealista de los años 30, donde se mezcla
el arte y la vida, el arte como elemento para censurar y transformar la
sociedad que está dentro del espíritu libertario tan en boga en la Barcelona de
aquella época.
-¿Cómo explicar a estas presentes
generaciones de artistas el arte desgranado desde este artista de Foz Calanda?
-Blasco
forma parte de ese conjunto de creadores formado en Barcelona que vivió los
intensos años de la II República y una Guerra Civil que determinó la muerte de
muchos y el exilio de otros. Pero ese exilio conllevó además el entrenamiento
en los campos de concentración franceses, sobrevivir a la ocupación alemana en
plena II Guerra Mundial y finalmente adaptarse al país de acogida tanto a nivel
personal como artístico. Todo este periplo marca de forma decisiva la
trayectoria de Blasco. Las desigualdades de la sociedad, los anhelos de
libertad del pueblo, la muerte, la violencia... dejará un progresivo poso de
resentimiento, de melancolía, de profunda humanidad.
-Enlazando con la pregunta anterior:
porque se entiende que él tendrá sus etapas y “sus tempos” en los que le
influyen más unas cosas que otras. ¿Qué nos puedes explicar?
-Blasco inicialmente está profundamente influido
en sus dibujos por el noucentisme catalán
cuando llega a Barcelona en 1926, con figuras como Canalls,
Opisso y sobre todo Isidro Nonell. También cierto
regionalismo tardío. Es hacia 1930-1931 cuando se sumerge de lleno en el
surrealismo, que había eclosionado en España poco antes, con influencias
múltiples y diversas, aunque las formas blandas dalinianas son una
referencia. Respecto a la escultura la obra de Blasco y la dedicida
construcción de las formas valorando el espacio y el vacío tiene su prigen en Picasso, Gargallo o González, además de la propia
forja tradicional que tanto le marcó en su infancia y primera juventud en
tierras aragonesas. Los escultores aragoneses eran deudores del pasado, y
Blasco forma parte del reducido número de artistas que comienzan a introducir
novedades en las formas y el uso de los materiales, en este caso el hierro.
Recordar también las esculturas de Ramón Acín, Pablo
Remacha, Manuel Tolosa y por supuesto el propio Gargallo.Ya
en París madura su obra en hierro bajo los presupuestos ya ensayados con
anterioridad, y su pintura, muy irregular, abandonará como otros artistas de la
Escuela de París su personal surrealismo a favor del clasicismo y una mayor
deuda formal con sus esculturas.
Cazarabet conversa
con Sonia Sánchez Giménez:
-Sofía,
amiga, ¿desde dónde salen estos dos cuadernos-catálogos dedicados a la obra de
Eleuterio Blasco Ferrer?. ¿Desde dónde sale la idea?
-Principalmente de la necesidad de dar a
conocer la obra de Eleuterio entre los vecinos de Molinos y pueblos de la
comarca del Maestrazgo, y esto parece un tópico que queda bien, pero es
exactamente así como surge, queriendo que los que viven aquí, entiendan mejor
el valor de la obra de Blasco.
El artista de Foz-Calanda
donó al ayuntamiento de Molinos, de donde era su madre, Lucía Ferrer, la obra
que había conservado para sí mismo, aquellas esculturas de las que no se quiso
separar, porque tenían un especial significado para él, como “el último suspiro
de Don Quijote” y una abundante producción de dibujos y óleos. La donación de
Blasco es muy generosa y tiene que ver con los recios valores éticos y de bien
común que siempre guiaron al artista.
Siendo consecuentes con estas ideas, pensamos
que la gran colección de dibujos del museo debía darse a conocer y que lo más
apropiado era empezar con un enfoque iconográfico que nos ayudase a desentrañar
sus datos biográficos y su forma de pensar. La obra de Blasco es muy emocional
y en gran medida también es muy comprometida y directa. Comunica unos valores
que siguen vigentes, el respeto a la mujer, el sufrimiento que traen consigo
las guerras, la lucha obrera… lo que nos llevó a la exposición “Dibujo y
compromiso”.
Además, su condición de exiliado y la añoranza
que sentía por España, se reflejan en la
exposición “El Último Suspiro de Don Quijote” y en el peso que tuvieron también
otros “Iconos de lo español”, título de la tercera exposición.
-Algo más que un
artista porque desgrana, la visión y contemplación de su obra, una personalidad
muy, muy fuerte y determinante, no?
-Sí, era un hombre con mucha determinación,
muy persistente y con un fuerte temperamento artístico que le llevó a exponer
en las mejores galerías parisinas, partiendo de un origen tan humilde en lo
económico, aunque no así en cuanto a sus convicciones, compartidas con sus
otros hermanos, que les llevaron a sufrir la represión del franquismo y en su
caso, el exilio.
Además del valor de su obra, Blasco es testigo
de su tiempo y estuvo muy conectado con otros artistas, poetas, músicos con los
que compartió ideas, surgiendo amistades que le acompañaron hasta el final de
sus días.
Sobre el carácter de Eleuterio, quien más sabe
es Rubén Pérez, pero yo puedo decir que los sobrinos del artista, a los que
conozco personalmente, tienen ese mismo talante en cuanto a su generosidad para
facilitar datos, prestar piezas y documentos y hacer lo posible por dar a
conocer la obra de su tío y colaborar con el museo, sin esperar nada a cambio.
-¿Qué has
aprendido coordinando estos dos cuadernos expositivos?
-Los catálogos son el resultado de un trabajo
conjunto con Inmaculada Real y Rubén Pérez. Es un placer trabajar con ellos
porque tienen un conocimiento muy amplio del contexto artístico en el que se
desarrolló la trayectoria de Eleuterio. Yo me ocupo más de mirar hacia dentro,
la población de Molinos y la Comarca del Maestrazgo y creo que formamos un buen
equipo.
Con Inmaculada estamos procurando conectar el
museo de Molinos con otros museos españoles con colecciones de artistas en el
exilio y estos dos catálogos pueden ser una buena carta de presentación para
que nos tengan en consideración. Esta colaboración me ha permitido como técnico
tener una perspectiva más global respecto a las posibilidades de difusión del
museo.
Un trabajo de
investigación sobre el trabajo de su obra muy, muy interesante. ¿Cuánto tiempo
le habéis dedicado a la confección de estos dos cuadernos-catálogos?
-El primero fue mucho más costoso. No había un
catálogo razonado de la obra de Blasco donde se interpretasen desde la historia
del arte obras concretas. Había catálogos de exposiciones con textos
introductorios, crítica en prensa muy aduladora y algunos artículos que
habíamos publicado en los últimos años, pero nada tan conciso. Bueno, a
excepción de la tesis de Rubén que incluye
un catálogo de obra, pero que era accesible a través del repositorio de
la Universidad de Zaragoza y no tenía versión en papel.
En la primera muestra se hizo un gran esfuerzo
para acompañar cada obra de una explicación,
en cambio el catálogo de los “Iconos de lo español”, viene a
complementar esa primera exposición con unos textos introductorios que
desarrollan los temas iconográficos en que se agrupa la muestra: Bailarines,
toreros y manolas, músicos y el Quijote,… Esta vez, se ha cuidado mucho que los
textos sean claros y la calidad de la imagen del catálogo, pero se trata de una
publicación más breve y también más asequible.
-El proceso de
documentación, estudio e investigación debió ser apasionante. Explicadnos. ¿Os ha
“descubierto alguna faceta que podríamos decir desconocías?
-Rubén Pérez e Inmaculada Real ya eran
doctores cuando nos propusimos realizar este catálogo y desde el Museo de
Molinos teníamos toda la obra inventariada, lo que facilitó mucho la labor ya
que partíamos de un buen punto. Estas exposiciones hace diez años no hubiesen
sido posibles. Creo que nos vamos encontrando cada vez más cómodos trabajando a
tres bandas. Consensuar qué queremos contar, debatir sobre el esquema y los
apartados que desarrollaremos, seleccionar las obras… tenemos perfiles
diferentes, pero nos complementamos.
Para mí ha sido un descubrimiento comprobar
cómo la forma de pensar y de conducirse en la vida que tenía Eleuterio se
reflejaba tan explícitamente en su obra. La colección de dibujos nos permite
hablar de temas muy diversos de forma muy coherente. Incluso esas temáticas nos
han servido para desarrollar programas culturales para toda la comarca del
Maestrazgo.
-De la obra
expuesta de Blasco Ferrer, en Molinos, ¿qué experiencia, visual y
sensorial, podemos vivir desde el arte
de este artista que acabó sus días en este pueblo turolense?
-Pues creo que hay que acercarse a su obra
preguntándose por la historia que hay detrás. Casi siempre hay un mensaje en
sus dibujos y esculturas, y cuando no lo hay, éstos también sirven para
entender mejor la época que le tocó vivir.
-Amiga, ¿nos
puedes explicar en qué estáis trabajando ahora desde la Comarca del Maestrazgo?
-En estos momentos continuamos colaborando con
el Ayuntamiento de Molinos en el asesoramiento para incrementar la colección,
préstamo de piezas, etc… y acabamos de llevar a cabo
una exposición donde tres obras de
Blasco se unían a las de cuatro artistas de Molinos en torno al tema “Mujer” y
esperamos que siga itinerando dentro y fuera de la
comarca. Además, en 2019 volveremos a cambiar la exposición para continuar con
nuestra perspectiva iconográfica, ésta vez en torno a la visión de Blasco sobre
la mujer y lo femenino.
Cazarabet
conversa con Inmaculada Real López:
-Inmaculada, ¿cómo influye el exilio en la obra de
Eleuterio Blasco Ferrer?
-El
exilio supuso, en la mayor parte de los artistas, una etapa de cambios en los
lenguajes estéticos y, para aquellos que marcharon en el inicio de sus
trayectorias profesionales, supuso la consolidación de sus carreras en el
destierro. Ambas características se dieron en Blasco Ferrer porque cuando cruzó
la frontera ya había iniciado su primera etapa artística, pero no había
desarrollado el lenguaje estético que le definiría. Pero esto no se produciría
hasta su llegada a París y el encuentro con los artistas y los movimientos de
la vanguardia. Hay que tener en cuenta que, B. Ferrer era un artística
anarquista y autodidacta, por tanto, no tuvo la oportunidad de marchar becado a
París, y aquel encuentro fue un punto de partida para su proceso creativo tanto
en la técnica como en la estética.
-¿Qué le aporta él al
exilio y a lo que allí “se reúne” desde lo artístico?
-El
exilio le permitió conocer aquel ambiente cultural que no había conocido hasta
entonces, pues su círculo intelectual inicialmente fue Barcelona. Aunque es
cierto que llegaban numerosas publicaciones con obras ilustradas, sin embargo,
todas estas eran en blanco y negro. Así que el verdadero encuentro se produjo
en París, donde al poco de su llegada visitó el taller de Picasso, a quien le
obsequió con una de sus esculturas. El artista de Foz
Calanda quedaría marcado por la fisionomía con la que el malagueño representaba
los rostros, de modo que lo incorporó en sus obras. Asimismo, hay otra donde
introdujo mucho color, claro influjo del expresionismo y también exploró el
surrealismo.
- ¿Es un artista que fue
como un hilo transmisor de los mitos e iconos que le influyen a todo creador en
su estancia en el exilio?, pero él llegó al exilio con la mochila, su mochila,
ya muy cargada, ¿no?
-Blasco
Ferrer partió al exilio con una maleta llena de libros y de objetos que, como
él mismo cuenta, los tuvo que ir dejando por el camino. Los exiliados cruzaron
la frontera con escasas pertenencias personales, pero con un gran bagaje
cultural y artístico. Se trata de una exportación inmaterial que llevaban
dentro y que, una vez en el destierro, empezaron a desarrollar a través de la
evocación de España y sus tierras de origen. Es en aquel momento, cuando, con
el interés de aclamar sus orígenes y sus identidades, surgen numerosas
iniciativas culturales y artísticas, y se genera una iconografía en el
destierro. De modo que, se recuperó la figura del Quijote, a través de una
relectura de la figura caballeresca, se celebraron numerosos bailes que
exaltaban la España de los años 30 y se representaron las identidades y los
nacionalismos que años antes se habían definido con el regionalismo en
respuesta a la crisis política y social tras el desastre del 98.
-Pero el exilio fue para
todos y todas, también, una especie de “escuela” ¿Qué nos
puedes reflexionar?
-Sí,
evidentemente el exilio ha marcado la historia del arte español, pero no ya
desde el punto de vista de la diáspora, sino desde el marco estético por el
intercambio cultural que supuso. De hecho, podemos decir que España fue un
puente cultural con el continente americano. Pues los artistas partieron con
una formación artística propia de las vanguardias europeas, y cuando llegaron a
los lugares de destino, especialmente al continente americano, se dejaron
impresionar por la cultura, las técnicas y los lenguajes que allí se estaban
desarrollando. De modo que cada artista evolucionó de una manera personal por
un camino diferente. Algunos quedarían vinculados el muralismo, otros al
expresionismo abstracto, etc. Realmente, los que se quedaron en Francia no
evolucionaron tanto en sus trayectorias, puesto que, en su mayoría, los años
previos a la Guerra Civil fueron a Francia para formarse. Entonces, renovarán
sus lenguajes de otra manera, por ejemplo, Joaquín Peinado pasaría del cubismo
al neocubismo. Pero, en el caso de Blasco Ferrer el
exilio sí que supuso una autentica renovación por el motivo anteriormente
señalado
-¿Qué conocías de Blasco
Ferrer antes de la realización de esta obra y qué conoces, ahora, como de
manera más concreta y determinada una vez terminadlos dos cuadernos-catálogos?. ¿Te ha sorprendido alguna cosa?
-La
realización de estos estudios temáticos de la obra de Blasco Ferrer son siempre
una gran oportunidad para poder analizar de forma más detenida numerosos
aspectos de su colección. Sobre todo, porque es una manera de medir la
importancia que han tenido determinados aspectos en la obra del escultor, como
en este caso las identidades y la dimensión e importancia que tuvo en la obra
del turolense. De igual modo que, por ejemplo, en la exposición anterior nos
permitió descubrir el paralelismo que había entre Blasco Ferrer y El Quijote,
pero no solo desde el ámbito artístico, sino también a nivel personal.
En
relación con esta muestra, la identidad fue un tema que ya había trabajo con
anterioridad, analizando la vinculación que tuvo Blasco Ferrer con los círculos
culturales del exilio, aquellos bailes y tómbolas que se celebraron para recaudar
dinero para la España republicana, a la que no solo asistió el turolense, sino
que además donó obra, muestra de su generosidad. Sin embargo, la evocación de
la iconografía española queda plasmada tanto en estos encuentros, como en el
destierro, donde la aclamación desde la distancia y la necesidad del
enraizamiento fue algo habitual en los exiliados. Sin embargo, estas
reflexiones a través de la colección permiten poner de manifiesto la
importancia que tuvo este tema en B. Ferrer, pues se encuentra recogido en
numerosas obras y en diferentes etapas, más allá de las que aparentemente nos
podríamos plantear.
-Amiga
como amante del arte y estudiosa, ¿cómo te ha influido este estudio,
investigación sobre la figura de este artista turolense?
-Esta
investigación me ha permitido corroborar que Blasco Ferrer fue un gran
embajador de los emblemas iconográficos del exilio republicano, tema que además
está claramente representado tanto en su colección, como en aquellas otras
obras que solo conocemos a través de reproducciones fotográficas y prensa.
Estas lecturas en torno al legado de Blasco Ferrer consiguen poner en valor
aspectos que hasta ahora han pasado desapercibidos, y que contribuyen a que se
revalorice y se difunda su colección.
27003
Eleuterio Blasco
Ferrer (1907-1993). Trayectoria artística de un exiliado. Rubén Pérez Moreno
394 páginas 17 x 24 cms.
18.00 euros
Instituto de Estudios Turolenses
El objetivo de la
siguiente tesis, parte de los cimientos establecidos, en el año 2003, por un
trabajo de investigación para la obtención del Diploma de Estudios Avanzados
(DEA) en el Departamento de Historia del Arte de la Facultad de Filosofía y
Letras de la Universidad de Zaragoza, que llevaba por título “Eleuterio Blasco
Ferrer (1907-1993)”.
Pretendiendo un estudio global, razonado y científico de este artista aragonés,
tanto de los aspectos biográficos como de los artísticos en sus diferentes
facetas, paliando así la profunda laguna existente en torno a su figura. La
perspectiva multiforme y proteica de acometer esta investigación
histórico-artística, es la razón de que hayamos optado por tan solo matizar el
título genérico que mantuvimos entonces:
Eleuterio Blasco Ferrer (1907-1993). Trayectoria artística, (Foz-Calanda, 1907-Alcañiz, 1993) es uno de los muchos
olvidados por la historiografía artística, ya no solo aragonesa, sino española
en general, cuya memoria apenas permanece viva gracias a la pequeña sala
dedicada al artista en el Ayuntamiento de la localidad turolense de Molinos,
dentro del Parque Cultural del mismo nombre. El siguiente trabajo se ha
planteado, con dos objetivos fundamentales, ambos interrelacionados:
El primero de ellos, trazar la evolución plástica del autor al hilo de las
coordenadas biográficas. Este recorrido será estructurado en seis grandes
etapas, con los subperiodos pertinentes, atendiendo a
la coherencia cronológica-histórica que guardan, tal y como indicamos en la
sistematización del trabajo. Estas estarán acompañadas del estudio del panorama
de las artes en cada momento y lugar, pasando luego a analizar la obra concreta
de Blasco en ese contexto y bajo las particulares circunstancias históricas y
biográficas.
Concluimos con una valoración final sobre el papel de la obra de Blasco en el
arte aragonés y español de la modernidad, y en el contexto del arte del exilio.
El segundo objetivo es la realización del catálogo de su producción, paso
previo fundamental para cualquier intento de discurso histórico-artístico. Es
preciso aclarar aquí, que la obra del prolífico Blasco Ferrer, tremendamente
dispersa, y en multitud de colecciones particulares, es harto complicada de
localizar, cuando no está definitivamente perdida con motivo de la Guerra
Civil.
27046
Eleuterio Blasco
Ferrer. Iconos de lo español. Rubén Pérez Moreno, Inmaculada Real López y
Sofía Sánchez Giménez
30 páginas 21 x 30 cms.
Comarca del Maestrazgo
A raíz del éxito
del programa cultural desarrollado por la comarca del Maestrazgo en 2016 para
celebrar el aniversario de los 400 años de la muerte de Cervantes, se pensó en
continuar con un nuevo proyecto vinculado al patrimonio del Maestrazgo.
En la colección del escultor Blasco Ferrer en el Museo de Molinos, hay gran
cantidad de dibujos que nos permiten realizar diferentes lecturas formales e
iconográficas, revelándose en exposiciones como la celebrada el año pasado bajo
el título: “El último suspiro de don Quijote”.
En esta ocasión, tomando como inspiración la escultura que ilustra el programa,
bailarina o española en chapa de hierro, y algunos dibujos de la colección, se
ha llevado a cabo un intenso programa de actuaciones que nos acercarán a la
cultura popular asociada al flamenco, el pasodoble y los toros. Son iconos de
lo español fuera, en el exilio del artista Blasco Ferrer, pero también dentro
de la comarca, en las fiestas que para celebrar determinados días destacados
del santoral o simplemente en una reunión de amigos.
El programa “Iconos de lo español en el Maestrazgo” constantemente nos lleva
del pasado al presente animándonos a reflexionar sobre nuestros referentes
culturales y los de nuestros antepasados. Guitarras, bailarinas y toreros son
elementos identificados con lo español que han sido muy recurrentes en las
artes plásticas especialmente en las vanguardias. El movimiento, ritmo y música
flamencos sirvió de inspiración a artistas españoles y extranjeros, incluido el
escultor Blasco Ferrer, tanto antes en Barcelona como después de la Guerra
Civil en París. Sabemos también que estos elementos que fuera de España se
identifican con lo español, tenían fuerte arraigo en los pueblos, también en
los del Maestrazgo con seguidillas, jotas y fandangos, interpretados por
guitarras con sus característicos golpes. Toros y vacas fueron frecuentes en
las fiestas del Maestrazgo, quedando constancia desde el siglo XVIII. Y el
pasodoble que no falta todavía en ningún sarao.
_____________________________________________________________________
Cazarabet
c/ Santa Lucía, 53
44564 - Mas de las Matas (Teruel)
Tlfs. 978849970 - 686110069