La Librería de El Sueño Igualitario

en-nombre-de-la-libertad-paginas-de-mi-diario-de-guerra-y-exilio-1936-1945-.jpgCazarabet conversa con...   Ángel Freire, editor del libro "En Nombre de la Libertad. Páginas de mi Diario de Guerra y Exilio (1936-1945)" (Sílex) de Victoriano Barroso

 

 

Victoriano Barroso, como mucha gente, llevaba un diario en el que escribía todo aquello que le acontecía, le pasaba, veía y pensaba….los diarios constituyen un  instrumento de valúa incuestionable y el de Victoriano por estar tan vinculado a la resistencia contra el franquismo, pues como que cobra más importancia porque nos cuenta más sobre aquellos años que no pueden recordarse de otra manera que no sea con testimonios directos porque por mucho  que investigadores , estudiosos e historiadores que , por mucho que entrevisten e investiguen a personajes y acontecimientos y episodios, más o menos directos….no hay nada como acercarse a diarios como este para hacernos una idea de aquel episodio de guerra y del posterior exilio.

 Ángel Freire es la persona que, para Sílex Ediciones, se ha encargado de la edición de este libro, valioso, contundente y muy valiente….Victoriano, ya no está con nosotros , pero gracias al “tratamiento” que hace de aquello que dejó Victoriano se nos torne de un atractivo casi sin igual….

Disfrutaréis de este libro porque, además, se muestra muy sensible con todo el tratamiento que le da en todo momento y es perfecto para una lectura sosegada, pero a la vez reivindica, y mucho, el valor de la lucha por la libertad y los valores que nunca debieron o deberían de romper al ser humano.

 

Lo que nos explica Sílex:

Este libro recoge el testimonio de Victoriano Barroso, republicano español y oficial de la Marina de Guerra española, “la voz de un vencido” ninguneada por la historiografía, callada y olvidada. Un testimonio del combate por la Libertad y la Democracia, la Fraternidad y la Paz, de un patriota y de un resistente ante la barbarie y el fascismo. 
A partir de los apasionantes escritos de Barroso, su editor, Ángel Freire, teje una densa red intertextual de notas, glosas y referencias que constituyen un texto paralelo y válido por sí mismo. Texto primario y aparato crítico secundario se multiplican y fortalecen para ofrecerse al lector como un caleidoscopio, una galaxia de significantes que plasma el drama de los miles de españoles que perdieron matrias y libertades, sangre y vida. El libro que nos donan, autor y editor, contiene dos voces para un drama aún no suficientemente conocido, plagado de nombres y voces casi todos todavía ocultos en archivos que demandan justicia. El objetivo del libro es el de, como testimonio, contribuir en la  construcción de la Memoria histórica, haciendo pedagogía democrática y promoviendo una ciudadanía crítica con las actitudes antidemocráticas, en particular entre los jóvenes de las generaciones que protagonizarán la mayor parte de este siglo xxi, para que tomen conciencia de la responsabilidad que les tocará asumir y del deber moral de evitar tener que ser “hombres imperfectos aunque heroicos e irrepetibles” como tuvieron que serlo muchos de sus abuelos o bisabuelos en aquellas dos Guerras Mundiales y en aquella Guerra Civil española que asolaron Europa y España. Porque el que tiene Memoria sabe al menos quién es y dónde está, pero quien no la tiene ni sabe quién es ni está en ninguna parte.

Rescatamos de la Fundación Pablo Iglesias esta información sobre Victoriano Barroso: Condestable de la Armada y ajustador de Telémetros. Afiliado al PSOE en España. Finalizada la guerra civil se exilió con la flota republicana en Bizerta (Túnez). Estuvo internado en el campo de concentración de Suzzoni-Boghar (Argelia) desde donde solicitó permiso para marchar a México al Consulado de dicho país en Francia. Más tarde fue incorporado a la 2ª Compañía de Trabajadores Extranjeros desde la que en junio de 1940 fue enviado a la prisión de Constantine como castigo al haber comenzado a cantar la Marsellesa cuando formada la compañía les comunicaron la firma del “armisticio” entre Francia y Alemania. En octubre de ese año vuelve a ser trasladado a una Compañía de Trabajadores Extranjeros, la 3ª que se encontraba a medio camino entre Bou Arfa y Colomb-Béchar. Durante el traslado, por protestar por las condiciones de frio y hambre que padecía sufrió un simulacro de fusilamiento con balas de fogueo. Ya en su destino se fugó del mismo el 24 de julio de 1941 llegando hasta Orán (Argelia) donde vivió escondido hasta el 22 de febrero de 1942 que fue descubierto y detenido siendo condenado a trabajos forzados a perpetuidad e internado en la prisión de Lambèse de la que no saldrá en libertad hasta el 15 de julio de 1943 nueve meses después del desembarco aliado en el norte de África. Al recobrar la libertad se estableció en Orán. Posteriormente se trasladó a Francia donde a comienzos de los años setenta vivía en Saint Priest (Rhône).

El autor, Ángel Freire:

Ángel Freire Freire, nació en Rozuelo (El Bierzo/León) en 1949 y estudió Magisterio, Filosofía, Derecho y Filología  Hispánica en España y en Francia. Es titular de un DEA en Estudios Ibéricos e Iberoamericanos por la Universidad de Lyon. Ejerció la docencia en España y en Francia, donde además fue lector de Español y director del Colegio Hispano-Francés de Lyon (hoy Instituto Cervantes). Muy sensibilizado con la educación, la cultura y los problemas sociales, ha simultaneado y alternado la docencia con la militancia política y sindical en el seno del PSOE y de la UGT. Ha sido asesor técnico docente en el Centro de Investigación y Documentación Educativa (CIDE) del
Ministerio de Educación y Ciencia y ha participado en conferencias internacionales del Instituto de la UNESCO para la Educación (IUE), de la Oficina de Instituciones Democráticas y Derechos Humanos (ODIHR) de la OSCE, y en coloquios del Consejo de Europa, así como en la redacción de diversos informes oficiales para el Consejo de Derechos Humanos y el Consejo Económico y Social de la ONU y para la Comisión Europea contra el Racismo y la Intolerancia (ECRI) del Consejo de Europa. También ha
formado parte de varias Comisiones Mixtas Hispano-Marroquíes de Cooperación educativa, y ha participado en coloquios internacionales y mesas redondas sobre migraciones y educación en Rabat y en el Salón Internacional de la Edición y del Libro (SIEL) de Casablanca. Su última obra en 
Sílex ediciones es En nombre de la libertad.

Te puede interesar:

http://es.wikipedia.org/wiki/Batalla_del_cabo_Cherchel

 

Cazarabet conversa con Ángel Freire:

dsc_00292.jpg-Ángel, ¿cómo ha sido adentrarte en esta biografía del resistente, del militar fiel a la II República, del exiliado… Victoriano Barroso…?

-Con una impaciencia que me abrumaba debido a mis demasiadas ocupaciones y responsabilidades profesionales que me impedían afrontarla con rigor y detenimiento, impaciencia que se disipó con mi jubilación. Pero una vez que me puse a ello, con paciencia, respeto, rigor y una gran entrega y generosidad. Y sobre todo y ante todo con el gran afecto que me unía al amigo fallecido en 1999, pues este libro titulado nada más y nada menos que En Nombre de la Libertad es el resultado del compromiso que yo había adquirido con don Victoriano Barroso y las Páginas de su Diario de Guerra y Exilio 1936-1945, así como de la deuda moral que de alguna manera me abrumaba por la -amistad con la que me distinguió y que tanto nos unió y por la injusticia que en ellas veía para con tantos otros republicanos españoles que exigía reparación.

-Me da la impresión que este libro es una especie de “canto”, ya no solo a la libertad -que, desde luego, lo es- sino también al ejercicio de la memoria, de la lucha contra el olvido…

-Rogelio Blanco Martínez, Ex-Director General del Libro, Archivos y Bibliotecas cuando en España todavía había un Ministerio de Cultura y autor del Prólogo de este libro dice muy acertadamente que el anverso del silencio y el olvido no es la memoria sino la dignidad y, citando a J. Jerushalm, que  es posible que el antónimo de “olvido” no sea “memoria” sino “justicia”. Una perspectiva siempre rechazada por los memoricidas y los revisionistas que sólo se limitan, cuando lo hacen, a pedir perdón. Pero perdón no es sinónimo de olvido, y así sacrifican sobre el altar de la Historia lo mejor de la Humanidad, la Libertad. Sí, este libro no sólo es un “canto” a la libertad, que lo es con mayúscula, sino también, desagravio y reparación,  justicia y homenaje, respeto y gratitud con don Victoriano Barroso y con tantos y tantos otros cientos de republicanos españoles injustamente catalogados como “vencidos” y “olvidados” que se recuperan en esta publicación para la Memoria. Las generaciones que vinimos después les debemos mucho, es una obligación moral reconocerles que si hemos podido vivir mejor, en democracia, libres y dignamente, es también gracias a su lucidez y a su combate por la libertad. Es desolador que la memoria colectiva de los españoles sea una memoria histórica truncada y sesgada, especialmente entre las generaciones jóvenes y no tan jóvenes, y que no se tenga una conciencia colectiva en España de que la Guerra Civil fue provocada por un parcial fracaso de un golpe militar fascista y de que este parcial fracaso desencadenó una catástrofe humanitaria posiblemente sin precedentes en España pero, insisto, bastante ausente de la conciencia colectiva de los españoles. Por eso, me gustaría que el ejercicio de “Memoria” que puede representar este libro sirva de aportación a la pedagogía y al fortalecimiento de la cultura democrática. Y en el contexto del gran debate suscitado en Europa con el tránsito al actual nuevo milenio sobre la necesidad social del olvido o de la memoria, reivindicar la necesidad imperiosa de la Memoria en los inciertos y peligrosos tiempos que vivimos. Unos tiempos en los que, con la Gran Recesión y Crisis económica de 2008 que está cambiando muchas cosas (algo muy parecido a los precedentes de la Segunda Guerra Mundial); la rampante exclusión social, la pobreza y las desigualdades; la xenofobia laboral y el racismo institucional alentados por los populismos, demagogias y fanatismos de toda laya; el auge de los neofascismos y nacionalismos; los escandalosos recortes de derechos y los interesados retrocesos de libertades y devaluaciones de la democracia…, las confrontaciones pueden estar servidas, por lo que un ejercicio de Memoria histórica puede ser útil y contribuir a frenar la inestabilidad del mundo globalizado y a evitar otro “suicidio” de Europa.

-En las primeras páginas todo esto que yo capto queda como muy impreso con las continuas alusiones y vinculaciones con la filosofía…, estamos ante un libro de “corte” como muy humanista y humanizado, ¿no?

-Yo que conocí y traté personalmente a don Victoriano Barroso y que fue mi amigo durante los últimos veinte años de su vida, puedo dar fe de que, al menos para mí y también por lo que vemos en sus Memorias, fue un humanista en el sentido clásico y en el sentido más amplio de este término, además de encarnar la personalidad de un combatiente de la libertad, de un rebelde ante la injusticia y de un resistente ante la barbarie. Un hombre de acción y de reflexión. Su solidaridad era tan auténticamente humanista y compasiva (entendiendo por “compasivo” “sufrir con”) que llegó a hacerla realidad no sólo con compatriotas y desvalidos por la guerra y el hambre sino también y aun arriesgando su vida hasta con los propios sublevados militares de guerra civil, vivos y muertos, hasta con adversarios en la Flota republicana comprometiendo su carrera militar defendiendo la verdad, la justicia y el honor. Y, lo que es más admirable y también chocante, su compasión solidaria era tan auténticamente humanista que, aun poniendo también su vida en peligro sin que a nadie le importase, llegó a manifestarla hasta con sus propios esbirros de Campo de concentración y de castigo en los desiertos del sur argelino y de las CTE del Transahariano. Principios propios no sólo de un comunista convencido y genuino como era don Victoriano Barroso sino también de un cristianismo evangélico. Así que, ¿cómo no vamos a estar ante un libro, como usted dice, de “corte muy humanista y humanizado”? ¿Cómo no vamos a estar ante una filosofía de vida y cómo las páginas a las que usted se refiere no van a estar como muy impresas con continuas alusiones y vinculaciones con la filosofía?

-Ángel, cuéntanos, ¿cómo es el viaje de este libro…, mejor dicho, cómo llega este Diario de Guerra y exilio (1936-1945) a convertirse en libro…?

-Ante todo, debo decir que este Diario de Guerra y Exilio se convirtió en libro gracias al deseo y al apoyo de la viuda de don Victoriano Barroso (también una gran resistente en la Argelia de los año 1940 que sufrió torturas y presidios) y a sus hijos, al empeño de Rogelio Blanco Martínez, que ya mencioné y que me animó a publicar el manuscrito de mi trabajo, y a Sílex ediciones y a su director Ramiro Domínguez Hernanz que no dudó en apostar por él desde el primer momento. Desde aquí, una vez más, les reitero mi reconocimiento y gratitud. Por lo demás, me remito a lo que ya dije en la primera pregunta que se me formuló. Fue el resultado de un compromiso y de una deuda moral con don Victoriano Barroso, pero no sólo porque fuera mi amigo. Sino también y principalmente por su condición de republicano español, de resistente y patriota ante la barbarie y, transcendiendo su persona,  con los miles y miles de republicanos españoles catalogados como “vencidos” y “olvidados” que, como él, continuaron una guerra que, por la indiferencia y la hipocresía de las naciones, perdieron primero en España y después ganaron contra el nazismo, el fascismo y la barbarie, como resistentes o como soldados heroicos y arrojados, en todas las latitudes de Europa y una buena parte de África, al lado de los Aliados de la Segunda Guerra Mundial. En nombre de la Libertad y la Democracia, en nombre de la Fraternidad y la Paz. Pero no sólo eso, pues al adentrarme en las Páginas del Diario de Guerra y Exilio 1936-1945 de don Victoriano Barroso, enseguida me di cuenta de que el texto que me legó para su publicación era demasiado importante como para darlo a conocer completamente “desnudo”, pues de esta manera corría el riesgo de quedarse como una simple anécdota más o menos cautivadora o interesante pero sin que sirviera para tomar conciencia explícita del valor histórico que representaba. De ahí que decidí “vestirlo” con un importante aparato crítico que yo denomino “Notas apéndice” en el libro y una amplia, diversa y contrastada “Bibliografía”, con lo que resultó un libro de 600 páginas, más de 1000 si el formato de letra del aparato crítico que contextualiza y explicita las denominadas por don Victoriano Barroso  Páginas de mi Diario de Guerra y Exilio 1936-1945 no fuera el que es.

-Porque, además, el libro se rodea de un material como exquisito, de unas fuentes de documentación que nos ayudan a cumplimentar muchos de los acontecimientos, episodios y demás que va comentando el autor anteriormente…. Coméntanos.

-Bueno, creo que me he adelantado a la pregunta con lo dicho anteriormente. Pues en efecto, aunque sólo unas 175 páginas de las 600 de este libro titulado En Nombre de la Libertad (más de 1000, como ya precisé, si el formato de letra del aparato crítico que contextualiza y explicita lo que, de forma muy escueta, reseña don Victoriano Barroso no fuera el que es) corresponden a las denominadas por don Victoriano Barroso Páginas de mi Diario de Guerra y Exilio 1936-1945, enseguida me di cuenta de que muchas de las frases, párrafos y expresiones, así como muchos de los adjetivos y de los nombres propios de personas, geografías e instituciones que aparecen en estas Memorias constituían por sí solos verdaderos capítulos de la trágica y convulsa Historia de España y de Europa del segundo tercio del siglo XX. Capítulos que, sin embargo, una interesada y muy poco científica Historiografía (por no decir otra cosa) -con las excepciones de rigor, que las hubo- desdeñó o evitó hasta bien entrada la década de 1980 y que el Poder político y la Escuela y otros poderes establecidos han venido tergiversando, ninguneando o simplemente silenciando durante décadas en España, también en Francia, Alemania y Argelia. Así que lo que pretende este libro y me propuse con su importante y prolijo aparato crítico en forma de “Notas apéndice”, su numerosa y diversa “Bibliografía”, sus “Siglas y acrónimos” y un “Índice onomástico” con más de 800 nombres, es contar la Historia de forma más completa, más objetiva, más veraz y sobre todo más justa de cómo me la han contado y enseñado a mí y a tantos otros, formando así generaciones del olvido y de la injusticia. Intentar divulgar muchas de aquellas otras caras y aristas de la todavía reciente y trágica Historia de España y de Europa que se nos han venido ocultando aun en la España democrática, también en Europa.  Fruto de más de tres años de investigaciones en España, Francia, Argelia, Túnez, Marruecos, etc. - lo digo con toda modestia pues yo no soy ni nunca he pretendido ser historiador- este trabajo puede ser un referente por ser paradigma del avatar existencial y del drama de los miles de españoles que perdieron matrias y libertades, sangre y vida en aquellos convulsos y trágicos años de Guerra Civil española y de su forzado refugio y exilio político, de Segunda Guerra Mundial y de su lucha de resistentes contra el nazismo y el fascismo, después de haber perdido una guerra que nunca dieron por terminada al continuarla en África y Europa. Se trata de la Historia (con mayúsculas) de hombres y mujeres imperfectos aunque heroicos e irrepetibles. Se trata de un libro que también pretende despertar las conciencias suspendidas del mundo de estos inciertos tiempos henchidos de encrucijadas en los que nos invade  una crisis de valores y de la política. Se trata de un libro que contiene dos voces (la del republicano español Victoriano Barroso y la mía) para un drama aún muy poco investigado y aún menos conocido (de ello se han encargado los memoricidas y los revisionistas), plagado de nombres y voces, casi todos todavía ocultos en archivos que demandan justicia, para ofrecerse al lector como un caleidoscopio, como una galaxia de significantes. Por ello, muchos se extrañan -y así me lo dicen- de que no figure como autor y sólo como editor de unas Memorias de Guerra y Exilio. Fue una decisión deliberada, puede que una decisión muy generosa por mi parte como muchos lectores dicen. Nunca me hubiera permitido figurar como autor principal pues para mí es la expresión de mi inmenso respeto y reconocimiento para con don Victoriano Barroso y para con los miles y miles de republicanos españoles que lucharon por los valores más sagrados de la Humanidad, además de que sin sus Páginas de Guerra y Exilio el aparato crítico que en el libro yo denomino “Notas apéndice” no hubiera sido posible.     

dsc_0027.jpg-De la Guerra Civil conocemos (los que se quieren acercar a ella), más o menos, muchas batallas y eso…, pero son de las que se han librado en tierra firme…, poco conocemos de “combates” en alta mar…,  y con este libro, ya que su protagonista entró en combate en la batalla del Cabo Cherchell, podemos conocer lo que fue el combate en el mar…. ¿Estuvo igual de presente aquí el desequilibrio entre sublevados y fieles a la II República?

-Su pregunta es muy pertinente porque, como usted bien dice, poco conocemos de “combates en el mar…”. Es un vértice de nuestra Guerra Civil bastante poco conocido, y por ello en este libro no se repara en datos de fuerzas navales de una y otra facción, de buques y dotaciones, de bombardeos costeros, de acciones y episodios navales, de actitudes y posicionamientos de mandos y dotaciones, etc., etc. Como en la guerra terrestre, ambas Armadas lucharon con valor y decisión, pero lo cierto es que la superioridad de la Flota republicana fue manifiesta durante toda la Guerra Civil. Pudo ser mucho más decisiva de no ser por los graves “errores cometidos por nuestro mando” o por “la inconsciencia de nuestros mandos” como dice don Victoriano Barroso en las Páginas de su Diario de Guerra y Exilio. Pero tuvo un desenlace “poco glorioso” o, como dice el historiador Julián Zugazagoitia, “un final sin grandeza”, difícil, injusto y doloroso con su salida de Cartagena el 5 de marzo de 1939 y su refugio en el puerto tunecino de Bizerta. Pero yo sostengo que también valiente, pues con la decisión de su almirante don Miguel Buiza de dejar Cartagena, donde estaba el grueso de la Flota republicana, cuando la guerra estaba perdida, se evitó otro estéril Cavite (más conocido como “Desastre del 98”), pero sobre todo se evitó la destrucción de media ciudad y, aun más importante, la inmolación inútil de una gran parte de la población civil de Cartagena. Y digo que su pregunta es muy pertinente porque es verdad que, con la excepción del combate naval del cabo Cherchell y, singularmente, del combate naval de cabo de Palos (también poco conocidos), no hubo grandes combates. Lo que hubo sobre todo fue una dura y larga guerra de convoyes, bombardeos costeros, bloqueos y contrabloqueos, etc. Pero también es necesario resaltar que, aunque la Historia a menudo ha tenido tendencia a sostener que las dos Armadas (la sublevada y la republicana) sólo mantuvieron algunas escaramuzas durante la guerra sin mayores consecuencias y a minimizar con demasiada frecuencia la influencia del poder naval en la Guerra Civil destacando, a veces en exceso, la intervención extranjera, también ha olvidado frecuentemente que la mayoría del material y los hombres de la guerra terrestre llegaron por mar. Y que no es menos cierto que algunos hechos decisivos en el desarrollo de la guerra, como el aislamiento de los territorios republicanos en el Cantábrico, el bloqueo del Estrecho y el paso del Ejército de África a la Península, serían incomprensibles sin tener en cuenta la actuación de las dos partes en que se dividió la Armada española.

-Todavía estoy con la lectura, pero me da la impresión, todo el rato, de que estoy delante del testimonio de un hombre con una dignidad que se va potenciando a pasos agigantados, de aquellos que todavía creían en el honor…., de una integridad que parece que ya no se vea… ¿Qué nos puedes comentar?

-Más que comentar, voy a citar unos pasajes de las Páginas de Guerra y Exilio de don Victoriano Barroso, que hablan por sí solos pues, como puede verse en ellas, para él la dignidad, la honestidad y la honradez, la integridad, el honor y su patriotismo eran principios superiores de su condición de hombre y de militar. Unos principios que manifestaba y demostraba hasta con su propio uniforme de oficial de la Marina de Guerra española como siempre se refería a la Armada a la que sirvió con lealtad, hasta con sus adversarios en la guerra y hasta con sus propios esbirros y torturadores. Sirvan de ejemplo los siguientes trazos de sus Memorias. Al comienzo de la Guerra Civil y tras la ejecución en Málaga de once oficiales de los destructores Almirante Valdés, Lepanto, Sánchez Barcaiztegui y Churruca, condenados a muerte tras un juicio Militar por desobedecer las órdenes recibidas para el bloqueo del Estrecho y haber decidido unirse a los sublevados, dos milicianos se liaron a tiros con los cadáveres de estos oficiales sublevados ya depositados en un pequeño cuarto a la espera de recibir una digna sepultura. Pero fueron sorprendidos por don Victoriano Barroso, quien los trató de canallas y les dijo: “¡Estos oficiales han sido militarmente ejecutados y en ningún caso permitiremos que nadie suplante un juicio militar que los condenó a muerte! ¡Fuera inmediatamente de aquí o les salto la tapa de los sesos!” En otra ocasión delicada de su condición de militar, precisamente tras el Combate naval del cabo Cherchell y el juicio crítico habido tras este combate en el que el Comisario General de la Flota trató de “cobardes” a los capitanes de los barcos mercantes Satrústegui y Aldecoa, don Victoriano Barroso que había manifestado en el juicio que lo consideraba una injusticia y que de “cobardes” nada de nada, el Comisario General lo invitó a que retirara sus palabras, a lo que él no duda en responderle: “Caballero (….) dar marcha atrás sería para mí un acto de cobardía y una falta de dignidad, y por lo que a mí respecta ¡ni soy un cobarde ni me faltan formas de dignidad!” La degradación fue inmediata, pero él ya sabía de antemano que así iba a ser manteniendo su posición. Pero todavía más sorprendente es que ya “concentrado” en condiciones de degradación y de esclavismo en las Compañías de Trabajadores Extranjeros (CTE) del Transahariano en las inhóspitas e infernales latitudes del desértico sur argelino y tras ser atrozmente torturado -atado a la cola de un caballo y arrastrado sin piedad sobre la arena del desierto-, lo arrojan en una trinchera de unos tres o cuatro metros de profundidad dejándolo en ella hasta el día siguiente, una trinchera excavada en pleno desierto. Cuando al día siguiente vienen sus jefes torturadores y le ordenan que se ponga de pie y en posición de firme, él adopta una actitud de desprecio e indiferencia, lo que encoleriza a su comandante que saca la pistola para matarlo, pero aun así se queda totalmente indiferente ante sus amenazas. Don Victoriano Barroso termina el relato de este trágico episodio con estas palabras: “¡No me quedaba más que mi dignidad de hombre y de oficial de la Marina de Guerra española…! Y eso… ¡ni se compra ni se vende!” 

la-foto1.jpg-¿Cómo fue la fuga de Victoriano Barroso, cuéntanos un poco el transcurso de todo ello hasta llegar a establecerse, con cierta estabilidad, en el exilio?

-Como “Mi Fuga” es un relato sobrecogedor, impresionante y de indudables proporciones épicas, en el que la misteriosa naturaleza del escenario por el que transcurre la heroica y arriesgada fuga de don Victoriano Barroso -el Sahara y los macizos del Atlas- que modulan el suspense del relato, un trágico relato, con arranques líricos sobrecogedores y citas históricas y literarias que llevan a estados de ánimo muy emotivos, es preferible que el lector lo vaya descubriendo con la lectura de esta parte de las Páginas del Diario de Guerra y Exilio de don Victoriano Barroso. Como la supervivencia en un escenario tan hostil es casi imposible, especialmente cuando sus esbirros lo persiguen y lo vigilan sin cuartel, sólo diré que estuvo al borde de la muerte y que el instinto de supervivencia y una voluntad de hierro lo llevaron a un estado de animalidad del que descendió convirtiéndose de nuevo en un ser humano por un raro y fortuito encuentro: el de un joven legionario alemán llamado Hans, ya momificado, Hilda, una mecha de cabellos y un pensamiento marchito, la huella de sus labios unida con… Hans y Hilda volvían de nuevo a hallarse juntos. Pero, aunque su fuga lo llevó desde el Atlas y el desértico sur argelino hasta Orán, terminó siendo detenido cuando iba a salir hacia Casablanca (Marruecos) y de allí a Gibraltar e Inglaterra para unirse a las Fuerzas de la Francia Libre y combatir con los Aliados contra el nazismo. Ya había sido condenado a muerte y ahora también y una vez más a trabajos forzados por el Tribunal Militar Permanente de Orán. Antes lo arrojaron a los más horrendos presidios de la Argelia de entonces, Maison-Carrée, Barberousse y el más temible de todos ellos, Lambèse…, presidio del fue liberado por el general de Gaulle cuando ya se encontraba al borde de la muerte, pesaba unos 34 kg, el reconocimiento médico le dio seis meses de vida; él se salvó, otros murieron como habían pronosticado los médicos. Tras su liberación, se estableció en Orán donde contrajo matrimonio con Isabelle, una resistente clandestina desde muy joven como su madre, la Camarada Paca para la Historia, una gran figura de la resistencia en Orán de aquel entonces que escondió, protegió y ayudó a tantos republicanos españoles en el viacrucis existencial que les tocó vivir. Una heroína y una resistente que tanto amó a España y desde cuya casa, tras la liberación del Norte de áfrica, tantos republicanos españoles salieron hacia España para unirse a los maquis y combatir contra la cruel dictadura de Franco. Pero el exilio político de don Victoriano Barroso no terminaría en Orán pues, amenazado por la OAS con atentados frustrados, tuvo que salir de nuevo clandestinamente hacia Francia un 31 de diciembre de 1961. Esta vez con su esposa Isabelle y sus tres hijas. Llegaron a Lyon, ciudad donde les esperaba su suegra y madre, doña Francisca Morales, para muchos españoles y para la Historia “la Camarada Paca”. Él fijó su residencia con su familia en una pequeña ciudad de la periferia de Lyon, Saint-Priest, en la que vivió como republicano español y exiliado político hasta su muerte en 1999 y donde se le conocía como el “Patriota Resistente del Ródano”.

-Las diásporas son muy especiales y la mayoría de las veces un drama para los que las viven. ¿Qué nos puedes contar desde tu punto de vista una vez vistos, y por ti mucho, episodios como el de Victoriano?

-En primer lugar que, con la excepción del exilio intelectual hacia países latinoamericanos y del exilio hacia la Unión Soviética, la Historiografía practicada hasta bien entrados los años de la década de 1980 y la Escuela le han prestado muy poca o nula atención a la catástrofe humanitaria causada por el parcial fracaso del golpe militar fascista de 1936, posiblemente una catástrofe humanitaria sin precedentes en España, como ya he dicho antes. Y que por ello no forma parte de la Memoria histórica y de la Cultura democrática de los españoles. En segundo lugar que esta falta de atención ha sido casi absoluta en el caso de la diáspora de miles y miles de republicanos españoles y de españoles sin más por el Norte de África. Y que por eso yo me he centrado en este capítulo y en esta geografía del exilio político de tantos republicanos españoles que buscaron refugio en Argelia, Túnez, Marruecos, etc. en 1939, muy poco estudiado hasta ahora y, por descontado, muy poco o nada conocido. En tercer lugar, que don Victoriano Barroso, al igual que miles y miles de españoles, no pudo volver a pisar tierra española, una tierra que para ellos era la patria de la que habían sido desposeídos y que tanto añoraban, hasta bien entrados los años de la década de 1960 y 1970. Es un drama aún no suficientemente conocido, plagado de nombres y voces todavía ocultos en los archivos que demanda justicia. El drama de los miles de españoles que perdieron matrias y libertades, sangre y vida, convirtiéndose por la fuerza de la injusticia en exiliados, expatriados, perseguidos, emigrados y transterrados pero, como dice en el Prólogo de este libro el amigo Rogelio Blanco, todos sin tierras, es decir, “a-terrados” o, lo que es lo mismo, sin patria ni matria. Transterrados que, sin embargo, lucharon contra el fascismo y el nazismo con los Aliados de la Segunda Guerra Mundial y que, una vez desalojada la Wehrmach del sur de Francia, emprendieron como maquis una lucha sin cuartel y la Operación Reconquista o Invasión del Valle de Arán en 1944 para desalojar a Franco y poner de nuevo a España bajo el legítimo Gobierno de la República, entonces en el exilio. Sí, unos transterrados después “olvidados”, una falta de reconocimiento que convirtió la injusticia en heridas indelebles y en silencios traumáticos. Don Victoriano Barroso murió en Francia como exiliado político. Como gran patriota, siempre añoró a su querida España y a la familia que había dejado en El Ferrol y a la que había tenido que exiliarse en Brasil y que ya no volvería a ver jamás. Sólo volvió a pisar suelo español en tres o cuatro ocasiones, la primera en 1970 o 1971 - con una autorización especial que recogió en el Consulado General de España en Lyon y bajo una estricta vigilancia y un permanente control de la Guardia Civil- por motivos familiares importantes, la segunda para enterrar a uno de sus hermanos que vivía en su Ferrol natal.  

-Me parece que Victoriano era muy especial en todas las dimensiones, ¿qué nos puedes  comentar?

-Era mi amigo, pero además, al menos para mí, un hombre excepcional por su recorrido existencial y por su talla humana, al que siempre le profesé un gran afecto, una profunda admiración y, sobre todo, un inmenso respeto y una emotiva gratitud. Nunca pude comprender que un hombre como él, un hombre que podía ser mi padre, me distinguiera con su amistad. Tras mi regreso a España después de haber vivido en Francia durante catorce años, nunca, nunca en todas y cada una de nuestras conversaciones telefónicas o en todas y cada una de sus cartas dejó de preguntarme si necesitaba alguna cosa que no hubiera en España y sí en Francia para enviármela, matizando siempre “alguna cosa” con el añadido de “medicinas”, generosidad sin duda también expresión de la imagen rota y mísera de aquella España de la guerra y del franquismo de la postguerra que afloraba con su generosidad de cuando en cuando sin remedio y que tanto le dolía todavía. Es posible que su gran amistad y su gran afecto no fueran más que la forma de agradecerme los muchos gestos que, siendo director del entonces denominado Colegio Hispano-Francés de Lyon -hoy Instituto Cervantes-, tuve para con los exiliados políticos españoles de Lyon. Un Centro que puse a su disposición para sus reuniones en más de una ocasión, un centro que para ellos era un trocito de la patria española que tanto añoraban y querían, y que tanto significó para ellos.

555330_1.jpg-Una persona cuando puede dar como un repaso, como más sosegado, a su vida lo da con una claridad impresionante y este libro es más que una evidencia…. (ojalá todos podamos llegar al final de nuestras vidas con esa integridad)… Coméntanos.

-No hay que perder de vista que los seis fascículos de las Memorias de don Victoriano Barroso que se editan en este libro titulado En Nombre de la Libertad no son sino “Páginas” extraídas de su Diario de Guerra y Exilio 1936-1945, en realidad de un “Diario” que se extiende desde 1930 hasta 1992. La mayoría de estas “Páginas” las redactó en la segunda mitad de los años 1960 y a principios de 1980. Cuando él me dio a conocer algunos de los fascículos en 1985, yo le animé a que los publicara pero él siempre fue reticente por la simple razón de que, además del rubor moral, la discreción y la distancia que siempre tuvo para con su trágico recorrido existencial, él consideraba que, no siendo “un hombre de letras” (como él decía), no reunirían los requisitos necesarios para ser publicados. Finalmente y dos años antes de fallecer, decidió legármelos para que los publicara. Pero yo creo que su reticencia tenía motivos más profundos, creo que se debía, como suele ocurrir en casos de recorridos existenciales tan dramáticos, al temor a no ser creído. Él mismo llega a decir en alguno de los pasajes de sus Páginas de Guerra y Exilio que “el equilibrio moral y físico se ha ido rehaciendo lentamente y las huellas del pasado tienden a dulcificarse, sin que por ello se extingan totalmente”; y dirigiéndose a mí personalmente en el final de uno de los fascículos, llega a escribirme con su puño y letra que “estos hechos no fueron más que un pálido reflejo de una cruel y feroz realidad”. Su integridad y humanismo son de una tal dimensión que llega a dejar plasmados en uno de los fascículos de sus Memorias versos como estos: “Para vivir y amar…/ ¡Corta es la vida!/ No pierdas en el odio/ Sus minutos…/ Que ofensa que se fue…/ ¡Pronto se olvida!” O también estos otros: “¡Piensa en el ignorado…! ¡Casi sin nombre!/ Que sin la niñez ni infancia… ¡Supo ser Hombre!” Se refería a él mismo. 

dsc_0009.jpg-Otra vez ha surgido la palabra dignidad, como no puede ser de otra manera, pero es que, además de digno, Victoriano Barroso fue y se mantuvo fiel a su compromiso como marino (Oficial de la Marina) leal a la II República… ¿Cómo lo has percibido?

-Sí, se mantuvo fiel a su condición de Oficial de la Marina leal a la República hasta el final de sus días. Pues ante el ofrecimiento de la nacionalidad francesa por un Consejo Militar francés para seguir siendo capitán del Ejército francés, contestó: “¡La patria ni se compra ni se vende! ¡Soy un oficial de la Marina de Guerra española! ¡Mi patria es España! ¡Soy español y moriré siéndolo!”. Y en los actos oficiales franceses para rendir homenaje a los caídos de las dos Guerras Mundiales, don Victoriano Barroso siempre desfilaba con su uniforme de oficial de la Marina de Guerra española, -“lo hago para que los franceses no olviden que miles y miles de españoles murieron en su defensa”, dice en sus “Páginas”- y con su uniforme militar y su Bandera de la República fue incinerado un 31 de agosto de 1999. Durante largos años fue Presidente del Centro Cultural Español de la pequeña ciudad de Saint-Priest en la que residió hasta su muerte, una forma más de no olvidar y de servir a España. Fue un comunista convencido durante toda su vida que luchó por la libertad y la democracia, por los valores más universales de la Humanidad, a pesar de las atroces e inefables torturas a las que tuvo que enfrentarse. Un hombre lúcido que también en más de una ocasión de los últimos años de su vida me comentó su gran decepción no con el comunismo sino con lo que la URSS y otros muchos que se aprovecharon en beneficio propio del sistema habían hecho con él. Un estado de ánimo cuya persistencia hasta el final de su vida vino a confirmarme su hijo Víctor diciéndome que a menudo pensó que su padre “estaba triste al final de su vida debido a la deriva y desviaciones de algunos que se aprovecharon y se enriquecieron con el sistema”, añadiendo sin embargo que “habían sido necesarios hombres como él para luchar, combatir, reaccionar y sobre todo llevar esperanza en momentos negros y complicados de la Historia; vi tristeza en sus ojos con el hundimiento del partido, cuando muchos de sus camaradas cayeron militando en sus filas por defender a su país;  y que su padre “detestaba el dinero porque estaba convencido de que lo pudre todo a su alrededor”. No sólo lo sabía sino que, como también me diría su hijo después de su muerte, “dio a menudo dinero además de su tiempo y también dejó su paga para ayudar a gente que no siempre se lo merecía”, la modesta paga de pintor decorador de interiores, su profesión durante todo su exilio político hasta su jubilación. Fue un humanista de acción y reflexión, un hombre titular de la Cruz de Combatiente de Europa “en reconocimiento a sus títulos de Antiguo Combatiente y a su voluntad de servir la causa de la Unión Europea en la Fraternidad, la Paz y la Libertad” que, en más de una ocasión de los últimos años de su vida, me comentó que en Europa empezaban a soplar vientos no muy saludables y que temía que muchos derechos y libertades y las propias democracias nos fueran de nuevo cercenados por fuerzas igualmente facciosas aunque con rostros sin duda en apariencia diferentes. Proféticas palabras, ¿no? Por eso, la recuperación de la Memoria histórica no sólo es necesaria sino una obligación moral y ciudadana. Es lo que deseo, que este libro contribuya a construir más Memoria histórica, una Conciencia colectiva más justa y una Cultura democrática más responsable.

 

 

en-nombre-de-la-libertad-paginas-de-mi-diario-de-guerra-y-exilio-1936-1945-.jpg17701
En Nombre de la Libertad. Páginas de mi Diario de Guerra y Exilio (1936-1945). Victoriano Barroso. Ángel Freire (ed.)   
600 páginas       17 x 24 cms
23.00 euros
Sílex



Mi Fuga (parte 1) - Victoriano Barroso
https://soundcloud.com/ennombredelalibertad/mi-fuga-parte-1
Mi Fuga (parte 2) - Victoriano Barroso
https://soundcloud.com/ennombredelalibertad/mifuga-parte2

Este libro recoge el testimonio de Victoriano Barroso, republicano español y oficial de la Marina de Guerra española, “la voz de un vencido” ninguneada por la historiografía, callada y olvidada. Un testimonio del combate por la Libertad y la Democracia, la Fraternidad y la Paz, de un patriota y de un resistente ante la barbarie y el fascismo.

A partir de los apasionantes escritos de Barroso, su editor, Ángel Freire, teje una densa red intertextual de notas, glosas y referencias que constituyen un texto paralelo y válido por sí mismo. Texto primario y aparato crítico secundario se multiplican y fortalecen para ofrecerse al lector como un caleidoscopio, una galaxia de significantes que plasma el drama de los miles de españoles que perdieron matrias y libertades, sangre y vida. El libro que nos donan, autor y editor, contiene dos voces para un drama aún no suficientemente conocido, plagado de nombres y voces casi todos todavía ocultos en archivos que demandan justicia. El objetivo del libro es el de, como testimonio, contribuir en la  construcción de la Memoria histórica, haciendo pedagogía democrática y promoviendo una ciudadanía crítica con las actitudes antidemocráticas, en particular entre los jóvenes de las generaciones que protagonizarán la mayor parte de este siglo xxi, para que tomen conciencia de la responsabilidad que les tocará asumir y del deber moral de evitar tener que ser “hombres imperfectos aunque heroicos e irrepetibles” como tuvieron que serlo muchos de sus abuelos o bisabuelos en aquellas dos Guerras Mundiales y en aquella Guerra Civil española que asolaron Europa y España. Porque el que tiene Memoria sabe al menos quién es y dónde está, pero quien no la tiene ni sabe quién es ni está en ninguna parte.

 

_____________________________________________________________________

LA LIBRERÍA DE CAZARABET - CASA SORO (Turismo cultural)

c/ Santa Lucía, 53

44564 - Mas de las Matas (Teruel)

Tlfs. 978849970 - 686110069

http://www.cazarabet.com/lalibreria

http://ww.cazarabet.com

libreria@cazarabet.com