La Librería de El Sueño Igualitario

baena.gifCazarabet conversa con...   Arcángel Bedmar, autor de “Baena roja y negra. Guerra civil y represión (1936-1943)” (Librería Juan de Mairena)

 

 

 

 

 

Esta es una obra imprescindible de Arcángel Bedmar para entender la guerra civil en Baena, y por extensión en Córdoba y en Andalucía.

 

La contraportada del libro nos dice lo siguiente:

 

La Guerra Civil en Baena ha estado durante muchos años envuelta en mitos que se iniciaron en el mismo verano de 1936. Se propagaron incluso a través de las ondas radiofónicas por el general jefe del Ejército del Sur, Gonzalo Queipo de Llano. El franquismo se encargó de que los mitos se perpetuaran a través de una continua manipulación de la historia. Los muertos republicanos, enterrados en anónimas fosas comunes, se convirtieron en desaparecidos cuya historia se falseaba o se ocultaba. A la vez, la memoria de las víctimas de la represión republicana y de los fieles colaboradores de la dictadura franquista se honraba y se recuperaba, y se ha perpetuado tanto que sus símbolos todavía permanecen con el paso del tiempo.

La represión franquista ocasionó en Baena cuatro veces más víctimas mortales que la represión republicana. Sin embargo, con independencia de las cifras de asesinados, lo más llamativo de la sublevación militar del 18 de julio de 1936 consistió en la implantación de una violencia institucionalizada que, aunque se atenuara con el paso de los años, golpeó a buena parte de la población. El “espíritu del Movimiento Nacional” no acabó con el último parte de guerra firmado por Franco el 1 de Abril de 1939, sino que se prolongó a través de una política de la victoria en la que no cabían la amnistía, la reconciliación ni el perdón. Para los vencidos republicanos la paz fue, en el peor de los casos, la de las fosas comunes de los cementerios y, en el mejor, consistió en la resignación, el miedo y el silencio. Es verdad que la guerra la sufrieron casi todos, pero en Baena y en el resto de España la ganaron unos y la perdieron otros, y la posguerra también. Este libro, por medio de la investigación y el rigor histórico, se adentra en la realidad de aquellos años de plomo.

 

Arcángel Bedmar nació en Torrequebradilla (Jaén) y es licenciado en Historia Contemporánea por la Universidad de Granada. Colabora desde 2006 en el proyecto “Todos los Nombres. Base de datos de represaliados por el franquismo para su consulta por Internet” y figura como miembro, desde 2015, del Comité Asesor de la Cátedra de Memoria Histórica del Siglo XX de la Universidad Complutense de Madrid. El 30 de noviembre de 2013 recibió un reconocimiento por la Dirección General de Memoria Democrática de la Junta de Andalucía por su “compromiso con la historia y la memoria democrática del pueblo andaluz”. En la actualidad trabaja de profesor en el IES Juan de Aréjula de Lucena (Córdoba).

 

Ha publicado libros como República, guerra y represión. Lucena 1931-1939; Los puños y las pistolas. La represión en Montilla (1936-1944); La campiña roja. La represión franquista en Fernán Núñez (1936-1943); Desaparecidos. La represión franquista en Rute (1936-1950); Patriota era, y patriota soy. Manuel Hernández González, cabo de la Guardia Civil en Albendín en 1936; y Memoria y olvido sobre la guerra civil y la represión franquista (coord.). También mantiene un blog de temas históricos que versa fundamentalmente sobre pueblos del sur de Córdoba: arcangelbedmar.com

 

 

 

Cazarabet conversa con Arcángel Bedmar:

arcangel-(1).jpg-Arcángel, te has especializado sobre todo en investigar cómo fue la II República, la Guerra Civil y la represión en varios municipios del sur de Córdoba. ¿Qué te llama la atención de “lo local” para escribir sobre ello?

-En historia, las investigaciones locales resultan imprescindibles para extraer conclusiones de ámbito general y constituyen la base sobre la que se asientan otras historias más amplias. Lo que más me atrae de la investigación local es la utilización generosa de fuentes de investigación como el testimonio personal, y que estos estudios a pequeña escala posibilitan un análisis más pormenorizado y cercano de los hechos, las circunstancias y los personajes históricos. Empecé trabajando en historia local hace muchos años y aún me siento cómodo haciéndolo.

-Al mismo tiempo compaginas tus investigaciones con tu trabajo como profesor de secundaria en el instituto Juan de Aréjula de Lucena. ¿Cómo es hoy enseñar a los chavales historia?

-Lo fundamental es que las clases sirvan a los alumnos para adquirir, de manera comprensiva, una nociones básicas de cuál ha sido la evolución de nuestras sociedades a lo largo del tiempo. Deben entender, además, que el progreso humano no es lineal, que existen avances y retrocesos, y que todo hecho histórico suele tener sus causas y sus consecuencias, que hay que saber analizar y relacionar de manera crítica. Yo siempre suelo decir a mis alumnos que la Historia posee una función cívica fundamental, y que no es una simple recopilación de datos del pasado o un medio para aumentar nuestra erudición. La historia no debe servir solo para saber quién descubrió América y en qué año. Su función es educarnos como ciudadanos libres y conscientes, pues mientras más conocimientos tenemos de la realidad en la que vivimos y de sus bases históricas con más garantías de éxito nos enfrentaremos al mundo real. En resumen, si aprendemos de nuestro pasado evitaremos cometer los mismos errores en el presente y en el futuro.        

-En el instituto me explicaron poco o nada sobre la II República, la Guerra Civil y la represión, pues nunca llegábamos a terminar el libro. Es como si no interesase abordar estas temáticas. ¿Qué nos puedes comentar al respecto?

-Es evidente que existen personas partidarias del olvido y que no desean que se investigue la guerra civil y, sobre todo, la represión franquista. Defienden las políticas del olvido y de “no remover el pasado” porque consideran que es el mejor camino para no resucitar la revancha y el guerracivilismo y para no echar por tierra el espíritu de concordia conseguido, según su opinión, durante los años de la Transición. Sin embargo, esta llamada al olvido es muy grave por tres motivos que yo estimo básicos. El primero es que el olvido va en contra de la esencia de la historia, que es el recuerdo de nuestro pasado. El segundo motivo es que el olvido de la guerra civil y la dictadura implica que la versión manipulada que nos impuso el franquismo sobre ellas permanezca inalterable, escapando al juicio de la historia y al de los ciudadanos, como si una sociedad democrática no tuviera el derecho legítimo de enfrentarse con libertad a su pasado o fuera inmadura para hacerlo. El tercer motivo es que, si olvidamos, las víctimas y sus familiares nunca tendrán derecho a la verdad, a la justicia y a la reparación.

-Los pueblos del sur de Córdoba sobre los que has centrado tus investigaciones  ¿vivieron la República, la Guerra Civil y la represión de forma diferente a otras zonas de España?

-Su historia resultó muy similar. Pero en lo que se refiere a la represión franquista, que es lo que yo más he estudiado, pues en casi todos estos pueblos la sublevación militar triunfa el 18 de julio y no existe la represión republicana, hay episodios llamativos, de los que señalaré sólo algunos. Por ejemplo, de Montilla tenemos una de las dos fotografías que se conservan en España de mujeres rapadas durante la guerra. La foto se realizó a principios de agosto de 1936 en el patio del Ayuntamiento y en ella aparecen 19 mujeres y un hombre. En El Remolino (una aldea del municipio de Iznájar) se utilizaron tácticas de guerra colonial, se quemaron las casas de los vecinos y se mutilaron cadáveres. En Baena, se asesinó de un tiro en la nuca y de manera pública a decenas de hombres, que habían sido colocados en hileras y boca abajo en la plaza del pueblo, los días 28 y 29 de julio de 1936. En Fernán Núñez se realizó uno de los primeros fusilamientos masivos de la provincia de Córdoba, el 25 de julio de 1936, con al menos 53 víctimas identificadas. De Rute, hemos rescatado una colección de cartas a su esposa de un condenado a muerte en 1939. De Albendín, hemos conseguido publicar las memorias del comandante de puesto de la Guardia Civil, un documento vital impresionante de alguien que sufrió las cárceles de Franco desde 1936 a 1942 por su ideología republicana.  

Es curioso que algunas de estas historias locales hayan tenido poca trascendencia a pesar de su evidente magnitud represiva. En Paracuellos se fusiló a unas 2.500 personas en noviembre de 1936, y su repercusión histórica pasada y presente ha sido enorme. Si nos escandalizamos de las cifras de la matanza de Paracuellos, en una ciudad como Madrid que albergaba a más de un millón de habitantes, ¿cómo tendríamos que calificar la represión franquista en Baena, que ocasionó un mínimo de 450 víctimas mortales, en guerra y posguerra, en un pueblo que en 1940 no alcanzaba los 25.000 vecinos?

arcangel-(7).jpg-Y dentro de la propia Andalucía y de las propias provincias debe de haber diferencias. Coméntanos.

-Andalucía fue de las primeras regiones de España donde la represión de los militares sublevados comenzó a aplicarse de manera generalizada. La parte occidental quedó en sus manos desde primera hora y además se convirtió en zona de paso del Ejército de África, en el que se integraban legionarios y las tropas regulares de moros que en muchos lugares utilizaron tácticas de exterminio despiadadas, propias de una guerra colonial. Según el recuento que realizó el historiador Francisco Espinosa Maestre en 2010 en el libro colectivo Violencia roja y Azul. España 1936-1950, en Andalucía se contabilizan 47.399 víctimas mortales republicanas frente a 8.367 franquistas. En cuanto a las cifras de la represión franquista destacan, sobre todo, la provincia de Córdoba, con 11.582  víctimas, según las investigaciones del historiador Francisco Moreno Gómez; y la de Sevilla, con 12.854, investigadas por José Mª García Márquez. En esta  provincia, el delegado de Orden Público, el capitán Manuel Díaz Criado, consciente de la “limpieza” que estaban realizando, profetizó con razón: “Aquí no hay quien se mueva en treinta años”. Para calibrar los datos de estas dos provincias y el alcance de la represión que sufrieron, nos puede servir de referencia que en toda Cataluña la represión franquista causó 3.688 muertos y en el País Vasco 1.900. 

-La historia en demasiadas ocasiones se ve prisionera de los mitos y eso no es nada positivo, ¿no crees?

-El mito es una creencia que no tiene base científica. En los últimos años los mitos sobre la República, la guerra y el franquismo se han popularizado gracias a la generosa cobertura que reciben en determinados medios de comunicación, a su repercusión en las redes sociales y a la aparición de algunos escritores que con un estilo divulgativo han resucitado las mismas teorías de los antiguos historiadores oficiales del franquismo, adaptando el lenguaje y la terminología a los nuevos tiempos (ahora, por ejemplo, en sus publicaciones a los defensores de la República ya no los llaman “hordas judeo masónicas bolcheviques”, sino republicanos).

Los mitos no solo perviven entre escritores, políticos o periodistas, sino que también han arraigado en la memoria de muchas personas, que se agarran a ellos no únicamente en cuestiones históricas, sino también familiares. Recuerdo que cuando publiqué uno de mis libros, se presentó una señora en mi casa con la intención de “limpiar la memoria” de su abuelo, aunque yo en ningún momento lo había calificado de asesino ni de nada parecido. Era nieta del comandante militar de un pueblo cordobés en 1936, que había firmado el bando de guerra y se había convertido en la máxima autoridad durante la época de los fusilamientos. Esa mujer entendía que yo había tergiversado la historia y había manchado la memoria de su abuelo, sin caer en la cuenta de que fue él mismo, con su actuación, quien se convirtió en el único responsable de sus actos. La labor de los historiadores no es limpiar ni manchar memorias, sino intentar buscar la verdad a través de la honestidad intelectual y del manejo de las fuentes de información disponibles. Pues bien, a esta mujer le enseñé una sentencia de muerte firmada por su propio abuelo, y en vez de leerla, su respuesta fue que la víctima “algo habría hecho” si su abuelo, “que era muy bueno”, la condenó.  

-¿Qué podríamos hacer para atajar los mitos que aún perviven sobre los periodos históricos que tú has estudiado?

-La lucha contra los mitos de la historia es complicada. Es importante que a ella contribuyan no solo los historiadores, sino también los libros de texto, las Universidades y las administraciones públicas con políticas adecuadas, como pueden ser la creación de centros de interpretación, el apoyo a publicaciones históricas serias y rigurosas y la emisión de programas y documentales en los que se aborden estas temáticas. La eliminación de las simbologías públicas antidemocráticas también es muy aconsejable. En Cabra, por ejemplo, un colegio lleva el nombre de Ángel Cruz Rueda, que presidió la Comisión Depuradora del Magisterio Nacional en Córdoba entre 1937 y 1939 y que abrió expedientes a cerca de 600 maestros, sin que el propio centro ni la Administración educativa hayan tomado de manera contundente cartas en el asunto a pesar de que son conocedores de ello desde hace muchísimos años. Que alguien me diga cómo le explicamos a un alumno de ese centro, y a la sociedad en general, que lo que hizo ese señor es merecedor de tal distinción.    

arcangel-(2).jpg-¿Cómo se vivió, en términos generales, la República en los pueblos investigados por ti en el sur de Córdoba?

-La República aparece como una época de reformas que van a encontrar la férrea oposición de determinados sectores políticos, sociales y económicos. Leyes republicanas como la del Laboreo Forzoso, que obligaba a los propietarios a dar ocupación según el tamaño de sus fincas se convertirán en fuentes de conflictos por la negativa de los patronos a cumplirla. Por otro lado, contribuye a la tensión social la estructura de la propiedad y la existencia de enormes masas de jornaleros sin tierra y con míseras condiciones de vida, que trabajaban pocos meses al año en una época en la que no existían seguros sociales y subsidios de desempleo. Sin embargo, la II República no resultó muy diferente a otros periodos históricos en lo que a inestabilidad social y política se refiere. En la provincia de Córdoba hubo más conflictos sociales en los primeros meses de 1919, en pleno reinado de Alfonso XIII, que en los de 1936. Apurando la respuesta, sí he de señalar que en las localidades que yo he investigado la causa de la guerra civil no estuvo desde luego en la República, sino en la sublevación militar del 18 de julio de 1936. 

-Una Guerra Civil que fue especialmente virulenta y represiva. Recordar las proclamas de Queipo de Llano pone los pelos de punta…

-Dos meses antes del golpe de Estado, las instrucciones secretas del “director” de la conspiración, el general Emilio Mola Vidal, a los otros militares implicados ya eran muy claras y no dejaban lugar a dudas: la acción habría de ser en “extremo violenta” y tendrían que aplicar “castigos ejemplares”. Las proclamas del general Queipo de Llano, general jefe del Ejército del Sur, llamando al exterminio o a la violación de mujeres republicanas, siguen por tanto la línea marcada por Mola, quien también defendió eliminar “sin escrúpulo ni vacilación” a todos los que no pensaran como ellos. Asimismo, el general Franco, en su bando de guerra del 18 de julio de 1936, exigía “inexcusablemente que los castigos” fueran “ejemplares” y que se impusieran “sin titubeos ni vacilaciones”. Diez días después, en una entrevista periodística, respondió que estaba dispuesto a conseguir sus objetivos “al precio” que fuera, aunque tuviera que fusilar a media España.

Todos estos mensajes que incitaban a la represión se pronunciaron por altas autoridades militares que desde que se proclamó el bando de guerra tenían el poder absoluto, sobre la vida y la muerte, en los territorios que controlaban. Palabras de ese volumen de violencia verbal es difícil de encontrar entre los militares republicanos. Quizás eso explique que cuando he recopilado testimonios orales en los pueblos, todo el mundo se acordaba a la perfección de los nombres de los militares locales, normalmente miembros de la Guardia Civil, y de su papel activo en la represión.

-La represión se desató desde un primer instante y debió prolongarse sin compasión. Explícanos cómo se investiga la represión en pueblos donde debe de imperar el silencio y el olvido.

-En efecto, la represión comenzó el mismo 18 de julio de 1936, tiene su punto culminante de “terror caliente” en el verano de ese año y de nuevo volverá a manifestarse de forma virulenta nada más acabar la guerra el primero de abril de 1939, cuando regresaron a sus casas las miles de personas que habían huido a zona republicana. La represión se prolongó tanto en el tiempo que en Montilla, un pueblo con unos 20.000 habitantes donde la sublevación había triunfado el 18 de julio de 1936 y ya se había fusilado al menos a 118 personas durante la contienda, después de la guerra se fusiló a otros 15 vecinos, se encarceló al menos a 239, seis murieron en las prisiones, ocho en el campo nazi de Mauthausen y al menos otros 200 sufrieron otras formas de represión (presos en campos de concentración, batallones de trabajadores, batallones disciplinarios de soldados trabajadores, depurados, etc.).

Para mis libros he entrevistado a muchísimas personas (para el de Montilla, a más de sesenta) y he hallado en contadas ocasiones reticencia a hablar del pasado. Si alguien consulta mis libros o mi blog observará que varias de las historias que narro se basan en testimonios orales. Es decir, las víctimas no quieren olvidar su historia, quieren que se sepa la verdad. Eso de que hay que olvidar el pasado es un discurso político que poco tiene que ver con la realidad. Otra cuestión es que haya determinados sectores de la población, movidos por intereses políticos o familiares, a los que la historia de estos hechos no les sea rentable o aconsejable.

Es un error identificar el olvido con la reconciliación y es un error creer que asumir nuestra historia supone levantar viejos enfrentamientos. Una sociedad no puede pretender que existe reconciliación cuando hay temas que aún son tabú o cuando permite que existan decenas de miles de compatriotas enterrados en las cunetas. La verdadera reconciliación no se conseguirá con el olvido y la ocultación, sino cuando le quitemos la sábana a los fantasmas del pasado.   

arcangel-(3).jpg-Durante el franquismo se construyó una historia manipulada, hasta que trabajos como el tuyo o los de otros historiadores rompen con todo y poco a poco ponen los puntos sobre las íes. ¿Qué opinas?

-Libros como los míos no ponen los puntos sobre las íes, porque la historia siempre es revisable en función de nuevos descubrimientos, pero sí es verdad que han servido para que la población pueda acercarse con fiabilidad histórica a lo que ocurrió durante aquellos años. Mis libros son como cualquier otro libro de historia, pero su interés reside en que tocan unos temas que interesan todavía a buena parte de la población porque forman parte de su memoria reciente. De hecho, las presentaciones han sido multitudinarias y se han convertido en los libros más vendidos, con varias ediciones editadas, en todas las localidades de las que me he ocupado. 

Antes de escribir mi primer libro, el de Lucena en el año 1998, yo llevaba pocos años viviendo en la ciudad y había escuchado alguna vez que en la guerra civil no había ocurrido nada. Mi sorpresa fue mayúscula cuando a través de una letra antigua de carnaval aparece un nombre desconocido para mí. Indagando, una señora me dijo que lo habían fusilado junto a su hermano. La curiosidad me llevó a seguir investigando y acabé escribiendo un libro, así que para muchas personas Lucena pasó de pronto de ser una ciudad en la que durante la guerra no pasó nada a convertirse en un lugar, contando a las dos aldeas, en el que se habían fusilado al menos a 122 personas. Ese es el valor de mis libros, y el de cualquier libro de historia, sacar a la luz lo que estaba oculto y en verdad ocurrió.

-Los republicanos sintieron la represión en carne viva, luego fueron golpeados por la mentira y el silencio. ¿Cómo se vive con eso?

-En su momento se vivió de forma muy traumática, igual que en cualquier conflicto bélico en el que hay víctimas. Aunque la represión física y de los derechos más elementales fue la más llamativa, también funcionó una represión cotidiana que condenó a la marginación social, laboral y familiar a una buena parte de la población. Muchas familias quedaron desestructuradas, con los varones muertos o en las prisiones, al cargo de mujeres cargadas de hijos. Cuando hablamos de represión siempre pensamos en los fusilamientos y en las cárceles, pero existen otras formas sutiles de hacer daño que causan un dolor profundo y traumático en las personas, como he podido comprobar de manera continua en mis entrevistas. Me refiero a casos como el de la mujer que debía aceptar chantajes sexuales para salvar a un familiar condenado o para obtener alimentos para sus hijos.

El trauma originario de la guerra se ha atenuado con el paso de los años, sin embargo muchas personas aún mantienen el recuerdo de lo que ocurrió porque esas historias las han escuchado en su casa desde que nacieron y forman parte de su identidad familiar. Sin embargo, y esto es digno de resaltar, ese recuerdo no se traduce en el resurgimiento de viejos odios ni reabre heridas, sino que las cierra. En la inmensa mayoría de las familias que yo he entrevistado he encontrado mucha humanidad, no hay rencor ni deseos de venganza. Su único objetivo es que se sepa la verdad de lo que les pasó a sus seres queridos. En ese término, la verdad, insisten sobremanera casi todos ellos. De hecho, muchísimas familias aún buscan saber qué les sucedió a sus antepasados presos o fusilados, y en ocasiones las he ayudado con éxito a encontrar información. Como es de imaginar, cuando esto ocurre su agradecimiento es infinito y esa es una de las mayores satisfacciones que siento como historiador.  

arcangel-(4).jpg-¿Podrías citar algún episodio relativo a la memoria histórica que te haya impresionado de los pueblos que has investigado?

-Habría muchas historias por contar, pero para ser breve me quedaría con una. El 1 de diciembre de 2001 presenté mi libro sobre Montilla. Entre otros muchos familiares de represaliados montillanos venidos de diversos lugares, asistieron los hijos de los hermanos Juan y Manuel González León, fallecidos en el campo de exterminio nazi de Mauthausen, en Austria, en 1941 y 1942. Los familiares llegaron, tras pasar la noche en el tren, desde Barcelona, adonde habían emigrado en los años cincuenta del siglo pasado. Nunca olvidaré lo que me dijo aquel día, nada más verme, una de las hijas de Juan González: “Hoy hemos venido a enterrar a mi padre”. Para muchos familiares de represaliados, unas simples hojas de papel pueden llegar a sustituir, de manera simbólica, a una tumba. Ya que no sabían dónde reposaba su cadáver, al menos ahora existía un libro en el que aparecía su nombre, su foto y su historia. Por fin poseían algo material que perpetuaba la memoria de sus seres queridos. Era evidente que, para bastantes familiares de víctimas mortales de la represión franquista, la presentación del libro se transformó aquel día en una ceremonia de duelo público que nunca antes habían podido realizar.

-Háblanos de tu proceso de investigación. ¿Cómo es tu metodología de trabajo?

-Mi metodología es la misma que utilizaría cualquier investigador. En principio consulto la bibliografía que existe y después utilizo los archivos locales, que en algunas localidades, como Lucena, no contienen documentación de estos años porque fue destruida en los años setenta. Resulta muy importante la consulta de la prensa, la revisión de la correspondencia municipal de entrada y salida, los libros de cárcel (que normalmente están desaparecidos o se refieren solo al final de la guerra), los libros de actas de los plenos de los ayuntamientos, los libros de cementerio, los libros de defunciones del Registro Civil, etc. En la actualidad, una fuente imprescindible, abierta a los investigadores hace relativos pocos años, es el Archivo del Tribunal Militar Territorial II de Sevilla, donde se conservan decenas de miles de expedientes de consejos de guerra incoados a los republicanos. Por último, es muy importante el uso de la historia oral, ya que nos ofrece una información que no se puede obtener a través de otras fuentes históricas.

-¿Por qué es tan importante el testimonio oral en la historia local?

-El testimonio oral es vital para reconstruir lo que ocurrió en aquellos años. Hay facetas de la represión, como son las torturas, el expolio de bienes o los abusos sexuales que no suelen aparecen en documentos escritos y que sólo se pueden reconstruir con los testimonios de los supervivientes. Aparte, cualquier dictadura siempre va a intentar ocultar los desmanes cometidos por los suyos, y en esto el franquismo no fue una excepción, así que las entrevistas personales completan o corrigen lo que obtenemos a través de la documentación escrita.

Otro campo dependiente del testimonio oral es el de la contabilidad de las víctimas mortales de la represión. Muchas víctimas republicanas se quedaron sin inscribir en los libros de defunciones de los registros civiles, así que hemos podido recuperar su identidad a través de familiares o de testigos de los hechos. Sirva de muestra que de los 49 fusilados que hemos podido encontrar en Rute, 33 se han obtenido a través de testimonios orales, en Montilla 40 de 118, en Lucena 53 de 122, en Iznájar 32 de 60, en Nueva Carteya 40 de 71, y así sucesivamente. El día en que no podamos contar con los recuerdos y los testimonios de los testigos de los hechos perderemos siempre la posibilidad de conocer las cifras verdaderas de la represión que trajo consigo el golpe de Estado del 18 de julio de 1936. Los partidarios de “no remover el pasado”, en consecuencia, deberían reflexionar sobre el enorme daño que causa al conocimiento histórico el “olvido” de las cuestiones relativas a la investigación de la violencia durante la guerra civil y la posguerra.    

arcangel-(5).jpg-¿Nos puedes informar sobre en qué estás trabajando en la actualidad?

-Me dedico fundamentalmente a mi blog (aracangelbedmar.com), donde continuo publicando historias de pueblos del sur de Córdoba, en su mayoría relativas a la represión, tema del que tengo mucha información recopilada que no ha visto la luz. En este momento me siento cómodo escribiendo en el blog, pues me permite publicar pequeñas historias con inmediatez, sin necesidad de esperar a tener el material suficiente para completar el volumen de un libro. El blog también me posibilita actualizar de manera instantánea los datos que aparecen, sobre todo las cifras de la represión, que varían continuamente en función de nuevos testimonios o investigaciones. Últimamente he publicado bastante material inédito, como los escritos y los documentos del juez militar de Baena en 1939 y 1940. Gracias a esta documentación hemos podido aumentar en casi cien, de 125 a 224, el número de presos de la posguerra en el pueblo, a los que también les hemos puesto nombres y apellidos.

-Países como Sudáfrica, después de experiencias traumáticas, han sabido poner mejor punto de sutura en las heridas que nosotros. ¿Cuál es tu opinión?

 -Las comisiones de la verdad, como la de Sudáfrica tras el apartheid, han sido positivas porque contribuyen a la reconciliación, y podría ser también una experiencia aconsejable para España. De hecho, allí no se ha insistido tanto en condenar a los culpables de violaciones de derechos humanos como en que reconocieran sus culpas ante la sociedad.

En España, en los últimos años distintos organismos de la ONU nos han indicado, de manera clara, los caminos para cerrar las heridas y conseguir verdad, justicia y reparación. Han advertido al Gobierno español que no puede escudarse en la Ley de Amnistía de 1977 para no investigar los crímenes del franquismo ya que la tortura, las ejecuciones sumarias y la desaparición forzada pueden constituir crímenes de lesa humanidad, que son imprescriptibles. Es decir, que no vence la obligación del Estado de investigar y sancionar a los responsables. También estos organismos han conminado en numerosas ocasiones a España a atender a las víctimas del franquismo, a elaborar un plan nacional de búsqueda de los desaparecidos y a disponer una partida presupuestaria para la localización y exhumación de los miles de fusilados que aún permanecen enterrados en fosas comunes, ya que el Gobierno ha derogado de hecho la llamada ley de memoria histórica al eliminar todas las ayudas económicas previstas en la norma para la apertura de fosas. Como he dicho al principio, el camino está bien señalado por la ONU, solo hace falta voluntad para andarlo. Esto no es una cuestión política, sino de derechos humanos.    

 

 

 

 

baena.gif2285
Baena roja y negra. Guerra civil y represión (1936-1943). Arcángel Bedmar
327 páginas
19,00 euros
Juan de Mairena

 

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Índice

 

Introducción

 

1.    LA SUBLEVACIÓN

2.    LA COLUMNA DE SÁENZ DE BURUAGA

3.    LA VENGANZA DEL CONVENTO DE SAN FRANCISCO

4.    BAJO EL MANDO MILITAR GOLPISTA

 

Otras víctimas de la represión republicana

Los bombardeos

La aldea de Albendín

Los huidos

La política municipal

Una persona de orden: el brigada Fidel Sánchez 

 

5.    LA POSGUERRA

La maquinaria judicial

Los presos

Los condenados a muerte

La miseria

La guerrilla

El exilio

La política filonazi

 

 Conclusiones

 

ANEXOS

 

1. Militantes de la Falange antes del 18 de julio de 1936

2. Derechistas y guardias civiles atrincherados entre el 18 y el 28 de julio de 1936

3. Mandos de la Falange (1937-1943)

4. Alcaldes y concejales franquistas (1936-1962)

5. Alféreces provisionales en el Ejército franquista durante la guerra civil

6. Muertos por bombardeos de la aviación republicana

7. Soldados del Ejército franquista y paisanos muertos en los frentes o en acciones de guerra.

8. Personal civil y derechistas heridos (julio-agosto de 1936)

9. Víctimas de la represión republicana

10. Víctimas mortales de la represión franquista durante la guerra

11. Víctimas mortales de la represión franquista en la posguerra    

12. Soldados del Ejército republicano muertos en los frentes y refugiados republicanos fallecidos en acciones de guerra

13. Presos en batallones de trabajadores y batallones disciplinarios de soldados trabajadores

14. Presos en campos de concentración

15. Presos en las cárceles en posguerra

16. Peticiones de informes de los jueces militares

17. Vecinos sujetos a expedientes de incautación de bienes y de responsabilidades políticas. 

18. Sentenciados a pena de muerte

19. Miembros de los tribunales militares

20. Cuadro global de víctimas de la represión franquista

 

Notas

Fuentes y bibliografía

 

 

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