La Librería de El Sueño Igualitario

9788416783243-500x500.jpgCazarabet conversa con...   Antonio Rubira León, autor de “1931-1936. República y Revolución. El movimiento obrero y sus partidos. Teoría política aplicada” (Laertes)

 

 

 

 

 

Antonio Rubira León nos describe.  En este libro basado en su tesis,  cómo fue el movimiento obrero y sus partidos  se adentraron  en la teoría política aplicada a partir de la proclamación de la Segunda República en 1931 y hasta el estallido de la Guerra Civil Española en 1936 a raíz y como consecuencia del golpe de Estado.

La sinopsis del libro:

Entre 1931 y 1936 se produce el mayor número de huelgas laborales, económicas y políticas de la Historia de España, donde las movilizaciones obreras alcanzan en amplitud y profundidad todos los sectores productivos. La afiliación a partidos obreros y a sindicatos —con circulación de prensa y propaganda revolucionaria—, incorpora millones de trabajadores a luchas reivindicativas en un permanente enfrentamiento con la patronal, la Guardia Civil y los diferentes gobiernos republicanos.
En el tratamiento de la teoría de Marx y sus aplicaciones prácticas, ha primado la propaganda sobre el rigor analítico. La práctica totalidad de estudios sobre la actuación de los partidos obreros han sido normalmente realizados para exponer —cuando no justificar— el comportamiento político y los puntos de vista de cada uno de ellos. Existen múltiples y variadas obras sobre la intervención de cada una de estas organizaciones en dichos acontecimientos. Son muchas menos las realizadas sobre una exposición crítica respecto de sus presupuestos ideológicos. Pero no hay ninguna que aborde al mismo tiempo el comportamiento de todas ellas respecto de los mismos planteamientos teóricos y su actuación simultánea.
Para entender los motivos por lo que la Guerra Civil se realiza por medios exclusivamente militares por parte de los partidos obreros mayoritarios, en lugar de utilizar los métodos y objetivos revolucionarios que realizan los trabajadores a través de sus sindicatos desde el 19 de julio, es imprescindible examinar el comportamiento de la clase obrera desde 1931 en paralelo a la evolución e intervención política de las organizaciones marxistas.
No es posible entender ni el estallido de la Guerra Civil ni su evolución y desenlace, sin examinar la actuación del movimiento obrero y sus partidos durante el período republicano anterior.

El autor, Antonio Rubira León:

Antonio Rubira León es Licenciado en Historia —con la especialidad en historia contemporánea de España— y Doctor en Ciencias políticas, ambas por la UNED. Ha centrado sus investigaciones en el análisis comparativo entre la teoría política de Marx y la aplicación práctica que sus diferentes expresiones organizadas han llevado a cabo: socialismo, comunismo y estalinismo. El estudio sobre la intervención política del partido bolchevique en la Revolución rusa y la III Internacional hasta 1922, y la realizada posteriormente por el estalinismo —especialmente en la Segunda República y la Guerra Civil española— constituye el análisis de su tesis doctoral, «Marxismo y estalinismo en la acción política de la Segunda República española 1931-1936. Teoría y práctica» en que se basa este libro.

 

 

Cazarabet conversa con Antonio Rubira León:

-Antonio, ¿qué es lo que te ha hecho escribir este libro, también tesis sobre el movimiento de los obreros y de sus partidos?; preguntado de otra manera, ¿qué te inspiró a estudiar e investigar sobre este tema y estas cuestiones y no hacerlo sobre otras consideraciones?

-En primer lugar, la necesidad de profundizar en el conocimiento de una situación revolucionaria con múltiples enseñanzas para la clase trabajadora hoy en día, que desgraciadamente la bibliografía mayoritaria ha soslayado sistemáticamente. En segundo lugar, analizar las causas políticas que provocan que desde el 19 de julio  hasta septiembre de 1936 en la mayor parte de las grandes ciudades españolas y amplios sectores agrarios, los trabajadores tomen las armas constituyendo Comités Obreros y Milicias Armadas para hacer frente al golpe de Estado. Si tenemos en cuenta exclusivamente las dos versiones mayoritarias de los acontecimientos – Apoyo golpista o defensa de la República liberal- no se puede entender dicho comportamiento revolucionario, que lejos de ser de apoyo explícito a dicha República, es una actuación independiente con planteamientos socialistas y no liberales, a la que no se suman ni el PCE ni el PSOE, sino que se hace a través de los sindicatos UGT y CNT. El porqué de esta contradicción, siempre me ha interesado para profundizar en sus causas.

-Y los relacionas a ellos, ya no tan solo directamente en sus reivindicaciones y luchas, también en su “adentramiento” en la política y en su práctica, ¿por qué?

-En una situación revolucionaria donde la clase obrera es la protagonista, sus luchas y reivindicaciones tienen un límite sindical que precisa de posiciones políticas. Por muchas huelgas que se hagan, incluso ganadas a la patronal -como la primavera de 1936-, sin el impulso de los partidos obreros no puede dar el “salto” en cambiar la sociedad, que es lo que implícitamente está buscando la clase obrera movilizada contra un sistema económico –el capitalismo- que no puede dar respuesta a sus demandas. Por el contrario, en dicha actuación, la burguesía siempre utiliza los resortes del Estado para combatirla, de ahí la importancia de la actuación política de las organizaciones obreras.

-¿Cómo era ,cómo fue hacer o intentar hacer la revolución en tiempos de cambios tan importantes y a todos los niveles en un Estado que pasó, de la noche a la mañana, de ser una Monarquía a una República?

-Ahí está la contradicción de la época. En 1931, solo busca la revolución el anarcosindicalismo, es decir, la mitad del movimiento organizado. Sin embargo, las esperanzas depositadas en que la República mejore las condiciones de vida de la clase obrera –que es quién más se moviliza para su llegada en 1930-, no solo no lo consigue estando en el Gobierno el PSOE, sino que la clase dominante lo rechaza y es lo que provoca –junto a la crisis estructural del sistema económico internacional-, que se sume el resto de la clase obrera en las movilizaciones conjuntas UGT-CNT desde 1933. La incapacidad de la República liberal y sus reformas para mejorar la vida de los trabajadores, unido a la resistencia de la patronal, hace del movimiento obrero el sujeto político que la cuestiona así como al propio sistema económico.

-¿Qué factores delatan la revolución en tiempos de la Segunda República?

-En primer lugar, las condiciones de vida y de trabajo de la clase trabajadora en medio de profunda crisis capitalista, pero simultáneamente, un proletariado revolucionario en la CNT que provoca un grado de organización y conciencia – al  que se suma luego la UGT y por lo tanto repercute en un sector del PSOE-, que,  antes de plantear hacer ninguna revolución, choca con los intereses de la oligarquía económica. Esto provoca una lucha de clase no solo sindical sino también política, que sobrepasa las capacidades parlamentarias, como reconoce Largo Caballero en 1933-1934, asumiendo la imposibilidad de hacer reformas desde el gobierno que se cumplan por parte de los empresarios.  Por otro lado, las reticencias de una clase dominante donde la Iglesia y el Ejército dominan la sociedad como en  el siglo XIX, unido a la influencia del fascismo internacional, que es la respuesta de la burguesía al movimiento revolucionario de los trabajadores como se vio en Italia y Alemania.

-Cuando terminas este estudio e investigación—haces una horquilla temporal del 31 al 36--…el estado se ve sacudido por un Golpe de Estado y el estallido de una guerra, pero también por la revolución de los anarcosindicalistas. Una revolución en tiempos de guerra…a muchos les extraña, pero da la impresión que los anarquistas esperaban cualquier circunstancia para poner en marcha sus ideales e ideas, ¿qué nos puedes reflexionar al respecto?

-En efecto, los anarquistas buscan desde el principio la revolución, sin embargo, sus tácticas y estrategias con insurrecciones mal organizadas de 1931 a 1933 no tienen más resultado que la represión del Estado. Sin embargo, la revolución del verano de 1936 es también compartida por grandes sectores de la UGT, que se suman conjuntamente en los Comités obreros que toman el control de fábricas, transportes, campos y servicios. Es la experiencia de la fracasada huelga general de 1934 –solo actuando como “frente único” UGT-CNT  en Asturias quien hace la revolución y la Comuna-, pero no en el resto del país. Sin esta experiencia general y la brutal represión del Estado en octubre de 1934,  no es posible entender la espontaneidad revolucionaria al margen de las propuestas del PSOE y el PCE en julio-agosto de 1936. No obstante, como dice Engels, las revoluciones son procesos “objetivos” al margen de las voluntades “subjetivas”. Todo el proceder político de las luchas del movimiento obrero y el contrarrevolucionario de la clase dominante – explícito en 1934 y 1936, que solo ve a posibilidad de controlar la sociedad dando un golpe de Estado-, es lo que provoca una situación revolucionaria que no está programada.

-Un Estado---vuelvo al Estado que recibió la República--, además, infiltrado en muchos niveles por el “poso”  que dejaba la Iglesia desde los púlpitos, la utilización que se le quería dar a la mujer---por debajo del hombre y a su sombra-- , un país todavía muy infiltrado por el analfabetismo o por una educación a la que tenían acceso en según qué niveles solo los burgueses y los más adinerados…¿qué nos puedes decir?

-Que son las características de un país atrasado –como muchos de los que vemos hoy  en el mundo y no solo en los atrasados- donde las periódicas crisis estructurales del sistema capitalista –años 30 y hoy- no permiten  aumentar y mejorar las condiciones de vida de los trabajadores, ni la educación ni la sanidad, ni la liberación de la mujer.  Sin embargo, en la España de los años 30, este subdesarrollo cultural producto del atraso económico, tiene paralelamente una clase obrera con alto desarrollo organizado y conciencia de clase, que al igual que en la revolución Rusa, cuestiona el sistema capitalista en fase de desarrollo intermedio. El Estado y el Gobierno, que siempre representan la organización de los intereses de la clase dominante, a diferencia de los años de posguerra europea  –por otras circunstancias internacionales- puede ofrecer mejorar a la clase trabajadora . Por el contrario,  en los años treinta no se dan por su crisis estructural. En definitiva, la clave está en la actuación del movimiento obrero.

-Tú le das un peso una mirada especial en tu investigación al marxismo ortodoxo: ¿por qué? ; ¿Qué cambios, qué ideas aportaban éstos respecto a otras fuerzas como los anarcosindicalistas que, particularmente en el Estado Español, tenían mucha presencia?

-La comparativa analítica de la actuación de los partidos obreros –todos con raíz marxista- con su base teórica original en las ideas revolucionarias de Marx, pone de manifiesto la incapacidad del “marxismo reformista” de la socialdemocracia que no cuestiona el capitalismo ni en sus crisis orgánicas –como vemos hoy la crisis internacional de la socialdemocracia europea en época de una nueva crisis estructural del capitalismo-. Por el contrario el “marxismo” de Marx –que no del estalinismo-, es la lucha por la transformación socialista de la sociedad. En este sentido, más que los programas y los objetivos de las organizaciones marxistas, lo que pone encima de la mesa la posibilidad de transformar el capitalismo en la España de los años 30, es la actuación de la clase obrera, especialmente en octubre de 1934, la primavera de 1936 y sobre todo el verano de 1936. Y es ahí, donde las tácticas y estrategias del PSOE y el PCE no solo no están por la revolución socialista  -aunque lo digan retóricamente- sino que su posición política es en contra. Por otra parte, mientras Marx –y los bolcheviques en la revolución Rusia de 1917-, consideran necesario la toma del poder de la clase obrera transformando el Estado capitalista en Estado Obrero, el anarquismo está en contra de ningún Estado –ni obrero ni burgués- por lo cual, a pesar de tener el control casi absoluto de las armas, las fábricas y los transportes en Cataluña el verano de 1936, no plantea en ningún momento la toma del poder político, es decir el control del Estado.

-Catalunya en todo esto de las revueltas, de las reivindicaciones obreras, manifestaciones a pie de calle…siempre ha marcado un antes y un después, ¿por qué lo crees así---bueno si es que lo ves así--?

-Es así. En primer lugar, por la composición obrera industrial, al ser el motor económico del Estado español con la incorporación al capitalismo en el siglo XIX –junto con Vizcaya-. Y en segundo lugar, por la preponderancia de un sindicalismo revolucionario –CNT-,  a diferencia del sindicalismo reformista –UGT- que está más implantado en Madrid y resto del país con un menor desarrollo económico. Aquí las raíces históricas también son políticas, pues siendo Barcelona la ciudad donde su funda la UGT, se traslada a Madrid la dirección al calor del reformismo del PSOE dejando el hueco de luchas industriales al anarcosindicalismo.

-¿Entre los partidos y formaciones obreras había una retroalimentación o más bien y según cómo se podía hablar de una “competencia”?

-En efecto, como expongo en el primer capítulo, aunque las raíces son comunes de todos los partidos obreros –el marxismo- la diferencia  en los objetivos y programas –que determinan las tácticas y las estrategias- se dividen entre el marxismo revolucionario –OCE-ICE y BOB-POUM- el marxismo reformista –PSOE- y el estalinismo –PCE, que en teoría defiende el primero pero actúa como el segundo, sobre  todo de 1934 a 1936-. Esto lleva a una disputa entre ellos respecto a la intervención en el movimiento obrero. Por su parte, el anarquismo plantea ser “apolítico” y basa su fuerza y actuación en el terreno sindical –CNT- al que la FAI, lejos de dotarle de una estrategia política de conquista del poder, lo orienta en la “acción directa” y el “comunismo libertario”  que lleva a la “autogestión”, sin tener en cuenta que el Estado (Burgués) o lo conquistas o te somete en una situación revolucionaria

-Aún con las diferencias, en su contenido y continente; aún en los contrastes entre sus dirigentes surge el Frente Popular. Eso sí que puso en alerta a la derecha, a la Iglesia, a muchísimos sables… ¿qué crees?

-Así es. Pero no tanto por el programa político y económico del  “Frente Popular”, que es el  gobierno de la burguesía liberal, sino por el temor al comportamiento del movimiento obrero –como se demostró posteriormente de marzo a julio-. Es decir, el Frente Popular busca restablecer las reformas del primer bienio cuando la lucha de clases lo ha superado, tanto por las demandas obreras –y su propia experiencia-, como por el reagrupamiento organizativo de las derechas que le hacen frente.

-La influencia en aquellos años de la URSS debía ser enorme, numerosos políticos iban y venían a Moscú y a sus principales ciudades como a “tomar nota”, aunque no todos venían convencidos…

-La URSS representa a nivel internacional la alternativa socialista al capitalismo, por lo tanto, en la situación de crisis de los años treinta es vista como la principal referencia para el movimiento obrero del país que hizo la revolución. El hecho de tener una economía nacionalizada y planificada –a pesar de la dictadura militar eliminado el poder de la clase obrera en los soviets- desarrolla las fuerzas productivas y no existe desempleo. Sin embargo, la política del estalinismo en la esfera internacional es la realización de tácticas y estrategias contrarias al partido bolchevique en Rusia y en los primeros cuatro primeros congresos de la Internacional  Comunista bajo la dirección de Lenin  hasta 1922. Tanto rechazando el “frente único” de división con la socialdemocracia, como apostando por el “frente popular” de unidad interclasista con la burguesía liberal. Ambas políticas del estalinismo son una negación de principios respecto de Marx y el bolchevismo que van encaminadas a evitar luchar por la revolución socialista, como demuestra su actuación desde 1934 y sobre todo el verano de 1936.

-De URSS también viene y llega con fuerza la idea de los trotskistas y aparece el POUM y, con el tiempo, el escarmiento que se les da a muchos de ellos, como su principal referente Andreu Nin

-La referencia trotskista con Nin a la cabeza es en la OCE (luego ICE) hasta 1934, pero el peso de la URSS deja a los grupos trotskistas a nivel internacional  como sectores de activistas y “cuadros” que no pueden competir con los “aparatos” de los partidos comunistas oficiales que siguen la política del estalinismo en Moscú. Y a pasar de que Nin opta por constituir en 1935 el POUM con el BOC de Maurín –que no es trotskista ni defiendo al estrategia de Trotsky ni política ni organizativamente-, es brutalmente represaliado por el estalinismo en 1937, al acusar éste de trotskista a todos los comunistas anti-estalinistas. La referencia de Trotsky es la alternativa política más desarrollada contra el estalinismo desde el  campo comunista, pero fundamentalmente en capas de activistas pues la militancia del PCE apenas debate de política sino que la dirección les orienta en la movilización considerando que hacen lo mismo que los bolcheviques. La creación del POUM –comunismo antiestalinista pero no trotskista- y sus tácticas y estrategias no son las de los bolcheviques, por lo que quedan en una posición minoritaria.

-Háblanos querido amigo del proceso y tareas de investigación, estudio, documentación que, presumimos, apasionantes como mínimo, ¿qué nos puedes decir?

-Para hacer este trabajo, en primer lugar he necesitado estudiar las bases teóricas originales de Marx y Engels – y no lo que se escribe sobre Marx y Engels-. De la misma forma, ha sido imprescindible hacer lo propio con Lenin y la actuación bolchevique. Simultáneamente, basarme para analizar la actuación de los partidos obreros en lo dicho y hecho por ellos mismos. Por último, el estudio de sus propios medios de difusión fundamentales, libros y memorias –además de la bibliografía básica sobre los acontecimientos de grandes historiadores-, abordar y dar a la luz múltiples actuaciones de la clase obrera que no recogen la mayor parte de los libros sobre los años treinta. Ha sido una labor ardua, pero muy esclarecedora y  gratificante

-Después de esta tesis que tiene forma en nuestra manos de libro, amigo Antonio, ¿nos puedes decir si ya estás investigando en algo, nos puedes dar alguna pista?

-En este momento estoy preparando un ensayo sobre la relación entre Filosofía e Historia en torno a la vigencia del Materialismo Dialéctico en el siglo XXI. Estoy estudiando, además de las obras fundamentales de la filosofía marxista, la historia de la ciencia y de la filosofía para vertebrar las grandes ideas a través del pensamiento. Desde Heráclito, pasando por Hegel hasta Marx, como línea de continuidad de las ideas más avanzadas en la comprensión de la realidad a través del movimiento y cambio de la historia. Es decir, analizar la dialéctica aplicada a la situación del capitalismo actual, su crisis y su alternativa.

-Por cierto, ¿cómo ha sido trabajar con Laertes?

-Un hallazgo del que estoy muy agradecido por su atención, además comprobar su seriedad y rigor.

 

 

 

 

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1931-1936. República y Revolución. El movimiento obrero y sus partidos. Teoría política aplicada. Antonio Rubira León   
566 páginas         15,5 x 23 cms.
19.50 euros
Laertes



Entre 1931 y 1936 se produce el mayor número de huelgas laborales, económicas y políticas de la Historia de España, donde las movilizaciones obreras alcanzan en amplitud y profundidad todos los sectores productivos. La afiliación a partidos obreros y a sindicatos —con circulación de prensa y propaganda revolucionaria—, incorpora millones de trabajadores a luchas reivindicativas en un permanente enfrentamiento con la patronal, la Guardia Civil y los diferentes gobiernos republicanos.
En el tratamiento de la teoría de Marx y sus aplicaciones prácticas, ha primado la propaganda sobre el rigor analítico. La práctica totalidad de estudios sobre la actuación de los partidos obreros han sido normalmente realizados para exponer —cuando no justificar— el comportamiento político y los puntos de vista de cada uno de ellos. Existen múltiples y variadas obras sobre la intervención de cada una de estas organizaciones en dichos acontecimientos. Son muchas menos las realizadas sobre una exposición crítica respecto de sus presupuestos ideológicos. Pero no hay ninguna que aborde al mismo tiempo el comportamiento de todas ellas respecto de los mismos planteamientos teóricos y su actuación simultánea.
Para entender los motivos por lo que la Guerra Civil se realiza por medios exclusivamente militares por parte de los partidos obreros mayoritarios, en lugar de utilizar los métodos y objetivos revolucionarios que realizan los trabajadores a través de sus sindicatos desde el 19 de julio, es imprescindible examinar el comportamiento de la clase obrera desde 1931 en paralelo a la evolución e intervención política de las organizaciones marxistas.
No es posible entender ni el estallido de la Guerra Civil ni su evolución y desenlace, sin examinar la actuación del movimiento obrero y sus partidos durante el período republicano anterior.


Antonio Rubira León es Licenciado en Historia —con la especialidad en historia contemporánea de España— y Doctor en Ciencias políticas, ambas por la UNED. Ha centrado sus investigaciones en el análisis comparativo entre la teoría política de Marx y la aplicación práctica que sus diferentes expresiones organizadas han llevado a cabo: socialismo, comunismo y estalinismo. El estudio sobre la intervención política del partido bolchevique en la Revolución rusa y la III Internacional hasta 1922, y la realizada posteriormente por el estalinismo —especialmente en la Segunda República y la Guerra Civil española— constituye el análisis de su tesis doctoral, «Marxismo y estalinismo en la acción política de la Segunda República española 1931-1936. Teoría y práctica» en que se basa este libro.

 

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