Cazarabet conversa con... Carolina Sarmiento, autora de “Animales
urticantes” (Pez de Plata)
Un libro de relatos desde una pluma que, nos
da, que va a dar de hablar por su elegante y “urticante” narrativa, Carolina
Sarmiento.
Lo edita una de las editoriales con “más
gusto” y que más apuesta por plumas que, aún carentes de marketing, tienen
mucho qué decir: Pez de Plata.
Un libro que te da en el
alma lectora y casi puede “noquearte”, pero atontándote como lo hace el
monóxido de carbono….cuando intentas una “muerte dulce”
La sinopsis:
Los rencores
despiertan de su letargo en los quince relatos que componen Animales
urticantes. Sueltan su veneno, empujados por la rabia de los personajes:
músicos, escritores, padres frustrados, personas que tomaron alguna decisión
incorrecta en su día, torciendo el rumbo, y ahora arrastran su error como quien
tira de un perro muerto. Pero ha llegado el momento de saldar cuentas con el
pasado.
Acorralados y
amenazados, estos personajes se defienden de la vida como animales urticantes.
Provocarán en el lector un inmenso dolor con su picadura. Habrá quien quiera
aplastarlos y fumigarlos. Pero quién no ha sentido la rabia.
¿Quién
desaprovecharía la oportunidad de reivindicar su propia felicidad?
La autora, Carolina Sarmiento:
Es periodista y autora del poemario IKIRU
(vivir) (Gravitaciones, 2018). Coordinadora de talleres de escritura
creativa y clubes de lectura, impulsó y dirigió la revista digital Creatividad
Literaria, donde ha publicado más de un centenar de entrevistas a
escritores. Ha trabajado también en radio, prensa escrita, departamentos de
comunicación y archivos. Su licenciatura en Comunicación Audiovisual le llevó a
colaborar con la Cinemateca Portuguesa. En Lisboa aún reside parte de su alma.
Actualmente es redactora de informativos de la Televisión del Principado de
Asturias (TPA).
Cazarabet
conversa con Carolina Sarmiento:
-Carolina,
¿crees que podemos definir a estos relatos tuyos que se citan en Animales urticantes
como una narrativa tan atrevida como valiente, pero a la vez, desafiante,
descarada y “de catarsis”?
-Adelante. Escribo como quien pela cebollas,
con cuchillo y lágrimas.
-¿Tus emociones y
emotividades han sufrido mucho en esta narrativa?
-Me descarno en cada historia para que se
palpe bien la urgencia, la necesidad, la frustración, pero curiosamente no solo
he salido ilesa sino más fuerte. No lo hay como ahondar y reflexionar.
-Algunos de los
personajes, de los “animales urticantes” ya están en el límite, pero a otros
los llevas…¿por qué te gusta plantearnos las historias
de esta manera?; ¿por qué ellos con ese límite son la historia?
-Porque vibro con esa situación, porque una
cabeza en crisis es capaz de todo y lo trepidante no está en los tiroteos o en
las persecuciones sino en el maremágnum de contradicciones con las que vivimos.
Me parece un caldo jugoso muy atractivo en el que remover y escribir.
-Están en ese
límite para encontrar el equilibrio entre lo que se les desajusta y “les
amarga” y lo que intentan agarra, ser felices, ¿no?
-Están al límite por arrastrar situaciones que
no les gustan, por asumir injusticias que les debilitan, por sentirse
traicionados. Y sí, ha llegado su momento de luchar para recuperar su felicidad
y su autoestima. Para ello no siempre recurrirán a soluciones éticas.
-Lo primero es
“romper”, casi de cuajo o arrancando, con la rutina…¿sea
como sea?...porque la rutina es una de las principales enemigas de “cierto
nivel de felicidad?
-Rompen con la rutina que les disgusta porque
es precisamente esa la que les impide sentirse bien. Nos minan las
responsabilidades adquiridas, los horarios que detestamos, las parejas a las
que no queremos, los trabajos que no nos gustan... Pero hay ciertas rutinas
donde reside la serenidad. Como me quiten mi desayuno que se preparen para la
furia.
-Pero lo que es
“ser feliz” para mí, puede que no lo sea para mi vecina….-Aunque la felicidad
siempre debe ser digna y la dignidad se debe trabajar, ¿lo entiendes así?
-Detesto la palabra dignidad. Me huele a
persona orgullosa y altiva. Yo trabajaría la honestidad y la bondad a la espera
de que llegue la serenidad, que es un estado que prefiero a la felicidad.
¡Cuánta idad!
-Veo,
noto y leo mucha frustración aquí, ¿no?, mucha ira y no poca rabia, ¿lo ves
así?
-Sí. El tipo de cabreo que te lleva a gruñir y
levantar el polvo con la pezuña antes de embestir. Me atrae la furia. Disfruto
rabiosamente al cargar de enfado a los personajes.
-En los quince
relatos nos encontramos un poco de todo: humor, fantasía, obsesión de
obsesiones, también de amor…y casi te diría que un poco de surrealismo, ¿qué te
parece?
-El humor es un aspecto fundamental en muchos
relatos. Es un humor socarrón que desdramatiza y apunta a lo
ridículos que somos cuando estamos muy enfadados. A mí me ayuda a escribir “más
suelta”, con más ritmo, y creo que quien lo lee lo agradece. El humor salpica Pequeñas venganzas rurales Segundo atropello, Resistencia o Querida hija.
Como indicas también hay un relato de amor. Ecuación
irresoluble apunta desde el asombro a lo inexplicable del enamoramiento.
Hay fantasía en forma animal en El Knox
y en forma de sombras en La sombra de la
plaza. Hay hasta una distopía de un mundo en el
que la música está perseguida en Detenido
joven perteneciente a secta. Quien lea los relatos se dará sin duda un buen
revolcón de emociones.
-Es ante todo un
conjunto de relatos en los que el elemento central son y serán los personajes,
¿verdad? Ellos son personaje y trama a la vez, ¿no?... Por encima de los
tiempos, los escenarios y hasta casi también de las diferentes situaciones en
las que se encuentran…
-Me gusta generar sensaciones y para ello la
perspectiva del personaje es fundamental. A través de ellos olemos su enfado e
intuimos su venganza. Son el motivo generador de la historia. Me importa mucho
que Mateo, Lola o Tomás, por poner un ejemplo, traspasen el papel y así seamos
capaces de escuchar respectivamente su río, los instrumentos prohibidos o el bufido
del Knox. La historia es importante, pero más el cómo te la cuentan y yo que
narro casi siempre en primera persona, que casi todos los relatos son
testimonios, busco que los protagonistas cobren un relieve potente,
inolvidable.
-En
esa búsqueda de la felicidad…intentando que sea lo más digna posible está el
uso que se hace de la libertad….
-Ese policía al que han rebajado de rango y
ahora su trabajo es guiar a los niños a la entrada en el cole ya no es libre.
Esa mujer que era profesora de conservatorio y los juicios laborales le han
llevado a un debilitamiento mental ya no es libre. Ese hombre que va a ser
padre sin desearlo ya no es libre. Ese campesino que ha perdido a su familia en
su obsesión por retratar un animal de leyenda no es libre. Redirijo la
pregunta: ¿qué es la libertad?, ¿somos libres? ¿Su búsqueda es una quimera? La
respuesta tramposa es que es otro terreno maravilloso sobre el que escribir. Un
terreno incierto, como son los motivos que nos llevan a fantasear sobre papel.
-Hablaba yo del
protagonismo de los personajes, pero qué serían los personajes sin las
emociones….sin esas emociones como el rencor, el no saber comerte ciertas
situaciones, el no poder drenarlas o darles la vuelta….
-Afortunadamente somos seres emocionales y
precisamente cuando le damos la espalda a lo que sentimos o no nos atrevemos a
mirarlo de frente es cuando hacemos catacrak. Puede
llevar más o menos tiempo, pero la herida se va formando. En los relatos no
cito directamente las emociones sino que las plasmo a través de acciones. Me
parece más potente narrar cómo un hombre siente que le arden las yemas de las
manos ante cierta situación, cómo una enfermera clava una jeringuilla a un
sobón o cómo una mujer introduce una bola de pelos en el bolso de su enemiga.
En todos hay rabia, pero no la menciono. La muestro. Así quien lo lee se
contagia de esa ira y quiere acompañar al personaje hasta el desenlace.
-En tu primera
obra narrativa haces que nos preguntemos muchas cosas…desde “ese yo intenso”
bajo una gran lupa hasta “Ese yo que realmente quiero”….eres aquí narradora,
pero se te nota mucho esa “vena poética”, ¿cómo lo ves?
-Los relatos más recientes son más cortos y
mantienen un tono poético evidente. Está influenciado por la mirada que cultivé
mientras escribí IKIRU. Son además los más autobiográficos y para mí poesía y
biografía son difícilmente divisibles. En los relatos más largos me gusta que
haya imágenes y metáforas que rompan el ritmo, que sean como una burbuja de
jabón que de repente explota en una historia prosaica. Con las metáforas casi,
casi que podemos entender el mundo. Casi. Por eso para mí prosa y poesía van de
la mano.
-Amiga, ¿en qué
estás trabajando en la actualidad, nos puedes dar alguna pista?
-Pues estoy en un momento precioso. Me he
pedido una licencia en la televisión para escribir, así que cada mañana,
mientras el niño está en el colegio, tengo horario y silencio para avanzar en
las historias que por falta de tiempo no podía desarrollar con continuidad.
Temía cualquier desastre digital o tener que esperar hasta la jubilación para
meterles mano. Puedo decir que de esos proyectos ya he
terminado una novela y ahora estoy con otra. Son muy diferentes entre sí. La
primera es contenida y la segunda alocada. No dejo de sorprenderme.
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