Cazarabet conversa con... Agustín Guillamón, autor de “Los Amigos de Durruti.
Historia y antología de textos” (Descontrol)
Agustín Guillamón reúne en este libro
editado por Descontrol la historia alrededor de Durruti, tirando del hilo de la
propia historia y de una exhaustiva antología de textos.
Se trata, ya, de una segunda edición
donde se incorpora un texto de Jaime Balius.
La Agrupación, la formaron el propio
Balius con Félix Martínez y Pablo Ruiz…
Lo que nos explica el libro:
Este libro trata sobre teoría
revolucionaria. La Agrupación de los Amigos de Durruti constituyó una seria
oposición revolucionaria a los comités superiores de la CNT y la FAI que
durante la guerra civil española apostaron por una colaboración interclasista,
entre el proletariado y la burguesía, que pasaba por abandonar a su suerte los
avances revolucionarios (colectividades, sindicatos, cooperativas,
milicias, comités de barriada y abastos, etc.). En la práctica, esta oposición
entre corrientes diferentes del anarquismo supone una valiosa lección de teoría
revolucionaria. En esta segunda edición hemos podido recuperar el folleto de
Jaime Balius Hacia una nueva revolución.
El autor, Agustí Guillamón: Licenciado
en Historia Contemporánea por la Universidad de Barcelona, y desde 1993
director de la revista “Balance. Cuadernos de historia”, una revista de
historia del movimiento obrero y revolucionario de carácter y vocación
internacionalista. Ha publicado: Documentación histórica del trotskismo
español. De la guerra civil a la ruptura con la IV Internacional. (1996); The
Friends of Durruti Group (AK Press, 1996); Barricadas en Barcelona (2007),
traducido al francés (Spartacus, 2009); Los Comités de Defensa de la CNT en
Barcelona (Aldarull, 2011), traducido al inglés, italiano y francés
(Coquelicot, 2014); La revolución de los comités. Hambre y violencia en la
Barcelona revolucionaria. De julio a diciembre de 1936 (Aldarull/El grillo
libertario, 2012); El terror estalinista en Barcelona (1938) (Aldarull/Dskntrl,
2013); Los Amigos de Durruti. Historia y antología de textos.
(Aldarull/Dskntrl, 2013); Espagne 1937: Josep Rebull, la voie révolutionnaire
(Spartacus 2014); La guerra del pan. Hambre y violencia en la Barcelona
revolucionaria. De diciembre de 1936 a mayo de 1937 (Aldarull/Dskntrl 2014)y La represión contra la CNT y los revolucionarios. Hambre
y violencia en la Barcelona revolucionaria. De mayo a septiembre de 1937
(Descontrol, 2015). Destaca su colaboración en la edición de las Obras
completas de Munis y su participación, como asesor histórico, en el film
“Munis. La Voz de la Memoria” (2011); su papel como promotor del Manifiesto.
Combate por la historia (1999); la elaboración de varias entradas en los libros
colectivos La Barcelona rebelde (2003); Momentos insurreccionales. Revueltas,
algaradas y procesos revolucionarios (2006); Per canviar-ho tot. (Laberints,
2014), o el prólogo al libro de Mary Low: Cuaderno rojo de Barcelona
(Alikornio, 2001), además de los numerosos artículos publicados y una columna
mensual, “Diccionari militant”, en la revista Catalunya, publicada por CGT.
Siempre con el objetivo de arrebatar la historia a la incultura del olvido, la
falsificación política o el academicismo universitario, porque sin una
teorización de las experiencias históricas del proletariado no existiría teoría
revolucionaria
Con nosotros este autor ya ha estado
conversando en otra ocasión a propósito de dos de sus libros anteriores:
http://www.cazarabet.com/conversacon/fichas/fichas1/agustinguillamon.htm
Cazarabet conversa con Agustín
Guillamón:
-Agustín, ¿nos puedes hablar de la
génesis de este libro, Los amigos de Durruti? y ¿del porqué del mismo o de
las motivaciones que te llevaron a escribirlo?
-Mi proceso de
investigación y de escritura suele adoptar una estructura helicoidal. Una
espiral de curvas que van de menos a más y cada vez a mayor profundidad.
Los trabajos que han
precedido y preparado la segunda edición de Los Amigos de Durruti, publicada en
Editorial Descontrol son estos:
1.
2.
3.
4.
5.
-La aportación documental
es muy importante: la correspondencia de Balius, los artículos de diversos
miembros de La Agrupación (no solo de Balius) y los más destacados artículos de
El Amigo del Pueblo, pero también de los publicados en Ideas, Ruta,
La Noche, etcétera. También aparece el folleto de la Agrupación HACIA
UNA NUEVA REVOLUCIÓN
El cambio respecto a la
primera edición se produce, sobre todo, en la introducción, el estudio
histórico y las conclusiones. Lo que era un estudio de historia local sobre una
pequeña organización anarquista, se convierte en una reflexión teórica y política
sobre los problemas de la revolución y de la cuestión esencial en cualquier
revolución: el poder
-Agustín, ¿a qué obedece este
libro que teoriza sobre la revolución?
-Este libro de historia trata cuestiones de
teoría revolucionaria. Es un libro de historia local sobre una pequeña
organización, durante un período muy breve e intenso; pero plantea las
cuestiones fundamentales del proceso revolucionario español, y, por lo tanto,
los interrogantes esenciales de cualquier revolución.
Sin la teorización de las experiencias
históricas del proletariado revolucionario no existiría teoría revolucionaria.
Y sin teoría no hay revolución posible. Este libro intenta teorizar esa
experiencia y aspira a ser una lectura imprescindible para la reflexión
militante y el pensamiento revolucionario.
-La Agrupación de los Amigos de Durruti
constituyó una seria y rigurosa oposición revolucionaria a los comités
superiores de la CNT y de la FAI, que desde el triunfo de la insurrección
obrera del 19 y 20 de julio habían optado por instaurar el Comité Central de
Milicias Antifascistas (CCMA). Ese CCMA era, en acertadísima definición de la
Agrupación, un organismo de colaboración
de clases, sin otro programa que el de la
unidad antifascista con el objetivo único de ganar la guerra. El balance histórico del CCMA fue
catastrófico para los revolucionarios: la formación de un ejército de
milicianos voluntarios se transformó, a los pocos meses, en un ejército burgués
tradicional. Se pasó de la expropiación espontánea por el proletariado de
fábricas, empresas, campos y talleres a una colectivización que se convirtió,
en la práctica, en un capitalismo de
gestión sindical y planificación estatal por parte del gobierno burgués de
la Generalidad. La situación revolucionaria de unos comités de defensa, de
control, de abastos, de milicias, etcétera, que detentaban todo el poder en el
ámbito local, sustituyendo al Estado en todas sus funciones, desembocó
finalmente en la disolución de esos comités locales en favor del
restablecimiento de los ayuntamientos frentepopulistas.
-Juan García Oliver, como
Lenin en Rusia, quiso imponer la dictadura de una minoría dirigente, de una
vanguardia que sustituía al proletariado. Del mismo modo que Lenin implantó la
dictadura bolchevique, García Oliver propugnaba una “dictadura anarquista”. El
previsible rechazo de esa dictadura por parte de los sindicatos de la CNT, en
los primeros días de la revolución, decidió la balanza en favor de la
colaboración con las demás fuerzas antifascistas, entre las que se encontraban
varios partidos burgueses. Esta colaboración antifascista y gubernamental se
demostraría fatal para el proceso revolucionario abierto en julio de 1936.
Mientras tanto, en las calles y
fábricas de Barcelona, los trabajadores y el pueblo, en su mayoría de
militancia y simpatía confederales, no se plantearon tantos falsos problemas.
Actuaron autónomamente, asumiendo todas las tareas del momento: expropiaron las
fábricas, formaron colectividades, controlaron la economía, proveyeron y
alimentaron pueblos y ciudades, formaron milicias para derrotar al fascismo
allí donde había triunfado, profundizando y extendiendo la revolución social en
curso, sin renunciar nunca al propio programa revolucionario. Y con su práctica
expropiadora y su instinto de clase pusieron en práctica, a nivel local, la inmediata destrucción del Estado y de
las relaciones sociales capitalistas.
Sin embargo, los comités
superiores cenetistas, que habían renunciado a todo, esto es, a la revolución y
a los principios anarquistas, no sólo respetaron las instituciones estatales,
sino que contribuyeron a su reconstrucción y fortalecimiento. Esa renuncia a
los principios suponía un desarme político absoluto y suicida, porque los
principios son las armas de la revolución.
Los comités superiores con su
táctica colaboracionista reconstruyeron y fortalecieron el aparato estatal. Los
comités revolucionarios, asumiendo todas las funciones estatales iniciaron un
proceso de destrucción del Estado.
-Frente al colaboracionismo
de los comités superiores y su reconstrucción y fortalecimiento del aparato
estatal, surgió desde la base militante una alternativa revolucionaria: la
Junta Revolucionaria.
La
Junta Revolucionaria, que jamás llegó a ponerse en práctica, fue todo lo
contrario a lo que históricamente se instauró: el CCMA.
El tradicional apoliticismo anarquista hizo que la CNT careciera de una
teoría de la revolución. Sin teoría no hay revolución, y “no tomar el poder”
significó dejarlo en manos del Estado capitalista. Para la Agrupación el CCMA fue un órgano de colaboración de clases,
y sólo sirvió para apuntalar y fortalecer al Estado burgués, que desde los
comités superiores no se quiso ni se supo destruir. De ahí la necesidad,
propugnada por Los Amigos de Durruti, de constituir una Junta Revolucionaria,
capaz de coordinar, centralizar y fortalecer el poder de los múltiples comités
obreros, locales, de defensa, de empresa, de abastos, etcétera, que fueron los
únicos detentadores del poder local entre el 19 de julio y el 26 de setiembre.
Un poder atomizado en múltiples comités, que ejercían localmente todo el poder,
pero que, al no federarse, centralizarse y fortalecerse entre sí, fueron
canalizados, debilitados y transformados por el CCMA en ayuntamientos frentepopulistas,
direcciones de empresas sindicalizadas y batallones de un ejército republicano.
Sin la destrucción total e inmediata
del Estado capitalista, las jornadas revolucionarias de julio del 36 no podían
dar paso a una nueva estructura de poder obrero. La degeneración y el fracaso
final del proceso revolucionario eran inevitables. Sin embargo, el
enfrentamiento entre el anarquismo de
Estado y reformista de los comités superiores de la CNT-FAI y el anarquismo revolucionario de Los Amigos
de Durruti y de los comités de barrio, no fue lo bastante preciso y contundente
como para provocar una escisión que clarificara las posiciones antagónicas de
ambos.
-¿Esta
confrontación abrió brechas en “lo personal” de los protagonistas del ideario
anarquista?; ¿Cómo fueron estas confrontaciones y qué otros ámbitos abarcaron?
-El 23 de julio de 1936,
ante la urgencia y rapidez de las medidas a tomar, el funcionamiento
asambleario y horizontal de la CNT desapareció porque era demasiado lento y
complicado. Fue sustituido por un Comité de comités, encargado de coordinar y
dirigir a la Organización
En el verano de 1937
Julián Merino, desde el sindicato del Transporte intentó convocar una huelga
general revolucionaria contra la represión estalinista y republicana en curso.
Había millares de presos cenetistas encarcelados indefinidamente. Era
insoportable la sumisión de los sindicatos, que debían soportar la entrada de
la policía en los locales sindicales en búsqueda de armas ocultas. La huelga
fracasó gracias a la Comisión Asesora Política (CAP), instaurada por el CR y
dirigida por Juan García Oliver, con el único propósito de evitar otro
desbordamiento de los comités superiores por parte de los comités
revolucionarios de barrio, como había sucedido en mayo de 1937.
La huelga finalmente
fracasó por la vigilancia y el control ejercido por Juan García Oliver y los comités superiores desde la CAP, que
facilitaron el 21 de setiembre el asalto de Los Escolapios, refugio de los
cenetistas insurrectos y sede del comité de defensa del Centro, del sindicato
de la Alimentación y de numerosos grupos anarquistas.
La degeneración
organizativa y teórica de los comités superiores aún se agravó mucho más. Del
Comité de comités del 23 de julio de 1936 se pasó a la CAP de junio de 1937;
ambos fueron organismos piramidales que sustituían el tradicional pero ahora
imposible funcionamiento horizontal y asambleario de la CNT.
Con el derrumbe del frente
de Aragón en marzo y abril d 1938, las tropas franquistas llegaron al Segre y
el 15 de abril al Mediterráneo por Vinaroz. Cataluña estaba aislada del resto
del territorio republicano. La desbandada militar exigía medidas draconianas. Y
ahí nació el 2 de abril de 1938 el Comité Ejecutivo del Movimiento Libertario
de Cataluña, proclamado por un comité escogido de diez personas, de las que
tres se autoeligieron (Juan García Oliver, Doménech, y Julián Merino) y otras
siete fueron cooptadas (Aurelio
Fernández. Esgleas. Isgleas, Xena, Fidel Miró y otros dos) para constituir su
comité central. Se trataba de un organismo militar y militarista, encargado de
militarizar la producción de guerra y su dirección, militarizara el trabajo y
la distribución, militarizar la sociedad catalana y a la propia Organización,
con el poder de castigar o expulsar a cualquier militante, sin dar
explicaciones.
-¿El que cuatro militantes
anarquistas entraran en el gobierno de Largo Caballero, en los primeros tiempos
de la guerra, hizo que se tambalease la revolución—según otros sectores—cómo lo
ves pasado tanto tiempo y cómo lo podemos leer hoy?
-La entrada de cuatro ministros
cenetistas en el Gobierno de la República (Juan García Oliver, Federica
Montseny, Juan López y Joan Peiró) sirvió para justificar y arropar la
miserable huida del Gobierno de la República
de un Madrid que parecía destinado a caer en manos fascistas. Largo Caballero
necesitaba la incorporación de los anarquistas para que éstos no se
convirtieran en los adalides de la resistencia de Madrid al fascismo. El 6 de
noviembre el Consejo de Ministros de la República decidía, mediante una
unanimidad que incluía el voto de los cuatro ministros anarquistas, la huida
del Gobierno de un Madrid asediado por las tropas fascistas. El desprecio de la
Federación Local de la CNT de Madrid se reflejó en un bellísimo manifiesto
público que declaraba: “Madrid, libre de ministros, será la tumba del fascismo.
¡Adelante milicianos! ¡Viva Madrid sin gobierno! ¡Viva la Revolución Social!”.
-Los debates, la
indecisión o, incluso oposición y las dudas de los cuatro ministros anarquistas
se diluyeron como un azucarillo en el café en cuanto recibieron órdenes de
Horacio Martínez Prieto (HMP), secretario nacional de la CNT, de sumarse a la
decisión unánime del Consejo de Ministros de abandonar Madrid. Esa decisión
tuvo como consecuencia una fortísima presión sobre HMP para que dimitiera de su
cargo. Finalmente el 18 de noviembre fue sustituido por Mariano Rodríguez
Vázquez.
-Los
unos, los que entraron en el gobierno, ¿fueron unos incomprendidos o cómo
fueron rigurosamente juzgados?
-Era la CNT antifascista y
colaboracionista quien producía ministros. Los militantes que aceptaron el
cargo se limitaron a desempeñarlo lo mejor que supieron o pudieron
-Agustín, explícanos ¿cómo surge,
después de los hechos de Mayo del 37, la Agrupación de los Amigos de
Durruti...? ; surge como reacción a la militarización de las milicias y a su
integración dentro del Ejército del Frente Popular, ¿no? y ¿con qué propósitos?.- Mucho trabajo, teniendo en cuenta que había una guerra,
pero, a veces, las crisis deben ser aprovechadas... ¿qué nos puedes reflexionar?
-En octubre de 1936 el
decreto de militarización de las Milicias Populares produjo un gran descontento
entre los milicianos anarquistas de la Columna Durruti, en el Frente de Aragón.
Tras largas y enconadas discusiones, en febrero de 1937, cerca de un millar de
milicianos voluntarios, establecidos en el sector de Gelsa, decidieron
abandonar el frente y regresar a la retaguardia. Se pactó que el relevo de los
milicianos opuestos a la militarización se efectuaría en el transcurso de
quince días. Abandonaron el frente, llevándose las armas, en uno de los
episodios de derrotismo revolucionario más ejemplares y radicales de la
historia. En la guerra ya no se combatía por la revolución, sino por un Estado
democrático contra un Estado fascista, y, por tal motivo, 800 milicianos
abandonaron el frente, armados, para bajar a Barcelona a hacer la revolución.
Ya en Barcelona, junto
con otros anarquistas (defensores de la continuidad y profundización de la
revolución de julio, y opuestos al colaboracionismo confederal con el gobierno)
los milicianos de Gelsa decidieron constituir una agrupación, como tantos otros
existentes en los medios anarcosindicalistas. Así pues, la Agrupación se
constituyó formalmente en marzo de 1937, tras un largo período de gestación de
varios meses, iniciado en octubre de 1936. La Junta directiva fue la que
decidió tomar el nombre de "Agrupación de Los Amigos de Durruti",
nombre que por una parte aludía al origen común de los exmilicianos de la
Columna Durruti, y que como bien decía Balius, no se tomó por referencia alguna
al pensamiento de Durruti, sino a su heroica muerte y a su mitificación
popular.
La sede central de la
Agrupación estaba situada en Las Ramblas, esquina a la calle Hospital. El
crecimiento de los miembros de la Agrupación fue rápido y notable. Se llegaron
a repartir entre cuatro y cinco mil carnets de adheridos a la Agrupación. Una
de las condiciones indispensables para formar parte de la Agrupación era la de
ser militantes de la CNT. El crecimiento de la Agrupación era consecuencia del
descontento anarquista ante la política claudicante de la CNT.
El Amigo del Pueblo empezó a publicarse
después de los Hechos de Mayo. Pero ya a finales de abril, el famoso cartel de
Los Amigos de Durruti exigía la sustitución de la Generalidad por una Junta
Revolucionaria, todo el poder a os sindicatos y la socialización de la economía.
Dos meses después del abandono
del frente de Aragón, los milicianos que habían salido armados de Gelsa,
combatían en las calles y barricadas revolucionarias de Barcelona.
-La destrucción de la economía
capitalista, el no-Estado...no querían obedecer a cualquier forma de Estado, la
instauración del comunismo libertario...-Colectivizar todo, incluso la
sociedad, sin que un Estado nos dirija,¿ no?.- Lo que
queda claro que va más allá de la economía, del trabajo en común, de la
sanidad, de lo que puedes tocar...del trabajo para satisfacer las
necesidades...va más allá hacia las relaciones sociales, ¿verdad?-Pero,
Agustín, ¿no hace falta para lo anteriormente citado un “como orden o Estado”
que establezca como prioridades, hoja de ruta a seguir...?; ¿o todo estaba
pensado para funcionar de abajo a arriba?-¿Y cómo manejar el orden
público?-Durruti había muerto en noviembre del 36...y era, fue, sobre todo, un
hombre de acción, ¿estás de acuerdo?; digamos que aquí y en torno a la
Agrupación Los amigos de Durruti estamos hablando más de la teoría... ¿cómo
veis reflejado a Durruti?-La situación de la guerra, de la revolución, entrar
miembros de ideología anarquista en el Gobierno de la República, el Consejo de
Aragón, los Hechos del 37...etc. fue todo un contexto/situación muy, muy particular
en un tiempo muy, muy particular, ¿verdad?
-Las principales aportaciones teóricas de la Agrupación al pensamiento
anarquista y revolucionario pueden resumirse en estos tres puntos:
1.- La necesidad de
un programa revolucionario, claro y preciso, defendido por
los fusiles. Todo el poder económico es gestionado por los sindicatos.
2.- Las revoluciones son
totalitarias o fracasan. Totalitaria significa que abarca todos los
campos: político, social, económico, cultural. Una revolución no puede
estancarse sólo en la gestión de la economía, como sucedió en España. Y también
señala la necesaria represión violenta de la contrarrevolución burguesa y la
inevitable necesidad de una dirección revolucionaria durante la insurrección y
en la primera fase del proceso revolucionario.
3.-
La sustitución del gobierno de la Generalidad por una Junta Revolucionaria, que es entendida como un organismo revolucionario unitario de la clase obrera,
esto es, un organismo clasista dispuesto a destruir al Estado mediante la
usurpación y ejercicio, o anulación, de todas sus funciones, opuesto a la
colaboración de clases, sin participación de la burguesía ni de los
estalinistas, y sin colaboración de ningún tipo con el aparato estatal.
-¿Quién hay detrás de la
Agrupación Los Amigos de Durruti?
-Los 800 milicianos que
abandonaron, armados, el frente de Aragón para bajar a Barcelona a combatir por
la revolución, y los periodistas o militantes anarquistas (como Balius)
contrarios al colaboracionismo con las organizaciones antifascistas, que hasta
el 18 de julio de 1936 les habían perseguido, opuestos además a entrar en el
gobierno de la Generalidad o de la República. Porque argumentaban que la guerra
que se estaba desarrollando en los frente no era ya
una guerra revolucionaria, sino una guerra entre dos burguesías: la fascista y
la republicana. La revolución social había desaparecido y en todo caso solo se
podía seguir luchando por ella, bajando a Barcelona, armados.
La deserción, a finales de
febrero de 1937, de esos 800 milicianos de la Cuarta Agrupación de Gelsa de la
Columna Durruti, liderados por Pablo Ruiz, fue uno de los episodios más
hermosos de derrotismo revolucionario de la historia del proletariado. Dos
meses después estaban combatiendo en las barricadas de la revolución que se
habían levantado en Barcelona el 3 de mayo de 1937.
-En los años sesenta Pablo
Ruiz, uno de los fundadores de la Agrupación de Los Amigos de Durruti heredó, disponiendo entones
de recursos suficientes para financiar una segunda edición de El Amigo del
Pueblo, caracterizado por una gran página central que, a modo de pasquín,
podía ser encolado en paredes y árboles, formato adecuado para su distribución
en la España franquista.
-¿Cómo
ha sido, Agustín, documentarte, investigar en torno a Los Amigos de Durruti?
-Apasionante, porque suelo
escribir sólo aquellos libros que me gustaría haber leído y no he encontrado, o
si los he leído me han parecido aberrantes, falaces o insuficientes; pero creo
que ya he contestado anteriormente a esa pregunta
-Y ¿cómo fue la metodología de
trabajo que has utilizando para trabajar?
-El proceso de
investigación y redacción de este libro ha sido un largo sendero, lleno de
aventuras, de nuevas preguntas, de intercambio de información, de entrevistas y
lecturas, de consultas bibliográficas, de elaboración de fichas, de horas y
horas metido gozosamente entre legajos, de atajos sin salida y peregrinajes
infinitos. Y ese camino le mejora a uno, como los años, como la propia vida. Lo
importante no es llegar a Ítaca o a Finisterre, sino el largo viaje.
Pero, si tuviese
que contabilizar el tiempo y el esfuerzo volcado en este libro, diría que hasta
llegar a la publicación de esta segunda edición de Los Amigos de Durruti.
Historia y antología de textos se
han invertido cincuenta años de recopilación y coleccionismo de papeles viejos,
veinticinco de investigación del tema (con períodos de mayor o menor
intensidad, compartidos con otras temáticas), tres de redacción y uno de
complicidad con el editor. Es fruto de un cúmulo de contribuciones,
colaboraciones e influencias heterogéneas, conscientes o no, de muchas y variadas
personas, grupos o corrientes ideológicas. Creo que existe un pensamiento
colectivo, vivo, anónimo, difuso y coetáneo, más o menos determinante, que nos
alimenta como alma mater y funde la autoría individual en un magma
social comunitario, nos guste y complazca, o no, Sin embargo, los errores y
deficiencias siempre son individuales y pueden comunicarse al email chbalance@gmail.com con el único objetivo de corregirlos y aprender
de ellos.
-En estos momentos,
octubre-noviembre de 2021, estoy preparando y realizando diversas
presentaciones de mi último libro, titulado Ecos y pasos perdidos de Juan García
Oliver, editado por la editorial mallorquina Calúmnia Edicions.
También estoy corrigiendo
la maquetación final de mi nuevo libro, titulado Durruti sin mitos, que
aparecerá en un mes aproximadamente.
He contribuido muy
modestamente al trabajo de edición del Decreto de Colectivizaciones y Control
Obrero, que acaba de publicar Ediciones Descontrol
Y en el horizonte de un
año aproximadamente, si las existencias de papel y su precio lo permiten, se
editará mi obra magna, que trata del encontronazo de la CNT contra la AIT en
1937-1938. Se titulará CNT versus AIT. Todo esto son trabajos de
investigación ya acabados, pendientes de publicación o recientemente editados.
Lo que en estos momentos
estoy investigando es la prensa clandestina anarquista que surgió en el verano
de 1937. Si alguien conoce donde puede consultar el número 6 de Alerta…! que sepa que estoy muy interesado en hallar ese
ejemplar.
-¿Por qué este libro, de reflexión
de reflexiones sobre el anarquismo y las revoluciones, es o debe de ser de lectura
tan necesario para las personas que se sienten cerca de la idea anarquista o
del ideario libertario...?
-La vocación de este libro de
historia, lo consiga o no, es la de convertirse en un manual de teoría
revolucionaria, de utilidad para los militantes del mañana, para que no vuelvan
a cometerse los mismos errores del pasado, para que lo manoseen y pongan en
práctica aquellos a los que va dirigido y para los que se ha escrito. Si es
así, habrá cumplido su único objetivo: PENSAR LA REVOLUCIÓN, estar preparados
para hacerla algún día.
1.
En julio de 1936, la cuestión esencial quizás
no era la toma del poder (por una
vanguardia de dirigentes anarquistas), sino la de coordinar, impulsar y
profundizar la destrucción del Estado
por los comités.
Los comités
revolucionarios de barriada (y algunos de los comités locales) no hacían o
dejaban de hacer la revolución: eran
la revolución social.
La destrucción del Estado por los comités revolucionarios era una tarea
muy concreta y real, en la que esos comités asumían todas las tareas que el
Estado desempeñaba antes de julio de 1936. Y ESA ES LA GRAN LECCIÓN DE LA REVOLUCIÓN DEL
36: LA NECESIDAD DE DESTRUIR EL ESTADO. Destrucción que no se produce por decreto,
sino por el inmediato desempeño cotidiano de todas sus funciones por los
comités (o los organismos creados por el proletariado a ese efecto).
2.- Durante la guerra civil, el proyecto
político del anarquismo de Estado,
constituido como un partido antifascista más, utilizando métodos de
colaboración de clases y de participación gubernamental, organizado
burocráticamente con el objetivo principal de ganar la guerra al fascismo,
fracasó estrepitosamente en todos los terrenos; pero el movimiento social del anarquismo revolucionario, organizado en
comités revolucionarios de barrio, locales, de control obrero, de defensa,
de abastos, etcétera, constituyó los embriones de un poder obrero que alcanzó cotas de gestión económica, de iniciativas populares revolucionarias
y de autonomía proletaria, que aún hoy iluminan y anuncian un futuro
radicalmente diferente a la barbarie capitalista, el horror fascista o la
esclavitud estalinista.
Y aunque ese anarquismo revolucionario
sucumbió finalmente a la represión coordinada y cómplice del Estado, de la
burguesía, de los estalinistas y de los comités superiores, nos legó el
ejemplo, la reflexión y el combate de algunas minorías, como Los Amigos de
Durruti, las JJLL de Cataluña y determinados grupos anarquistas de la Federación
Local de Barcelona, que nos permiten teorizar hoy sus experiencias, aprender de
sus errores y reivindicar su lucha y su historia.
-Agustín,
¿quieres añadir algo más?
-Sí, gracias. A 85 años de
distancia, la lección del fracaso de la revolución nos permite comprender que
una revolución, hoy (2021), no sólo debe ser económica y política, sino que
debe ser total, es decir, a la vez antieconómica y antipolítica, porque debe
tapiar cualquier intento de restaurar el poder del capital.
Antieconómica porque no se
limita a las colectivizaciones o la socialización, ni cae en el productivismo,
sino que suprime el trabajo asalariado y la plusvalía: asfixia al
capitalismo porque le sustrae el oxígeno que necesita para respirar y vivir.
Antipolítica porque se organiza
en consejos obreros, que destruyen todas las estructuras estatales, empezando
por los ejércitos y la policía hasta acabar con todas las burocracias y
democracias representativas. Porque funcionan mediante la democracia
directa y la acción directa. Porque suprimen todas las fronteras y la
revolución es necesariamente de ámbito internacional.
Quisiera terminar
recordando que, desde el campo ácrata, no sólo Los Amigos de Durruti se
opusieron al gubernamentalismo de los comités superiores de la CNT. Ya hemos
hablado más arriba de Julián Merino y el sindicato del transporte, que
proyectaron una huelga general revolucionaria. Ya hemos hablado del asalto a
los Escolapios, autorizado por García Oliver.
Recordemos, además, que
los comités de defensa sacaron un periódico clandestino, titulado Alerta,
que defendió a los miles de presos anarquistas encarcelados, denunció la
brutalidad de la represión estalinista y atacó al colaboracionismo y la
dejación de principios como una inconcebible aberración, “porque la revolución
se hace siempre contra el Estado, nunca desde el Estado".
También las Juventudes
Libertarias de Barcelona ejercieron una oposición revolucionaria y una crítica
demoledora del llamado Comité Ejecutivo del Movimiento Libertario de Cataluña
y, pese a las presiones sufridas, jamás asistieron a ninguna de sus reuniones o
convocatorias, cuestionando de este modo su legitimidad y razón de ser.
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