La Librería de El Sueño Igualitario

INV_AMIGO-MIEDO_COUCEIRO_OK.jpgCazarabet conversa con...   Javier López Rodríguez, autor de “Amigo miedo” (Ediciones de la Discreta)

 

 

 

Una novela sobre la guerra y el miedo que quedó como grabado en no pocas memorias de nuestros antepasados más próximos.

El autor Javier López Rodríguez se pone en la piel de una de esas experiencias contándonos una historia en donde se palpa el miedo de manera singular y, siempre, para cada lector algo más…

Aquello que nos dice ediciones La Discreta:

Cuando era sólo un muchacho, en los albores de la Guerra Civil, el protagonista de Amigo miedo   se vio obligado a servir de guía al general republicano Gómez Caminero, que huía hacia Portugal. Una tarea que no pudo rechazar y que marcó toda su vida. Solo de viejo conocerá la verdadera misión encomendada a aquel general: tratar de convencer a los jefes militares del sector noroeste para que permanezcan fieles a la República (episodio histórico), en un desesperado intento de evitar una guerra. Una misión de paz imposible. Tendrán que pasar muchos años para que el guía del general aprenda a valorar su pequeña gesta y a superar el miedo que desde entonces le ha tenido amordazado. En el ocaso de su vida, descubre que nunca es tarde para arrojar luz sobre las zonas oscuras y para reconciliarse con uno mismo. Amigo miedo es, así, una historia de iniciación contada por un anciano, tal vez una demostración de que la iniciación es un proceso que dura a veces toda la vida.

El autor nació en San Ciprián de Hermisende (Zamora), una pequeña aldea situada en las proximidades de la Marra de los Tres Reinos, donde Portugal, Castilla y León y Galicia se dan las manos. Creció hablando gallego y escuchando más portugués que castellano, lengua que aprendería en la escuela. Fue vaquero y labrador antes que periodista y es autor de una treintena de libros, en lenguas gallega o castellana. Desde hace años vive en Santiago de Compostela, ciudad que a menudo deja por unos días para refugiarse en el territorio de su infancia, entre las portillas de Padornelo y la Canda, entre las montañas de la Alta Sanabria, donde recarga pilas mientras trabaja la tierra y escribe.

Entre sus obras cabe citar Retrato de viejo con chupete (Premios Libélula, Junta de Castilla y León, 1987), Outros heroes (Edicións Positivas, 1993), Días de desterro(Edicións Xerais, 1996), La citación (La Galera, 1997), A serea do deserto (Alfaguara-Obradoiro, 1997), Linguas longas (Galaxia, 1998), El niño que mató a Dios (Edebé, 1998),Brumoso (Alba Editorial, 1999), Noitebra (Xerais, 1999), Destrucción (Xerais (2003), O aliado inesperado (Alfaguara-Obradoiro, 2005), Cor gris vida (Edelvives, 2007), Os globos de andar (Baía, 2008), Lixo (Xerais, 2009), Cacaborro (Everest, 2009) y Hai que ir morrendo (A Nosa Terra, 2010). Ha recibido, entre otras distinciones, el Premio Nacional de Novela Corta Ciudad de Alcorcón 1989, el Premio de Novela Corta Ámbito Ediciones-Ciudad de Dueñas 2002 y el Premio Meiga Moira 2008.

 

 

Cazarabet conversa con Javier López Rodríguez:

javier-lópez-rodríguez2.jpg-Javier, escribir una novela, otra novela sobre la Guerra Civil: ¿qué supone para el escritor?;¿qué clase y hasta qué punto de desafío supone, hoy por hoy, el adentrarse  en este episodio histórico?

- Toda novela histórica requiere una dura labor de documentación previa. En mi caso, nunca quise hacer una novela histórica. A la hora de escribir Amigo miedo nunca me planteé reconstruir al detalle aquella época, ni siquiera  los sucesos en que me baso y que, por otra parte, constituyeron un minúsculo grano de arena en la contienda. Lo que hice fue partir de un hecho histórico puntual para hilvanar una historia donde se reúnen muchas pasiones y emociones humanas: amor y amistad, venganza, ruindad y, sobre todo, miedo,  una historia desde la que se traslada una invitación a la reflexión sobre cuestiones éticas. Lo de participar en la recuperación de la memoria histórica me vino sin buscarlo, pero me siento orgulloso de mi modesta aportación a un reto que todavía requiere muchos esfuerzos.

-¿Por qué te acercas  a este episodio de la Guerra cuando el protagonista se ve en la obligación  de acompañar al general republicano Gómez Caminero que huía hacia Portugal?

­–La historia, en este caso, me buscó.  El general Gómez Caminero pasó a Portugal cruzando mi aldea natal, un lugar pequeño y fronterizo, uno de esos sitios donde lo natural es que nunca pase nada. Me crié escuchando la historia del general que huía de la guerra. Cuando comprobé en los libros de historia que lo suyo no había sido la huida de un cobarde sino, por el contrario, un intento de detener la rebelión en los cuarteles del Noroeste, entonces necesité escribir Amigo miedo, no para restituir el honor del  general, que no precisaba de mi ayuda para ello, pero sí para proponer una reflexión ética sobre los prejuicios e ideas falsas que a menudo colonizan nuestras mentes.

-¿Conoces bien la historia por el “lugar geográfico” en el que te encuentras, un lugar cercano al tránsito hacia Portugal?

- Conozco ese episodio histórico por haber nacido allí, cerca del Penedo dos Treis Reinos. Porque todavía viven algunas personas que fueron testigos del paso del general Caminero hacia Portugal, desde donde regresó al cuartel general de la República en Madrid.

-En una guerra no hay ningún momento, me imagino, que no te marque, pero ¿qué fue aquello que más marcó a nuestro protagonista?

-El protagonista de Amigo miedo es un muchacho de catorce o quince años y, por tanto, vivió el episodio como una aventura, con miedo, pero como una aventura. La novela, de hecho, podría ser leída por muchachos y muchachas de esa misma edad, no solo por adultos. El protagonista sacó partido de su aventura juvenil para hacerse valer ante los demás. La guerra, por tanto, le marca de forma indirecta, a través de las noticias que llegaban, de soldados fallecidos en los frentes. No le marca de forma directa porque era sólo un muchacho, demasiado joven para ser movilizado.

medo1.jpg-¿Qué significó para él “el tener que obedecer y acompañar a un general en la huída”?

El protagonista queda especialmente tocado cuando ya se ha convertido en un anciano que rememora su aventura juvenil, cuando se entera, casi al final de su vida, de que el general al que guió no era un cobarde que huía sino un valiente que había intentado parar una guerra. Entonces siente necesidad de contar la verdad de su aventura, que en su momento magnificó para evitar represalias del bando rebelde. Entonces, de mayor, sentirá necesidad de confesar que el general no le maltrató, que se vio obligado a guiarlo pero que Caminero le trató con amabilidad y le animó a relatar falsas agresiones para evitar represalias futuras.

-Cuando a uno se le priva de la libertad de elección pasan estas cosas, es como si se te encogiese el alma, la razón…porque te coartan la libertad, tu libertad…

-Podríamos decir que las guerras son siempre manifestación de un fracaso para el ser humano, dotado de facultades para dialogar y entenderse con los demás. Cuando en vez de convencer con argumentos se busca dominar mediante las armas, amenazas y miedo, el ser humano sometido queda naturalmente mutilado. En vez de seres humanos ya solo quedan víctimas y verdugos.

-El peso de las convicciones tienen tanto que ver con el valor como con el miedo ¿No?

- Las convicciones son las que animan al protagonista narrador de Amigo miedo a contar toda la verdad sobre su aventura como guía del general Caminero, son las que le obligan a dejar claro que el general nunca fue un maltratador de muchachos. El miedo es una de las emociones dominantes en tiempos tan convulsos como deben de ser siempre las guerras.

caminero.jpg-Además, creo que nos es imposible mandar sobre estos sentimientos tanto al final de cualquier acción, como mientras estás sumergido en ella…creo que en según qué circunstancias, a veces, la mente no piensa…debe ir como viajando colapsada en un viaje sin retorno…

-Emociones y sentimientos forman parte sustancial de las personas. A veces nos mueven y a veces nos paralizan, a veces acarician y en ocasiones hieren, pero siempre nos definen. Emocionar es para mí uno de los valores fundamentales de la narrativa, especialmente de la novela. Es, desde luego, uno de los objetivos que busco en Amigo miedo.

- Sensaciones, sentimientos y todo un cóctel de emociones desde el odio a la soledad, pasando, incluso, aún en tiempo de guerra, por cierta compasión y bondad…pero el libro también se mira(como decíamos anteriormente) muy a sí mismo , haciendo un ejercicio de conciencia y de ética hacia sí mismo y hacia los demás..Coméntanos.

­­–La novela incluye escenas de aventura, momentos de acción, por supuesto, pero el protagonista narrador, al tiempo que cuenta, siempre está invitando al lector a una reflexión que apunta hacia multitud de temas: el sinsentido de las guerras, como es natural, pero también la descomposición del mundo rural, los secretos que amenazan con pudrir conciencias si no encuentran un respiradero, la amistad como antídoto contra la soledad.

-Cómo fue el proceso de documentación?

-Como ya he comentado, el proceso de documentación no fue exhaustivo porque nunca me planteé escribir una novela histórica. Por libros como La República y el ejército, de Bravo Morata  (Ed. Fenicia) supe que el General García Goméz-Caminero fue uno de los dos únicos casos de generales que pasaron de la zona rebelde a la gubernamental cuando la guerra civil estaba a punto de estallar. Por otros autores, como Hugh Thomas, supe que el Gobierno de la República envió al general a la región noroeste para tratar de evitar la rebelión. A partir de ahí solo necesité partir de las historias escuchadas a las personas mayores de mi pueblo para fabular.

- ¿Y cómo te enfrentas a trabajar sobre la historia que tienes pensada y demás..? En resumidas cuentas, ¿cómo es la metodología de trabajo?

- La tradición oral es para mí siempre es muy importante. La memoria de los mayores es fundamental para que la memoria histórica salga a la luz. Tanto en este caso como en otras novelas, para escribir tengo que conocer bien al protagonista, conocer sus motivaciones. A partir de ese conocimiento previo, la historia suele fluir con naturalidad, sobre todo si hablas de escenarios y situaciones que te resultan familiares.

 

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INV_AMIGO-MIEDO_COUCEIRO_OK.jpg21986
Amigo miedo. Javier López Rodríguez   
136 páginas
13.50 euros
Ediciones de la Discreta



Cuando era sólo un muchacho, en los albores de la Guerra Civil, el protagonista de Amigo miedo se vio obligado a servir de guía al general republicano Gómez Caminero, que huía hacia Portugal. Una tarea que no pudo rechazar y que marcó toda su vida. Solo de viejo conocerá la verdadera misión encomendada a aquel general: tratar de convencer a los jefes militares del sector noroeste para que permanezcan fieles a la República (episodio histórico), en un desesperado intento de evitar una guerra. Una misión de paz imposible. Tendrán que pasar muchos años para que el guía del general aprenda a valorar su pequeña gesta y a superar el miedo que desde entonces le ha tenido amordazado. En el ocaso de su vida, descubre que nunca es tarde para arrojar luz sobre las zonas oscuras y para reconciliarse con uno mismo. Amigo miedo es, así, una historia de iniciación contada por un anciano, tal vez una demostración de que la iniciación es un proceso que dura a veces toda la vida.

La historia está contada en voz baja, de una manera íntima, solo para nosotros. Y precisamente la voz narradora es uno de los mayores méritos de la novela. La voz de un hombre mayor, en el último tramo de su vida, un tanto cansada y desencantada, que a veces titubea y se repite y que va poniendo en orden su pasado.

Por Amigo miedo cruzan emociones universales (el amor, el odio, la culpa, el miedo, la soledad, la venganza, el apego a la naturaleza). Pese a su brevedad, esta novela es varias novelas: está la novela del guía del general Caminero, está la novela de los secretos guardados en el fondo de las conciencias que se acaban pudriendo si no encuentran una salida al aire libre, está la novela de la despoblación de las zonas rurales, está la novela de la memoria y sus olvidos, está la novela del miedo… Todas estas novelas están imbricadas con tal naturalidad, se pasa de una a otra con tanta maestría, que no somos conscientes de que haya tantas líneas narrativas.

A la vez que constituye una lúcida reflexión ética, Amigo miedo es una emocionante novela en la que confluyen aventuras de muy diferente duración y alcance: la peligrosa aventura del joven guía, que dura pocas horas pero afecta a toda una vida, y las peripecias de una prolongada existencia condicionada casi siempre por el miedo.

Javier López Rodríguez nació en San Ciprián de Hermisende (Zamora), una pequeña aldea situada en las proximidades de la Marra de los Tres Reinos, donde Portugal, Castilla y León y Galicia se dan las manos. Creció hablando gallego y escuchando más portugués que castellano, lengua que aprendería en la escuela. Fue vaquero y labrador antes que periodista y es autor de una treintena de libros, en lenguas gallega o castellana. Desde hace años vive en Santiago de Compostela, ciudad que a menudo deja por unos días para refugiarse en el territorio de su infancia, entre las portillas de Padornelo y la Canda, entre las montañas de la Alta Sanabria, donde recarga pilas mientras trabaja la tierra y escribe.

Entre sus obras cabe citar Retrato de viejo con chupete (Premios Libélula, Junta de Castilla y León, 1987), Outros heroes (Edicións Positivas, 1993), Días de desterro (Edicións Xerais, 1996), La citación (La Galera, 1997), A serea do deserto (Alfaguara-Obradoiro, 1997), Linguas longas (Galaxia, 1998), El niño que mató a Dios (Edebé, 1998), Brumoso (Alba Editorial, 1999), Noitebra (Xerais, 1999), Destrucción (Xerais (2003), O aliado inesperado (Alfaguara-Obradoiro, 2005), Cor gris vida (Edelvives, 2007), Os globos de andar (Baía, 2008), Lixo (Xerais, 2009), Cacaborro (Everest, 2009) y Hai que ir morrendo (A Nosa Terra, 2010). Ha recibido, entre otras distinciones, el Premio Nacional de Novela Corta Ciudad de Alcorcón 1989, el Premio de Novela Corta Ámbito Ediciones-Ciudad de Dueñas 2002 y el Premio Meiga Moira 2008.

 

 

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