9788484655534.jpgCazarabet conversa con...   Ramón Acín, autor de “A lo largo de la vida” (Mira)

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Ramón Acín vuelve con su narrativa desde la colección Sueños de Tinta de Mira Editores.

La narración, de narraciones, de Ramón Acín es sosegada, pero a la vez incisiva….siempre nos hace pensar y repensar lo que somos y qué hacemos en la narración o entre la narración que Acín propone.

Aquello que nos cuenta la editorial, la sinopsis del libro:

Las historias que alientan los relatos de A lo largo de la vida tienden a descansar sobre una idea común, tan preceptiva como vertebradora. En todas ellas, la soledad, a la vez fruta dulce y amarga, recorre los entresijos de sus tramas y habita en los personajes que por ellas transitan. En ocasiones, manifestándose de forma evidente, con porte casi de protagonista, mordiendo a dentellada limpia. Otras, por el contrario, jugando a ser esquiva, para mecerse solo entre brumas por las que intuir atisbos de luz y paz.

Por ello, los personajes de A lo largo de la vida, al igual que los seres humanos, se afanan en la búsqueda de una idílica convivencia que, con el tiempo, sea del signo que sea, tiende a defraudarlos. Han nacido para compartir, incluso lo inimaginable, pero, en medio del caos de sus vidas y del ruido de quienes los acompañan, el desabrigo surge con virulencia. Pese a estar rodeados, la sensación de orfandad y de soledad alientan y envuelven su vida con dosis de alegría o de tormento. Y la nada, el frío, la indefensión, el miedo, la oscuridad... o el silencio se superponen y cruzan con la luminosidad, la armonía, la reflexión, la conciencia en estado puro o el redentor encuentro con uno mismo.

Desde el «mejor solo que mal acompañado» del que, con sabiduría, arenga el viejo refranero, hasta un socorrido y conciso «hallar al amigo que se lleva dentro», sin olvidar, entre otras muchas sentencias más, el destino final del «morir solos», todo cabe en las historias creadas por Ramón Acín. Y, por tanto, la vida, mientras los personajes padecen o sueñan a fondo, y siempre al costado de lo cotidiano, fluye intensa en ellas, mostrando la multiplicidad de su rostro (incluida la enredadora visión que ofrece el periodismo actual). Con todo ello, emerge la historia individual o colectiva, simple y a ras del suelo, para así indagar en el acto más propio del hombre: sentir la soledad como franca y perturbadora compañía.

El autor, Ramón Acín:

Ramón Acín (Piedrafita de Jaca, Huesca, 1952) es doctor en Filología por la Universidad de Zaragoza, catedrático de Lengua y Literatura, escritor y crítico literario. Ha desarrollado una amplia labor cultural, mediante la organización de programas de promoción lectora (Invitación a la lectura, 1985-2011), la participación en congresos nacionales e internacionales, la edición de obras (Robert L. Stevenson, Miguel Mihura, Jean Genet, Javier Tomeo, Ignacio Martínez de Pisón…) y antologías o dirigiendo revistas y colecciones literarias.

Es autor de libros de cuentos (Manual de héroes, 1989; 
La vida condenada, 1994; Los que están al filo, 1999;Hermanos de sangre, 2007; Con el pie en el estribo, 2010; Abrir la puerta, 2013); dietarios (Aunque de nada sirva, 1995; Así me vio, 1997); novelas (Extraños, 2000; La marea, 2001; Cinco mujeres en la vida de un hombre, 2003; Siempre quedará París, 2005; Muerde el silencio, 2007); novelas y cuentos, tanto juveniles como infantiles (Terror en la Cartuja, 2006; Secretos del tiempo escondido, 2005; Misterio en el Collado,2008; El caso de la cofradía, 2010; Cornelio, Pancho, Simón y yo, 2014) y ensayos literarios (Narrativa o consumo literario, 1990; Los dedos de la mano, 1992; En cuarentena. Literatura o mercado, 1996; Aproximación a la narrativa de Tomeo, 2000; La línea que come de tu mano, 2000; Cuando es larga la sombra, 2009). Asimismo, ha publicado numerosos artículos literarios en revistas especializadas y, también, artículos etnográficos o de viajes por Aragón.

Ramón Acín ya ha estado con nuestros Conversas con..en más ocasiones con su trazo narrativo muy contundente:

http://www.cazarabet.com/conversacon/fichas/fichas1/ramonacin2.htm

http://www.cazarabet.com/conversacon/fichas/fichas1/monteosucro.htm

http://www.cazarabet.com/conversacon/fichas/fichas1/moncadabunuel.htm

 

 

Cazarabet conversa con Ramón Acín:

ramon acin arantzazu navarro.jpg-Ramón, este libro tuyo ¿podríamos afirmar que trata de la convivencia entre seres humanos y sobre las relaciones humanas?

-Sí, en el fondo de casi todas las historias que conforman la colección de cuentos A lo largo de la vida yace esa una idea central. Podría decirse que las relaciones humanas son las dovelas que sostienen el plural arco de la vida, donde sobre todo la soledad actúa como la piedra clave de todas ellas. Supongo que ello se debe a que a mí me interesa indagar (como a la mayoría de los escritores) aquello que no entiendo o aquello que no veo con claridad. Porque escribir, sin duda, es buscar luz ante lo que se desconoce y buscar explicación a lo que no se entiende. Desentrañar misterios, ahondar en los miedos, hurgar en las obsesiones, explicar lo que late bajo la apariencia o la costumbre... son formas muy acordes, creo, para la indagación y, además, todas ellas con capacidad para superar sinrazones, psicopatías ocultas o neurosis aceptadas por la fuerza de la costumbre que impone la banalidad del mundo actual.

-Se trata de un libro “de narraciones”, como de historias dentro de otras historias, ¿no?-

-En parte es cierto lo que se apunta en tu pregunta. Cada historia es individualmente válida por sí misma, pero sin embargo al apoyarse en otras historias o cuentos (digamos mejor al acumularse mientras se cambia el foco, el paisaje y la mirada) engorda su significación y, por tanto, eso espero, abre más posibilidades explicativas. Los relatos son pues como ventanas que continuamente se están abriendo y que se prologan más allá de su contenido individual al acumularse unas sobre otras siempre como una explicación de la vida. Son cajas chinas (como matriuscas rusas, sería la metáfora adecuada) que encierran, pues a eso aspiro, explicaciones válidas ante las abundantes dudas que la existencia nos lanza mientras deambulamos por la vida. En A lo largo de la vida, por tanto, el lector tan pronto puede asistir a una tragedia, como viajar en busca de una aclaración o simplemente divertirse, soñar, convivir y hasta ingresar en el pasado histórico. Quizás porque siempre, en cada relato, parto de la realidad del entorno en busca de ayuda para comprender lo íntimo y, desde esa intimidad, las formas de cada persona a la hora de edificarse frente a los demás. A la postre, se trata de indagar, indagar e indagar para, si es posible, solucionar las dudas que se acumulan en cualquier persona y, de esa manera, intentar vivir con más tranquilidad, serenidad y hasta con mayor felicidad ante lo que nos ha tocado en suerte. Conocer, saber, comprender... son sin duda acciones para ser uno más persona y para alejarse de la oscuridad que nos circunda con todo su haz múltiple de sombras y opacidades.

grupe3.jpg-Pues, amigo, permíteme la libertad de decirte que “indagar”, aunque sea en un cuerpo narrativo sobre las relaciones humanas es casi, casi meterse en un arroyo del que no ves cuando “haces pie” y cuando no lo haces…

-Bueno, la literatura, salvo que se busque con ella la simple diversión o el modesto fin de cubrir el ocio que a mí me parece igual de bien (cada lector es libre en su elección, faltaría más), casi siempre ha sido un meterse de patas en el arroyo, río, lago, mar u océano donde, por lo general, no se toca suelo, pero un meterse de patas que sí lleva adjuntado, por necesidad, el esfuerzo que evite la asfixia o el ahogo más que previsibles. Como escritor me interesa escarbar bajo las máscaras de la apariencia, esas que recubren la realidad cotidiana de la existencia. Desde gestos a actuaciones, por supuesto. Me interesa despejar las mentiras aceptadas o impuestas, me interesa abrir el foco de la mirada posibilitando la crítica, me interesa dar cabida a la duda (quien no duda está condenado de antemano, creo)… Tal vez sea así porque pienso que solo actuando de esta manera se sabe de las penurias, de las limitaciones e, incluso, de la estupidez que nos envuelve. En suma, se trata de domar la anormalidad de lo normal, de saber acerca de lo extraordinario de lo normal… y, a lo mejor, de escapar del presentismo, de la velocidad y de otros guiños que encorsetan y que, sin ser conscientes, nos encarcelan. Me estoy poniendo demasiado serio.

-Dentro de las relaciones humanas hay todo un ovillo que termina como un nudo gordiano, ¿no? y teniendo en cuenta que cada una y uno de nosotros somos un ovillo con uno o varios nudos gordiano…pues ya tenemos el lío formado…

El lío es bueno. Sobre todo porque el lío conlleva en su seno la duda. Ante las varias posibilidades, el ser humano, si ejerce como tal, está obligado a escoger, a desenredar el ovillo del que hablas y, por tanto, a buscar luz entre tanta vacilación. Ya lo he dicho la duda es buena para el ser humano porque obliga a actuar. La actuación (acertada o no es ya otra cosa) nos define como personas. Por eso, los relatos de A lo largo de la vida se asientan en situaciones muy diferentes. La vida es plural y hay que reflejar esa pluralidad. De ahí la presencia en A lo largo de la vida de relatos que hablan del interior del ser humano, de las tripas y desde las tripas del individuo dentro de sus habitáculos y rodeado por sus costumbres; de relatos que viajan hacia el pasado como explicación del presente; de relatos que hincan el diente en la soledad entre las multitudes de las ciudades; de relatos que indagan en el fracaso de la búsqueda de una existencia en plena naturaleza; de relatos que bucean en la atmósfera de la familia… Son, en suma, el cuerpo que expresa temáticas varias que, al final, desembocan en lo mismo: la soledad que nos invade hoy día a pesar del roce continuado, de los huracanes de saturación informativa y del tecnicismo de las máquinas (Internet, móvil, etc.) que, en apariencia, deberían todas ellas llevarnos a una mayor empatía y convivencia.

-Y donde “hay lío” podemos indagar, pensar, reflexionar y hasta fabular las mejores e incontables historias humanas, ¿verdad?

-Claro, el lío abre todas las posibilidades imaginables de enfoque, indagación y reflexión. Desde el dolor a la risa, pasando por la ironía, el humor y la crítica. Por ejemplo, la mayoría de los relatos que contiene el libro y que al lector pueden parecerle producto de la fantasía o inventiva están basados en situaciones muy reales. Situaciones que yo como autor he leído o tomado de la vida. Situaciones que, en su mayoría, provienen de lecturas de periódicos, de noticias que estaban al alcance cualquiera y que, al leerlas, deberían haber movido a la reflexión. Cuando menos, para que no se repitan por trágicas (el relato, por ejemplo, basado en un cadáver de un solitario que tardó en ser descubierto catorce años después de su muerte, catorce años sin que su vecinos movieran un dedo), por crueles, por increíbles y faltos de humanidad. Sin embargo, ahí están, repitiéndose sin mutación alguna y deshaciéndose también como pañuelos de papel. Es decir, visibles tan sólo durante un instante diminuto (el de la noticia de periódico) para acabar descomponiéndose rápidamente antes de caer en el olvido. En definitiva, es la soledad como falta de humanidad, como ausencia de convivencia, como ejemplo aceptado de vida y, sin duda, como costumbre asumida sin rechistar. No debemos llamarnos a engaño.

vinoslas moradas.jpg-Para ti, amigo Ramón, ¿lo más importante siempre es o son los personajes con todas sus complejidades?

-Claro, sin personajes no hay carne, no hay ideas, no hay chica de la que sacar sustancia. A mí me interesan los personajes que evolucionan, que maduran, que sufren… en definitiva, que viven. Personajes que pueden encarnar seres normales y conectar con las personas más comunes y corrientes. Por eso, huyo siempre de los héroes, de los grandes hombres, de los grandes fastos de la historia (por cierto, siempre escrita por los vencedores), de las grandes atmósferas y me sumerjo en la gente corriente y en sus penurias, en los vencidos y sus heridas, en los perdedores y sus cuitas (el Vae victis o Ay de los vencidos), en los que se indaga y gracias los cuales se pregunta… porque todos ellos ofrecen perspectivas varias y formas de observar la complejidad de la vida. La vida, pese a los mitos y frases hechas, nunca es un camino de rosas, pues incluso hasta en aquellos que creen que su vida es triunfo y que viven el paraíso pleno, el infierno les va por dentro conformándolos. Me interesa indagar en ese infierno que siempre es complejo, difícil y, sin duda, real.

-Los escenarios donde desarrollas tus narraciones son importantes, pero me da –quizás vaya equivocada—que en A lo largo de la vida son como “escenarios en tránsito”

-Es que la vida misma es un simple (y veloz) tránsito. Y de ahí esa presencia de espacios por lo general anodinos o, digamos, sin cita expresa. Al contrario que en otras obras mías, en las que el espacio o el paisaje era protagonista o tenía fuerza como protagonista o incluso como compañero de viaje, aquí, en los relatos de A lo largo de la vida, no importa para nada su precisión. Las historias se centran más en las personas, en su interior y en su forma de afrontar la existencia. Y, aunque el paisaje y el espacio marcan a las personas, a mí me interesaba más ahondar en las tripas de los personajes, en el interior de los seres que pueblan y protagonizan las historias de los relatos que componen el libro. Es sobre todo un enfoque diferente y que exigen una mirada diferente frente a lo que en mi narrativa suele ser habitual

-Siempre aparecen esos silencios, tan incisivos como amenazantes de nuestra propia convivencia…la que se debate en nuestro interior, ¿verdad?; ¿entre nuestras consciencias?

-Cierto. El mal oscuro del interior. El lado oscuro de cada persona. Atrapa. Y a eso intentan responder. Pero no con tristeza, que la hay, sino con algo de ironía las más de las veces. Tal vez, puede parecer que el libro destila desesperanza, dolor, desolación y demás halos poco apetecibles en una lectura, sin embargo creo que eso no es así. O no del todo. Porque, en el fondo, bajo una capa de escozor, he procurado (conseguirlo puede ser otra cosa) que corra un río subterráneo. Algo así a lo que aquí llamamos somardez o una ironía que busca quitar acidez, sanar la herida que pueda producir el peculiar y brutal en ocasiones desarrollo de las historias. Aunque también es cierto y lo confieso abiertamente que en el dolor expuesto tal vez exista mucho de verdad y de que las heridas y las punzadas surja la lucidez clarificadora y sanadora.

yo bolo.jpg-¿Qué lugar ocupa aquí ese, también muy, muy presente miedo?

-La incertidumbre, el miedo son connaturales a los seres humanos. Y sí, quizás no de forma directa, A lo largo de la vida ahonda y discurre por el haz múltiple del miedo, de la obsesión, de las paranoias o de las muchas estupideces de la vida cotidiana que todos convertimos en problemas irresolubles. Al menos, como telón de fondo, el miedo, la duda, la perplejidad... están ahí, vigilantes.

-¿Cómo ha sido encontrar una cita, “tan acertada” para cada narración?

-La lectura es una de mis pasiones y de mis fuentes de vida. Aunque mejor sería hablar de la lectura de libros como ayuda en la vida y para la vida. Leo y anoto todo aquello que me impacta y me abre a la luz de la comprensión y del conocimiento. En ocasiones, las frases sacadas de mis lecturas han dado pie a relatos. Aquí, ya lo he mencionado, mis lecturas de la prensa diaria tienen suma importancia, tanto como fuente de inspiración, como por motivo de reflexión y crítica (a veces, el tratamiento de la noticia es algo que me saca de mis casillas). Y la de novelas y ensayos no digamos. Las citas, por tanto, vienen solas. Están ahí, como compañeras de vida, esperando expresarse. Es lo bueno de leer: que te forma, conforma, edifica, da savia y hasta te sirve de muleta.

-Amigo, ¿estás metido en algo en la actualidad?

-Acabo de terminar un libro de viajes. Un libro de viajes inusual que verá, si no hay obstáculos, la luz de la imprenta a finales de año en una editorial madrileña de las que me gustan. Y también a vueltas con una novela que, aunque terminada, no acaba de agradarme y estoy en el dilema o proceso de destrucción o, por el contrario, de recomposición. Hay que dar tiempo al tiempo y no apresurarse. La literatura es conocimiento aunque mucha gente la reduzca a consumo y cultivo de ego, cosa que también, sin estar de acuerdo, acepto. Faltaría más. Los lectores y sus formas de acercarse al runrun de las palabras son diferentes y uno no debe creerse un hacedor de universos, tan sólo, con humildad, exponer el suyo y esperar que la obra literaria que ha escrito se convierta en la carta que el nombre de literatura (del litera o carta latino) encierra.

 

 

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