Cazarabet conversa con... Jordi Sierra i
Fabra, autor de “Un águila en casa” (Tundra)
Los animales cobran
más vitalidad desde la pluma de Jordi Sierra i Fabra.
Lo hace con dos
libros sencillos, directos, fáciles de leer y muy, muy estimulantes: Un águila
en casa y Los tigres del valle.
En la sencillez de
la pluma de Jordi Sierra nace buena parte de lo valioso del todo: la forma de
narrar, lo que narra, cómo lo narra y cómo nos llega esa narración que Sierra
en ambos libros reviste de mucha aventura.
Vamos a ver qué nos
dice y nos explica Tundra de cada uno de estos libros:
Un águila en casa.
Un polluelo de
águila real cae del nido hostigado por su propio hermano. Su suerte está
echada. Sin embargo, un naturalista observa la escena y decide salvarle la
vida. Una vez en casa, comienzan las aventuras de la familia para sacarlo
adelante, aprendiendo día a día sobre el mundo de las águilas. Mientras, el
Zoológico aguarda para interponer barrotes entre el cielo y sus alas.
Los tigres del
valle.
Cuando al viejo y
noble tigre le fallan las fuerzas para capturar a sus presas naturales, no le
queda otro remedio para no morir de hambre que dirigir sus pasos hacia el
poblado de los humanos. La reacción de éstos no se hace esperar. Piden a las
autoridades el exterminio de todos los tigres del valle. Sin embargo, las
consecuencias de la despiadada matanza se dan la vuelta en un inesperado final.
Este clásico
de Jordi Sierra i Fabra relata una historia que
sucedió realmente en un lugar de la India. Un suceso que dio la vuelta al mundo
como una lección magistral sobre el trágico precio para los seres humanos de
destruir el equilibrio de la Naturaleza.
El autor de estos
dos libros, Jordi Sierra i Fabra: Este escritor
barcelonés, comenzó su carrera literaria en 1972.Es autor de más de 440 libros
publicados, entre ellos numerosos best-sellers. Ha
recibido más de 40 premios literarios y otro centenar largo de distinciones,
como el Premio Nacional de Literatura, el Premio Cervantes Chico o el Premio
Iberoamericano. Fuel el primer autor en Literatura Infantil y Juvenil en formar
parte del Patronato Cervantes y en 2006 y 2010 fue el candidato por España al Premio Hans
Christian Andersen, el nobel de literatura juvenil.
En 2004 creó en Barcelona la Fundació Jordi Sierra i Fabra y en Medellín—Colombia—la Fundación Jordi Sierra i Fabra, para promover la lectura y la escritura entre los
jóvenes, que en 2010 recibieron el Premio Internacional IBBY-Asahi de Promoción de la LECTURA. Desde 2004 se conoce
anualmente el Premio Jordi Sierra i Fabra a
escritores menores de 19 años.
Te aconsejamos
visitar su web:www.jordisierra.com
Cazarabet
conversa con Jordi Sierra i Fabra:
-Jordi,
¿nos puedes explicar desde qué anhelo surgen libros como los que tengo en mis
manos Un águila en casa y Los Tigres del valle?; ¿qué pretendías con ellos?
— Se trata de dos novelas muy antiguas. “Los tigres
del valle” fue de las primeras que escribí, basada en un relato mío de cuando
era niño e inspirado en una noticia que oí por radio y me impactó. La historia
es pues de verdad, aunque sólo sé que sucedió en la India, imagino que hace muuucho tiempo. El texto que conocéis es de 1992, se editó
por primera vez en Edebé en 1994, y lo recuperé
recientemente para la editorial Tundra en 2015. En 2016 publiqué también en
Tundra “Un águila en casa”, que es otro relato mío antiguo, y que se editó por
primera vez como “La reina de los cielos” en 2000. Así que hablamos de dos
pequeñas novelas recuperadas. En ambas expreso mi amor por los animales. Hay
cinco que me han fascinado siempre, y de cada uno he hecho un libro: tigre,
águila, elefante, ballena y perro. Esos son los de los dos primeros.
-¿Desde qué perspectiva tuya, humana, personal y como
autor que ama la naturaleza escribes?, teniendo en cuenta que tus libros pueden
ser leídos por una horquilla de edades muy amplia, ¿verdad?, igual por el
público juvenil como por el adulto.
— Mi única perspectiva al hablar de animales, ecología
o naturaleza es la de mis principios básicos, lo que siento, mi amor por toda
forma de vida. La primera vez que vi un elefante salvaje en África lloré de
emoción, lo mismo que viendo a un orangután en una pequeña jaula en Indonesia
que me tendió una mano un día y me miró a los ojos con más humanidad que muchas
personas. Soy de los que en mi piscina se pasa el día sacando abejas o bichos
que se ahogan. No puede ver sufrir a un animal.
-Dar a conocer, enseñar para que
empiecen a estimar debe de ser una de las "premisas", ¿es así?;
explícanos.
— Si escribes de lo que amas, lo que te conmueve, lo que
sientes, sueles ser sincero. En mis novelas con animales, “El cazador”, “Aydin”, “El largo viaje de Yabal”,
siempre aparece mi lado más humano para con ellos.
-Un águila en casa tiene muchas cosas en común con Los
tigres del valle, ¿verdad?
— Bueno, creo que son dos obras que respetan la vida y
la naturaleza, como las que acabo de citar. “Aydin”
es uno de mis libros más vendidos (basado también en un hecho real), y “El
cazador” la primera novela “juvenil” (dichosa etiqueta) que publiqué.
-Son libros, los tuyos, naturalistas (a su manera)
acercándose de una manera sutil y sencilla, pero también muy, muy
reivindicativos. Si un naturalista le salva la vida a un águila para con el
tiempo poniéndose a luchar contra el zoológico que, con sus zarpas, lo quieren
engullir. ¿Qué nos puedes explicar?
— No trato de explicar nada con mis novelas, ni dar
lecciones, ni buscarle la moralina. Sólo soy un escritor, cuento historias. Las
que tienen relación con el mundo animal reflejan simplemente lo que siento con
relación a ellos, el respeto que les tengo. Lo más seguro es que si salvas a un
animal de una trampa, al quedar libre te muerda, es su instinto, su naturaleza,
pero has de salvarle igualmente.
-En estas dos narraciones, la que tiene como
protagonista al águila, (casi "adoptado" por un naturalista y su
familia) y la que "sigue las andanzas" del tigre (que se ve obligado
a acercarse a las zonas ocupadas por los humanos porque estos mismos le van ido
segando la hierba donde él vivía), salvando las distancias, de alguna manera,
me recuerdan "ciertas formas y maneras" de "fábula". ¿Qué
nos puedes comentar?.
— Repito lo dicho en mi anterior respuesta. Soy un
escritor intuitivo que escribe lo que siente, cuando lo siente y cómo lo
siente, sin pensar en nada más que contar una buena historia. No hago libros
para cambiar el mundo, ni puedo, pero sé que un buen libro sí cambia a las
personas. Si he de hacer un libro para
decirle a alguien que respete la vida y la naturaleza, apaga y vámonos, porque
eso debe saberlo él ya de fábrica. Lo triste es que somos salvajes, bestias.
Matamos elefantes por los colmillos, rinocerontes por su cuerno, tiburones por
sus aletas…
-Lo que
está claro que son los animales los protagonistas, así como el entorno natural
y que "lo humano" es la "comparsa", a menudo la que
incordia y mucho.
— Siempre es igual. Se suelta a un oso en el Pirineo,
pero a la que mata animales la gente quiere acabar con él. Es sólo un ejemplo que
nos toca de cerca. Yo suelo ver todos los documentales de animales de la BBC.
Nunca me canso. La vida animal es exuberante, pletórica, luminosa… y salvaje,
claro.
-Seguramente nunca han tenido sentido los zoológicos,
pero, hoy por hoy, no sé por qué me da que menos que nunca. Quien quiera ver
leones que se vaya a la sabana. ¿Qué nos puedes argumentar?
—Es complicado.
Yo también era anti zoos, pensaba que tener un tigre enjaulado era un crimen, y
un oso polar en un zoo de un país cálido lo mismo. Hasta que hablé con un
zoólogo y me hizo ver que muchos animales en peligro de extinción dependen de
los zoos y los médicos que trabajan en ellos para sobrevivir. Supongo que hay
de todo, zoos horribles, tercermundistas, y lugares en los que los animales sí
son realmente queridos.
-A la naturaleza y a sus habitantes,
amigo, como menos se les toca y retoca mejor. ¿Es así?
—Quedan pocos lugares en el planeta en los que los
animales sean amos de su tierra y dueños de su destino. Es triste, pero es así.
-A los animales les extermina la humanidad de muchas
maneras: porque retocando e increpando tanto al entorno natural les acorralamos
y les forzamos hasta a cambiar sus costumbres.
— No tenemos remedio, por supuesto. Si somos bestias
infrahumanas con nosotros mismos, ¿cómo vamos a pedir o esperar que haya quien
respete a los animales? En España la caza se considera un “deporte”, nuestro
propio ex rey se fue a matar elefantes y se fotografió con uno, cada año se
abandonan cientos de perros al llegar verano. La crueldad es inherente a una
buena parte de lo que llamamos humanidad. Espero que cuando acabemos con el
mundo, los animales (los que sobrevivan), repueblen la tierra.
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