_visd_0000JPG02BLS.jpgCazarabet conversa con...   Manuel Gallego López, autor de “Los abogados de Atocha. La masacre que marcó la Transición” (La Catarata)

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Manuel Gallego López nos transporta a uno de los episodios más trágicos que agitó el proceso de la transición española.

La sinopsis del libro:

Noche del lunes 24 de enero de 1977. Suena el timbre en un despacho de abogados laboralistas situado en el número 55 de la calle Atocha. Dos personas acuden a abrir la puerta. Ninguna imagina que al otro lado se encuentran sus verdugos, un comando de ultraderecha, que irrumpe a golpe de pistola para llevar a cabo “una acción patriótica al servicio de España”. Una terrible masacre que causó cinco muertos y cuatro heridos graves. Enrique Valdevira Ibáñez, Luis Javier Benavides Orgaz, Francisco Javier Sauquillo, Serafín Holgado y Ángel Rodríguez Leal no sobrevivieron. Miguel Sarabia Gil, Alejandro Ruiz-Huerta Carbonell, Luis Ramos Pardo y Lola González Ruiz tuvieron que vivir con sus secuelas. ¿Cuáles pudieron ser las razones que convirtieron una huelga del transporte privado en el detonante de una masacre de abogados laboralistas? Esta pregunta vertebra una investigación que explora las distintas posturas acerca de cómo debía desarrollarse la Transición y la violencia política que acompañó a este periodo; la victoria del sí en el referéndum para la reforma política y el progresivo desmantelamiento del régimen; los sucesos de la Semana Negra de Madrid y la respuesta social ante la violencia; y las irregularidades durante la instrucción sumarial y el juicio, cuya sentencia puso fin a un atentado que sacudió los débiles cimientos sobre los que se estaba construyendo una deseada, pero a la vez temida, democracia.

El autor Manuel Gallego Sánchez:

Nacido en Madrid, se doctoró en Historia Contemporánea por la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED) en 2016. Tras publicar su primer artículo acerca del paso del Tribunal de Orden Público a la Audiencia Nacional decidió centrar su investigación en la violencia política durante la Transición. Sobre ello ha escrito "El imaginario colectivo de la Transición a través de la violencia política" y "El sentimiento de impunidad ultraderechista frustrado: la matanza de Atocha". En esta primera obra, el autor ha creado una interesante herramienta de debate acerca de uno de los episodios más negros de la Transición, así como un ejercicio de memoria sobre aquellos abogados que, en su lucha por la libertad, fueron víctimas de la violencia.

 

 

Cazarabet conversa con Manuel Gallego López:

59b972e2aaa70f203075d1e48648f522000045.jpg-Amigo, ¿nos puedes explicar el porqué de este libro?; ¿qué te ha hecho acercarte a la matanza de los abogados laboralistas de Atocha que hizo tambalear a la transición española?

-El interés por la masacre se presentó de la manera más inesperada posible. Estaba tumbado en el viejo sofá de la casa de mi abuela, cuando aparecieron en el televisor unas impactantes imágenes de lo ocurrido en el interior del despacho y del cortejo fúnebre que recorrió las calles de Madrid. Al día siguiente, inicié una búsqueda en Internet que arrojó un resultado muy dilatado y, en ocasiones, paradójicos. Cientos de términos, organizaciones y nombres comenzaron a colapsar mi cabeza.

Incapaz de hacer frente a todos estos datos, decidí buscar documentación especializada en la biblioteca. Sin embargo, a pesar de la amplia repercusión que tuvo el atentado, no existía ningún trabajo que lo analizase de manera minuciosa, sino que solía aparecer en un espacio reducido y, generalmente, con la intención de convertirlo en un argumento más para la defensa de las tesis del autor, sin análisis de fuentes primarias ni obras específicas en las que apoyar su trabajo. En ese momento fue cuando me decidí a investigar la masacre de Atocha.

-Amigo, sobre este hecho histórico de la Transición española se han escrito muchos reportajes, artículos, documentales, libros… ¿qué crees que aporta este libro como de diferente?

-El principal aporte de este libro es que ha situado el atentado en el centro de su periodo histórico. Para ello, ha sido imprescindible enmarcarla en el contexto en el que se produjo, los actores que la rodearon y, por último, destacar su influencia en el proceso político que se estaba llevando a cabo en nuestro país. Pero también, relatar de la manera más fidedigna posible la masacre y la posterior instrucción sumarial, para lo que ha sido imprescindible el uso de fuentes primarias, tanto testimonios personales, entre los que me gustaría destacar el de Virgilio Heras, ya que por primera vez se da voz a uno de los principales responsables de la huelga del transporte, como escritas, pues por primera vez también, el sumario sale a la luz en una obra que pretende hacer Historia.   

-Nos situamos en la transición, ¿hasta qué punto la hizo tambalear?, ¿por qué?

-Es difícil medirlo desde la perspectiva de una persona que no ha vivido en primera persona ese periodo, pero los testimonios recogidos a lo largo de mi investigación indican que la Semana Negra fue el momento más crítico de la Transición en sus primeros años. Para Rodolfo Martín Villa, ministro de la Gobernación en aquel periodo, “fue el momento más peligroso de involución política de la Transición”.

Tras la aprobación de la Ley para la Reforma Política, diciembre de 1976 y enero de 1977 se iban a convertir en meses claves para la Transición, pues será a partir de ese momento cuando comience a desmantelarse el franquismo. Por desgracia, estos dos meses también vinieron acompañados por un aumento de la violencia sin precedentes y que tendría su cenit en la Semana Negra de la Transición, en la que se producen diez muertes y el secuestro de una alta personalidad del franquismo. Tantas muertes en tan poco tiempo llevaron al Gobierno al límite, un Gobierno que saldría abucheado e insultado por ultraderechistas, militares y policías del entierro de los agentes del orden público.

Realmente, no creo que existiese un momento más límite para una Transición que, por así decirlo, acababa de empezar a caminar que este. Para encontrar momentos que pudieran superarle, habría que esperar a la escalada de la violencia terrorista de los años 1980 y 1981 y el golpe de Estado del 23-F

-¿Qué hizo o qué pudo hacer que una huelga en el transporte privado “movilizase” hasta el punto de utilizar el atentado mortal a golpe de pistola a la ultraderecha?

-No se puede entender la huelga del transporte como desencadenante de una masacre sin explicar el contexto en el que se desarrolla.

La rama del transporte privado de viajeros formaba parte del Sindicato Vertical de Transportes y Comunicaciones, dentro del que se encontraban empresas importantes y estratégicas para el país como RENFE, Telefónica, Iberia, Metro, etc. Este había sido dirigido de manera férrea desde su fundación por Vicente García Ribes, quien había sido capaz de evitar la pérdida de identidad falangista mejor que otras ramas del sindicato.

Sin embargo, este control va a comenzar a derrumbarse en 1975, tras las derrotas en las elecciones sindicales de mayo y septiembre, lo que permitiría tener un mayor número de representantes sindicales a los sindicatos democráticos en el interior del vertical, quienes, a su vez, se iban a convertir en el germen del proceso de luchas que desencadenaría las grandes huelgas de 1976. Algunos ejemplos de estas fueron: el paro del Metro entre el 5 y el 9 de enero de 1976 que obligó a intervenir al Ejército, los paros en Telefónica durante los meses de marzo y abril que se saldaron con 51 despidos, 74 traslados y 124 sanciones o la “huelga de celo” del personal de tierra de Iberia en octubre. Al final de esta oleada de paros, se desarrolló la huelga del transporte privado de viajeros. Una huelga que podríamos decir que fue la gota que colmó el vaso.

-En aquellos días la tensión social, y también la política, estaba instalada en el Estado Español y las ciudades eran los puntos álgidos, ¿era Madrid el epicentro por ser la capital? Dibújanos un poco el ambiente de aquellos días tan tensos….

-Desde finales de los años sesenta, los movimientos huelguísticos y manifestaciones se intensificaron a niveles sin precedentes. Sin embargo, la muerte de Franco no detuvo las movilizaciones, pues era en democracia donde debían conseguirse sus derechos, por lo que convirtieron 1976 en el año que muchos autores han definido como “el año de las huelgas”. 

Las huelgas y manifestaciones, todavía ilegales, eran reprimidas brutalmente por un aparato policial heredado de la dictadura, una represión que en ocasiones provocaba víctimas mortales, lo que afianzó un sentimiento de solidaridad que empujaba a salir a la calle con más fuerza.

Además de epicentro de la política, Madrid se iba a convertir en el epicentro de los ataques terroristas más impactantes. Tras la aprobación de la Ley para la Reforma Política en las Cortes, la violencia en la capital se iba a recrudecer en los meses siguientes. Además del impactante secuestro de Antonio María de Oriol, los enfrentamientos y palizas callejeras se iban a convertir en sucesos rutinarios. Por desgracia, el cenit de esta violencia la pondría los sucesos de la Semana Negra.  

 -Hablas de violencia política durante la transición… ¿pesaba más lo político que lo social o se retroalimentaban?

-Durante mucho tiempo, los libros de Historia nos han enseñado que la Transición fue un periodo modélico en el que numerosos partidos negociaron pacíficamente el paso de una dictadura a una democracia. Sin embargo, nunca se hablaba ni de los movimientos sociales y, mucho menos, sobre la violencia política, salvo en el caso de ETA. Sin embargo, en los últimos tiempos están apareciendo libros que cuestionan esa visión de la Transición, ayudando a acabar con ese imaginario y a alimentar un rico debate sobre un periodo que parecía intocable.

En mi opinión, los derechos y libertades de los que hoy disfrutamos todos no pueden entenderse sin el proceso de lucha en la calle que acompañó a la Transición. Tenemos que aprender a valorar a todos y todas esas protagonistas anónimas, que se jugaban la vida saliendo a la calle, pues las muertes y lesiones en manifestaciones eran muy elevadas en estos primeros años, y que la Historia ha dejado de lado durante tantos años. 

-Nos describes los grupos que desde la izquierda practicaban la violencia para reivindicarse —FRAP y GRAPO--; los que lo hacían desde el propio Estado para mantener “su orden”—desde la brutalidad en la disolución de manifestaciones hasta las torturas en comisaría…--- y después ya te centras en la violencia ultraderechista… ¿por qué eliges ponerlos a todos en el primer capítulo, aunque luego los tratas como en subcapítulos?

-Creo que es importante hablar de todos los tipos de violencia política para entender cómo afectan al periodo en el que se llevan a cabo, pero también para descubrir cómo interactúan entre ellas. Además, las tres ramas de la violencia causaron víctimas mortales durante la Semana Negra.

La primera línea de investigación que seguí en la elaboración de mi tesis doctoral fue la del asesinato de Atocha como un suceso más de una estrategia de la tensión. Sin embargo, sin querer parecer crítico de otras opiniones, el análisis de sus acciones y su relación temporal, me han ayudado a comprender porque Atocha no forma parte de una estrategia de la tensión.

- ¿Hay síntomas o ingredientes que---perdona el verbo, pero no se me ocurre otro—invitaron a que la ultraderecha se armase de valor para atentar contra los abogados de Atocha?

-A pesar de que no hay excusas que justifiquen una masacre de estas características, los miembros de la ultraderecha y, especialmente, sus seguidores más jóvenes justificaron su violencia en los discursos de sus líderes.

Discursos incendiarios en los que denunciaba la reconciliación nacional, se presentaba la reforma como una traición a los principios del régimen o se evocaba a las circunstancias que precipitaron la Guerra Civil. Discursos que denunciaban que nadie hacía nada para evitar la desaparición del franquismo.

Estos eran recibidos por jóvenes fanáticos que, en numerosas ocasiones, protagonizaron enfrentamientos callejeros violentos, algunos de los cuales acabaron con víctimas mortales.

En el caso de Atocha, durante sus alegatos finales los abogados de la defensa alegaron que hubo un móvil patriótico. Además, uno de ellos añadió que el procesado pensaba que al obrar de aquella manera causaba un bien a la patria

índice.jpg- ¿En aquel momento eran ellos y ellas, me refiero a los abogados laboralistas que trabajaban en lo de la huelga privada del transporte, los que reunían más números para ser el blanco de todas las iras?;¿Por qué?. - ¿Estaban prevenidos?

-No creo que los abogados fueran el objetivo prioritario de los ultraderechistas, sin embargo el azar los eligió a ellos. En numerosas ocasiones, me he preguntado por qué fueron a ese despacho y todas las respuestas siempre se han relacionado con la huelga del transporte. Allí se reunía de manera permanente la Dirección del Sindicato de Comunicación y Transporte de CCOO. Desde Atocha 55 se habían dirigido las grandes huelgas en el sector del año 1976 y, por supuesto, la huelga del transporte privado de viajeros de enero de 1977.

Aquel 24 de enero, tres individuos acudieron al despacho con la intención de matar y, en mi opinión, querían atentar contra gente del Sindicato de Comunicación y Transporte. Sin embargo, el traicionero, al tiempo que dichoso, azar hizo que no estuvieran allí y que en su lugar se encontrasen nueve abogados contra los que abrieron fuego.

-Tú hablas de “comando”, eso denota cierta organización, coméntanos por favor…

-Realmente esa no ha sido mi intención. Cuando escribes un libro en el que te centras en un aspecto tan concreto, tienes que alternar las palabras para no parecer repetitivo.

A pesar de que el atentado tuvo cierta organización, no pienso en ningún momento que los asesinos fueran verdaderos profesionales, como en otras entrevistas o libros se ha dicho, ni que formasen parte de un grupo terrorista organizado.

- ¿Puede haber sospechas fundadas de cierto encubrimiento por parte de las “cloacas del Estado”? —a mí, particularmente leyendo y viendo documentales siempre me ha dado la impresión de que este atentado se les fue un poco de las manos… --

-Hasta la masacre de los abogados de Atocha parece que no hubiera una determinación del Gobierno por acabar con el terrorismo ultraderechista. Sus acciones violentas, tanto las agresiones callejeras como aquellas que provocaron víctimas mortales solían acabar con sus causas sobreseídas o sus autores huidos.

Aunque es difícil demostrar una acusación de tal magnitud, durante mi investigación he hallado numerosos datos y declaraciones en ese sentido. Agentes de policía que comunicaron a los procesados o un juez que instruyó el juicio de manera partidista son algunas de las contrariedades a las que tuvieron que hacer frente la acusación hasta que se dictó la sentencia tres años después.

A pesar de que la investigación contra el juez Gómez-Chaparro no encontró ningún hecho imputable, parece significativo que la Audiencia Nacional les sustrajese el caso y le destinase apresuradamente a otro juzgado.

-Los que perpetraron el atentado mortal… ¿hasta qué punto crees, si lo crees, que fueron “utilizados?; ¿cómo y de qué manera?

-Como ya he comentado anteriormente, no creo que los asesinos fueran utilizados. Sin embargo, si creó que hubo más personas implicadas en la organización de la masacre y que estos no les delataron, siendo ellos mismos los que cargaron la culpa.

- ¿Entre los que apretaron el gatillo y los que, supuestamente, señalaron el objetivo había “cierta relación”, pero se supone que con la distancia suficiente para que los segundos quedasen en la convivencia y relamiéndose del miedo social?

-Es difícil responder a una pregunta de esas características. A pesar de su gran resonancia, creo que los ideólogos pudieron llegar a pensar que una masacre de tal calibre podía haber superado los límites de la legitimidad. 

De lo que no cabe duda es que se arrepentirían eternamente, ya que si el objetivo de estos era detener el proceso democrático, la resonancia de la masacre y la respuesta del PCE enderezó y aceleró el rumbo de la Transición.

-Después del shock que supuso la masacre de los abogados de Atocha… ¿los políticos, unos y otros, enfrentados cómo lo asumen para sentarse a las diferentes mesas de negociación?; ¿Asumen que desde su trabajo y tareas diarias hay, cómo te diría, que destensar las situaciones?

-Al día siguiente, los líderes políticos redactaron numerosas notas de prensa en las que coincidían en condenar todo tipo de acto terrorista, hacían un llamamiento a la población para que se mantuviera más unida que nunca y defendían que la única alternativa a la violencia era la democracia. Además, los líderes de la oposición democrática se reunieron en el despacho de Joaquín Ruiz-Giménez, donde redactaron un comunicado conjunto en el que mostraban su apoyo incondicional a las medidas que tomase el Gobierno.

Cuando se producen sucesos de estas trágicas dimensiones, no deberían existir actuaciones partidistas y creo que en este caso no las hubo. 

-Políticamente hablando, ¿hubo un antes y un después desde la masacre de Atocha?---posteriormente se legaliza el PCE y Carrillo ya concurre a las elecciones de junio--.

-No me gusta realmente dejar la frase ahí, me gusta más decir que hay un antes y un después de la masacre de Atocha y la posterior respuesta ciudadana. Me gusta mucho ponerlo en valor, pues sin ella, a lo mejor, la masacre no hubiera tenido esa trascendencia y, por lo tanto, no la hubiera elegido como tema de mi investigación.

A pesar de la provocación que supuso el atentado, el Partido comunista de España respondió con serenidad, firmeza e inteligencia, y esta respuesta es la que iba a marcar su futuro. Aquel día, los comunistas demostraron una capacidad de convocatoria, organización y disciplina impresionante y, quizás, fuese a partir de ese momento cuando el Gobierno comenzase a plantearse seriamente la acuciante necesidad de legalizar el PCE.

Aquel 26 de enero, el Gobierno se convenció de que sería menos problemático legalizar el PCE que tenerlo operando en la clandestinidad, a pesar de que esta vendría acompañada de la hostilidad de diversos miembros del Ejército, la Iglesia y la ultraderecha.

- ¿Eso, me refiero “al nuevo ambiente político” se refleja en “lo social”?

-Creo que, a partir de la masacre y la posterior respuesta, el proceso democrático se va a acelerar. A pesar de Atocha, la ciudadanía siguió movilizándose y luchando por sus derechos y libertados en la calle. El Gobierno entendió que debía seguir avanzando por la senda de la reforma democrática como única vía hacia la paz social.

Está claro que la respuesta del Gobierno no va a ser inmediata, sino progresiva, pero en un breve periodo de tiempo se van a legalizar los partidos políticos, no todos por desgracia, y en los años sucesivos este va a dar una respuesta a las demandas que más habían movilizado a la población, como la nueva Ley de Amnistía o los estatutos de autonomía. 

- La Investigación de los asesinatos: la detención, la instrucción del caso, el juicio…a tu juicio y como investigador del tema, ¿tiene lagunas o puntos débiles?

-A pesar del empeño demostrado por los abogados de la acusación particular, algunas de las cuestiones que quedaron sin responder fueron: las conexiones políticas de los asesinos con importantes líderes de la ultraderecha, las supuestas complicidades de algunos funcionarios públicos, el origen de las armas y la munición empleada en la masacre y, por último, la financiación ilícita del Sindicato Vertical de Comunicación y Transporte, con la que podía haberse sufragado la masacre.

Además, me gustaría volver a resaltar la parcialidad del juez Rafael Gómez-Chaparro, quien, a petición de los abogados de la defensa, elevó la causa a la Audiencia Nacional para que decidiera la posibilidad de aplicar la Ley de Amnistía, sin consultar a los letrados de la acusación; se negó a llamar para declarar a varios testigos propuestos por la acusación; rechazó las pruebas periciales a las armas y munición intervenidas y, por último, la concesión de un permiso de salida que permitió la fuga de uno de los procesados.

Una forma de actuar del juez instructor que despertó y despierta la sensación de que se han detenido a los autores materiales, pero que no se ha hecho Justicia con las víctimas.

-Trabajas teniendo en cuenta como un guión de cuestiones a ir contestando, a ir dando respuesta…

-Es difícil comenzar una investigación en la que se agolpan tantos términos, organizaciones y nombres, por lo que decidí leer todo lo que encontraba de Atocha y anotar los aspectos que pudieran tener alguna relación con el suceso, con el fin de realizar un guion de lo que me gustaría tratar durante la investigación. A pesar de que este ha ido cambiando a lo largo de los años, en lo esencial es el mismo que cuando comencé mi tesina hace más de diez años.

- ¿Cómo es “estudiar”, escoger y mirar detenidamente todo ese material escrito, documentado y tratado por bastantes miradas sobre la matanza de Atocha?, teniendo en cuenta que tú le querías dar “tu enfoque”, tu propia mirada y tu propia perspectiva…

-No lo voy a negar, es cansado y a veces desesperante, pero cuando vas redactando los puntos de tu guion y vas dando forma al libro, te sientes tan reconfortado que vuelven las fuerzas para continuar.

Al querer dar un enfoque muy personal he tratado de abstraerme de las miradas de otros autores. Las principales fuentes de la investigación han sido la instrucción sumarial y la prensa. Las horas delante del ordenador han sido interminables, agotadoras y, en la mayoría de las ocasiones, la información que desechas supera con creces a la utilizada.

-Una vez recopilado todo, ¿cómo es la metodología de trabajo que utilizas?; ¿cómo le pones orden a todo?

-Al final, como puedes ver a lo largo del libro, muchos de sus apartados los puedes ir redactando libremente y luego enlazarlos para ir uniendo las piezas del puzle que está en tu cabeza.

Una vez todo recopilado, comienzas a trabajar y redactar uno tras otro todos los puntos de tu guion. A veces, ante la falta de fuentes o, simplemente, no te gusta el resultado de uno de ellos, pues decides pasar al siguiente, ya que siempre hay tiempo para volver y lo importante es no sentirse improductivo o que estás perdiendo el tiempo.

Una vez tenía todos los apartados de un capítulo, redactaba el resumen inicial del mismo, en el que justificas porque has elegido cada uno de los puntos, y después buscas posibles nexos entre los apartados para que todos acaben en Atocha o la Semana Negra. Así, creo que el relato gana consistencia y haces que las piezas se conviertan en un todo.

Sin embargo, durante este largo proceso, los puntos pueden cambiar y tienes que volver a redactarlos, debido a la aparición de nuevas fuentes escritas o testimonios personales.

Para terminar este apartado, me gustaría comentar que yo comencé esta investigación con la verdadera creencia de que Atocha fue un suceso más de una estrategia de la tensión dirigida por líderes ultraderechistas. Sin embargo, tras analizar las fuentes, nunca lo he podido demostrar y, llegados a ese punto, tuve que cambiar el enfoque de todo lo que había escrito hasta ese momento y replantearme la línea de investigación, dirigiendo mi mirada hacia el Sindicato Vertical del Transporte.

-En el libro has estado muy bien arropado por los que participan los diferentes escalones del libro Florencio Domínguez que te hace la presentación; Raúl Cordero que hace el prefacio; Jaime Cedrún que lanza un emotivo homenaje a la memoria y por David Jabato García Valenciano que realiza un posfacio, ¿cómo ha sido contar con ellos?; ¿te has coordinado de alguna manera… les pediste expresamente algo…?

-Las personas que más me han ayudado en la elaboración del libro, más allá de mi directora de tesis Rosa Martínez Segarra, han sido Raúl Cordero y Gaizka Soldevilla, Centro Memorial de las Víctimas del Terrorismo, a quienes quiero agradecer su apoyo, desde diferentes perspectivas, tanto en la redacción como en la publicación del libro.

El resto de las personas que menciona han venido a través de ellos y quiero agradecer su ayuda, sus halagadoras palabras y haber participado en la presentación del libro, porque le han dado un rigor y una resonancia que, en mi opinión, no hubiera tenido si no fuera por ellos. Muchísimas gracias.

 

 

 

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