La
Librería de Alarifes
Un
libro que te traslada dentro del propio abandono….haciéndote ver, notar, oír, palpar , casi oler al abandono como algo tan diferente como
diferencial
El
autor, Morabito:
Fotógrafo, creativo, artista... pero ante todo un espíritu
inquieto amante de todo lo bello y experto en transmitir sus emociones a través
de la imagen. Así es Morabito, un referente para los que gustan de descubrir
espacios olvidados y que él, con su cámara, mostrará a la vez que nos hará
recapacitar sobre ese misterioso mundo de la belleza oculta. En este libro, el
autor, explicará la exploración urbana desde la misma praxis considerando lo
construido como un medio de aproximación a lo transitorio de los lugares
habitados por el ser humano y abandonados posteriormente. Aporta la
documentación gráfica y literaria necesaria para disfrutar de la estética
decadente que poseen los lugares olvidados. La propuesta de Morabito es
demostrar que la contemplación del proceso del abandono, no es sólo una
actividad marginal, un ejercicio de disciplina, de discreción, de respeto,
arte, riesgo y atrevimiento sino que también es una forma de abrir nuestra
percepción a nuevos valores estéticos alejados de la racionalidad. Este libro
formará parte indispensable de las bibliotecas de quienes buscan la belleza en
los sitios más inverosímiles y ayudará a que el lector descubra la vida de los
lugares abandonados, sin duda, parte de un patrimonio cuyo único propietario es
el olvido.
Cazarabet conversa con
Morabito:
-Amigo, ¿sientes
atracción hacia estructuras, inmuebles e infraestructuras abandonadas?;¿qué es lo que te atrae de estos lugares?
-Sí. Es una atracción que me
reconozco desde la infancia. Primero, por curiosidad infantil y después por una
especie de necesidad de mostrar lo que uno ha descubierto: que la belleza, “la
otra belleza” también existe en el ámbito de lo viejo, lo deteriorado, en el
ámbito del abandono. Que donde otros ven desastre, miseria, suciedad, podredumbre,
tú eres capaz de ver más allá o bastante más allá, a nivel estético.
El abandono es una zona
temporal de límites difusos, con un recorrido muy interesante que merece ser
observado desde muchos puntos de vista, no solo desde el fotográfico, que es él
para mí el más espectacular sino también, como visualización o constatación de
la impermanencia y de lo transitorio.
Me gusta contemplar y
documentar las nuevas formas que, el paso prolongado del tiempo, genera sobre
los materiales, las estructuras, los lugares. Y especialmente cuando esto
ocurre de una forma natural, sin que intervenga para nada elementos como el
vandalismo, el expolio
etc….Esa contemplación del
abandono, es una experiencia que recomiendo.
-Es ese silencio que se siente y que viene desde un
tiempo, quizás de no tan remoto de un ruido de actividad hay mucho diálogo. Ese
diálogo, ese mensaje que se traduce en arte y en diferentes miradas hacia él,
¿no?
-Déjame que te explique algo
antes de contestarte. Ayuda bastante contemplar y organizar el abandono de una
forma global y situar, lo que en cada momento vemos, dentro de la ordenación
que yo planteo en mi libro y que yo llamo, los Tempus.
Y hay 4 TEMPUS. El primero T1
es el lugar antropológico o futura ruina (donde estamos tú y yo ahora), el segundo T2, el lugar abandonado en sí, ya como lugar no antropológico, el tercero T3, el sitio como necrolugar
y por último el cuarto T4, la ruina.
Con esta división, el abandono,
como experiencia estética y motivador de arte, lo sitúo en el Tempus 2 y 3.¿Te refieres al
silencio de un abandono? Un lugar abandonado se caracteriza porque no hay
actividad humana y porque ha dejado de ser aquello, para lo que fue construido.
Es un lugar inhabitable, no es accesible, no tiene iluminación, no se
desarrolla ninguna historia en su interior, no se produce ningún tipo de
comunicación, no hay ninguna organización del tiempo, es un lugar olvidado y es
como un tiempo intermedio entre la vida anterior y su final que será la ruina y
el escombro. Teniendo todo esto en cuenta, te digo que el silencio que se
percibe en un abandono es algo que impresiona.
Pienso en alguna visita a una
fábrica abandonada, donde el sonido que se escucha proviene únicamente del
exterior, de fuera del lugar. Dentro, no hay absolutamente nada que produzca
sonidos. Sólo ruidos. Una plancha de la cubierta que quizás esté suelta y el
viento la golpea, una puerta cuya hoja se abre y se cierra…
No hay sonidos. Hay tan solo
ruidos.
Los sonidos los produce la
vida. Los ruidos, es otra cosa.
Un lugar abandonado te lanza
mensajes. Fíjate, por ejemplo, las paredes viejas dejan de ser sólo paredes y
se convierten en geografías del tiempo, generando las texturas.
La iluminación que tiene
proviene de fuera, nunca desde dentro, proviene de una ventana o una techumbre
que ha colapsado y todo esto, luz, ruidos, colores, silencios producen en el
observador una serie de sensaciones a las que no estamos acostumbrados.
- ¿Hay arte en el
abandono?
-Sí. Sin duda alguna. Aunque no
todo vale. Decía Confucio “Cada cosa tiene su belleza, pero no todos pueden
verla” .La constatación de la belleza en el ámbito del abandono es igual de
fácil o de difícil como puede ser, la comprensión del abstracto. Si fuéramos
capaces de ver las cosas aisladas, sin calificativos, por lo que simplemente
son, por su esencia, sin pasar necesariamente por el filtro de la razón o de
patrones culturales, si fuéramos capaces de no comparar siempre... si esto
ocurriera, estaríamos en la línea de poder ver las cosas tal como son. Los
lugares, la suciedad, el deterioro, el paso del tiempo serían vistos y
percibidos por sí mismos y no porque manchan, huelen mal, pueden ser peligrosos
o son sitios no recomendables.
Una vez nos hayamos desnudado
de todas esas ataduras formales, estaremos capacitados para apreciarlo. Eso y
tantas cosas más. Mientras tanto….
-Cuando estás en un lugar abandonado, la historia, la
nuestra propia, se pone en movimiento: pensamos e imaginamos qué hubo allí, qué
podría seguir habiendo, pensamos, también en el renacimiento de la naturaleza,
en que todo es como una rueda, en el paso inquebrantable del tiempo
-El acceder al interior de los
lugares abandonados, en primer lugar, te coloca en un estado de tensión, de
hipersensibilidad. No sólo para los ruidos o para los sonidos de fuera sino
para percibir todos los estímulos visuales, olfativos y de otro tipo que el
interior de un abandono genera sobre todo cuando son lugares grandes, como
antiguas fábricas, almacenes…. Y además uno se siente no pequeño sino empequeñecido.
En un abandono, lo que más
impresiona, lo que más conmueve es contemplar la huella humana, me explico:
todo ese universo de objetos que, en vida nos rodean y que cuando uno
desaparece, quedan en el lugar, perdidos, abandonados, sin dueño, sin utilidad,
fuera de sitio en proceso de su desaparición.
Me viene a la memoria las imágenes
de Pripyat junto a la Central Nuclear de Chernóbil en
Ucrania y Gunkanjima, la ciudad isla abandonada en
Japón. Miles de objetos que en el tempus o tiempo de
actividad son intrascendentes, una maleta, unas cartas, un juguete, platos,
ropa…en tiempo de abandono (Tempus 2 y 3) se vuelven
conmovedores, evocan lo que ya no existe, la presencia humana. Ese es muy
conmovedor. Hablas también de la naturaleza. Con el final de la actividad de un
lugar, este se abandona y por tanto queda desprotegido, se deteriora, pierde su
estanqueidad, los techos se hunden, los pisos se colapsan, el agua y las
semillas entran y la naturaleza que antes estaba justo ahí abajo, vuelve
triunfante y vigorosa al punto de partida. He comprobado y en diferentes países
del mundo, como el avance de la vegetación es la gran victoria final de la
naturaleza.
-Pero es inevitable, también, el pensar cómo sería una
restauración y nos hacemos nuestra propia reconstrucción y o rehabilitación,
quizás para darle otro uso...pero esa reacción es casi, a veces, como innata,
inevitable ¿qué piensas?, ¿qué crees?
-Hay muchas causas para que se
produzca el abandono, pero son pocas las causas para que un abandono se detenga,
se frene, se interrumpa.
Cuando un abandono o una ruina
tiene valores históricos o culturales, el sistema tiende a protegerlo,
congelando su proceso para que este abandono o esta ruina se muestre, tal y
como fue descubierto y así, podamos contemplarla congelada, como una ruina
histórica. Se congela, se interrumpe el avance del deterioro porque lo que se
busca no es volver a la actividad inicial (eso no tendría sentido) sino que
pueda contemplarse, tal y como se descubrió, sin que la ruina avance.
Las ruinas “congeladas” de
Roma, Grecia e infinidad de lugares son muestras de este tipo de protección.
Al igual que ocurre con los
objetos que utilizamos, en que lo más frecuente es que, al dejar de sernos
útiles, acaben, en el cubo de la basura y de ahí al contender y de ahí, al
vertedero o al reciclaje y allí – nuestro objeto - desaparezca junto a otros
miles de millones de objetos, desperdicios y sustancias.
Si esos objetos tienen valor
sentimental o dinerario, posiblemente sobrevivirán, como elementos únicos,
pasando de generación en generación como objetos especiales.
Si esos objetos tienen la
característica de ser elementos icónicos o representativos de algo o son parte
de un todo general y tienen la suerte de compartir, por ejemplo, de alguna
temática coleccionista, acabaran en los mercadillos y en las vitrinas de algún
coleccionista y mostrados al público como trofeo. Si son objetos cuyo valor
principal es tanto la antigüedad como su estado de conservación, posiblemente
esté expuesto en un escaparate de anticuario. Si a esos objetos se les reconoce
un valor excepcional, sobre todo por su autoría o por sus cualidades
artísticas, pasarán a engrosar el inventario de un museo, expuestas en una
sala.
De forma similar ocurre con los
lugares que hoy son, nuestros lugares habituales. Estos espacios, estos
inmuebles cuando finalicen su vida útil posiblemente sean derribados y
sustituidos por otro edificio. Pero cuando nada de esto ocurre, simplemente
alcanza la categoría de ser un lugar olvidado.
-Aunque me da que
tú cuando te encuentras con el abandono urbano, no piensas mucho, o no siempre
lo haces, con esa mentalidad, como más primaria, de la que te hablaba en las
preguntas anteriores Miras, contemplas y basta el arte en torno al abandono
sigue su camino Coméntanos.
-Al acceder a un abandono, uno
tiene la sensación de que posiblemente ese momento ya no se vuelva a repetir,
bien porque vuelvan a cerrar el acceso que me permitió entrar, porque te
pillen, porque lo derriben o porque no se vuelvan a dar las condiciones de
seguridad para volver a entrar.
Uno toma las fotografías como
si fuera la primera, única y última vez que puede hacerlo y además de buscar la
belleza, uno, a la vez, está documentando un lugar y su estado. Algunos de los
lugares que he visitado ya no existen. Me ha ocurrido en varias ocasiones que,
mis imágenes han servido, a posteriori, para documentar ese “antes” del final.
Y en cuanto a esa mentalidad a la que haces referencia, yo creo que no es
mentalidad, es ÉTICA.
La ética del explorador urbano
es, como eso que dices: miras, contemplas y punto. El abandono sigue su camino.
Eso debería ser siempre.
La exploración urbana también
conocida como Urbex se caracteriza por varias reglas
que se condensan en una sola frase de Gakuran, un
explorador japonés que dice: “tome sólo imágenes, deje sólo huellas”. De esta forma el urbex se distancia de
otras clases de visitantes que suelen tener los abandonos.
El cumplimiento de esa ética
permite que los abandonos perduren y sigan su proceso natural de
descomposición. Pero no siempre es así.
-Pero hay una belleza como intrínseca, de propia
idiosincrasia, en el abandono habrá personas que las note o las piense más que
otras, pero la hay…
-En los lugares abandonados
diferenciamos perfectamente unas características propias de estos lugares,
aunque sean características caóticas, de miseria y destrucción. Estas
características se perciben con claridad y se repiten en todos los abandonos,
por tanto, podemos decir que existe una estética o una belleza propia del
abandono.
Como ya te he dicho antes, para
percibir esta belleza no solo es necesario visitar un abandono sino hacerlo con
una sensibilidad especial, con un “aware” que incluso
debería hacerte consciente de que estas siendo testigo del lento proceso de la
muerte de un lugar. Es interesante leer lo que escribe sobre el “wabi-sabi”
- ¿En qué zonas, amigo para tu libro Abandono has visitado
y has explorado más?
-No. No he visitado lugares con
el fin de aportarlos al libro. Ha sido al revés. He partido de la recopilación
durante 7 años de material fotográfico y la ordenación de mis notas y
reflexiones. No me he atrevido a escribir algo, digno de ser leído, hasta poder
elaborar mis propias conclusiones y que además fueran claras, convincentes y
con una cierta densidad. Hay una relación incompleta en el libro, de los
lugares visitados (los que se pueden citar). Son, desde estaciones ferroviarias
abandonadas, antiguas fábricas, molinos harineros, alquerías, chalets, casas
señoriales, edificios inconclusos, bodegas, viviendas, naves industriales…. Las
posibilidades son…. inacabables.
- ¿Eres un estudioso, un explorador del abandono?
-Más estudioso que explorador.
No puedo compararme ni lo pretendo, con muchos urbex,
cuyo “curriculum abandonae”
impresiona. No es mi intención. Sí que es cierto que nunca podría haber escrito
este ensayo sin haber hecho antes un trabajo de inmersión en la exploración
urbana. Eso ha determinado bastante el enfoque del trabajo. En cuanto al libro,
además de ser una interpretación personal y subjetiva sobre el tema, es una
invitación a mirar por la rendija, a cruzar el dintel de la puerta medio
abierta, a pasar a la otra parte a través del agujero que uno descubre por
dónde, alguien, ya ha entrado. Ya me entiendes…. También es una propuesta de
reflexión en torno a lo que el abandono representa en su propia esencia: la impermanencia.
-Hay mucho abandono en nuestras proximidades, mucho más
del que pensamos, ¿no?; quizás hay abandono en cualquier sitio donde queramos
verlo, sentirlo
-Todo está en proceso de
descomposición. Absolutamente todo. El final del proceso de fabricación de una
cosa, una casa, los objetos, un lugar, etc… coincide
con el primer segundo en que se inicia el proceso de deterioro y
descomposición. Nuestra cultura nos hace, casi de forma obsesiva, frenar ese
proceso. Fíjate y verás cuantas actividades laborales, comerciales etc… se basan en frenar e impedir los procesos de
degradación y deterioro de todo. Visto y analizado así, impresiona. Todo es,
todo está en potencial abandono. Lo que ocurre es que no lo permitimos.
-Pero incluso sobre el abandono los humanos, a su paso,
siguen dejando su huella, por ejemplo, con las típicas pintadas incluso, a
veces, en forma de firma
-Mira, he observado una cosa.
Abandono y graffiti van siempre de la mano. Es
curioso. Tanto la pintada como el graffiti utilizan
preferentemente como soporte zonas degradadas, paredes y muros abandonados o al
menos inactivos. Son menos conflictivas sus intervenciones. Una cosa atrae a la
otra. Un lugar abandonado (T2 y T3) permite lo que no permite un lugar que está
activo (tempus 1) y que debe mantener al 100% las
formas de mantenimiento y limpieza. En ambos, cuando interviene el spray, se produce contaminación visual, aunque en el abandono,
es mucho menor. En un lugar activo (T1) el graffiti
se considera una grave agresión. En un lugar abandonado (T2 y T3) la pintada y
el graffiti parece que contribuyen a degradar un poco
más el soporte – ya antes degradado por el abandono - donde se hace. Y
curiosamente, la pintada y el graffiti que se les
considera como causa de degradación se convierten a la vez en señal de
degradación y abandono. En el interior de muchos abandonos industriales,
podemos encontrar verdaderas zonas donde se da el más puro “horror vacui” ya
que, en el interior suele haber espacio, tranquilidad, no hay riesgo de que te
pillen y donde incluso hay condiciones para que las intervenciones sean
preparadas y hablo tanto del graffiti como del post graffiti. En el interior de los abandonos prima más el
poder realizar grandes piezas y muros enteros que el ser visto como el “getting up” callejero. Los amantes del abandono y celosos
vigilantes de que el deterioro se produzca de forma natural no somos
partidarios de las intervenciones de spray en los
interiores, sobre todo en edificios significativos o nobles. ¿Dónde empieza y
acaba el arte?, ¿Dónde empieza el vandalismo? Nunca lo sabremos. Las pintadas
en forma de firma a que te refieres, son los tags y
suelen estar no tanto en el interior de los abandonos sino en exteriores ya que
una de las finalidades de “tagear” es el bombardeo
con la propia firma propia, cuantas más veces para ser más visible.
- ¿Qué aprendes en cada descubrimiento de un abandono?
-Soy más estudioso de la
estética del abandono que explorador urbano. Ya no es prioritario para mí tanto
el acceder al interior de lugares como el ir descubriendo los efectos del
abandono en cualquier parte. Uno despierta una sensibilidad especial que le hace
reparar “en continuo” en superficies, puertas metálicas y cientos de sitios en
la ciudad donde se produce el efecto del deterioro sobre los materiales. ¿Qué
aprendo? Yo creo que humildad en cuanto que lo uno persigue va a ser siempre
minoritario, poco reconocido pero me siento un privilegiado por haber ampliado
el espacio personal donde ubicar la belleza.
23076
Abandono. Una mirada
fotográfica.
Morabito
214 páginas 24 x 16,5 cms.
16.00 euros
Loisele
MORABITO
Fotógrafo, creativo, artista... pero ante todo un espíritu inquieto amante de
todo lo bello y experto en transmitir sus emociones a través de la imagen. Así
es Morabito, un referente para los que gustan de descubrir espacios olvidados y
que él, con su cámara, mostrará a la vez que nos hará recapacitar sobre ese
misterioso mundo de la belleza oculta. En este libro, el autor, explicará la
exploración urbana desde la misma praxis considerando lo construido como un
medio de aproximación a lo transitorio de los lugares habitados por el ser
humano y abandonados posteriormente. Aporta la documentación gráfica y
literaria necesaria para disfrutar de la estética decadente que poseen los
lugares olvidados. La propuesta de Morabito es demostrar que la contemplación
del proceso del abandono, no es sólo una actividad marginal, un ejercicio de
disciplina, de discreción, de respeto, arte, riesgo y atrevimiento sino que
también es una forma de abrir nuestra percepción a nuevos valores estéticos
alejados de la racionalidad. Este libro formará parte indispensable de las
bibliotecas de quienes buscan la belleza en los sitios más inverosímiles y
ayudará a que el lector descubra la vida de los lugares abandonados, sin duda,
parte de un patrimonio cuyo único propietario es el olvido.
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