Cazarabet conversa con... Dolores Vilavedra, Antonio Míguez y Lourenzo Fernández, editores del libro “1936. Un nuevo
relato” (Prensas de la Universidad de Zaragoza)
Guardan cuidado de esta
edición, participando también de la escritura, Dolores Vilavedra, Antonio
Míguez Macho y Lourenzo Fernández en un libro escrito
por más plumas: Antonio Cazorla, Carlos Gil Andrés, Jesús Izquierdo, Germán
Labrador, Ángel Loureiro, Miguel Anxo
Murado, Lourdes Otaegi, Mari Jose
Olaziriegui, Sergio Riesgo, Carlos Teijo…
La sinopsis del
libro editado por Prensas de la Universidad de Zaragoza, dentro de la temática
de Historia Contemporánea y de la colección de Ciencias Sociales: Cómo afrontar
en la conciencia pública del presente el período de guerra y dictadura es un
reto que pone en cuestión la identidad
histórica y política del actual Reino de España. El pasado incómodo de golpe,
guerra, revolución y dictadura ha sido profusamente indagado y narrado, pero el
marco narrativo establecido por los protagonistas ha devorado las novedades
derivadas de la historiografía y de la irrupción de la memoria. Sigue dominando
un relato de guerra civil construido sobre la victoria y la derrota de sus
protagonistas. Un relato manejado en última instancia por los vencedores:
remodelado y acomodado a sucesivos presentes. Ganadores en la guerra y en el
relato de la victoria. El suyo es el relato de los verdugos. En este libro
queremos definir las bases para construir un nuevo relato porque el disponible,
el dominante, no nos convence: pasó de la victoria a la reconciliación,
encontró a las víctimas, pero aún no es capaz de mirar a los verdugos ni de
situar la superioridad de la democracia frente a la dictadura.
En este libro queremos
definir las bases para construir un nuevo relato porque el disponible, el
dominante, no nos convence: pasó de la victoria a la reconciliación, encontró a
las víctimas pero aún no es capaz de mirar a los verdugos ni de situar la
superioridad de la democracia frente a la dictadura.
Cómo afrontar en la
conciencia pública del presente el período de guerra y dictadura es un reto
mayor que pone en cuestión la identidad histórica y política del actual Reino
de España. A pesar del paso del tiempo, cuarenta más cuarenta años, sigue
dominando un relato de guerra civil construido sobre la victoria y la derrota
de sus protagonistas. Sobre su experiencia, intereses, posiciones y
explicaciones políticas. Un relato manejado en última instancia por los
vencedores: remodelado y acomodado a sucesivos presentes. Ganadores en la
guerra y en el relato de la victoria. El suyo es el relato de los verdugos.
Cazarabet
conversa con Lourenzo Fernández, Antonio Míguez y
Dolores Vilavedra:
-Amigos,
¿qué es aquello qué os ha hecho investigar sobre esa manera de mirar a lo
relatado desde 1936...?
Lourenzo
Fernández: La
constatación, después de décadas de trabajo de la historiografía en democracia
y antes desde al antifranquismo, de que el relato historiográfico –el bueno, el
malo y el mejor- sigue siendo deglutido por el metarrelato
construido por los golpistas y verdugos del 36, que lo gobernaron, como todo lo
demás durante cuarenta años. Un relato tan cambiante como poderoso; frente al
relato de la democracia y al de la República derrotada, enfrentada, peleada y
amargada, durante esos mismos cuarenta años. La idea –asentada en años de
indagación, observación y experiencia- de que la Democracia necesita otro
relato y que hasta ahora no fue capaz de construirlo, un relato con más fundamento
historiográfico, más verosímil, un relato colectivo menos mágico y menos deudor
del relato justificativo construido y legado por los golpistas y verdugos de
1936. La conclusión de que ya va siendo necesario dejar de echar culpas a los
que hicieron la Transición, para empezar a trabajar ese nuevo relato que, para
entendernos. Debe de ver –y mirar- al pasado como la mirada de las democracias
europeas –resistentes- que ganaron la guerra en 1945. Con esa –¿nueva?- mirada hasta la guerrilla antifranquista
–intratable e inintegrable todavía- tiene otra versión. ¿A que si? La de la
Resistencia..., si, parecida incluso a la que nos ofrece Hollywood.
Para abordar esta
cuestión los historiadores no éramos suficientes, necesitábamos expertas en literatura,
estudios culturales, relato, filosofía, memoria, periodismo,...
-¿Cómo ha sido reunir
todas estas plumas...coordinar sus aportaciones, miradas y luego componer el
libro?
Antonio Míguez: La
historia de este "nuevo relato" arranca con un Congreso que
realizamos en 2016 en Santiago de Compostela. En realidad, un congreso y una
exposición que fueron simultáneas con la excusa del 80 aniversario de 1936. En
el congreso se quiso reunir a una multiplicidad de voces de diversos ámbitos
desde la historia a la literatura, pasando por esa suerte de "cajón de
sastre" que son los estudios culturales. Solo se les pidió una cosa: que
aceptaran el reto de dialogar, de debatir... no se trataba de venir, presentar
lo de cada uno y volver por donde se había venido. Queríamos pensar de nuevo,
no solo pensar otra vez, todo lo que habíamos escrito sobre 1936, la guerra y
el franquismo. Queríamos identificar los "relatos" que habían ido
superponiéndose a lo largo del tiempo y las generaciones, entre la historia y
la memoria.
De ese congreso,
surgió un grupo más reducido que se involucró directamente en la propuesta:
aceptó el reto de seguir debatiendo. Y así los citamos un año después, en el
Pazo de Mariñán. En las discusiones de aquellas
jornadas estaba escribiéndose ya la obra. Pero solo el entusiasmo de los
participantes ha hecho posible que vea la luz. Luego vino un trabajo largo de
edición, es cierto, porque no queríamos un libro de autores y capítulos, sino
una obra escrita a muchas manos y en la que la autoría individual, de
alguna manera, se diluyese en el trabajo en equipo.
-¿Se trata de
reunir o capacitar una manera de “escribir el nuevo relato” o no sé
“saber interpretar un nuevo relato”?
Antonio Míguez: Esta
pregunta estuvo latente durante todo el recorrido que nos ha llevado hasta
aquí: ¿estábamos escribiendo el nuevo relato o estábamos señalando en qué
lenguaje y con qué palabras se tendría que articular una vez que se escribiese?
El resultado final ha sido sorprendente porque, y es mejor que el lector lo juzgue
por sí mismo, en realidad la obra combina ambas dimensiones. Aunque en realidad
lo que pensamos era señalar cómo el nuevo relato debía escribirse, el modo
mismo en que la obra está concebida, el mestizaje de disciplinas y estilos, y
por supuesto, la disolución de la autoría individual, son en sí mismas
expresiones del nuevo relato. Lo que se está diciendo no es que lo que se ha
estudiado y hecho sobre nuestro pasado incómodo sea inválido, en absoluto se
trata de ello. Lo que se está escribiendo en 1936. Un nuevo relato es lo
que todo ese bagaje nos permitiría hacer liberados de los corsés de los relatos
heredados.
-Pero
para ello hay que contar aquello a lo que muchas generaciones no hemos
tenido acceso...simplemente lo que ocurrió, la historia tal como fue, tal como
pasó..., ¿no?, sin más...
Antonio Míguez: Por
supuesto, con todo lo que hemos dicho, la obra nunca renuncia a ser un libro de
historia. Así lo entendimos desde un primer momento. Incluso en aquello donde
se pueda entender que existe una crítica acerba al modo en que el gremio se
apropia del relato del pasado, surge también una reivindicación de la
importancia de comprender el pasado a través de la historia. En realidad, esta
obra nace al calor de que entiende que se demanda más historia, no menos.
Estar dominados por un relato heredado, de los verdugos, como se dice con
frecuencia en el libro, supone dejar el pasado en manos del mito, de la
superstición y de la ignorancia en definitiva. Aquí se apuesta por entender el
pasado desde la complejidad y asumiendo que existen medios válidos para
aprehenderlo que no se reducen a un único formado. El presente y el futuro son
mestizos, pues también es así con el modo en que debemos entender el pasado.
-Amigos los coordinadores de esta edición
sois Dolores Vilavedra, Antonio Míguez y Lourenzo
Fernández y la pregunta os la hago desde esa tarea de “coordinadores”: ¿cómo es
coordinar todas estas plumas, teniendo en cuanta que, seguramente, cada una de
ellas nos aporte un capítulo y/o participación desde donde se es especialista?
Lourenzo
Fernández: La coordinación comenzó con la organización del
encuentro de 2016, entonces comprobamos que el reto de proponer las bases de
otro relato era posible y compartida por un grupo pluridisciplinar de colegas. Sabíamos
que sería complicado y la experiencia de coordinar investigaciones y congresos
obligaba –más que recomendaba- a inventar un método nuevo y a definir las
condiciones adecuadas para permitirnos el lujo de pensar. Diseñar un método
para desarrollar el trabajo de discusión y elaboración–del que hablamos en la
siguiente pregunta- fue un aspecto central de la coordinación.
Pero, la
coordinación fue posible porque, a lo largo del largo proceso de discusión y
elaboración, los autores y autoras se prestaron a ella con una renuncia –que
finalmente fue absoluta- respecto al detalle de sus textos. Lo cierto es que,
después de un recorrido de dos años (2016-2017) aceptaron algo muy infrecuente:
renunciar a la autoría del propio texto para subsumirla en la propuesta de
redacción final de los editores. Esa tarea nos ocupó los dos años siguientes
(2018-2019). Crear el ambiente propicio para ello sólo es posible trabajando
con personas generosas y académicxs de mente abierta,
más preocupados por explorar, descubrir y crear nuevo conocimiento que por
marcar su autoría o definir sus aportes disciplinares.
Intentamos explicarlo
en la siguiente pregunta, a propósito del método.
-Una
vez recopilado todo, ¿cómo es la metodología de trabajo que utilizas?; ¿cómo se
le pone orden a todo?
Lourenzo
Fernández: El diseño de un método singular formó parte
substancial del proceso que llevó a este libro. Sobre la experiencia del amplio
encuentro de 2016, diseñamos una sesión de trabajo a celebrar en julio de 2017.
Para ello escogimos un espacio ideal para debatir: el Pazo de Mariñán. Todo estaba programado para favorecer un buen
ambiente de discusión y de entendimiento de tres días. Empezando por la llegada
de todos los participantes la tarde anterior para confraternizar en una noche
de cena y paseo por Betanzos, descubriendo su historia material republicana,
masónica, agrarista y obrera, oculta por el relato golpista; completado el
último día, el de la partida, con la visita a los restos del destruido Parque
do Pasatempo. Sin olvidar que la desenfadada pero
intensa conversación de terraza sobre la Transición en la primera noche se
convirtió en el arranque propicio de lo que vino después.
La
reunión de Mariñán se organizó siguiendo el modelo
que imaginábamos ya para el libro, con cuatro sesiones que respondían a un
guión y unas preguntas acordadas: Transnacionalización
frente a excepcionalismo singularizante;
reconciliación como desmemoria y desconocimiento del pasado; aspiraciones
éticas y políticas del nuevo relato; demanda social de verdad, de diferentes
verdades sobre diferentes memorias en conflicto. Cada participante
redactó, para la sesión de su elección, brevísimos textos centrados en ideas
clave y respuestas a preguntas previamente definidas. Terminados y repartidos
con semanas de anticipación, los textos fueron leídos previamente por todos los
participantes y cada texto, en vez de ser presentados por su autor, al inicio
de la correspondiente sesión, fue presentado y discutido brevísimamente por
otro colega que debía incidir críticamente en los elementos de diferencia,
contraste y discusión, para ser finalmente debatidos en común en un turno
abierto durante más de hora y media.
Por
supuesto los debates trascendieron a las sesiones, empezaron en el desayuno y
continuaron a lo largo del día en los cafés, comida y cena. Un día intenso y
agradable. Todas las sesiones eran gravadas y anotadas y sobre ellas trabajamos
después de terminar el encuentro, partiendo de la generosidad de autoras y
autores, como se indicó en la respuesta anterior. Una quinta y última sesión
sirvió para una puesta en común de cara a la elaboración del libro y para
decidir el compromiso de continuidad de los participantes. Acordamos que los
que estuviesen dispuestos a continuar enviasen un primer texto definitivo en la
línea del presentado en Mariñán, pero incorporando ya
los resultados del debate habido.
En
los meses posteriores, los editores propusimos convertir las cuatro sesiones de
debate en tres capítulos para el libro, simplificando y aclarando el contenido
final: 1. ¿qué (relato)? 2. ¿cómo se escribe? Y 3. ¿para qué/quién se escribe?. Y nos encargamos de ensamblar
los 13 textos en una redacción final que fue reenviada a los autores para sus
comentarios sugerencias o correcciones. Y hay que decir que, asombrosamente
fueron muy pocas. También hay que reconocer que, al final de proceso, cuando el
libro se envió a la editorial y nos devolvieron las primeras pruebas, una parte
de los autores nos confesó que nunca se imaginaron que el resultado llegase a
buen puerto. Otra prueba de su generosidad intelectual y de que lo más
importante –y por tanto lo que permitió el resultado- era el proceso –el
camino- y no el resultado en sí.
Por
último, conviene indicar que para lograr este resultado partimos de una premisa
–casi de una agenda oculta: en nuestras disciplinas (tan diferentes de las
ciencias experimentales) para construir conocimiento transdisciplinar
y fronterizo (como en aquellas) es necesario adaptar el método de trabajo de
los grandes equipos de investigación; no podemos asimilarnos al método
científico como se ha intentado hacer durante todo el siglo XX pero si podemos
aprender de la forma de organizarlo. Es lo que hemos intentados y la
experiencia acumulada que algunos aportamos en el ámbito de los estudios
culturales o de la historia agraria.
-Perdonad la intromisión, pero ¿tanto cuesta esto
de vuestro tiempo?
Dolores
Vilavedra: Yo diría que es un tiempo no objetivable, porque
no se trata solo de las horas concretas que pasamos reunidos discutiendo hasta
definir el proyecto de una forma que nos convenciese a los tres, o escribiendo
nuestros textos, o refundiendo los de los demás, tareas todas que si se pueden
computar en una temporalidad objetiva, de muchísimas horas. Habría que hablar
también de un tiempo subjetivo que es el que nos ha llevado a cada uno de
nosotros hacer este viaje intelectual, que es un viaje epistemológico pare
también vivencial. Y creo que los tres llevamos años haciendo ese viaje, que
aún no ha acabado, por cierto. Dicho esto, a mí me gustaría reconocer el
trabajo ímprobo que ha asumido Antonio Míguez en la fase final pues una obra de
esta naturaleza no se concluye si alguien no asume la responsabilidad de la
fijación final en un texto, con lo que esto supone de clausura de un proceso.
-Háblanos,
por favor, del proceso de investigación…de esa tarea tan ardua, de búsqueda,
mucha lectura, poner orden….de la tuya como copartícipe del libre, pero también
de los que has podido captar del resto de participantes...
Dolores
Vilavedra: Pues es un proceso que tiene una parte individual
y solitaria, muy bonita, en la que tú te encuentras con las ideas que otras
personas han escrito antes que tu, y en la que hay
momentos epifánicos, de ‘eureka!’,
de ver la luz. Y hay otros momentos de enfrentarte con los datos y con los
hechos, como hay en toda investigación. Lo que sucede es que en este caso,
detrás de “los datos y los hechos”, hay mucho dolor, muchas víctimas, mucha
sinrazón. En el caso de este nuestro trabajo, además ha habido toda la
dialéctica interdisciplinar e intergeneracional que
nos ha obligado a salir de nuestra ‘zona de confort’ académico y que ha
supuesto un desafío del que creo que nadie ha salido descontento.
-Trabajas
en particular y cómo te explican que han ido trabajando el resto... teniendo en
cuenta como un guión de cuestiones a ir contestando, a ir dando respuesta…
Dolres
Vilavedra: En principio, partimos de un conocimiento
bastante bueno de lo que había hecho el resto del equipo, conocimiento que
habíamos adquirido a partir de nuestras lecturas, cada quien las suyas. Desde
ese punto de partida común se avanzó sumando sugerencias de lo que nos
interesaba o interpelaba en aquel momento concreto y de ahí fue saliendo el
programa del Congreso de 2016. Después del Congreso estaba ya bastante claro
cuál era el núcleo duro de personas que estaban interesadas en continuar el
diálogo y por ello las convocamos a la fase de Mariñán.
Ahí sí que orientamos la reflexión con guiones de trabajo pero de nuevo
quisimos ser dialécticas y asumimos que cada persona presentaría no sus
reflexiones sino las de otro miembro del grupo. De Mariñán
salimos con un guión, que luego nosotros tres fuimos puliendo, ajustando…hasta
encontrar una estructura final donde creo que conseguimos que todo el equipo se
sintiese cómodo. En definitiva, ha sido un proceso en el que nos hemos movido
de lo asambleario a lo individual, con muchos momentos de trabajo en equipos de
distintas dimensiones en los que no siempre las agrupaciones se establecían en
función de afinidades intelectuales o personales. Creo que esa flexibilidad en
la dinámica, y el hecho de haber sabido/podido respetar lo que cada miembro del
grupo podía/quería aportar es lo que nos ha permitido llegar hasta aquí!
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