La Librería de El Sueño Igualitario

Cazarabet conversa con...   Joan-Lluís Palos, coeditor de "A vueltas con el pasado. Historia, memoria y vida" (Universitat de Barcelona)

 

523529_523353544413015_852063439_n.jpgUniversitat de Barcelona con las plumas de Joan-Lluís Palos y Fernando Sánchez-Costa como editores nos acercan al particular mundo de la historia, como ciencia, como disciplina y lo hacen “seleccionando” una serie de colaboradores exquisitos en esto de “analizar” este oficio tan grande como, quizás, parpadeante…En el libro se acercan a la historia desde el punto cero. Desde la pregunta primordial y que todos nos hacemos¿ qué es la historia hoy? Que nos contesta Francesco Benigno ; se adentra un poco más en la filosofía de la disciplina histórica, Frank Ankersmit ; es Jörn Rüsen quien se acerca al mundo multidimensional de la cultura histórica; muy entretenido es el capítulo en el que la historia parece mecerse entre la ficción y la realidad, de eso se encarga José María Caparrós Lera…mientras que la I parte del libro la concluye la analítica de Xavier Baró Queralt explicándonos sobre la “mundialización” de la historia.

La segunda parte de este imprescindible libro en torno al mundo de la historiografía se aglutina en torno a la memoria con firmas como las de : Ignacio Olábarri, Fernando Sánchez-Costa, Antoon De Baets, Jaume Aurell y culmina esta parte, dedicada a la Memoria,  Georg Giggers. Todos ellos abordan diferentes aspectos referentes a cómo vivimos, cómo vive la propia historia el fenómeno de la memoria.

La tercera pate, trata la Conmemoración analizando acontecimientos como la Paz de Wesfalia, una paz Europea , bajo la pluma de Heinz Duchhardt; después es Jean-Louis Guereña quien se adentra en el mundo del tercer centenario de la publicación del Quijote o, por último , Román Piña Homs quien se acerca al IV Centenario del descubrimiento de América.

Nos presentan el libro desde Publicacions i edicions  de la Universitat de Barcelona
La historiografía vive un momento apasionante. Según el paradigma de la posmodernidad, la mirada de los historiadores sobre el pasado está profundamente condicionada por sus circunstancias personales y expectativas de futuro, con lo que, de hecho, se habrían arrogado un papel tan magnético como subjetivo. En el presente libro, escrito en homenaje al profesor Sánchez Marcos, especialistas de prestigio internacional señalan las posibilidades y los riesgos de este nuevo modelo de investigación, tomando parte activa en un debate público que se fomenta incluso desde los medios de comunicación. Así, A vueltas con el pasado aborda cuestiones como la influencia de las experiencias vitales en la interpretación del pasado, la relación entre narrativa histórica y verdad, o el valor del estudio de la cultura histórica, con el propósito de ofrecer a la sociedad explicaciones útiles para organizar el presente y orientar un futuro lleno de interrogantes.

Ver índice y algunas páginas:
http://www.publicacions.ub.edu/hojear.aspx?fichero=07794.pdf

 

 

Cazarabet conversa con Joan-Lluís Palos coeditor de "A vueltas con el pasado. Historia, memoria y vida".

 

472406_300.jpg-Joan –Lluís, presenta un poco, aunque sea brevemente, el libro: A vueltas con el pasado. Historia, memoria y vida.

-Este es un libro escrito en honor de un colega y amigo común de todos los autores que han participado, el profesor Fernando Sánchez Marcos, de la Universitat de Barcelona, con motivo de su jubilación. Sánchez Marcos ha sido uno de los impulsores de la Comisión Internacional de Historia de la Historiografía, autor de libros importantes como Las Huelllas del Futuro. Historiografía y cultura histórica en el siglo XX (Barcelona, 2012) y uno de los principales animadores en España del debate sobre la teoría de la historia. Se trata de una persona con un amplio abanico de relaciones en el panorama internacional  y esta es la razón por la que hemos podido reunir historiadores de tan diversas procedencias temáticas y geográficas. Pero no queríamos hacer un libro de homenaje al uso, una especie de hagiografía. Nuestra intención era aprovechar la oportunidad para tomarle el pulso a la disciplina histórica que en los últimos años ha estado sometida a no pocas convulsiones. Como el título indica, queríamos aprovechar la ocasión para reflexionar sobre la relación entre la historia y la vida de las personas en la que la memoria del pasado desempeña un papel determinante.

-Joan-Lluís debe ser muy difícil llevar a cabo este trabajo en el que se han dado cita tantas buenas plumas desde la reflexión con la historia y a través de ella. Dinos ¿es difícil coordinar los temas con  las diferentes  plumas?; ¿cómo ha ido la coordinación?

-La verdad es que los coordinadores de este libro hemos tenido la suerte de que la persona a la que queríamos rendir homenaje se ha caracterizado siempre por una actitud abierta y dialogante, incluso con colegas con los que podía mantener discrepancias de fondo. Esto ha favorecido mucho la tarea ya que todos aquellos a los que hemos invitado a participar han aceptado inmediatamente y han mostrado la máxima disposición a colaborar. Otra cosa distinta es a dificultad que ha comportado el encaje de los textos, algunos de ellos de gran densidad teórica, escritos originalmente en cinco idiomas distintos. Confío que hayamos sido capaces de crear un discurso coherente tal como era nuestra intención.

-¿Estamos, Joan-Lluís ante un libro imprescindible para todo estudioso de la historia, no sé como un libro de cabecera?

-Me parecería pretencioso por mi parte contestar afirmativamente a esta pregunta. Eso tendrán que decirlo los lectores. De momento lo que sí puedo afirmar es que el libro está teniendo muy buena acogida y que muchos colegas lo utilizan con sus estudiantes en los cursos de teoría de la historia. Ojalá que seamos capaces de llegar también a un público lector más amplio que trascienda el ámbito estrictamente académico. Si lo logramos, el mérito no habrá sido mío. Me siento muy afortunado de haber podido contar con pensadores de la historia tan destacados como Frank Ankersmit, Francesco Benigno, Antoon de Baets, Ignacio Olábarri, Jörn Rüsen o Georg Iggers, por mencionar tan sólo algunos de los que contribuyen en este libro.

-Hoy por hoy: ¿qué es y qué significa ser historiador, estudioso de la historia?

-Pienso que una de las transformaciones más importantes que se han producido en el modo de practicar nuestra disciplina en los últimos años es que los historiadores hemos empezado a ser conscientes de que nosotros mismos formamos parte de la historia. Es decir, que no podemos seguir mirando el pasado como el narrador omnisciente situado fuera de la escena. Queramos o no, somos protagonistas de la historia que estamos contando. La historia es, a fin de cuentas, una mirada sobre el pasado realizada desde el presente en función de las expectativas de futuro. Nuestro presente y nuestras expectativas son determinantes al escribir sobre la historia. Por ello es muy importante que el historiador tenga siempre un pie en el pasado que estudia y otro bien anclado en el presente en el que vive.

-Si hay pensamiento, hay filosofía….y en el estudio de la historia hay mucho de pensamiento, reflexión y de filosofía. Cuéntanos.

-Los historiadores debemos reconocer que, salvo dignísimas excepciones, hemos sentido aversión por la teoría, por el pensamiento. El resultado es que hemos ido casi siempre a remolque de otras disciplinas como la sociología, la antropología, la lingüística o la teoría del arte mucho más atentas al debate filosófico. Todavía pesa mucho la visión según la cual la buena historia es aquella que, ante todo, recopila datos y más datos. Pero esto no puede seguir así. Por supuesto que la erudición es imprescindible, pero lo que distingue a un buen historiador de un amateur es su capacidad para interpretar, para hacerse nuevas preguntas, para mirar la realidad de ángulos diversos, para dialogar con otras disciplinas, para responder a las exigencias del presente. Si no somos capaces de plantear preguntas importantes para la gente de hoy vamos a quedar reducidos, como por desgracia ocurre en ocasiones, a la insignificancia. Y entonces, no sirve de nada echarle la culpa a la gente afirmando que no se interesa por la historia. La culpa es solamente nuestra, de los historiadores.

-En estos tiempos en los que se habla tanto de memoria histórica: ¿crees que estamos haciendo un verdadero ejercicio de memoria histórica?

-La cuestión de la memoria me parece sumamente interesante pero también muy compleja. En ocasiones, ha sido abordada con demasiada superficialidad. En el libro tratamos con extensión sobre ella. Normalmente cuando hablamos de memoria histórica solemos referirnos a su dimensión colectiva y política, esto es, a la necesidad de recordar el pasado de un pueblo o una nación en su integridad. Desgraciadamente, en manos de intereses partidistas, esta acepción de la memoria se ha convertido en ocasiones en un arma arrojadiza. Pero esta es sólo una pequeña parte de la cuestión. El interés por la memoria se desarrolló inicialmente entre historiadores conscientes de que el pasado no era algo ajeno a nosotros sino que formaba parte de nuestra propia identidad. No solamente somos pasado pero nuestro pasado forma parte de nuestro ser. Está adherido a cada uno de nosotros gracias a nuestra capacidad de memoria.

JLPalos.jpg-¿Qué riesgos crees que puede acarrear a la historia el peso de la memoria, por la carga subjetiva y emocional que ella lleva encima?

-La memoria en sí misma no tiene por qué acarrear ningún problema para la historia. El problema está, en todo caso, en los usos tendenciosos que pueden llegar a hacerse de la memoria. En lo que Tzvetan Todorov calificó, en un pequeño librito muy ilustrativo, como “los abusos de la memoria”. Pero este ya no es un problema estrictamente histórico sino político y social. Y sobre esto sólo quisiera recordar el viejo dicho que afirma que para ser feliz hay que tener buena salud y mala memoria. Con ello no quiero decir que debamos desterrar la memoria sino que hay que encontrar un punto de equilibrio entre la memoria y el olvido, un tema sobre el que ha escrito acertadamente Paul Ricoeur, que no solamente ha sido uno de los grandes teóricos de la historia en el siglo XX sino también alguien que vivió durante cinco años en un campo de detención nazi. Sus reflexiones sobre la antropología del perdón me parecen fundamentales para construir una base sólida para la convivencia.

-O lo he entendido mal o se considera la autobiografía como “historia no-convencional”, ¿por qué?

-Este es un punto que en el libro trata de forma muy acertada Jaume Aurell y que tiene que ver con una de las cuestiones por las que me preguntabas antes. Los historiadores no están fuera de la historia. Muchos, (aunque no todos) son cada vez más conscientes de que su biografía, su propia historia personal, condiciona por completo la elección de los temas que estudian, la perspectiva desde la que los tratan y las interpretaciones que hacen. Por eso muchos historiadores han decidido practicar la autobiografía como un ejercicio de conocimiento propio, de sus propios límites, y de honradez con sus lectores. Es como una forma de decirles, “mira, yo sólo puedo contemplar el pasado a través de la pátina formada por mis traumas infantiles, el entorno familiar en el que crecí, la educación que recibí en la escuela, mis relaciones personales y sociales, mis inclinaciones religiosas, políticas o sexuales etc. Y esto va a condicionar lo que te pueda decir sobre el pasado. Lo siento pero es inevitable. No te quiero engañar. No puedo salir de mí mismo y dejar de ser quien soy. Estoy implicado hasta los tuétanos”. ¿Esto significa que la historia es un conocimiento completamente subjetivo? Significa que la historia es un conocimiento vivencial que toma forma en el interior del sujeto que lo adquiere. Por eso cada generación tiene que escribir su propia historia. Algo que en modo alguno está reñido ni con el respeto hacia las fuentes ni con el rigor en el modo de tratarlas. 

-Joan-Lluís , hoy en día ¿ qué perspectivas tiene el historiador y el oficio de historiador?

-Sorprendentemente, en un mundo de cambios acelerados como el nuestro, en el que estamos obsesionados por dominar el futuro y en el que el pasado se convierte rápidamente en un “país extraño” que se aleja de nosotros a gran velocidad, el interés por la historia no hace más que crecer. Las razones de este fenómeno, aparentemente contradictorio, son múltiples y han sido bien estudiadas: desde las nostalgia por todo aquello que nos hemos dejado en el camino a la necesidad de encontrar nuestras propias raíces. Y eso sin tener en cuenta, los usos partidistas de la historia para apuntalar posiciones políticas o ideológicas de todo género. Los ejemplos de ello resultan suficientemente manifiestos como para insistir ahora.

El resultado es que hay una demanda cada vez mayor de “contenidos históricos” como puede comprobarse en el éxito de tantas actividades alrededor de la historia que cuentan con un gran éxito de público: películas y series de televisión, novelas, museos, exposiciones, centros culturales, parques temáticos, revistas, videojuegos y ul largo etcétera.

johnshopkins.jpgEl problema es que los historiadores “profesionales” no siempre somos conscientes de nuestra responsabilidad ante esta situación ni estamos suficientemente preparados para utilizar de forma eficaz los nuevos canales de comunicación que se nos presentan. Con frecuencia nos encerramos en la torre de marfil del mundo académico y nos dedicamos a escribir sólo para nuestros colegas. Esto me parece un desastre porque la comunicación de la historia, que es fundamental para que las personas podamos entendernos individual y colectivamente, está quedando en manos de personas sin conocimientos suficientes y, lo que es peor, en ocasiones interesada y sin escrúpulos. El resultado es una banalización de la historia que se presenta como un simple entretenimiento sin ninguna clase de crítica. Vivimos tiempos de preocupante banalización del pasado y eso es peligroso porque si no sabemos de dónde venimos es imposible que dispongamos de un mapa para orientar nuestras vidas. El resultado lo vemos en el incremento del desarraigo que ocasiona conductas incívicas.

Pienso que las jóvenes generaciones de historiadores van a tener mucho que aportar en este sentido además de que, si saben aprovechar la oportunidad, encontrarán una multitud de oportunidades profesionales insospechadas hasta hace poco.

-Por último, Joan-Lluís, ¿qué aporta el historiador a la propia historia?

-Más que lo que aportan me parece importante señalar lo que pienso que deberían aportar. Básicamente dos cosas: visiones de conjunto y comprensión del pasado. Me explico. Por circunstancias que ahora sería largo describir, durante los últimos años ha habido una excesiva atomización de la historia. Esto se ha debido en parte, como indica Xavier Gil en su capítulo del libro, a la crisis de confianza en los grandes relatos explicativos del pasado. Pero aún más, y eso me parece muy preocupante, a una fragmentación de los estudios que han acabado presentando realidades desconectadas entre sí. No estoy en contra de la historia local en sí misma pero sí en contra de un tipo de historia local que ha presentado el lugar que estudiaba como si fuera el centro del universo sin prácticamente relación alguna con el entorno. Sin necesidad de volver a caer en leyes deterministas que pretendían explicar la historia como un proceso científico en el que la libertad apenas tenía cabida, hay que establecer relaciones que a lo largo del tiempo es mucho más lo que los seres humanos hemos compartido que lo que nos ha singularizado.

Y esto me lleva al segundo punto, la cuestión de la comprensión. Los historiadores tenemos que ser capaces de escribir una historia que sin abdicar del rigor diga a la gente cosas útiles para orientar sus propias vidas. Muchos libros de historia están escritos en una literatura de calidad ínfima y plagados de tecnicismos innecesarios que más bien delatan un complejo de inferioridad por parte de sus autores. Por fortuna, hay signos esperanzadores en este punto y cada vez son más los historiadores capaces de presentar sus trabajos con una narrativa excelente capaz de expresar la pulsión vital que late en los hechos del pasado. Tenemos que seguir por este camino si queremos recuperar el favor de los lectores.

Os puede interesar:

http://www.ub.edu/poderirepresentacions/equip-investigador/joan-lluis-palos-penarroya/
http://www.ub.edu/historiamoderna/miembros/joan-lluis-palos-penarroya/

 

 

 


523529_523353544413015_852063439_n.jpg14833
A vueltas con el pasado. Historia, memoria y vida. Joan-Lluís Palos y Fernando Sánchez-Costa (eds.)
448 páginas         17 x 24 cms.
33,00 euros
Universitat de Barcelona



La historiografía vive un momento apasionante. Según el paradigma de la posmodernidad, la mirada de los historiadores sobre el pasado está profundamente condicionada por sus circunstancias personales y expectativas de futuro, con lo que, de hecho, se habrían arrogado un papel tan magnético como subjetivo. En el presente libro, escrito en homenaje al profesor Sánchez Marcos, especialistas de prestigio internacional señalan las posibilidades y los riesgos de este nuevo modelo de investigación, tomando parte activa en un debate público que se fomenta incluso desde los medios de comunicación. Así, A vueltas con el pasado aborda cuestiones como la influencia de las experiencias vitales en la interpretación del pasado, la relación entre narrativa histórica y verdad, o el valor del estudio de la cultura histórica, con el propósito de ofrecer a la sociedad explicaciones útiles para organizar el presente y orientar un futuro lleno de interrogantes.

Ver índice y algunas páginas:
http://www.publicacions.ub.edu/hojear.aspx?fichero=07794.pdf



_____________________________________________________________________

LA LIBRERÍA DE CAZARABET - CASA SORO (Turismo cultural)

c/ Santa Lucía, 53

44564 - Mas de las Matas (Teruel)

Tlfs. 978849970 - 686110069

http://www.cazarabet.com/lalibreria

http://ww.cazarabet.com

libreria@cazarabet.com

 

https://www.facebook.com/javier.diazsoro

https://www.facebook.com/sussanna.anglesquerol