La
Librería de El Sueño Igualitario
Anxo Ferreiro Currás
ha escrito un magnífico libro de investigación sobre la figura del clero vasco,
en su conjunto, ante los Consejos de Guerra a los que fueron sometidos entre
los años 1936-1944; lo edita, todo, INTXORTA,1937 KULTUR ELKARTEA en una
apuesta extraordinaria por la verdadera recuperación de la Memoria Histórica
ante un tema que levanta , siempre, sus particulares ampollas y lo hace desde
la pluma de un hombre que sabe de lo que habla, Anxo
Ferreiro Currás …un ex cura que rescata del baúl
escondido, cerrado y enterrado a no pocos hombres y nombres que estaban casi,
casi en el olvido, los hombres del clero vasco….aquellos que quedaron
enterrados entre los silbidos de una
represión brutal, la del franquismo.
Cazarabet conversa con Anxo Ferreiro:
-Anxo, bien, preséntate a nuestros lectores….
-Estoy jubilado, fui sacerdote, cuya misión llegué a practicarla de
forma gratuita, trabajé simultáneamente en la enseñanza de la conducción de
automoción. Dejé posteriormente el ejercicio de cura, pero sigo ligado a la
Iglesia de base de mis entrañas y, a la lucha del pueblo.
-Anxo, ¿por qué un libro sobre los Consejos de Guerra a los
que los franquistas sometieron al clero vasco?
-Estoy trabajando sobre los curas republicanos y al llegar al capítulo
del Clero Vasco superó con mucho la capacidad de un capítulo. En el Archivo
Intermedio Militar de Ferrol me introduje para investigar Consejos de Guerra
contra el Clero Vasco en cajas y más cajas, miles de documentos, dedicados a
los Capellanes de Gudaris, párrocos, coadjutores, procesados por defender el
euskera, atender espiritualmente a los gudaris (soldados vascos) en los
frentes, para defender la República, acusados del contubernio rojo-separatista.
El archivo Irargi me proporcionó documentos para
seguirles la pista del calvario
carcelario. Y el archivo de Ministerio de Asuntos Exteriores y Cooperación me
confirmó muchos datos tanto del lado nacional como de Barcelona en lado
republicano.
-Anxo, vamos a hacer un poco de historia, un poco de marcha
atrás para entender más y mejor al libro que tenemos entre nuestras manos:
Cuéntanos, un poco, Anxo… ¿cómo fue el devenir del
clero vasco durante la II República?
-Tenemos que reconocer que el Seminario de Vitoria, cuya diócesis
abarcaba las tres provincias vascas, tenía fama de universidad, cuyos alumnos
recibían una formación no solo de las ciencias eclesiásticas sino también las
ciencias sociales y el euskera. Se distinguieron en la denuncia de las
injusticias sociales y en el compromiso de la defensa de los derechos de los
obreros, bajo las directrices sociales de la Iglesia; así mismo la defensa del
Estatuto de Autonomía, que fue aprobado en plebiscito por el pueblo de Euskadi;
el clero en general como cualquier
ciudadano aprobó y apoyó sinceramente la República, con cierta reticencia al
art. 26 de la Constitución, pero de momento solucionaron con la organización de
las Escuelas Vascas (Ikastolas). Si bien
es cierto que se inclinaban hacia la línea nacionalista del PNV y sindicatos
cristianos; no obstante hay ejemplos, sobre todo con Alberto Onaindia, que aunque era canónigo de Valladolid, tenía, sin
embargo mucha influencia entre el clero vasco, donde mantuvo en el diálogo
abierto alternancias con la izquierda y con la UGT y CNT.
-¿Y en
plena guerra civil?
-Álava cae inmediatamente bajo el poder golpista, varios sacerdotes son
perseguidos y maltratados; el Seminario quedó vacío de profesorado. Ya había
sido calificado de batzoki, durante la República. En
él ve el golpista Cabanellas la fuente de la guerra
del País Vasco, el lector puede apreciar que esta treta volvería años más tarde
con aquello de que Eta nació en el Seminario, pues esto dice el golpista al
verlo vacío: “Pero viven todavía esos canallas... Nosotros hemos matado a
sacerdotes menos culpables ...Este
Seminario y el Obispo de Vitoria son los responsables de todo lo que ocurre en
el País Vasco... Nosotros haremos de este Seminario un centro de hispanismo”.
Una limpieza bien diseñada por los golpistas y apoyada por la Jerarquía, para
acabar con la iglesia vasca.
Guipúzcoa cae a los tres meses del golpe del 18 de julio de 1936. Y es
cuando empieza la represión en esa provincia de la que no se libran los
sacerdotes. Fusilados 17. Y a la par una
desbandada de sacerdotes que huyen a Iparralde
(Euskadi francés), en un porcentaje alrededor del 60% del clero.
Vizcaya es la que resiste y se dispone a defender la República en el
País Vasco. Se organiza el gobierno de Euskadi, haciendo el frente popular compuesto del PNV, socialistas,
comunistas y cenetistas, eligen al lendakari del PNV,
José Antonio Aguirre.
En la contienda que provocó el golpe, la Iglesia Vasca libre del
fascismo, se pone al lado y al servicio de la legalidad, que es la autoridad de
la República, en lo que toca a su misión de Capellanes de Gudaris, que son
nombrados por la organización Jerárquica. Monseñor Mateo Mújica, el obispo de
la diócesis, que había estado en los primeros momentos obediente, a la fuerza, a los golpistas,
sufrió la destitución de sus fieles colaboradores del gobierno diocesano,
concretamente le destituyen a su Vicario
General, Berastegui, y le nombran sin su
consentimiento al Sr. Ormazabal con el que no estaba
de acuerdo. Poco después le expulsan de la diócesis, pero siguió como pastor
desde el exilio. Nombró el Vicario de la zona republicana en Bilbao, D. Ramón Galbarriatu. En esta zona sigue la actividad pastoral y
la práctica religiosa y los templos
abiertos de una forma normal durante la guerra. Los autodenominados “defensores
de Dios y de la Religión” no podían admitir que el enemigo de enfrente, calificados por estos “el contubernio
rojo-separatista”, estuviera asistido
por la organización de Capellanes de Gudaris.
Aquí los “defensores” de la
religión fueron los que bombardearon y destruyeron las iglesias: Durango,
Bilbao, Marquina, Gernika...
-¿Cómo fue, Anxo,
la persecución y posterior represión de
la Iglesia Vasca?. ¿Cómo se organizaba y se articuló esa represión?
-Al principio, la búsqueda de
sacerdotes cuyos nombres traían en una lista confeccionada por los falangistas
y requetés bien asesorados por antros curiales. Fueron asesinados 17 sin
trámite alguno jurídico; maltrato y encarcelamiento de sacerdotes.
A partir del 19 de junio de 1937, que fue cuando la caída de Bilbao,
comienza el Juez Instructor, Eduardo Junco Mendoza, capitán, del cuerpo
jurídico militar,[1] a llamar a miembros del clero, párrocos, coadjutores,
capellanes de gudaris. Sufren prisión durante el proceso, luego la celebración
de la vista de los Consejos de Guerra.
Hubo tres condenados a muerte (no ejecutados), varios a cadena perpetua de 30 y
20 años, y otros a la de 18, 16, 12, 8, 6, 3, etc. De cada grupo de procesados
había siempre alguno absuelto, pero casi
todos desterrados a diócesis fuera del País Vasco. Los condenados sufrieron una
prisión en cárceles inmundas, desde el penal de Dueso,
famoso por sus pésimas condiciones, pasando por Dueñas hasta la cloaca de la
prisión de Carmona. Uno de los actos de reeducación que más les repugnaba era,
tres veces al día, el acto de formación con el signo fascista del brazo y la
mano extendida cantando el “cara el
sol”, a la mañana; himno nacional, al medio día; y el requeté, a la noche, con
los vivas de rigor: “viva España” y
“viva Franco”. Con todo esto no lograron
ganarlos para el nacional-catolicismo, bien al contrario. Tuvieron que sufrir
la colaboración de la Jerarquía eclesiástica en la propagación de las
calumnias, el desprecio de sus personas como sacerdotes. Sólo tuvieron la
defensa de su pastor D. Mateo Mújica y estando en la cárcel cloaca de Carmona
tuvieron el apoyo sincero y, valioso en lo posible, del cardenal Segura, obispo
de Sevilla, que más tarde sería destituido. Al salir en libertad de la cárcel
se encontraban con la sorpresa de la prohibición de regresar a Euskadi, eran
desterrados por orden de Franco, que cumplían a la par Serrano Súñer y Lauzirica, obispo de
Vitoria, sustituto de Mons. Mujica.
-Háblanos
del papel que ha jugado en todo esto, Navarra.
-Navarra fue la cuna del levantamiento contra la República. Allí estaban
los requetés, sacerdotes trabucaires vestidos de sotana con el crucifijo y el
pistolón al cinto. El cardenal Gomá y el general
Mola. Todo este conglomerado no sería una casualidad. No hubo allí frentes de
guerra, pero sí muchos asesinatos por parte de los golpistas.
Pero si fue la primera en el levantamiento fue también la primera, pero en este caso en reivindicar
la Memoria Histórica de sus víctimas de franquismo. En 2003 el Parlamento de
Navarra les rindió un sincero homenaje a las víctimas que murieron por defender
la libertad y la justicia social, termina denunciando a la jerarquía
eclesiástica con estas palabras: “...
las ejecuciones se llevaron a cabo no solo con el beneplácito de la Jerarquía
eclesiástica de la Iglesia Católica, sino en algunos casos con su participación
directa”. Queda constancia de todas estas víctimas en un parque de la Memoria
en Sartaguda, llamado Pueblo de las Viudas, porque
prácticamente los maridos habían sido todos asesinados. De los 17 sacerdotes
asesinados 3 son navarros.
-¿Cómo
se recuperó o fue recuperándose el clero vasco, después de la guerra? ¿Y después
de los Consejos de guerra?
-Lo que hay que constatar es que la Iglesia Vasca fue vencida:
asesinada, encarcelada, desterrada y exiliada. Franco les siguió persiguiendo
en el exilio, a través de la Jerarquía eclesiástica destituía e imponía su
regreso a España a profesores, superiores, responsables de comunidades
religiosas, clero, que persistían en denunciar en el extranjero la persecución
atroz franquista contra los vencidos, o
realizaban celebraciones religiosas u homenajes a la víctimas vascas. Fue
notorio el comportamiento del prepósito
de los jesuitas, Ledochowski, admirador de Franco.
No obstante el clero exiliado, desterrado, y varios de los que quedaron
en Euskadi mantuvieron el espíritu vivo con la esperanza de seguir en la lucha
de la denuncia. A esto contribuyó fundamentalmente Alberto Onaindia Zuluoga con las cartas que pasaban de mano en mano, luego
con la revista Anayak, Eguiz
y con aquellas charlas radiofónicas de Radio París bajo el pseudónimo de P. Olaso. Al mismo tiempo se encontraron con la dura represión
por parte de los obispos fieles vigilantes de las consignas franquistas. En
este sentido es de notar el comportamiento del obispo Mons. Casimiro
Morcillo, como cito en el libro. De este
clero sabemos de su valentía durante la
dictadura en la denuncia de la represión franquista. De todo esto queda
constancia la cárcel concordataria de Zamora entre 1968-1976 por donde pasarían aquellos sacerdotes que
recogerían el testigo de los vencidos y también otros del resto de España. “Zamorako Apaiz-Kartzela. Eliza eta Estatuaren presondegia
(1968-1976)”. Editorial Txalaparta 2011.
-¿Qué
importancia tuvo esa “relación perenne” a la que siempre se ha atribuido al
clero vasco con el nacionalismo respecto a la represión que sufrió este
colectivo?
-Mi trabajo no trata expresamente el
nacionalismo. Si bien todos ellos eran
defensores de usos y costumbres del Pueblo Vasco, como el Euskera. En general
ante el interrogatorio del juez instructor estratégicamente tenían buen cuidado
en sus declaraciones confesar que este nacionalismo no tenía nada con
separatismo pues siempre añadían “dentro de la unidad de España”, pero esta
distinción no llegaron a entender los jueces militares. Hubo alguno que con
valentía se manifestó abiertamente abertzale, el derecho de Euskadi a mantener
su autonomía, lo que suponía esta declaración una dura condena en el Consejo de
Guerra subsiguiente.
-¿Qué
queda hoy, según tu punto de vista, de aquella represión a la que fue sometida
la Iglesia Vasca, el clero vasco…?
-Desgraciadamente todavía en la Conferencia Episcopal y en el clero en
general sigue la deformación franquista de la historia: calumniado como un
clero rojo-separatista, guerrero, culpable de apoyar a los comunistas
y perseguidores de la Religión. Sin embargo por lo bajini hay manifestaciones
de este clero ejemplar.
-Pero dejemos una cosa clara: ¿hablar
de la Iglesia Vasca es hablar del clero vasco?
-El Clero Vasco se utiliza con mayúscula para referirnos a los que
lucharon en defensa de la democracia, de la autoridad legítima siguiendo la
doctrina social de la Iglesia, que sufrió muerte, prisión, exilio y destierro.
Tuvieron un Vicario delegado nombrado canónicamente, que es lo mismo que decir
conforme a la autoridad eclesial, por su obispo, Mateo Mújica, en aquel momento
todavía no destituido. El afán de este clero era estar en comunión con la
Iglesia y con la cabeza visible, el Papa, con quien procuraron tener relación a
través de dos escritos famosos. El primero dirigido, como a un padre, a Pío XI,
que en alguna ocasión aparece en este libro sus simpatías con esta iglesia y
este pueblo, en el que denunciaban el criminal bombardeo de ciudades abiertas,
Durango, Gernika... El segundo, fue dirigido al
recién elegido Pío XII, con quien se congratulaban y le pedían su bendición. En
este caso la recibieron a través del nuncio dirigida a la prisión de Dueñas.
Está claro que enfrente estaba la
otra parte de la Iglesia que apoyó la Guerra y la bendijo como la Santa
Cruzada, y forzó al obispo D. Mateo a proclamar la pastoral “Non Licet”. Que después renegaría de ella y condenaría la
represión franquista en su declaración “Imperativos
de mi conciencia”. Indudablemente estos sacerdotes no obedecieron a las
autoridades de la Iglesia Católica
española, en este caso le llamamos
la Iglesia de Franco, cuyo fiel colaborador, cardenal Gomá,
con todos los obispos españoles, menos los que se negaron a colaborar en esa
actitud anti-evangélica, que cito en el libro, “santificó” la guerra como Santa
Cruzada para conseguir la victoria hasta el exterminio total del enemigo.
Ciertamente no es una Iglesia con base evangélica cuando bendice la espada del
exterminio..
La actuación de estos sacerdotes había sido únicamente eclesial, no fue
probada ninguna de sus actuaciones con armas
Ellos pedían un juicio eclesiástico, para saber en qué habían
delinquido, pero la Jerarquía eclesiástica en la persona de Mons. Lauzirica respondió con el silencio. El que calla otorga.
Aprobaba, pues, la sentencia del juicio militar.
-Según
tus estudios e investigaciones: ¿cuántos sacerdotes, monjas seglares, clero
diocesano…. fueron sometidos a represión?
-17 sacerdotes asesinados
2 “ muertos en prisión
14 monjas asesinadas en los bombardeos de Durango
200 sacerdotes procesados (clero y religiosos)
57 condenados en sentencia de Consejos de Guerra a diversas penas
Cárceles inhumanas: Penal de Dueso
(Santander), Dueñas (Palencia) , Carmona (Sevilla)
800 desterrados y exiliados
-El
libro Consejos de Guerra contra el clero vasco 1936-1944 es un estudio muy
minucioso. Anxo ¿cuánto tiempo has invertido en el
mismo?
Aproximadamente tres años.
-Mañana
en Tarragona (hablamos del 14-10-13) beatifican a alrededor de 500
clérigos…Háblanos de las discriminaciones
en esto de las beatificaciones y de lo que éstas te parecen…
-A mí me parece una hipocresía, porque por una parte esta Jerarquía no
quiere saber nada de la Memoria Histórica y por otra parte nos está presentando solo la memoria de los suyos. Nos
está presentando las víctimas de los rojos, como queriendo resucitar la Santa
Cruzada, aunque nieguen
referirse a la guerra fratricida. Es cierto que en algunos casos, durante los
primeros tres meses de la guerra, hubo víctimas que fueron mártires. Pero cualquier historiador mínimamente
investigador sabe que la mayor parte de la víctimas de la persecución religiosa
lo fueron por colaborar, defender, o pertenecer al bando de los
insurrectos. Hubo sacerdotes que sin necesidad de renegar de nada de su fe,
simplemente con la declaración de pertenecer a la República y que no
aprobaban la declaración de la Cruzada
ante los milicianos[2],
no les pasó nada, bien al contrario.
Muchas de las víctimas fueron víctimas por la expresa colaboración de la
Jerarquía de entonces que organiza estas beatificaciones para anublar su
responsabilidad en la colaboración expresa y directamente, en muchos casos, de
la Iglesia en la época de la represión
atroz franquista que perduró en una larga Dictadura.
Sabemos que muchos de estos beatos estaban comprometidos hasta las cejas
con los golpistas. Esto no quiere decir que aprobemos la muerte, sino todo lo
contrario, cualquier muerte es, aun en tiempo de guerra, un fracaso de la
humanidad. De todas formas no hay comparación de las muertes fruto del odio
descontrolado de los primeros meses de la guerra y con falta de autoridad y las
muertes fruto del mandato de la autoridad golpista y de la rebeldía bien
organizada. Culpables del incendio que provocó este golpe militar.
Pero todavía es tiempo propicio para la reconciliación y el perdón. La
Iglesia católica española haría un signo
evangélico inconmensurable si pidiese perdón y fomentase la reconciliación
entre los españoles, como se atrevieron a hacer los obispos del País Vasco, a
cuya celebración ejemplar no asistió ningún obispo de la Conferencia Episcopal
Española. Mientras estas celebraciones de beatificaciones persistan, esta
Jerarquía, en mi opinión personal, no es evangélica, falla en la raíz.
Otra cuestión que hay que hacer notar al Papa Francisco que ha intervenido por video conferencia en
ese día (14-X-13) de triste memoria y que muchos de nosotros esperábamos alguna
forma de mención a las víctimas del otro bando por su nuevo talante, pero
desgraciadamente el resultado fue su silencio absoluto. Podía emular a Pío XI
cuando recibió a los católicos huidos de la persecución religiosa (1936)
mencionando no obstante a “los otros” “que son también mis hijos”. En este caso se portó no como padre sino como
padrastro. Sin embargo no tiramos la toalla, esperamos que rectifique y no
tardará en hacerlo.
-Anxo, sufriste en tus propias carnes la represión de la
dictadura y la prisión por luchar en pro de las libertades ¿Cómo lo recuerdas?;
¿qué lecciones aprendiste de aquellos tiempos?
-Hay un libro que escribió Rosa Cal titulado Curas Contra
Franco donde aparezco con otros varios sacerdotes de Ferrol con respuestas
a esta pregunta. Y pues lo recuerdo como
que hicimos lo que teníamos que hacer, aunque esto supusiera cárcel, multas. De
todas formas esta persecución nada tiene que ver en comparación con aquellos
que entregaron su vida, años de cárcel...
Aprendí los valores humanos de la vida, la dignidad humana, la lucha
obrera por la justicia social, el valor de la democracia, la opción por los
pobres, y, mira por donde, esto me enseñó a aprender mejor el Evangelio de
Jesús de Nazaret. Todo lo que allí aparece me da alegría y esperanza al ver el
movimiento 15M, las reivindicaciones sociales actuales...
-Hoy
en día vivimos unos tiempos muy difíciles. ¿Cómo lo ves? ¿Qué consejos nos
puedes dar?
-Bien fastidiados son estos tiempos. Hoy día es necesario tanto o más el compromiso. Las circunstancias son
distintas a la dictadura. Pero campo de trabajo y objetivos de lucha existen
siempre. Veo con esperanza el trabajo solidario de las comunidades de base
fieles al Evangelio.
Estos días acabamos de celebrar unas jornadas de CPS
(Cristianos por el Socialismo).con el tema “preguntas y respuestas para un
mundo que se cae”. Alguien dice que
entre el tiempo de la muerte de lo viejo
y el renacer de lo nuevo aparecen los actuales monstruos: pobreza, paro,
corrupción, aumenta el número de pobres y el número de ricos (?). .
No soy amigo de dar consejos, pero lo que veo es que la
medida de recorte en esta crisis ya vemos a quien recortan y a quien
favorecen. Nuestro compromiso es ayudar
a cambiar estos dirigentes políticos.
-Fuiste
sacerdote durante muchos años y se entiende que de vocación y lo dejaste
porque, según se lee en la contraportada del libro sufriste una especie de
crisis por el giro de la Iglesia en
relación Consejo Vaticano II; en la actualidad sigues ligado a la Iglesia de
Base…cuéntanos un poco cómo fue todo este “viaje”, ese giro tuyo propio…
-Fue un viaje largo, porque el papado de Juan Pablo II duró mucho tiempo
dando un giro de 180º en la fuerza que despertó el Vaticano II. Hubo casos que
ya son historia, muy lamentables que hemos experimentado: La condena de la
Teología de la Liberación; la dura reprensión que Juan Pablo II aplicó al
sacerdote Ernesto Cardenal; El escándalo de Impartir la comunión a los
dictadores y criminales de Chile, Argentina; la falta de denuncia clara y sin
paliativos por parte de la Iglesia, que no siguió los compromisos de Medellín,
de los abusos del imperialismo en América Latina. La falta de sensibilidad y
humanidad con los crímenes en A. L. cuyos prototipos de Oscar Romero,
sacerdotes de la UCA, como representantes de tato pueblo asesinado. Todo esto
supuso un fuerte golpazo para tantos que en la Iglesia con una
esperanza de luz y liberación del pueblo.
-He
leído este año ASÍ EN LA TIERRA, la experiencia en la Parroquia de San Carlos Borromeo de Madrid de unos sacerdotes con el padre Enrique de
Castro ante todo, sacerdotes también
ligados a la Iglesia de base. ¿qué piensas de esta experiencia( claro si es que
la conoces)?
-Conozco el compromiso de esta comunidad
con los más desfavorecidos, como emigrantes, etc. de esta pequeña
iglesia físicamente, pero grande en la luz que proyecta en otros comunidades de
Madrid, compartiendo una labor evangélica maravillosa.
15182
Consejos de guerra
contra el Clero Vasco (1936-1944). La Iglesia Vasca vencida. Anxo
Ferreiro Currás
525 páginas 88
fotos 46 documentos
17 x 24 cms.
25,00 euros
Intxorta 1937
Esta publicación quiere ser una
puerta más, como la simbolizada en Intxortako Atea,
una puerta que rompa los muros del olvido y la indiferencia, que pueda
contribuir al conocimiento y al rescate de nuestra Memoria Histórica.
El autor, Anxo Ferreiro Currás,
inició este trabajo en Galicia, al encontrarse por casualidad, en agosto de
2009, con una ingente documentación de Consejos Sumarios de Guerra reservados
en el Archivo Intermedio Militar Noroeste del Ferrol. El relato de su laboriosa
investigación está narrado tanto con dolor como con emoción. El prólogo del
libro ha sido escrito por Martin Orbe y Xabier Amuriza,
los dos formaron parte del grupo de presos en la cárcel concordatoria
de Zamora.
Esta exposición está referida al clero vasco vencido, o al grupo que no se adhirió
a la insurrección militar, y de él recogemos algunos aspectos relevantes: la
situación al inicio y durante la resistencia al golpe militar-fascista, la
magnitud de la represión acontecida y una posible lectura para el momento
presente.
La situación es conocida. Al inicio de la guerra, el mes de julio de 1936, la
diócesis de Gasteiz integraba a las tres provincias vascongadas y su obispo,
Mateo Mujika, con tendencia anterior antirrepublicana,
denuncia la ilegitimidad de la insurrección y el empleo de la fuerza. Por su
actitud crítica es desterrado y exiliado en Francia. A su vez, el 1 de octubre
de 1936 y de forma urgente, se aprueba en el Parlamento de Madrid el Estatuto
de Autonomía Vasco. A los seis días y por acuerdo unánime de los partidos del
Frente Popular y el PNV, es elegido lehendakari José Antonio Agirre, con la composición de un Gobierno unitario.
La mayoría de la Iglesia vasca colabora con este Gobierno legítimo, pues creía
que esa era la voluntad democrática de su pueblo. Iniciada la contienda, un
sector del clero vasco toma la iniciativa de organizar el Cuerpo de Capellanes
del Ejército de Euskadi, que prestarán el servicio pastoral en las trincheras
de los frentes y en los hospitales.
La magnitud de la represión acontecida tiene estos datos trágicos: diecisiete
asesinados, tres muertos en prisión, tres condenados a muerte (no ejecutados),
quince sentenciados a cadena perpetua, varios condenados a penas entre un año y
20 años de prisión y unos 800 exiliados en el interior peninsular o en
diferentes países del mundo. Todos estos sacerdotes del clero secular y regular
pertenecían a la única diócesis vasca de Gasteiz.
Del resto del Estado, figura en el libro una lista de trece curas asesinados
también por los defensores de la "Santa Cruzada".
Los golpistas se presentan como los "defensores de la fe" contra el contubernio
"rojo-separatista-masónico". El resultado: un número importante de
curas vascos son masacrados. Si nada les impidió actuar contra un estamento
clerical, privilegiado e influyente, tampoco dudaron en provocar el genocidio
de lesa humanidad contra miles de víctimas individuales indefensas y de
víctimas masivas, primero con los fusilamientos y desapariciones en las
localidades que iban tomando de toda aquella persona que tuviera ideas
contrarias a los sublevados, y después con los bombardeos en poblaciones
abiertas o sin frente militar (Gernika, Durango,
Bilbao...).
Esto ocurrió durante y después de la guerra, y en el largo desierto franquista
la religión fue manipulada con el label del
"nacional-catolicismo", que era la Iglesia de Franco, no la de
Cristo. En ello participó activamente la mayoría de la Iglesia institucional,
con la excepción de seis obispos (Mujika, Vidal i Barraquer, Segura, Torres, Irastorza
y Guitar) y detrás de esa mayoría, el Vaticano. Al inicio de la contienda, Pío
XI, ya enfermo, se muestra ambiguo y expectante, aunque hace una protesta por
el fusilamiento de los curas vascos e incluso reparte algún donativo a los
muchos emigrados vascos en Francia. Lo cierto es que, en junio de 1937,
reconoce al régimen de Franco. A los dos años es elegido Pío XII y desde
entonces el apoyo y la bendición al régimen de la Cruzada será pleno y total.
La última bendición del Vaticano fue en 2007, con la beatificación de 498
asesinados en el bando republicano. El próximo 13 de octubre se repetirá con
otros 552, pero ni antes ni ahora está incluido ninguno de los asesinados por
el bando franquista. El argumento que utilizan para ello es que "la
creencia por la que se muere debe ser religiosa", cuando saben muy bien
que los asesinatos de los curas vascos y del resto de pueblos del Estado fue
una medida adoptada por sus asesinos, no solo por las ideas que profesaban sino
por el hecho de ser curas que no bendecían su golpe militar.
Los golpistas se ensañan con estos curas porque son "nacionalistas
vascos", que incitan a la ruptura de la unidad de España. También hoy sus
herederos directos se refugian en la carpa de la "España indivisible"
para mantener su inmovilismo y opresión. Siguen sin respetar el derecho a
decidir de los pueblos que la integran y sin respetar sus culturas propias. Son
los mismos que ahora ejecutan reformas y recortes para justificar la violación
de la voluntad popular y el latrocinio cometido por la clase dirigente. Pero es
indudable que aquel clero vasco reprimido fue un ejemplo de compromiso con su
pueblo. Más tarde, con el franquismo consolidado, un sector de este clero
vasco, acosado y desterrado, se organizará clandestinamente para denunciar con
acciones y publicaciones la opresión de los derechos sociales y políticos de su
pueblo.
Los golpistas fueron especialmente eficaces en la represión con la instauración
de un aparato judicial, fiel y servil, que cumplía la formalidad de los
procesos, y que sirvieron para legalizar el terror, depurar y amedrentar a los
no colaboradores con la nueva España. Las principales y reiterativas
imputaciones que se hacían en los Consejos de Guerra contra estos curas eran:
ser nacionalistas, ejercer el ministerio pastoral en vascuence y auxiliar a la
rebelión, que en realidad era la defensa del Gobierno legítimamente
constituido.
El ser "nacionalistas" tenía una triple tipificación (exaltados,
moderados y simpatizantes), y las penas iban desde el destierro hasta el cambio
de parroquia o severa amonestación. El hablar o escribir en "euskara"
era un agravante. Se obviaba que era una lengua propia y que, además, estaba recomendada
en la acción pastoral, al ser el idioma usual de los fieles, por una Sinodal
Diocesana de Gasteiz (1885). Era "muy grave", en el caso de los
capellanes de gudaris, el auxilio a la rebelión, como si los rebeldes no fueran
los golpistas. Lo cierto es que estos capellanes estuvieron comprometidos y con
alto riesgo en tiempos de guerra, y serán después las víctimas más penalizadas
en estos Consejos de Guerra.
Aquellos jueces especiales seguían dócilmente las consignas de los vencedores.
El objetivo era eliminar, incluso físicamente, cualquier voz crítica. Al leer
aquellos juicios constatamos el sometimiento y dependencia en la aplicación del
Derecho a los instintos del poder. Pero también hoy, en muchos casos, la
justicia sigue siendo una parcela del poder gobernante.
En definitiva, los golpistas vencedores y sus continuadores tienen aún
pendiente reparar y tomar medidas justas de reconciliación. Es verdad que se
han dado algunos movimientos: primero fue una confirmación de la Ley de Punto
Final con la amnistía de 1977 -que fue un pacto de impunidad y amnesia
oficial-, después, en 1984, es aprobada la ley de reconocimiento de los cargos
militares en el Ejército Republicano durante la guerra, y por último, en 2007,
se hace la declaración de la Ley de la Memoria Histórica, que condena el
franquismo, pero no facilita el auto de procesamiento de los crímenes de lesa
humanidad que nunca debieran prescribir. Es en la querella contra los crímenes
del franquismo donde se han unido descendientes del clero de 1936 y de quienes
lucharon contra la dictadura.
Pero si estas medidas políticas son aún insuficientes, están a un abismo de las
de la jerarquía eclesial, que aún perdura en la añoranza franquista y no ha
rectificado ni se esfuerza por promover un ambiente de concordia. Su única
excepción es el homenaje a los sacerdotes vascos asesinados, celebrado en julio
de 2009 en la catedral de Gasteiz, con la participación de los obispos de las
tres diócesis vascongadas.
A pesar de la cruel violencia promovida por el franquismo y nunca
explícitamente denunciada, ahora muchos de sus herederos ideológicos la exigen
como condición previa para cualquier diálogo sobre el persistente conflicto
vasco. El condenar puede ser un requerimiento moral o algo éticamente
conveniente para un individuo, pero a los políticos de un Estado se les exige
dialogar para dar respuesta a los conflictos del pasado o del presente. Y en un
conflicto nadie puede proclamarse intérprete indiscutible de la verdad pública.
El diálogo debe nacer del libre respeto mutuo, sin prepotencia y arrogancia, y
puede llegar a negociación sin que, como tantas veces pretenden los políticos
inmovilistas, la resolución de un conflicto esté obligado a la derrota o a la
victoria.
SUMARIO
Prólogo de MARTÍN ORBE. Castellano y Euskera
Prólogo de XABIER AMURIZA Castellano y Euskera
Introducción
I.- NOTAS SOBRE LA SITUACIÓN SOCIO-RELIGIOSA DEL PAÍS VASCO
II.- ORGANIZACIÓN DE LA IGLESIA VASCA DURANTE LA GUERRA
III.- LA IGLESIA VASCA PERSEGUIDA
IV. - SACERDOTES VASCOS
ASESINADOS
V-. NAVARRA, LA HERMANA DEL PAÍS VASCO
VI.- CONSEJOS DE GUERRA DEL CLERO
VASCO
VII. - PADRES CARMELITAS
VIII.- PARROQUIAS
IX.- “DON MARIANO, SERÁ NUESTRO PÁRROCO”. OTROS CUATRO
ENCAUSADOS
X.- JUAN JOSÉ LANDABURU
XI.- SERMÓN DEL VIERNES SANTO, NEMESIO
ECHANIZ
XII.- LAS FUERZAS VIVAS QUIEREN TENERLO ENTRE
REJAS
XIII.- DURAS CONDENAS A UN GRUPO DE CINCO SACERDOTES
XIV.- CINCO PROCESADOS, UNO MUY EXALTADO
XV.- “SI HABLÁIS EUSKERA DA MÁS LIBERTAD DE EXPRESIÓN”
XVI.- DOS PESOS PESADOS DEL CLERO
VASCO
XVII.- UNA RARA “CAUSA SUMARÍSIMA”
ARCHIVADA
XVIII.- OTRO CONSEJO DE GUERRA A LA IGLESIA
VASCA
XIX.- “ESTOS SACERDOTES NO CELEBRABAN LAS VICTORIAS DE
FRANCO”
XX.- “TODO EL PODER CONTRA UNO SOLO”
XXI.- “EL ESTRIBILLO DEL SERMON FUE “EUZKADI”. El Padre Samuel
XXII.- CUATRO SACERDOTES DE GETXO. (Un proceso y sentencia repetida)
XXIII.- LOS CINCO SACERDOTES DE ERANDIO
XXIV.- SACERDOTES DE: SONDIKA, ARRIGORRIAGA, ERMUA Y ONDARROA
XXV.- CLERO ABUNDANTE EN LEKEITIO Y DIMA
XXVI.- “GRUPO DE 38 CAPELLANES DE GUDARIS” EN DUESO
(SANTOÑA)
XXVII. - LOS SEMINARISTAS VASCOS Y LA GUERRA CIVIL
XXVII (B). PADRES PASIONISTAS DE DEUSTO
XXVIII. - ÉXODO DE OTRO GRUPO DE 36 CAPELLANES A FRANCIA
XXIX- LOS SACERDOTES VASCOS POR LAS PRISIONES DE FRANCO
XXX.- DESTIERRO Y EXILIO
EPÍLOGO Y MEMORIAL DE TODOS ESTOS LUCHADORES
FUENTES
ANEXOS
ANEXO I. Primer Documento contra los Bombardeos en 1937
ANEXO II. Dos documentos, declaraciones juradas en
defensa de Santos Arana
ANEXO III. Documento de Santos Arana Bergareche de servicios
prestados a favor de obispos, sacerdotes y laicos
ANEXO IV. Procedimiento sumarísimo de urgencia sentencia
ANEXO V. Sinodales de la diócesis de Gasteiz 1885. Uso
del euskera
ANEXO VI. Memorial de los sacerdotes asesinados en Euskadi
ANEXO VII. Otros sacerdotes asesinados por el franquismo
ANEXO VIII. Archivo del Ministerio de AA. EE. Y Cooperación. Persecución al
Clero Vasco
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[1] Este personaje singular es digno de anotar. Libro, p- 118-121
[2] En mi próximo
libro aparecerán muchos testimonios de sacerdotes que defendieron la obediencia
a la autoridad legítima de la República, que fueron defendidos por los
milicianos de los descontrolados. E incluso estos mismos milicianos defendieron
a los sacerdotes que se encontraron en apuros. Este es uno de los trabajos de
la Iglesia para crear una salud firme de tantas heridas que aun está abiertas
sin curar.