La
Librería de El Sueño Igualitario
Prensas Universitarias de Zaragoza
acaba de editar un libro , sobre historia contemporánea, que nos acerca a aquellos que combatieron por y
en pro del franquismo y en cómo fue y se fundamentó la relación de éstos en
torno al fascismo que imperaba en España. El libro corre a cargo de Ángel
Alcalde que, además, ha realizado estancias de investigación en universidades
de Francia, Alemania e Italia…es en el Instituto Universitario Europeo de
Florencia donde culmina su tesis doctoral acerca de la relación entre los
excombatientes que lucharon por Franco en la guerra y después…si se hacen con
la lectura verán que hay muchas maneras de luchar por el franquismo y de hacerlo desde el ideal,
casi cada uno a su manera, del fascismo….porque el fascismo en España , como se
concibió no fue el que se fue desarrollando bajo “el rodillo” de Franco.
Lo que se nos cuenta desde Prensas Universitarias:
Los excombatientes franquistas fueron una parte fundamental del apoyo social al
régimen de Franco, realidad que justifica observar el excombatentismo
franquista con la misma perspectiva empleada para estudiar los fascismos
europeos. Este libro analiza, por un lado, la historia de la principal
organización de excombatientes de la dictadura franquista, la Delegación
Nacional de Excombatientes de FET-JONS, y, por otro lado, la cultura de guerra
que los veteranos de guerra mantuvieron viva en España durante décadas. Se
explica cómo el encuadramiento, los discursos y representaciones y los
mecanismos de gestión de privilegios sociales permitieron al régimen franquista
manipular en su beneficio las identidades excombatientes de aquellos hombres
marcados por la experiencia de la guerra civil española.
El autor: Ángel Alcalde
Es licenciado en Historia por la Universidad de Zaragoza. Autor del libro Lazos
de Sangre. Los apoyos sociales a la sublevación militar en Zaragoza. La Junta
Recaudatoria Civil (1936-1939) (Institución «Fernando el Católico», 2010) y de
varios artículos sobre los excombatientes franquistas. Fue becario del Gobierno
de Aragón en la Residencia de Estudiantes de Madrid y ganador de un accésit del
XI Premio de Jóvenes Investigadores de la Asociación de Historia Contemporánea.
Ha participado en seminarios y realizado estancias de investigación en
universidades de Francia, Alemania e Italia. En el Instituto Universitario
Europeo de Florencia culmina su tesis doctoral acerca de la relación entre los
excombatientes y el fascismo.
Cazarabet conversa con Ángel Alcalde:
-Ángel, ¿cómo te
sientes ante una investigación y un libro muy minucioso, escrito durante horas
y horas desde la más ardua de las investigaciones, sobre los excombatientes
franquistas, los del bando vencedor, cuando hoy en día aquello sobre lo que más
se ha investigado y se investiga es sobre los represaliados y los vencidos?
-Me siento satisfecho sobre todo por haber
realizado un trabajo diferente y novedoso. Investigar y escribir sobre los
excombatientes franquistas, un tema sobre el que los historiadores apenas
habían dicho nada anteriormente, era para mí más motivador e intrigante que
dedicarme a reiterar o ampliar lo mismo que han demostrado muchos otros
historiadores que se centran en los vencidos. El boom de publicaciones,
académicas y no académicas, sobre la represión franquista, con un gran impacto
en la opinión pública, ha eclipsado muchos otros temas interesantes y que los
historiadores también tienen el deber de atender. No es que no haya estudios
históricos rigurosos sobre los franquistas, pues los hay muchos (sobre el
personal político, sobre las instituciones del régimen, sobre Falange, etc.),
pero con los excombatientes franquistas me encontré ante un tema totalmente
virgen en la historiografía. Y eso ocurre poquísimas veces en esta profesión.
Estoy muy contento de ser el autor del primer libro monográfico que se haya
publicado sobre los excombatientes franquistas.
-Como dices en la
frase/ cita que encabeza tu libro “Este libro…intenta informar sobre una generación
destruida por la guerra. Totalmente destruida, aunque se salvase de las
granadas.” De Erich Maria Remarque. Tu libro habla de
los que si bien se salvaron de la muerte en la guerra, la sufrieron y la
padecieron, aún con los años y siendo vencedores…coméntanos. Me interesa el
“efecto rencor”.
-La cita de Remarque es la que él a su vez
utilizó para introducir su famosa obra Sin
novedad en el frente, sobre la tragedia de la Gran Guerra, que convirtió en
despojos humanos a muchos supervivientes de las trincheras, trastornándoles
terriblemente. Cuando Remarque escribió su libro, un número importante de
excombatientes alemanes formaban parte de organizaciones paramilitares de
extrema derecha entre las que se encontraba el nazismo. Muchos otros veteranos de
guerra, como el propio Remarque, desarrollaron ideas pacifistas, pero nunca
lograrían desprenderse del pesimismo y del recuerdo de la tragedia vivida,
tatuada a fuego en sus cuerpos y mentes. Extrapolar ese pensamiento remarquiano a España y la guerra civil me parecía evocador.
Aquí, además de la destrucción de los vencidos, entre los vencedores también
hubo muchos que sufrieron las tremendas consecuencias de su propia “victoria”;
algunos nunca dejaron de convencerse de que habían “salvado la Patria” y jamás
lograron desmovilizar sus odios y rencores. Otros sí lo hicieron, pasando por
un proceso de desencanto, que no hizo sino acentuar la amargura y la rabia que
suele caracterizar a personas que sufren experiencias traumáticas, o sufren
abusos, que es como puede entenderse también la vivencia de combatir. El excombatentismo franquista, con sus discursos y
organizaciones, pretendía perpetuar en los veteranos de guerra muchos odios y
vanidades, mitos y nostalgias convenientes para el régimen. Pero a veces lo que
consiguió, como demuestro en mi libro, fue exacerbar las frustraciones y el
desencanto de aquellos hombres.
-La gente, a veces, creo que se confunde
un poco: porque no todos los vencedores fueron, comulgaron ni siguieron la
doctrina del fascismo ¿Cómo les fue a los que no estaban entre los
excombatientes que “creían” en el fascismo?-Más fácil les debió ser a los
fascistas, ¿no? Coméntanos.
-Intentar trazar fronteras estancas entre
excombatientes de ideología fascista y no fascista no sería nada fácil. A la
altura de 1939-1940, con la apoteosis del fascismo en Europa, muchos en la
España de Franco abrazaron las prácticas políticas, actitudes y valores
fascistas, pero estas se fundían y mezclaban con la moralidad católica, con el
conservadurismo, el tradicionalismo. Se puede considerar la afiliación de
excombatientes a Falange Española Tradicionalista y de las JONS como prueba de fascistización, pero hubo quienes pedían el carnet del
partido para obtener así prebendas y ventajas, sin convertirse ideológicamente.
Precisamente, en mi libro revelo en qué medida los falangistas se hicieron con
el control de la gestión de privilegios de los excombatientes para así predicar
su ideología fascista entre ellos, y explico hasta qué punto esta estratagema
fue exitosa, y qué consecuencias tuvo a largo plazo.
-Entre los
propios excombatientes, ¿cómo les fue la convivencia, entre ellos, teniendo en
cuenta que unos estaban más cerca del fascismo que otros?
-Es una pregunta muy interesante. En diversos
momentos clave de la historia de los excombatientes franquistas se reveló la
importancia de encontrar un equilibrio entre unos grupos ideológico-políticos y
otros. No obstante, entre la diversidad de excombatientes se mantenía un
elemento decisivo y unificador, que era la lealtad a Franco. Al principio,
Falange controlaba la organización de excombatientes e imponía por la fuerza la
prioridad de mantener la unidad. Sin embargo, a comienzos de los años sesenta,
como cuento en la última parte del libro, el excombatentismo
empezó a fragmentarse. La convivencia entre ellos no fue casi nunca precaria;
aunque muchas veces estos hombres, imbuidos de masculinidad franquista, fueron
conflictivos, les unían enemigos comunes.
-Conforme el
nazismo alemán y el fascismo italiano iban perdiendo fuerza a raíz de la II
Guerra Mundial, ¿qué cambios viste que experimentaron, aquí, los excombatientes
franquistas?
-Una cierta pérdida de presencia pública y
política, el enfriamiento de su cultura de guerra, y un anquilosamiento
organizativo. Después llegó el catolicismo para cubrir el vacío dejado por el
fascismo y contribuir a la salvación del régimen; así que las actividades de
los excombatientes se centraron más en la práctica religiosa, a través de
cofradías locales, etc. En cientos de pueblos de todo el país, la única ocasión
que tenían los excombatientes de tener presencia en el espacio público era
sacando a hombros el paso en Semana Santa o en las fiestas patronales. Lo más
importante es que durante esos años, la Autarquía repartió el hambre también
entre las masas de excombatientes franquistas, que se centraron en su
supervivencia, aprovechándose obviamente de sus privilegios que otros no
tenían.
-¿Cómo ha sido el trabajo de
documentación de este libro?. Háblanos(nosotros todavía estamos leyendo el
libro…) de las entrevistas, testimonios orales y demás…y de tus sensaciones
conforme ibas descubriendo cosas…
-El libro tiene su historia… A raíz de nuevas
preguntas de investigación que me habían surgido durante la redacción de mi
anterior libro, Lazos de Sangre,
empecé a buscar respuestas en archivos, ya que la bibliografía sobre
excombatientes de la guerra civil era prácticamente inexistente. En el Archivo
General de la Administración (Alcalá de Henares) empecé a consultar los
primeros legajos del fondo de la Delegación Nacional de Excombatientes. Esto
fue a mediados de 2008. Allí me encontré historias fascinantes, que me
enamoraron del tema. El fondo documental estaba desordenado, polvoriento y la
gran mayoría de legajos, incluido el fichero de miembros de la DNE, tenían
prohibido el acceso de investigadores. De hecho llegaron a rechazarme,
tachándolas con un bolígrafo delante de mí, las solicitudes de legajos que
contenían documentos de comienzos de los años 60. (Por la ley que limita el
acceso a documentación con menos de 50 años de antigüedad). Esto no hizo sino
incrementar mi curiosidad, y afortunadamente, conforme realicé la
investigación, se fueron abriendo poco a poco más legajos a mis ojos.
(Actualmente se pueden consultar todos). También en la Biblioteca Nacional pude
leer en unos meses docenas de libros de memorias de excombatientes; recuerdo
que llegué a tener pesadillas sobre la guerra. Con una beca del Gobierno de
Aragón en la Residencia de Estudiantes pude instalarme en Madrid durante más de
un año para investigar y escribir. Tengo maravillosos recuerdos de esa etapa, y
el ambiente poético de la Residencia sin duda influyó en mi manera de escribir
sobre la historia. También investigué mucho en archivos locales, para poder
sumergirme en el ambiente lúgubre de la posguerra que vivieron los
excombatientes franquistas. No entrevisté más que a uno de ellos, no obstante,
porque en esa entrevista, aunque comprendí algunas cosas interesantes y
difíciles de entender de otro modo, me di cuenta de que la alambicada
retrospectiva desde el siglo XXI no me servía para responder las preguntas que
me hacía. Me fue muy inspirador, eso sí, entrevistar a un joven excombatiente
norteamericano de la guerra de Irak, al que pude conocer en Madrid. Eso me
ayudó a despojarme de algunas ideas preconcebidas sobre la identidad
excombatiente en general. Pero en definitiva basé mi investigación en los
documentos de archivo, y en la lectura de mucha bibliografía académica. Sobre
todo estudié la historiografía francesa, durante una estancia en Paris que fue
importantísima para mi a la hora de aplicar conceptos
como el de “cultura de guerra” a la historia de los excombatientes franquistas.
-¿Cómo era un
combatiente franquista? ¿Y cómo era un combatiente franquista, durante la guerra
y la violencia, que “comulgaba” con el fascismo?
-Es difícil responder a estas preguntas. Dado que
el ejército franquista se creó a partir de una leva por quintas en todas las
provincias españolas bajo su control durante la guerra civil, en realidad los
combatientes de Franco fueron simplemente un grupo de edad masculino, en el que
no obstante predominaban los pequeños campesinos, y jóvenes de clase media y
media-baja de las pequeñas ciudades españolas. Además en el seno del ejército
había enormes diferencias sociales. Por ejemplo, los alféreces provisionales,
mucho más ideologizados y arrojados en combate, provenían de estratos sociales
más acomodados, y con estudios. Combatientes que comulgaran realmente con la
ideología fascista, que en España representaba el falangismo, había al
principio muy pocos. Entre estos estaban aquellos que iban a los pueblos a
detener a los “rojos” para fusilarlos. Ahora bien, muchos otros hombres se
unieron, voluntariamente o no, a las unidades militares de Falange durante la
guerra, y en su seno sí que había una ideologización a través de rituales que
les inculcaron la mística fascista de la violencia. Las prácticas violentas del
fascismo hasta entonces se habían limitado al paramilitarismo y la agresión
callejera, y las milicias falangistas las extendieron al combate en el frente.
Combatientes ideológicamente fanatizados como aquellos podían guerrear con más
arrojo o entrega, lo que no significa que fueran mucho más eficientes, sino
sólo que murieron con mayor frecuencia. Las guerras modernas las ganan la
tecnología y los recursos. Ahora bien, he dejado claro en mi libro que el
franquismo sacó muchos réditos políticos de aquella cultura de guerra que
mitificaba el combate y la violencia. Eso sí fue decisivo.
-¿Cómo vivieron la
victoria, si es que en las guerras se puede hablar de victoria, los
combatientes franquistas?
-Algunos emborrachándose y lanzando granadas de
mano a la manera de fuegos artificiales. La gran mayoría aliviados por haber
sobrevivido y preocupándose por volver a casa cuanto antes. Se trataba de una
guerra civil, pero pocos pensaron en que el país se autodestruía; en mi
opinión, los más se dejaron llevar por aquella “embriaguez victoriosa”, como lo
llamó Gironella. Era hasta cierto punto normal: una
victoria en una guerra total abre un abanico de expectativas inmenso, aunque en
España la cruda realidad pronto las echaría todas abajo. Hablando de los
combatientes franceses en la Gran Guerra, un historiador, Bruno Cabanes, ha
escrito: “la victoria es, por esencia, el momento brutal donde todo parece
posible”.
-¿Cómo fue su
desmovilización y los primeros días de posguerra?. ¿Cómo un excombatiente
afronta un día a día, después de la guerra? ¿Y el retorno al trabajo?
-La reintegración en la sociedad es un proceso que
forma parte del “rito de paso” de la experiencia de guerra, por utilizar la
perspectiva antropológica que empleo en mi libro. Los excombatientes se sentían
diferentes e incómodos. Además, salvo para la élite franquista con poder, las
penurias de la posguerra hicieron que el día a día se convirtiera en una cadena
de decepciones. Baste decir que lo primero que se encontró la quinta de 1930
tras ser desmovilizada fue el decreto imponiendo el racionamiento en todo el
país. El trabajo, escaso, se convirtió en otro campo de batalla para los
excombatientes. Con todo ello, de manera sorprendente, el régimen se las
arregló para no solo conservar, sino reforzar, las lealtades de los
excombatientes.
-¿Cómo fue la
relación que los excombatientes franquistas establecieron con alcanzar
diferentes estatus dentro de la sociedad..?¿En qué se vieron privilegiados por
encima de cualquier otro ciudadano?
-Desde muy pronto, leyes y organismos otorgaron
privilegios a los excombatientes en el acceso al trabajo público y privado.
Esto era la cara de la moneda; la cruz había sido la amplia depuración del
funcionariado de la república y la represión física y económica. Pero en mi
opinión, es simplista presentar una situación en la que los vencidos se vieron
sometidos y perdieron todo, mientras que los vencedores, los excombatientes
franquistas, alcanzaron un mayor estatus social y gozaron de amplios
privilegios. La realidad, más compleja, es que los vencidos ciertamente pagaron
todas las culpas, pero entre los supuestos excombatientes vencedores también
había acentuadas jerarquías sociales y políticas, sometimiento, represión, y
una competición feroz por las migajas de los banquetes que se literalmente se
daban las elites.
-Háblanos, por
favor, un poco de la relación de los excombatientes como mito utilizado por
Franco…
-La mitificación de los excombatientes como parte
de la cultura de guerra franquista explica, precisamente, que el sistema
jerárquico de gestión de privilegios arriba explicado se sostuviera durante
lustros. En mi libro doy una buena muestra de narrativas, discursos,
representaciones, incluso poemas en que los franquistas exaltaron la figura del
excombatiente de una manera muy particular: ensalzando su obediencia y su
sumisión.
-¿Cuántos de ellos, y empujados por qué,
se fueron con la División Azul? ¿Qué papel desempeñaron, algunos de ellos, en
la Guerra Fría?
-La mayoría de los hombres que fueron a la
División Azul no había combatido la guerra civil española, porque de hecho, ir
a Rusia sirvió para obtener el mérito de la condición de excombatiente a
quienes no experimentaron la “Cruzada”. Un especialista en la División Azul, Xosé Manoel Núñez Seixas, me
comentaba recientemente que los sargentos provisionales de la guerra civil se
alistaron muy habitualmente a la División Azul. Es probable que lo hiciesen
para alcanzar un rango mayor por méritos de guerra, y así hacer carrera
militar. Pero había muy diversas motivaciones. Estos excombatientes, después de
la Segunda Guerra Mundial, pasaron unos años de ostracismo, pero durante la
Guerra Fría, en la década de los cincuenta, pudieron volver a salir al espacio
público. Dedico un capítulo en mi libro a examinar el surgimiento, a mediados
de los 50, de las hermandades de excombatientes de la División Azul. El clima
internacional anticomunista facilitaba el fenómeno, aunque el excombatentismo divisionario siempre tuvo cuidado de
presentarse como adalid del catolicismo y la cristiandad, que decían habían ido
a defender a Rusia. Una tergiversación de la realidad histórica. Cabría decir,
no obstante, que en el proceso de rehabilitación internacional de la dictadura
de Franco que tuvo lugar durante los años cincuenta, los excombatientes de la
División Azul no eran la mejor carta de presentación. Aun así, disfrutaron del
beneplácito del poder.
-Los
excombatientes vivieron bastante organizados con Congresos y demás ¿Cómo fue
esta iniciativa y cómo prevaleció en el tiempo?
-La verdadera peculiaridad del excombatentismo franquista es que, a pesar de que existía
la organización de la Delegación Nacional de Excombatientes desde 1939, no hubo
ningún congreso de excombatientes hasta… 1952! Esto contrasta enormemente con
los movimientos excombatientes de otros países democráticos, en los que eran
muy habituales asambleas y tumultuosos congresos donde se trataban todo tipo de
problemas. La dictadura, en cambio, no permitió tales cosas a los
excombatientes franquistas hasta mediados de los años cincuenta, y aún entonces
fue muy tímidamente. Fue en la década de 1960 cuando empezaron a hacerse
numerosas asambleas de excombatientes franquistas, aunque reducidas al nivel
local o provincial, actividades y concentraciones como las de la Hermandad
Nacional de Alféreces Provisionales. Aquello sí que perduró, y acentuó todavía
más su carácter político hasta los años de la transición.
-Los últimos
excombatientes ¿ha habido muchos que han seguido “activos políticamente” hasta
nuestros tiempos más recientes?
-El deterioro biológico lo ha impedido. La
identidad excombatiente es para siempre, puede reprimirse, pero reaflora con suma facilidad, y en ese sentido todavía
quedan residuos de las organizaciones excombatientes franquistas, aunque sean
continuadas por herederos, como recientemente se vio en los medios de
comunicación tras el escándalo de un homenaje oficial a excombatientes de la
División Azul. Pero la vejez, si no cambia las ideas, agota las energías.
Dedico unas páginas de mi libro a examinar cómo los excombatientes afrontaron
el cambio generacional, y el conflicto con sus hijos en el entorno familiar
durante los años sesenta. Durante la transición todavía hubo una importante
agitación política protagonizada por excombatientes franquistas. Pero ya en
democracia, es muy significativo que, aunque esto no se conozca mucho, surgió
alguna asociación de veteranos de la guerra civil que reunía a excombatientes
de ambos bandos, con una orientación plenamente democrática. Desapareció ya,
por fallecimiento de sus miembros, de elevada edad; pero al menos fue un final
positivo de una historia que no obstante continúa viva en la memoria de las
gentes y ahora en los libros.
17055
Los excombatientes
franquistas (1936-1965). Ángel Alcalde Fernández
411 páginas
25,00 euros
Prensas Universitarias de Zaragoza
Los excombatientes franquistas
fueron una parte fundamental del apoyo social al régimen de Franco, realidad
que justifica observar el excombatentismo franquista con
la misma perspectiva empleada para estudiar los fascismos europeos. Este libro analiza,
por un lado, la historia de la principal organización de excombatientes de la
dictadura franquista, la Delegación Nacional de Excombatientes de FET-JONS, y,
por otro lado, la cultura de guerra que los veteranos de guerra mantuvieron
viva en España durante décadas. Se explica cómo el encuadramiento, los discursos
y
representaciones y los mecanismos de gestión de privilegios sociales
permitieron al régimen franquista manipular en su beneficio las identidades
excombatientes de aquellos hombres marcados por la experiencia de la guerra
civil española.
Ángel Alcalde
Es licenciado en Historia por la Universidad de Zaragoza. Autor del libro Lazos
de Sangre. Los apoyos sociales a la sublevación militar en Zaragoza. La Junta
Recaudatoria Civil (1936-1939) (Institución «Fernando el Católico», 2010) y
de varios artículos sobre los excombatientes franquistas. Fue becario del
Gobierno de Aragón en la Residencia de Estudiantes de Madrid y ganador de un
accésit del XI Premio de Jóvenes Investigadores de la Asociación de Historia
Contemporánea. Ha participado en seminarios y realizado estancias de
investigación en universidades de Francia,
Alemania e Italia. En el Instituto Universitario Europeo de Florencia culmina
su tesis doctoral acerca de la relación entre los excombatientes y el fascismo.
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