La
Librería de El Sueño Igualitario
Un
libro que pone en su lugar a muchos profesionales de la abogacía en tiempos de
la dictadura franquista.
Lo que nos dice Crítica sobre el libro, Abogados sobre el
franquismo
Ramón Serrano Súñer, arquitecto
del régimen franquista en sus momentos fundacionales y abogado de profesión,
caracterizó los métodos empleados en ese período como “la Justicia al revés”. A
lo largo de cuarenta años, España dejó de ser un Estado de Derecho y el
ordenamiento tanto político como jurídico tuvieron como argumento último la
represión y como legitimación principal la victoria en la guerra civil. La
Administración de Justicia fue sometida a una profunda depuración y cualquier
tipo de disidencia quedó sujeta a leyes y jurisdicciones especiales.
En las filas de la abogacía surgirá muy pronto una
minoría que orienta su actuación hacia la defensa de los represaliados y de los
derechos sistemáticamente conculcados. Representando a los militantes de las
organizaciones clandestinas ante tribunales militares primero y ante Orden
Público posteriormente; ofreciendo cobertura a los trabajadores al
servicio de un movimiento obrero que lucha a un tiempo por la mejora de las
condiciones de vida y por las libertades y que van contando para ello con una
red cada vez más tupida de despachos laboralistas; trabajando en el seno de los
colegios de abogados y los congresos de la abogacía por la amnistía, el fin de
las jurisdicciones especiales y el respeto a las garantías procesales;
denunciando en los foros internacionales la violación de los derechos humanos…
los abogados constituyen un soporte fundamental –y llamativamente poco
conocido- en el largo camino de gestación de las bases de recuperación de la
democracia.
Basado en un trabajo previo de rastreo sistemático de las
fuentes documentales en archivos de toda España y en una extensa recogida de
testimonios orales, este libro ofrece por primera vez una visión de conjunto
del recorrido de la abogacía antifranquista desde sus pioneros hasta la
transición democrática, marcada por el sangriento crimen contra los abogados
laboralistas del despacho de la calle Atocha.
Los autores:
Claudia
Cabrero Blanco:
Historiadora, profesora de la Universidad de Oviedo. Os
aconsejamos:
Irene
Díaz Martínez:
Historiadora, trabaja en el Archivo de Fuentes Orales
para la Historia Social de Asturias de la Universidad de Oviedo. Os
aconsejamos: http://www.unioviedo.es/AFOHSA/otros/IreneDM.pdf
Sobre el Archivo de Fuentes Orales para la Historia
Social de Oviedo: http://www.unioviedo.es/AFOHSA/capitulos/QuienesSomos.htm
José
Gómez Alén:
Historiador y Catedrático de Historia.
Un historiador interesantísimo que se metió, incluso a
biógrafo: http://www.farodevigo.es/sociedad-cultura/2008/12/31/jose-gomez-alen-escritor-e-historiador-biografo-xaime-quessada-doblegase-quessada-seria-grandes-pintura-espana/285052.html
Un historiador sin pelos en la lengua: http://www.lavozdegalicia.es/vigo/2009/05/09/0003_7704916.htm
Más: http://vimeo.com/11885437 ; http://www.ccoo.cat/ciprianogarcia/documents/03EloisaBaena.pdf
Rubén
Vega García:
Historiador. Doctor en Historia y profesor de la
Universidad de Oviedo.
También es miembro del Archivo de Fuentes Orales para la
historia Social de Oviedo: http://www.unioviedo.es/AFOHSA/capitulos/QuienesSomos.htm
Sobre este autor hemos tenido un poco más de suerte y
hemos encontrado lo siguiente: Durante los últimos veinte años ha venido
trabajando sobre el período franquista y la Transición Democrática, siguiendo
líneas de investigación centradas en asociacionismo, culturas del trabajo,
movimiento obrero, organizaciones sindicales, conflictividad social y procesos
de desindustrialización, preferentemente en un marco local y regional. Fruto de
ello han sido los libros La Corriente Sindical de Izquierda. Un sindicalismo de
movilización (1991), CC. OO. de Asturias en la
Transición y la Democracia (1995), La reconstrucción del
sindicalismo en democracia, 1976-1994(vol. VI de la Historia de la UGT dirigida
por Santiago Castillo, 2011) y su tesis Crisis industrial y conflicto social. Gijón 1975-1995 (1998).
Es coautor, junto a Begoña Serrano, de Clandestinidad, represión y lucha política. El movimiento obrero
en Gijón bajo el Franquismo, 1937-1962 (1998),
junto a Manuel I. Viejo, de Historia de la Cruz Roja en Asturias (2000)
y de Cien años de
cooperativismo. Historia de la Cooperativa de Agricultores de Gijón, 1906-2006 (2006)
y, junto a Carlos Gordon, de la biografíaJuan Muñiz Zapico “Juanín” (2007) y ha participado en las obras
colectivas Asturias, el declive de
una región industrial (1996) y Los comunistas en Asturias
1920-1982(1996), además de una cuarentena de comunicaciones a
congresos y artículos publicados en libros y revistas especializadas españolas
y extranjeras.
Entre 1998 y 2003 ha dirigido la Fundación Juan Muñiz
Zapico, desde la cual ha promovido la exposición fotográfica La Transición en Asturias y ha
coordinado sendos equipos de investigación de los que se han derivado los
libros Las huelgas de 1962 en
Asturias (2002,
reeditado por Ediciones Trea, de Gijón, en 2012) y Las huelgas de 1962 en
España y su repercusión internacional (2002),
así como la exposición de obras de arte Hay una luz en Asturias… La güelga de
1962 y
el vídeo documental Hay una luz en Asturias…
Testigos de las huelgas de 1962.
Ha participado en el proyecto Voces del pasado.
Testimonios orales de la violencia política y la represión en Asturias y ha
sido responsable de los proyectos de I+D+IArchivo de Fuentes Orales para la
Historia Social de Asturias (2009-2011) y Culturas del trabajo en
Asturias (2009-2010),
que pretenden recoger de su propia voz la memoria de las condiciones de vida y
de trabajo de los asturianos en el siglo XX, poniendo los resultados a
disposición de futuras investigaciones. Trabaja en un proyecto de investigación
acerca de los abogados laboralistas durante la dictadura franquista del que se
ha derivado ya una primera publicación: Materiales para el estudio de la abogacía antifranquista (2010).
Es autor del guión y la idea original del documental dirigido por Alejandro
Zapico Donde habita el olvido (2010).
https://www.youtube.com/watch?v=obuXYbnk8ko
Cazarabet
conversa con José Gómez Alén
José Gómez Alén es coautor del libro Abogados contra el franquismo. Memoria de un compromiso político y
coordinador del proyecto Los abogados
laboralistas y la lucha por una Justicia democrática.
Comenzamos con una aclaración por
parte de José Gómez Alén a nuestro cuestionario,
bueno, mejor dicho a nuestras primeras preguntas “de presentación”. Justo es
decir que habíamos emprendido la lectura del libro, por partes, porque
queríamos abordar el tema desde otras perspectivas y lo que hacemos en esos
momentos es “dividir” la lectura, corrimos un riesgo y “metimos la pata”. Cabe,
pues , una rotunda disculpa tanto a los autores del libro como a nuestro “mayor
tesoro” ,los lectores …Así que, en las primeras preguntas, pensamos que , estábamos ante abogados,
personas ue estaban mucho más relacionados con el
oficio de la abogacía, pero son historiadores que han estudiado al oficio de la
abogacía.. Así nos lo aclara José Gómez Alén en un primer momento: “Los
autores del libro somos historiadores y no abogados, …”. Sigue explicando:” ….aunque,
dado que hemos entrevistado a más de sesenta abogados de diferentes
generaciones y conocemos como se introducen en el mundo de la abogacía y porque
se deciden por la carrera de Derecho, podemos decir que en unos casos decidirse
por el Derecho es continuar la tradición familiar y ejemplos de esto son
Gregorio Peces Barba; Montserrat Avilés, Jaime Miralles, Filomeno Aparicio o
Leopoldo Espuny, en otros casos es el interés
vocacional; otros por la percepción de salidas profesionales y otros sin un
interés definido…”.
Las explicaciones de Gómez Alén
siguen de esta manera: “El libro es el resultado de un proyecto más amplio de
investigación, cuyo resultado son dos libros anteriores, dedicados a la
búsqueda y sistematización de fuentes documentales y orales y, este, el
publicado por Crítica tiene un carácter más divulgativo y analítico. En ese
sentido el trabajo que coordiné durante seis años junto a Rubén Vega fue un
proyecto colectivo en el que participaron una veintena de historiadores de toda
España y trabajar todos esos años con el resto de colegas ha sido interesante y
en ocasiones complicado pero sobre todo fue enriquecedor tanto
historiográficamente, como personalmente por el hecho de poder entrar en las
biografías de aquellos abogados y tratar de entender por qué ponían en el
primer plano de su actividad profesional un sentido ético democrático que los
llevaría a asumir un compromiso social con la causa de los derechos humanos y
la lucha por una justicia democrática en el marco de la dictadura. En general eran personas de un gran sentido
solidario y de una generosidad personal y social sin límites. Haberlos conocido
te reconforta y te reconcilia con el ser humano, que es capaz de ser responsable
de lo peor pero también, como en el caso de la abogacía democrática española,
de lo mejor”.
-¿Cómo
veis en la actualidad el compromiso de los profesionales de la abogacía?.:
-Bien hay que tener en cuenta que el escenario general y
judicial es totalmente diferente. Existe una Constitución y una legislación que
ampara los derechos de defensa procesal de los ciudadanos, por lo tanto el
ejercicio de la abogacía está protegido por la ley y eso cambia las condiciones
en las que desarrollan su trabajo, al igual que ocurre con sus actividades en
el ámbito colegial. A partir de ahí, los abogados, como ciudadanos tienen sus
personales ideas sociales y políticas y manejan su propio sentido ético de su
profesión y su compromiso individual con la defensa de los Derechos Humanos. Lo
que si podemos percibir, en general, en aquellos que han protagonizada la
Historia que recuperamos en ese libro, es que mientras continuaron ejerciendo
su trabajo como letrados o en el caso de los que han pasado a formar parte de la
judicatura en las diferentes instancias judiciales, han mantenido las ideas,
los principios éticos, el mismo compromiso en la defensa de los Derechos
humanos e incluso la misma especialidad en el ejercicio del Derecho: bien
continuaron con sus despachos como abogados laboralistas o dedicándose al
derecho penal y al asesoramiento de todo tipo de asociaciones; derechos de los
emigrantes y a la defensa de los derechos humanos.
-¿Cuál fue la peor época para la
práctica de los abogados en el periodo que investigáis de 1939 a 1977?:
- Toda la dictadura fue en general muy dura para el
ejercicio profesional de los abogados que se dedicaban a defender a los
trabajadores en las Magistraturas del Trabajo o a los opositores a la dictadura
que eran procesados en los consejos de guerra; por la falta de garantías de
defensa; el temor a la represión y la conculcación general de derechos, pero
desde el punto de vista de las posibilidades de defensa la peor etapa fue la
inicial, es decir la etapa autárquica y los primeros años sesenta, hasta la
creación del Tribunal de Orden Público, pues en esa etapa, todos los procesados
por participar en huelgas, paro, o actos de desafección al régimen, eran
considerados delitos de sedición y como tal
podían ser procesados en un consejo de guerra, con jueces militares y
además solo en los consejos ordinarios se permitía la defensa de abogados
civiles e independientes. También en las audiencias o en las magistraturas de
trabajo resultaba fácil la defensa, porque en estas los trabajadores debían ser
defendido por los letrados del Sindicato Vertical y era complicada la defensa
para aquellos que elegían a abogados independientes. Las cosas no mejoraron
sensiblemente, aunque la creación del TOP, compuesto por jueces civiles,
suponía en la ley y la práctica una mayor capacidad de defensa y que mejorasen
las garantías procesales de los ciudadanos juzgados en este Tribunal.
-La
lucha por los derechos humanos era…. se supone que también sufrían represalias
¿Cómo eran estas?:
-Todos los abogados que se dedicaron a defender en las
diferentes instancias judiciales, a los trabajadores y demás sectores sociales
de la oposición antifranquista, atrajeron la mirada represiva de la dictadura
que ejerció sobre ellos y sus despachos diversas formas de represión: Los
despachos eran vigilados contantemente, en muchas ocasiones registrados; sufrían amenazas de la policía y
de los sectores inmovilistas; muchos abogados fueron detenidos en diversos
momentos y torturados; otros fueron desterrados temporalmente como Jaime
Miralles o Gregorio Peces Barba; algunos fueron juzgados y condenados en
consejos de guerra como Gregorio Ortiz Ricol, Josep
Solé Barberá, Alberto García Esteve o Manuel López;
otros lo fueron en el Tribunal de Orden Público como Montserrat Avilés, Ascensió Solé, Albert Fina o Rafael Bárez y otros fueron
suspendidos temporalmente para ejercer ante el TOP. Finalmente la última
muestra de la represión franquista, en este caso ejercida por la ultraderecha,
sería el asesinato de los abogados comunistas del despacho de Atocha en enero
de 1977.
-En
realidad la defensa de los derechos, tanto humanos como sociales de los
trabajadores y trabajadoras ¿Como era, como se escenificaba en un tribunal?:
-Se escenificaba de múltiples formas y dependía del tipo
de delito por el que se los juzgaba y también de la estrategia política de la
oposición en cada proceso y de los objetivos que se perseguía. En ocasiones se
planteaba una defensa orientada a conseguir la menor pena posible para el
procesado; en otros casos se decidían por lo que se llamaba un juicio de
ruptura. En este caso el procesado y su organización, previo acuerdo también
con el abogado defensor trataban de convertir el juicio en un proceso político
a la dictadura. En cuanto a los mecanismos de defensa se denunciaba la
conculcación de los Derechos Humanos por la falta de garantías para ejercer la
defensa procesal, la atención a los detenidos, la denuncia de los testimonios
policiales falsos y sus contradicciones y se comenzaba por la denuncia de los
malos tratos y la tortura, en el caso de que existiera. También se procuraba
darle a los procesos la mayor proyección mediática con la asistencia de los
medios de prensa o con la asistencia de familiares y compañeros de los
procesados y, en el caso de algunos procesos, con la presencia de observadores
y juristas internacionales.
-El
ser abogado… con la persecución de los derechos fundamentales debía ser como
casi ir a que la injusticia, la prepotencia y el que te robaran la justicia
fuese un plato obligado a tragarte y muchos días , pero aun así los hubo,
abogados, y bastantes, que siguieron en la brecha, ¿qué nos puedes contar?
¿Cómo se la apañaban y como pudieron sobrevivir en aquel clima los más
implicados?:
-Era realmente una tarea muy dura; luchar contra la injusticia
lo es siempre, pero en una dictadura sin
derechos ni garantías de ningún tipo fue muy complicado y duro por estar
sometidos a todo tipo de presiones, tanto en su vida diaria como en su trabajo
ante los diferentes tribunales. De ahí que aquel colectivo de abogados
demócratas solo fue capaz de mantener aquel compromiso ético profesional y
social por la firmeza de sus convicciones democráticas y de su apuesta por la
defensa de los Derechos Humanos por encima de cualquier otra consideración; por
su sentido unitario como colectivo diverso social y políticamente y por el
apoyo solidario que recibían de los trabajadores y de las organizaciones de la
oposición antifranquista.
-Lo
de los asesinatos de los abogados de Atocha. Creo, te hablo, desde la perspectiva
de que yo tenía tan solo tres años, que marcó un antes y un después entre el
colectivo de abogados y en su lucha; ¿que nos puede comentar?:
-Fue un dramático episodio de la Transición y, como
señalé antes, el último estertor represor de la dictadura, que en este caso su
origen estaba en los sectores políticos que apoyaban el franquismo. Para toda
la abogacía democrática fue un momento terrible, ninguno de ellos lo va a
olvidar. No hay más que repasar las hemerotecas o ver las imágenes del
entierro, del Colegio de abogados de Madrid; de muchos otros colegios de toda
España y de todos sus compañeros para entender lo que aquel asesinato significó
para todos ellos. Y no digamos los compañeros que trabajaban a diario con los
asesinados. Cuando los entrevistamos y preguntamos a todos por aquel hecho, aun
hoy, 37 años después, no pueden contener la emoción y les afloran las lágrimas.
También para el conjunto de la oposición democrática y para los que ya éramos
adultos y habíamos compartido con ellos luchas y esperanzas, será imposible de
olvidar aquel 24 de enero y con ellos lo que el colectivo de abogados
demócratas aportó a la lucha por la democracia.
-¿Que
queda por saber de aquella matanza o, en realidad, fue como un golpe de la
extrema derecha para dar un escarmiento a la lucha por los derechos de los
trabajadores?.
-Sabemos que fue algo más que un ataque contra los
abogados, aquellos representaban entonces a todo el colectivo y simbolizaban
una parte importante de los pilares sociales que lucharon por democracia. En mi
opinión y es una conclusión que se puede extraer de nuestro trabajo, los
abogados fueron mucho más importantes en esa lucha de lo que siempre hemos
pensado. Pero también está claro, que nunca se investigó a fondo y en el
proceso contra los asesinos tampoco se aclaró, que existió una trama política y
social en aquel contexto de tensión ultra derechista, que participó en aquel
crimen y en la que pudieron intervenir algunos de aquellos sectores políticos y
sociales que eran los últimos reductos del franquismo más radical y que
trataban de resistirse a la transformación democrática de España.
-Volvemos un poco atrás en el tiempo:
explícanos que vino a significar la creación del Tribunal de Orden Público:
-La creación del TOP fue un elemento más en la política
de maquillaje emprendida por la dictadura en el primer lustro de los años
sesenta, cuando la integración de la economía española en los mercados
internacionales obligaba a realizar una serie de reformas que hicieran más
presentable la cara represora de la dictadura. Una de ellas era la de acabar
con la consideración de que las huelgas y los conflictos laborales fuesen
considerados delitos de sedición y por lo tanto los considerados responsables
fuesen juzgados por tribunales militares en
consejos de guerra. En ese sentido los múltiples procesos derivados de
las huelgas de la minería asturiana y de todo el movimiento huelguístico que se
extendió por toda España en 1962, obligaría a cambio la legislación represiva y
también los instrumentos judiciales que debían aplicar a aquellos que se
pretendía juzgar por asociación ilícita, propaganda ilegal, manifestación no
pacifica, etc. Además la repercusión internacional que tuvo el consejo de
guerra contra el dirigente comunista Julián Grimau, y
el rechazo jurídico internacional a su proceso y al tribunal que lo condeno a
muerte hizo más necesaria aun el funcionamiento de este tribunal especial. El
TOP forma parte de ese maquillaje, pero la aplicación de la legislación
franquista careció igualmente de garantías procesales de defensa para los
abogados y los procesados, aunque estos eran ya defendido por abogados civiles.
-¿Se le ha reconocido, al ejercicio de
la abogacía, a los abogados, su papel de lucha en la dictadura franquista?:
-En mi opinión esta es una
deuda aun existente. En primer lugar su importancia fue mucha más allá del
amparo letrado a los detenidos y de la defensa procesal en las instancias
juridiciales: Sus despachos fueron espacios de libertad para todo tipo de
actividad y consultas; ellos crearon el Derecho laboral democrático en la
búsqueda de fisuras jurídicas en la legislación laboral franquista para
defender a los trabajadores. En aquellos despachos daban nociones de ese
derecho laboral a los enlaces sindicales; les asesoraban en la negociación de
los convenios colectivos; daban cobertura legal o clandestina para realizar
reuniones; acudían a las cárceles y colaboraban en la presentación de denuncias
sobre las condiciones de vida en ellas… En fin eran múltiples las parcelas de
la lucha social y política que atendían. Así muchos de ellos se convirtieron en
piezas esenciales de las organizaciones políticas de la oposición democrática.
En ese sentido, no hubo hasta ahora un reconocimiento ni institucional ni social por su aportación a la conquista de
la democracia. Ni siquiera desde el punto de vista memorialístico
se ha tratado de recuperar su memoria colectiva, si exceptuamos el trabajo que
se realiza desde la Fundación Abogados de Atocha de Madrid o el de algún
Colegio de Abogados como el de Barcelona donde funciona una Comisión de la
Memoria. Nuestro proyecto y los 3 libros que hemos publicado suponen, en parte,
una forma de recuperar su memoria colectiva y también una forma de
reconocimiento, por lo menos historiográfico. Pero queda aún mucho trabajo por
hacer y a los historiadores nos queda seguir investigando para conocer en
profundidad su aportación en el ámbito judicial, en los colegios de abogados o
en la lucha política; a la sociedad reconocer su generosidad moral y contribuir
a recuperar su memoria individual y colectiva. Pero ese reconocimiento debería
ser algo más y las instituciones se lo deben y a ellas les corresponde hacerlo.
Y en ese sentido seguramente convendría revisar los procesos en las
jurisdicciones especiales y llegar a una conclusión sobre su posible nulidad y
para que ese reconocimiento fuera una realidad, seguramente habría que repudiar
moralmente a aquellos que dictaron procesal y socialmente sentencias injustas,
cuyo contenido hoy avergonzaría a cualquier jurista.
-¿Sigue
siendo el ejercicio de la abogacía como una especie de patito feo que solo sale
un poco bien saldada en algunas pelis y más si son americanas?:
-Bueno parece que el ejercicio de la abogacía, en parte y
en principio tiene que ver con el derecho a la defensa de los ciudadanos ante
cualquier conflicto que estos tengan con la Justicia y derivado de cualquier
acto o acontecimiento que afecte a sus vidas. En ese sentido es una profesión
que se puede entender como un servicio público para los ciudadanos ejercido de
forma privada para el servicio a los ciudadanos. Pero como cualquier profesión
y como aquellas que tienen características similares, puede ser ejercida con
los principios de la ética profesional y con un particular código deontológico,
adecuado a su función y profesión. Y como ocurre en también en esas otras
actividades profesionales, unas veces se cumple y otras no. En nuestra vida
cotidiana podemos observar que hay personas que hacen de ese código
deontológico el hilo conductor de su actividad profesional y otras no lo hacen.
Por lo tanto ante la ficción y el modelo de la abogacía que emana de las
películas americanas encontramos en nuestra realidad también ejemplos de esa
diversidad de actitudes ante el ejercicio de una profesión y los ciudadanos
somos igualmente capaces de percibir y entender esa diversidad en todo su
significado.
-¿Los
abogados, en aquellos tiempos tenían más compromiso con la palabra justicia o
con su propia ideología… o eran un poco una mezcla de las dos cosas?:
-Hay que entender que estamos hablando de aquellos
profesionales que se dedicaban a unas parcelas muy determinadas del Derecho: el
laboral y el penal, y que por lo tanto eran mucho más sensibles a las
deficiencias procesales y a la conculcación de los Derechos Humanos pues
ejercían su labor en el marco de una dictadura y en ese trabajo chocaban a
diario con la realidad de la dictadura y con lo significaba para su ejercicio
profesional. Esto, si ponían su código deontológico como frontispicio de su
actividad, les llevaba directamente a confrontarse con el aparato judicial y
con la propia dictadura y en consecuencia a identificarse con la causa de sus
defendidos. Y eso significaba, en todos los casos, una actitud ético
profesional irrenunciable para defender a sus clientes y a defender la
necesidad de una justicia democrática. Ese compromiso ético, en muchos casos,
derivó hacia un compromiso político, lo que los convirtió, desde su propio
ámbito profesional, en luchadores por la democracia. Por lo tanto las ideas
profesionales y su compromiso ético confluiría con sus propias ideas políticas
y esto fue común a todos ellos. El gran valor de su compromiso fue colocar sus
principios generales por encima de sus diversas y legítimas ideas políticas y
así lograron confluir de manera unitaria en todos los frentes de aquella lucha.
15640
Abogados contra el
franquismo. Memoria de un compromiso político 1939-1977. Claudia Cabrero Blanco, Irene Díaz
Martínez, José Gómez Alén, Rubén Vega García
416 páginas 15,5 x 23 cms.
24,90 euros
Crítica
Ramón Serrano Súñer,
arquitecto del régimen franquista en sus momentos fundacionales y abogado de
profesión, caracterizó los métodos empleados en ese período como “la Justicia
al revés”. A lo largo de cuarenta años, España dejó de ser un Estado de Derecho
y el ordenamiento tanto político como jurídico tuvieron como argumento último
la represión y como legitimación principal la victoria en la guerra civil. La
Administración de Justicia fue sometida a una profunda depuración y cualquier
tipo de disidencia quedó sujeta a leyes y jurisdicciones especiales.
En las filas de la abogacía surgirá muy
pronto una minoría que orienta su actuación hacia la defensa de los
represaliados y de los derechos sistemáticamente conculcados. Representando a
los militantes de las organizaciones clandestinas ante tribunales militares
primero y ante Orden Público posteriormente; ofreciendo cobertura a los
trabajadores al servicio de un movimiento obrero que lucha a un tiempo por la
mejora de las condiciones de vida y por las libertades y que van contando para
ello con una red cada vez más tupida de despachos laboralistas; trabajando en
el seno de los colegios de abogados y los congresos de la abogacía por la
amnistía, el fin de las jurisdicciones especiales y el respeto a las garantías
procesales; denunciando en los foros internacionales la violación de los
derechos humanos… los abogados constituyen un soporte fundamental –y
llamativamente poco conocido- en el largo camino de gestación de las bases de
recuperación de la democracia.
Basado en un trabajo previo de rastreo
sistemático de las fuentes documentales en archivos de toda España y en una
extensa recogida de testimonios orales, este libro ofrece por primera vez una
visión de conjunto del recorrido de la abogacía antifranquista desde sus
pioneros hasta la transición democrática, marcada por el sangriento crimen
contra los abogados laboralistas del despacho de la calle Atocha.
Fragmento: http://www.planetadelibros.com/registro_corto.php
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